Capítulo 24: Consejos de un Longbottom

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Para decidir,
tú solo debes seguir
a tu corazón.


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Los terrenos de Hogwarts eran extensos, ninguna parte parecía tener final. La pequeña Black caminaba lentamente sin que nadie la observara gracias a la capa que la hacía invisible. Pasaba junto a algunos alumnos y estos se extrañaban al ver el movimiento de la hierba sin causa alguna. Siguió caminando, buscando un lugar que no estuviera habitado por nadie ya que necesitaba un momento a solas con la naturaleza. Llegó a un lago y se sentó un poco cerca teniendo cuidado de no caerse. Se quitó la capa y la dejó junto a ella para después suspirar y sentir como los ojos se le humedecían.

Lloró lo más silenciosamente que pudo a la luz del sol. Abrió los ojos al oír un movimiento en el agua y se acercó por curiosidad.
Un rostro de mujer de piel cetrina asomó por las aguas sonriendo a la niña, Calynn se acercó más pues la llenaba de alegría esa sonrisa, se fue acercando cada vez más mientras la criatura tomaba la mano de la pequeña y la jalaba hacia ella, la niña fue sumergiéndose cada vez más hasta que el agua le llegaba a la barbilla...

—¡Basta! ¡Flipendo! —gritó una voz detrás de la niña con la varita alzada.
El hechizo le dio a la especie de sirena quien dio un grito de enojo alejándose de la niña y se sumergió en el lago. La pequeña se desconcertó al ver que se encontraba con la barbilla en el agua. Cuando reaccionó, Calynn volteó a ver quién había causado el hechizo y observó a Frank.

—¿Qué ha sido eso? —preguntó desconcertada Calynn.

—Una sirena, pero de las malas —contestó el niño.

—¿Son malas? —cuestionó Calynn con curiosidad.

—Algunas son malas y otras digamos que no hacen daño —explicó Frank.

—¿Qué me ha hecho esa criatura? —curioseó la pequeña Black.

—Te ha jalado hacia las profundidades del lago sin que te dieras cuenta —expuso Frank rápidamente—. Al menos llegué a tiempo.

—Gracias por salvarme —agradeció la niña.

—No fue nada, es una suerte que ese hechizo me saliera tan bien —respondió el niño para después sentarse junto a Calynn quien se había alejado un poco más del lago.

—¿Qué es lo que te preocupa? ¿Por qué te afecta tanto un vociferador? ¿Son acaso los apodos de Malfoy los que te hacen sentir así? —la interrogó el niño, inundando a la pequeña con todas sus preguntas.

—No puedo decirlo —se limitó a contestar la niña.

—No importa lo grave que sea, yo estoy aquí para acompañarte —le dijo Frank mientras le tocaba el negro pelo con cariño. La niña no contestó, tan solo le dedicó una sonrisa que para él fue suficiente—. Veo que has traído tus cosas para herbología —comentó el niño observando las pertenencias de la pequeña.

—Pensaba que después de ir aquí podría comenzar a buscar los invernaderos, ojalá nos toque con Slytherin ya que quiero disculparme con Severus por una discusión —explicó Calynn entusiasta.

—Te aconsejo que no te juntes con ese niño Severus, no es muy seguro —le aconsejó el niño seriamente.

—¿Por qué lo dices? —le contestó la pequeña Black sorprendida y sin poder evitar un pequeño gesto de enfado.

—Es un poco extraño —explicó Frank tratando de no sonar grosero.

—A veces puede parecer extraño, pero en realidad no lo es —replicó la niña.

—No lo tomes a mal, solo lo digo por tu seguridad —explicó Frank nervioso.

—Severus puede llegar a ser extraño, pero no lo creo capaz de hacerle daño a nadie —aseguró la niña bastante segura.

—Tan solo es un consejo —repitió Frank—. Te lo digo porque me importas.
Los niños se levantaron de donde estaban para comenzar a buscar los invernaderos donde tomarían herbología en menos de media hora.

—La verdad Hogwarts es muy lindo —observó Calynn cambiando el tema a la conversación, no quería hablar más de Severus con Frank.

—Sí, desde pequeño supe que entraría a Hogwarts porque desde que nací mis padres me dijeron que era un mago —contó el niño—, al igual que tú supongo.

—No, yo me enteré un poco antes de que llegara mi carta —expuso Calynn, dedicándole una sonrisa.

—¿Tus padres no te contaron nada antes? —se extrañó Frank.

