Capítulo 17: Discusiones

┏━━━━━━━🌙━━━━━━━┓

Algunas veces
lo que dices hiere más
que tus acciones.


┗━━━━━━━🌙━━━━━━━┛

Los niños la habían pasado muy bien en el callejón ya que no pararon de hablar todo el camino de regreso a casa acerca de cada uno de los detalles que habían vivido en aquel lugar mágico.

—¡Entonces rompí una ventana de la tienda! —relataba Calynn mientras reía a carcajadas, recordando ese momento en que probó una de las varitas que le había dado el hombre antes de encontrar la varita indicada.

Los padres de Lily sonreían, asentían con la cabeza y respondían algunas preguntas; era evidente que ellos también estaban maravillados.

—¿Quieres quedarte a comer en nuestra casa? —dijo la señora Evans dirigiéndose a Severus con cortesía.

—Es muy amable, pero... —musitó Severus.

—Por favor —insistió la madre pelirroja sin dejarlo terminar.

—Está bien —dijo Severus sonriéndole a la mamá de su amiga mientras que la adulta le regresaba la misma sonrisa.

Ya estaban por llegar a casa cuando empezó a llover levemente y los niños miraban cómo las gotas azotaban en los cristales del automóvil. A través de estos podían observar a las personas muggles que caminaban por la acera sujetando paraguas de distintos colores evitando mojarse mientras caminaban con rapidez, aunque también había algunos cuantos sin paraguas que se limitaban a evitar las gotas de la lluvia mientras corrían por la calle.
Después de un rato, los niños pudieron observar la calle de la Hilandera y sus casas. Al llegar frente de la casa de Lily los niños bajaron del auto y entraron a la casa junto con los señores Evans.

—Pueden sentarse —les dijo la madre de Lily señalando el comedor.
Lily y Calynn se sentaron en sus lugares habituales, una junto a la otra, y Severus se sentó en una silla frente a Lily, dedicándole una sonrisa.

Los niños estuvieron hablando por un momento mientras se oía un escándalo dentro de la cocina, de vez en cuando Lily se levantaba para ayudar a su madre con la comida. La señora Evans subió las escaleras y después de un momento se escucharon gritos de enfadado en el piso superior, por lo que los niños callaron al instante. Después de un momento los gritos cesaron y la mujer bajaba de nuevo las escaleras y una niña de cabello café oscuro la seguía. Cuando Petunia llegó al comedor le dirigió una mirada asesina a Lily y Calynn y se sentó de mala gana junto a Severus, dejando las cabeceras para los padres; volteó a ver al niño y le dedicó una mirada de asco antes de rodar los ojos. No se dirigieron la palabra hasta que los señores Evans regresaron de la cocina, les sirvieron un plato de sopa y se sentaron en sus lugares para comer.

—¿El primero de septiembre comienza la escuela? —preguntó la señora Evans con entusiasmo en la voz.

—Sí, en menos de dos meses —contestó Lily a la pelirroja mientras sonreía y los otros niños magos presentes en la mesa la imitaban.

Siguieron comiendo y después de un rato los niños empezaron a hablar de su aventura en el callejón.

—Estas son nuestras nuevas varitas —comentaron los niños mientras sacaban de su bolsillo sus nuevas varitas, cada una con algo único. Colores, formas e incluso distintas longitudes se podían observar en esas tres varitas, representando la personalidad de cada una.
Petunia se alejó lo más que pudo de Severus con una expresión de asco y a la vez de miedo, aunque intentaba esconder esta última.

—Estamos muy orgullosos de ustedes —contestó la señora Evans con una sonrisa en los labios y con su esposo imitándola.

—¿Orgullosos? ¿Cómo pueden estar orgullosos de unos... —hizo una pausa para buscar las palabras que deseaba para describir a los niños—, monstruos? —terminó Petunia con un gesto de asco y desaprobación.

—¡Petunia! —replicó su madre, reprendiendo a la niña.

