Capítulo 12: Cumpleaños

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Crecer es algo
bastante complicado,
detén el tiempo

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Esa tarde Lily y Calynn hablaron acerca de lo que habían comentado en el jardín con Severus hasta que la señora Evans llamó a todos a comer. Calynn no podía negar que la madre de su amiga cocinaba realmente delicioso, por lo que bajaron con muchas ganas de comer. La pequeña Black realmente disfrutaba de esos momentos de convivencia con su amiga, de realmente sentirse parte de una familia.

—Exquisito —dijo Calynn cuando acabó la comida de su plato—. Mi madre nunca ha cocinado tan bien —mencionó con entusiasmo.

—Muchas gracias. —La señora Evans sonrió, no sabía muy bien cómo responder al comentario acerca de la madre de la niña—. Dejé un pijama en su habitación.

—Gracias —respondió la niña con amabilidad.

Las niñas se levantaron, dejaron sus platos en el lavabo y subieron a la habitación. Se pusieron sus respectivos pijamas y se acostaron cada una en su cama para comenzar a hablar sobre su entusiasmo sobre Hogwarts.

—Dentro de unos días será mi cumpleaños —dijo la pequeña con soslayo.

—¡Te aseguro que será un buen cumpleaños! —la animó su amiga detectando aquel soslayo al final de su oración, no entendía cómo iba a extrañar a sus padres en su cumpleaños después de todo lo que había pasado.

Calynn negó con la cabeza en la oscuridad sin que la pelirroja notara ese gesto.

—No es lo mismo sin mis padres —dijo la niña tristemente y con un poco de molestia en la voz.

—¿Aún los consideras tus padres? —Aquella pregunta se le había escapado a Lily y se sonrojó al instante.

Hubo una pequeña pausa, ninguna de las dos habló. Lily no estaba segura si su amiga se había ofendido o había ocasionado que estuviera más triste de lo que ya estaba.

—Lo siento... —comenzó Lily—. No era mi intención, Calynn

—De hecho, creo que tienes razón —la interrumpió su amiga—, después de lo que me han hecho creo que no los necesito —continuó—. Es más, estar cerca de ellos solo me ha ocasionado muchos problemas.

Lily le sonrió a su amiga, le agradaba que hubiera comprendido la realidad de sus padres. Tal vez fue un poco cruel decirle lo anterior de esa forma, pero la pelirroja sabía que era la pura verdad. Se despidieron y decidieron acostarse para dormir con tranquilidad, no tenían nada que temer.

Los meses transcurrieron con rapidez, Calynn disfrutaba su estadía en la casa de su amiga como si fuera el último. A menudo salían al jardín a jugar y a hablar con Severus, jugaban como niños muggles y degustaban de la comida de la señora Evans.
Sin embargo, a veces, durante la madrugada, cuando pensaban los padres de Lily que ambas niñas estaban dormidas; había largas disputas entre Petunia y sus padres siempre por el tema de la estancia de Calynn. La hermana mayor de su amiga ya estaba cansada de la estadía de Calynn y aunque la madre de la pelirroja le había prohibido reprocharle algo a la pequeña Black, a Calynn no le agradaba causar problemas.

—No te preocupes —dijo Lily—, si Petunia pudiera me sacaría de la casa a mí también.

Era la noche anterior al cumpleaños de Calynn. La futura mortífaga estaba acostada en la cama, viendo el techo pensando en que dentro de unas horas sabría si podría ir a Hogwarts y además sería su primer cumpleaños sin sus padres. Cuando llegó a ese punto sus pensamientos se desviaron a lo que podrían ser capaces de hacer por no pasar su cumpleaños con ellos. Un nudo se le formó en la garganta al pensar que tal vez sus padres no la dejarían ir a Hogwarts o peor, que tal vez irían a buscarla el día de mañana. El miedo la recorrió, pero al tratar de buscar una solución a eso el cansancio le ganó y se quedó dormida.

Calynn se encontraba en un lugar oscuro, estaba caminando con dos personas a su lado por un largo sendero hasta que llegaron a una reja.

—Sangre pura, Druella Black. —dijo la voz de su madre.

—Sangre pura, Cygnus Black —comentó esta vez su padre.