—No, siempre viví una vida de muggles —explicó la niña encogiéndose de hombros.

—Qué raro, yo nunca fui a la escuela muggle, pero mis padres me ponían a leer algunos libros de encantamientos y hechizos para que poco a poco conociera el mundo mágico. Es así como conozco el hechizo Flipendo, pero hasta ahora no he tenido oportunidad de practicarlo. —dijo Frank.
Hubo un momento de silencio en el que ninguno de los dos habló.

—¿Cómo sabías a dónde había ido? —curioseó Calynn.

—Porque yo también hubiera ido ahí —confesó el niño.
Ambos se dirigieron una sonrisa mientras se sonrojaban, había algo que los hacía entenderse entre sí.

—Creo que esos son los invernaderos —comentó la pequeña señalando una construcción que tenía muchas ventanas y desde ahí se podían observar muchas plantas que se encontraban dentro del lugar. Los alumnos comenzaron a llegar de un extremo y se percataron que compartían clase con Hufflepuff al ver las túnicas amarillentas aparecer entre los arbustos. Frank y Calynn caminaron hacia los invernaderos con el resto de los estudiantes, iban más rápido que los demás alumnos ya que Frank estaba muy emocionado de tomar esa clase.

Lily se colocó junto a ella y comenzó a preguntarle dónde había estado, pero cuando se disponía a contestar, la profesora entró para comenzar la clase, al menos se veía tan estricta como Galatea y la materia no era tan mala como Historia de la Magia.
Se alegró de estar junto a Frank ya que este sabía mucho de la materia, tanto que hizo ganar a Gryffindor veinte puntos sin contar los que perdieron por culpa de Meryl a quien se le cayó la maceta encima dejando la mandrágora en el suelo llorando a todo pulmón.

A Calynn no le agradó mucho la clase ya que era ligeramente asquerosa, pero no se lo comentó a Frank porque además él le ayudó con muchas cosas. Cuando salieron de la clase y emprendieron la marcha al castillo Lily comenzó de nuevo con las preguntas que la pequeña Black no le había podido responder en clase. Cuando le hubo relatado todo hasta su encuentro con la sirena esta la interrumpió incrédula.

—Si querías suicidarte al menos me hubieras avisado —bromeó la pelirroja.

—Lo siento —se disculpó Calynn seriamente.

—Es una broma —le confesó Lily.

Siguieron hablando y bromeando acerca de eso hasta que llegaron al castillo y Calynn se detuvo.

—¿Saben dónde está Severus? —preguntó la niña impaciente.

—Creo que les tocaba Encantamientos —mencionó Lily sin darle importancia.

—Voy a buscarlo —avisó la pequeña Black.

—Te acompaño —agregó Lily siguiendo a su amiga.

—Yo las espero en la sala común —gritó Frank para que lo escucharan.

Las niñas subieron rápidamente las escaleras dirigiéndose al aula de Encantamientos esperando encontrar a los alumnos de la casa de las serpientes aún en clase, pero para su mala suerte el único que se encontraba en el aula era el profesor que recogía sus cosas.

—¿Para qué lo buscas? —curioseó Lily.

—Quiero disculparme por la disputa que tuvimos hace unos días —respondió la niña dulcemente.

—Puedes verlo en la cena —comentó Lily—. ¡Además tenemos que terminar los deberes de Binns!

—¿Qué deberes? ¿De quién? —preguntó rápidamente Calynn con bastante angustia.

—Historia de la Magia, nos ha dejado un pergamino entero de la Huelga de las Gárgolas de mil novecientos once —explicó la pelirroja.

—Lily, apenas llevamos tres días en Hogwarts y ¿ya te estás aprendiendo fechas? —se sorprendió Calynn al escuchar el año exacto de un acontecimiento que ya no recordaba.

—Lo repitió muchas veces ya que leyó el mismo párrafo más de veinte veces antes de quedarse dormido —contó Lily aguantando la risa.

—Creo que yo me dormí antes que él —expresó la pequeña Black.

Ambas rieron mientras se dirigían arriba hacia su sala común para comenzar el arduo trabajo del profesor Binns. Por suerte se encontraron con Frank y Meryl charlando en la sala común sobre la clase de herbología y lo avergonzada que había quedado la rubia de haber quedado llena de tierra. Cuando Frank y Meryl vieron llegar a sus amigos, estos los saludaron y se disponían a charlar cuando Lily dijo que tenían que terminar los deberes de Binns.