—Eso es lo que son, unos asquerosos y horrendos seres —dijo Petunia con una cara de asco—. ¡Qué vergüenza tener una hermana con esos poderes tan extraños y llena de maldiciones! —añadió Petunia mientras Lily se enfadaba y se ofendía al mismo tiempo.

—No pensabas lo mismo hace unos días cuando le rogaste a Dumbledore que te aceptara en Hogwarts —le espetó Severus desafiante, después de haber tomado un trozo de comida.
Todos voltearon a ver a Petunia que se sonrojaba un poco y se encontraba con la boca abierta, sin saber qué contestarle al chico.
La mesa se quedó en silencio por un momento, todos miraban su comida, pero a la mayoría se le había quitado el apetito a causa de las discusiones de los niños.

—Qué bueno que no te aceptaron —dijo esta vez Lily dirigiéndose a su hermana y se encogía de hombros—. La verdad, qué vergüenza tenerte en el colegio conmigo —terminó mientras le dedicaba una mirada desafiante.

—No me aceptaron porque no soy un bicho raro como tú o tus amigos —gritó Petunia a su hermana, exasperada.

—¡Ya cállate y cierra la boca de una vez! —gritó Lily levantándose de la mesa. Pero no era a Lily a quien todos veían, el vaso que tenía Petunia entre sus manos se había hecho añicos y el agua estaba desparramada por toda la mesa al igual que unos pedazos de cristal—. ¡Suplicaste al director que te dejara estar en una escuela con magia cuando tú eres un intento de hermana muggle, ¿quién es el bicho raro ahora?!
Petunia miró con odio a su hermana que para su sorpresa le sostuvo la mirada, su respiración rápida delataba lo molesta que estaba y sin saber qué contestar.

—¡Te odio! —gritó la castaña después de ese silencio tan grande, al parecer no había encontrado otra forma de hacer sentir mal a su hermana.

—¡Yo también, asquerosa muggle! —exclamó Lily. Ambas niñas estaban levantadas de la mesa mirándose con odio—. ¡Me da gusto estar lejos de ti hasta vacaciones de invierno!

—Es suficiente niñas —ordenó esta vez la madre de ambas mientras se ponía de pie con un gesto de severidad.

—No, no lo es. Desde que tu amiga se vino a vivir aquí —comenzó Petunia—, todo ha sido peor para mí —terminó con la voz quebrada, volteando a ver a la pequeña Black.

—¡Nunca tuviste la valentía de decírmelo en la cara! —gritó esta vez Calynn mientras se levantaba de la mesa, realmente le había molestado esas palabras. ¿Qué tenía que ver su estadía con su actitud con su hermana?

—¿Qué hubiera ganado? ¡Ese niño debió de haberte ofrecido tu casa, no mi hermana! —gritó Petunia mientras señalaba a Severus bastante molesta.

—¡Lo hubiera hecho si me hubieran dejado! —gritó Severus mientras se levantaba de la mesa, bastante indignado—. No vengas a decirme qué hacer, asquerosa niña muggle infantil e inmadura —agregó el niño con el mismo nivel de enfado.

—¡No es mi culpa que tenga unos padres que la torturen, es una cobarde por venir a refugiarse aquí! —dijo Petunia con una sonrisa burlona en el rostro mientras sostenía la mirada contra la pequeña Black.

—¡Cierra tu asquerosa boca muggle! —gritó la pequeña sin poder contener las lágrimas en sus ojos, tocar el tema de sus padres era su mayor debilidad, todavía no superaba esa realidad y mucho menos le gustaba escucharla de los demás.

Petunia se siguió riendo sin parar de Calynn mientras la luz de la habitación iba y venía.

—Es más cobarde ofender a los demás porque tienen más que tú —dijo Severus muy enojado—. Acepta que eres un ser sin magia, acepta que tu hermana es más especial que tú y déjanos a nosotros en paz —ordenó Severus con enfado—. Esos son tus problemas, no nuestros.

Petunia miró a los tres niños con cara de odio y conteniendo algunas lágrimas.