—Sangre pura, Calynn Black —mencionó la niña forzadamente y con voz temblorosa, sabía que no estaba ahí por voluntad propia.

La reja se abrió y siguieron caminando hasta que llegaron a una puerta donde una niña rubia de más o menos su edad abrió la puerta y le dedicó una sonrisa a las personas que vio del otro lado.

—Hola, mi niña —dijo su padre con voz dulce mientras le devolvía la sonrisa.

—¡Papá! —expresó Narcissa rodeando al hombre con los brazos—. Te extrañaba mucho —comentó para después el paso a la casa.

Dentro de la mansión se encontraba mucha gente. Solo pudo reconocer a Severus. El chico no miró a la niña cuando ella lo vio, pero él parecía que no quería voltear a ver a la pequeña, simplemente quería mantener la mirada gacha.

Sus padres la empujaron hasta donde estaba una persona alta. Portaba una túnica color negro y en su mano portaba una varita blanquecina.

—Se la hemos traído, mi señor —dijo el padre con cierto temor, empujando a la niña un poco más hacia adelante.

El hombre se dio la vuelta y contempló a la niña por un segundo. Los ojos recorrieron a la niña de pies a cabeza.

—Es perfecta, la marca tenebrosa quedará perfecta en ella —dijo el hombre mientras preparaba su varita y sus padres le arremangaban la túnica del brazo izquierdo. El hombre apuntó con la varita el brazo de la niña mientras esta intentaba soltarse de su agarre, sin evitar derramar algunas lágrimas.

—¡Calynn despierta! —gritó la pelirroja con angustia. Estaba bastante alterada ya que su amiga se la había pasado gritando durante varios segundos.

Calynn se despertó y vio a su amiga a lado de ella. Se percató que le salían lágrimas de los ojos y estaba sudando. Notó el acelerado latir de su corazón mientras trataba de incorporarse y entender dónde se encontraba exactamente.

—Mis padres y Severus y la varita —balbuceó la niña.

—Vamos abajo, necesitas tomar algo —dijo Lily y la ayudó a levantarse y a bajar las escaleras. Para su sorpresa, los padres de Lily ya estaban en la cocina. La señora Evans volteó al oír los pasos. La mujer abrió la boca con una sonrisa, se disponía a saludar a las niñas con alegría como siempre lo hacía hasta que se dio cuenta de que Calynn no se sentía para nada bien. La mujer se acercó a la pelirroja con preocupación.

—¿Qué ha pasado? —preguntó la mujer preocupada mientras observaba a la pequeña Black.

—Ha tenido una pesadilla y empezó a gritar y a llorar —dijo Lily angustiada—. No sabía qué hacer, creo que era una pesadilla porque cuando la desperté dejó de hacerlo —agregó Lily en el mismo tono.

—Siéntate querida, te voy a dar un vaso de leche y feliz cumpleaños —dijo amablemente la señora Evans con amabilidad y moviéndose con rapidez en la cocina.
Las dos niñas se sentaron en sus lugares de siempre, solo que ambas portaban un gesto de mayor preocupación.

—¿Puedes contarme lo que soñaste? —le preguntó Lily.

La pequeña Black asintió con la cabeza y empezó a contar su sueño mientras se tomaba su vaso de leche. Cuando terminó su amiga no dijo nada, estaba impactaba y sin saber si eso era una señal o una simple pesadilla.

—¿Me podrías decir qué grité? —dijo Calynn.

—Suplicabas que no te hicieran daño —dijo su amiga lentamente—. Supongo que tenías demasiado miedo de que lo estuvieras soñando fuera real —dedujo la pelirroja mientras se encogía de hombros.

Hubo un silencio en la sala. Calynn no entendía cómo es que no se había dado cuenta de todo lo que había gritado mientras dormía.

—¿Crees que no haya sido un sueño? ¿Crees que vi lo que va a pasar en unos meses? —le preguntó Calynn a la pelirroja—. Tengo miedo de que sea la realidad.

—No lo sé —respondió Lily por primera vez. En realidad, no lo sabía, no podía asegurar nada, pero algo le decía que había grandes posibilidades de que lo que vio sí fueran los sucesos que acontecerán en algunos meses.