—¿Binns? ¿Quién es Binns? —interrogó la rubia estupefacta.

—Nuestro maestro de Historia de la Magia —aseguró Calynn rodando los ojos mientras sacaba un pergamino para comenzar a escribir.

—Apenas me entero, ¿nos dejó deberes? —cuestionó Meryl con esperanza.

—Un pergamino entero de la Huelga de las Gárgolas de mil novecientos once —respondió Lily mientras sacaba su pluma y tinta.

—¡¿Un pergamino entero?! ¿Y qué es la Huelga de las Gárgolas? ¿Alguna vez lo mencionó? —expresó la rubia con angustia mientras sacaba un pergamino todo arrugado.

—Lo mencionó cuando nos quedamos dormidas —replicó Calynn mientras comenzaba a titular su hoja de pergamino.

—Yo ya lo he hecho, puedo ayudarlas a terminarlo —propuso Frank sentándose junto a la pequeña Black quien se acercó más al chico.

—Es muy amable de tu parte —le agradeció Calynn.

—¿Qué haríamos sin Longbottom? —bromeó Meryl.

Frank les ayudó en lo que pudo para que sus escritos no quedaran iguales, aunque sabía que Binns no se dedicaba a leer los deberes. Lily terminó antes que sus amigas y se fue a explicarle a Meryl cómo concluir el escrito mientras que Frank se quedó con Calynn.

—Ya casi acabamos, tan solo falta hablar de los pocos años de la huelga de mil novecientos doce y listo —aseguró el niño con cortesía.

—¿Así está bien? —le preguntó la niña cuando terminó de copiar un poco del escrito de su amigo.

Frank se acercó más a ella para ver su escrito y accidentalmente le tomó la mano, la pequeña Black se sobresaltó, pero no retiró su mano, tan solo volteó a ver a su amigo quien también la miraba.

—Excelente —contestó el niño mientras la observaba dedicándole una sonrisa.

Se miraron por un momento y después se volvieron a separar para proseguir con el escrito sin que se dieran cuenta que Lily y Meryl los miraban dulcemente.

La última en terminar el trabajo fue la rubia quien se levantó del sillón a bailar un poco para festejar atrayendo la atención de todos los presentes en la sala. Ya se disponían a salir para bajar al Gran Comedor cuando una lechuza picó una de las ventanas de la sala, la futura mortífaga la reconoció al instante y fue a recibir la carta para que después el ave se fuera. Se alegró de no encontrar otro sobre color rojo, pero aun así le atemorizaba el contenido que trajera la carta.

—¿Quién te ha escrito? —preguntó con curiosidad la rubia mientras bajaban las escaleras.

—Ah, una amiga que hace mucho que no veo —respondió la pequeña Black tartamudeando, tratando de evadir el tema.

—Oh, qué bien, ¿de dónde es? —curioseó Meryl de nuevo.

—De aquí, de Inglaterra —contestó rápidamente.

—¿Por qué no va a Hogwarts si es de aquí? Debe ser una bruja para poder ocupar el correo por lechuza —observó la rubia.

—Lo siento, ella es de... de... ¡Francia! —musitó la niña muy nerviosa.

—Qué lindo que se puedan escribir, aunque esta lechuza se parece mucho a la de la mañana que te llevó el vociferador, pero yo creo que es coincidencia ¿no? —mencionó Meryl terminando con cierto tono de misterio, dándole entender a la niña que la rubia no le había creído mucho.

—Sí, coincidencia —aseguró la pequeña Black antes de voltear a ver a Lily y dirigirle una mirada de preocupación.

Cuando llegaron al Gran Comedor casi todos los alumnos ya estaban ahí disfrutando de las delicias de platillos que ofrecía Hogwarts cada día. Los niños se sentaron en sus lugares habituales un poco retirados del centro de la mesa. Estaban comenzando a servirse su cena cuando una cabeza salió de la mesa.

—¡Hola, leones! —gritó la cabeza transparente.

Meryl que tenía la cuchara del pastel de calabaza a medio camino se le cayó al ver al fantasma y se manchó toda la túnica.

—Realmente hoy no es mi día —replicó la pequeña, recordando cuando esa misma mañana se había manchado con tierra en la clase de Herbología.

—Lo siento —contestó el fantasma—. Mi nombre es Sir Nicholas de Mimsy-Porpington, más conocido como Nick casi decapitado, pero prefiero el primer...