—¡Espero nunca volverlos a ver en mi vida! —gritó para después retirarse de la habitación y subir corriendo las escaleras sin mirar atrás.
Los chicos volvieron a sentarse en su lugar y nadie comentó nada mientras terminaban de comer la exquisita comida que preparaba la señora Evans.
Cuando terminaron, llevaron sus platos a la cocina y se dirigieron a la puerta principal para ir por sus cosas que habían comprado en el callejón y para despedirse de Severus.

—Nos vemos mañana temprano en el lugar de siempre —dijo Calynn.
Severus asintió con la cabeza sin mencionar más, al parecer estaba ligeramente avergonzado por lo que acababa de pasar en el comedor.

—Adiós, Severus —se despidió Lily mientras abrazaba al chico, tratando de que no se sintiera mal por haberle hablado así a su hermana, sabía que Petunia se lo tenía bien merecido.

El niño se fue a su casa después de que sus amigas le entregaran sus cosas.
Después de sacar las cosas del auto, las niñas entraron a la casa y decidieron dejarlas abajo para no tener que subirlas.

Lily y Calynn decidieron escribir su carta de confirmación de Hogwarts y la amarraron a la pata de sus lechuzas mientras abrían la ventana del comedor y las veían alejarse hasta que se perdieron en la oscuridad.
Subieron las escaleras de madera y se dirigieron a su habitación, se cambiaron de ropa y se pusieron el pijama. Se sentaron en sus pequeñas camas que estaban juntas y en la habitación reinó el silencio.

—Lo siento —habló la pequeña después de un momento.

—¿Por qué te disculpas? —le contestó la pelirroja confundida.

—Por mi comportamiento en el comedor —le contestó la niña—. Creo que me pasé de la raya, pero no lo pude evitar, lo siento mucho —volvió a disculparse.

—No te preocupes por eso, Tunn... —hizo una pausa—, Petunia se lo ganó. —El gesto de Lily había cambiado ligeramente, recordar todo lo que había dicho su hermana hace unas horas la ofendía y le generaba tristeza.

Lily se iba a levantar de su cama para apagar la luz y poder dormir cuando su madre entró a la habitación.

—Hola, pequeñas —saludó la mujer amablemente.

—Hola —contestaron ambas con un tono de miedo en la voz. Temían que fueran a charlar con ellas acerca de lo sucedido.

—No se asusten, no vengo a castigarlas —dijo la mujer mientras esbozaba una sonrisa—. Quiero decirles que no hay ningún problema con tu estancia —mencionó la mujer mientras se dirigía a la pequeña Black—. Y también que no son ningunos monstruos o bichos raros. Me da gusto tener una hija bruja —expresó la pelirroja dirigiéndose a Lily, abrazándola con amor.
Las niñas le sonrieron y se acostaron en su cama. La señora Evans fue a la cama de Calynn, la tapó hasta los hombros y le dio un beso en la mejilla. Después se dirigió a la cama de su hija, le tapó la cara con la sábana de broma mientras reían con entusiasmo. Después de un rato de juego, la mujer la tapó hasta los hombros y le dio un beso en la frente.

—Te amo, hija —le dijo la mujer mientras se despedía de ella.

—Yo también —le contestó la niña mientras le daba un beso en la mejilla a su madre, fundiéndose en un abrazo. La mujer apagó la luz y después de haber pensado en todo lo que había pasado ese día las niñas se durmieron con una sonrisa en el rostro.

┊┊┊┊☆┊*🌙*┊☆┊┊┊┊
From the playlist

╔═══════ ≪ •❈• ≫ ═══════╗
"Las gotas están derramándose,
pero todo lo que puedo oír es el sonido
de su voz dentro de mi cabeza".

╚═══════ ≪ •❈• ≫ ═══════╝

⌞ Raindrops - Eurielle ⌟

1:01 ──⊙──────── 4:28

↻ ◁ II ▷ ↺


Bạn đang đọc truyện trên: AzTruyen.Top