Calynn esperaba oír que todo había sido solo un sueño, pero muy en el fondo sabía que eso sucedería y no podría evitarlo. Tan solo necesitaba que alguien la reconfortara o al menos que se olvidaran un poco de esos temas.

Cuando terminaron el vaso de leche, la madre de Lily les dio su pan de todas las mañanas. Mientras comían, una niña de pelo enmarañado bajó las escaleras, fue por un vaso de leche y subió de nuevo sin decir una palabra, no era la primera vez que Petunia no desayunaría con toda la familia, por lo que no les sorprendió.
Cuando terminaron de comer las niñas se levantaron y ya estaban subiendo las escaleras cuando el correo llegó. Calynn bajó corriendo los escalones que había subido y se arrodilló junto a las cartas buscando y quitando cartas de encima hasta que encontró, al final, una carta dirigida a ella. La recogió de suelo y se levantó rápidamente para subir a la habitación con su amiga.
Las niñas subieron y se sentaron en una cama con rapidez, ambas estaban extremadamente entusiasmadas.

—¡Ábrela! —dijo Lily con emoción mientras daba ligeros saltos en la cama.

Su amiga abrió la carta tratando de no romper el sobre. Sacó un pedazo de papel y comenzó a leer:

COLEGIO HOGWARTS DE MAGIA Y HECHICERÍA

Director: Albus Dumbledore.

Querida señorita Calynn Black:

Tenemos el placer de informarle de que dispone de una plaza en el colegio Hogwarts de Magia y Hechicería. Por favor, observe la lista del equipo y los libros necesarios. Las clases comienzan el primero de septiembre. Esperamos su lechuza antes del treinta y uno de julio.

Muy cordialmente, Minerva McGonagall subdirectora.

—¡Voy a ir a Hogwarts! —gritó la pequeña Black con gran alegría, se le había hecho realidad aquel sueño.

—¡Vamos a ir a Hogwarts! —dijo Lily—. Ahora busca la otra hoja con los materiales que vas a necesitar, debe estar todavía adentro del sobre —añadió.

La niña sacudió el sobre para que cayera la otra hoja como Lily había previsto, la desdobló y leyó:

Uniforme.
Los alumnos de primer año necesitarán:

Tres Túnicas sencillas de trabajo.
Un sombrero negro puntiagudo para uso diario.
Un par de guantes protectores.
Una capa de invierno.
Libros.
Todos los alumnos deben tener un ejemplar de los siguientes libros:

El Libro Reglamentario de Hechizos Miranda Goshawk
Una Historia de la Magia, Bathilda Bagshot
Teoría Mágica, Adalbert Waffling
Guía de Transformaciones para principiantes, Emeric Switch
Mil Hierbas y hongos mágicos, Phyllida Spore
Filtros y Pociones Mágicas, Arsenius Jigger
Animales Fantásticos y Dónde Encontrarlos, Newt Scamander
Las Fuerzas Oscuras. Una guía para la autoprotección, Quentim Trimble
Resto del equipo

Una varita.
Un caldero.
Un juego de redomas de vidrio o cristal.
Un telescopio.
Una balanza de latón.
Los alumnos también podrán traer una lechuza, un gato, una rata o un sapo.
Se recuerda a los padres que a los alumnos de primer año no se les permite tener escoba propia.

—¡Una varita!, ¡voy a tener una varita! —gritó Calynn bastante entusiasmada sin evitar recordar la primera vez que había visto una varita mágica y todas las fantasías que había soñado que podría realizar cuando finalmente tuviera una.

—¡Y mira cuántos libros! —añadió Lily señalando uno de los párrafos de la carta.

—Vamos a vestirnos para poder salir al jardín y contárselo a Severus —mencionó Calynn mientras recogía toda la basura del sobre con rapidez y comenzaba a salir de la habitación con Lily pisándole los talones.

Ambas chicas se vistieron, bajaron las escaleras y le preguntaron a la señora Evans si podían salir un rato, la madre asintió y las dos chicas salieron de la casa.

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"Ven, hija mía.
Quédate conmigo.
Te protegeré a ti y a tus sueños".
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