—¿Casi decapitado? —repitió Lily confundida interrumpiendo al fantasma.

El fantasma salió de la mesa y se colocó frente de los niños, se llevó una mano al cabello y se jaló la cabeza dejando ver que casi le habían cortado toda la cabeza dejándole solamente un pequeño pedazo. Todos dieron un gritó de susto al ver eso.

—Me da gusto tener a nuevos alumnos en mi casa favorita —recitó el fantasma con orgullo después de colocarse bien su cabeza—. ¡Bienvenidos!

—Gracias, Nick —contestó Frank.

—¿Frank Longbottom? —preguntó al oír la voz del niño. Este asintió lentamente y dedicándole una sonrisa al fantasma—. Tu madre me caía muy bien, ¡vienes de una familia Gryffindor! —exclamó el fantasma con bastante orgullo. El niño no dijo nada, tan solo asintió con la cabeza sin poder esconder el gusto de haber sido reconocido—. Bien, los dejaré comer y disfruten del castillo.

La cena estuvo tranquila, hablaron del ajetreado día que les esperaba mañana ya que les tocaba la clase de Astronomía a medianoche.

—¿Por qué debe ser a esa hora? ¿Por qué no puede ser en la mañana? —replicó Meryl con bastante enfado.

—Tal vez porque es Astronomía y necesitamos de las estrellas —se burló Lily.

—Cierto, debe ser por eso... —respondió la rubia mientras pensaba en lo que acababa de decir la pelirroja.

Cuando terminaron de cenar, se encaminaron rápidamente nuevamente a la sala común. Estaban por llegar a la puerta del comedor cuando la pequeña Black se paró en seco y comenzó a regresar a las mesas.

—¿A dónde vas? —le interrogó Frank.

—A buscar a Severus —mencionó esta antes de desaparecer entre los alumnos.

Cuando llegó a la mesa de Slytherin todos los presentes la comenzaron a mirar extraño y con repugnancia, siguió caminando y encontró a Severus sentado aún con comida en el plato, ya se dirigía a hablarle cuando un niño gritó.

—¿Qué haces aquí, asquerosa Gryffindor? ¿Vienes a contaminarnos de tu repugnante sangre? —mencionó la orgullosa voz de Malfoy que para su sorpresa estaba sentado junto a Snape. La niña no le contestó para no darle importancia—. Veo que has aprendido a respetar un poco a tus mayores y no contestarles —se burló Lucius mientras todas las serpientes se reían, Lucius le dio un codazo a Severus para que también lo hiciera y este esbozó una pequeña sonrisa. Cuando la niña notó el rostro de Severus se sintió tan mal que lo único que hizo fue darse la media vuelta y regresar por donde había venido dejando atrás las carcajadas de los alumnos de Slytherin.

Cuando llegó a la puerta del comedor un niño se acercó a ella y se puso a su lado para acompañarla a subir las escaleras.

—¿De nuevo Malfoy? —le interrogó Frank que había notado el enojo de la pequeña sin que esta dijera una palabra.

—Sí, pero no vale la pena —respondió la niña.

—De acuerdo, pero quiero que sepas que yo te puedo ayudar en lo que sea —expresó Frank mientras la tomaba de la mano para subir más escaleras.

Cuando llegaron a la sala común se despidieron de un abrazo y cada uno subió a su dormitorio, cuando Calynn entró a la habitación se dirigió a su cama y cerró el dosel. Se sentó y sacó de su bolsillo la carta que le había llegado de su madre. Aunque realmente era una nota.

"Solo quiero recordarte las advertencias anteriores y no pienses cómo escaparte de las vacaciones navideñas porque yo haré todo lo posible por traerte acá"

La niña tan solo leyó la nota y se alivió al saber que era un recordatorio y nada peor de lo que esperaba, guardó la carta de nuevo en el sobre por precaución y la almacenó en su baúl bajo llave.
Se dirigió a Lily quien estaba sentada en su cama leyendo el libro de Historia de la Magia, la saludó y se sentó junto a ella.

—¿Puedo preguntarte algo? —le cuestionó la pequeña Black mientras se ruborizaba ligeramente.
Lily asintió mientras cerraba su libro.

—¿Cómo sabes distinguir entre amor y amistad? —cuestionó con cierta vergüenza y curiosidad a la vez.

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"En los bosques bajos, nacidos del hielo y la nieve.
Hay una doncella llorando esta noche".
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⌞ Winter Moon - Erutan  ⌟

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