Conociendo a las chicas


Tanto William como Juliette duraron casi 3 horas en el Blues, haciendo que la chica llegara a "horas inapropiadas" a casa, afortunadamente para ella, cuando llegó todo estaba en silencio y pudo entrar fácilmente, aunque era más que obvio que recibiría un regaño después por eso, sin embargo, justo cuando apenas iba a dormirse, fue brutalmente despertada por su hermana.

— ¡Jules! ¡Despierta! —Ana María la estaba sacudiendo salvajemente.

— ¡Ana! Deja de molestar —se giró y por un momento dejo de sentir sacudidas, por fin podía dormir de nuevo.

Hasta que sintió el agua fría.

— ¡Ahhhh! —Juliette saltó como si le hubieran prendido fuego — ¡Estás loca!

—Mamá dice que te levantes, te cambies y bajes a desayunar.

— ¿Qué?

—Hoy empiezas a trabajar y dice que no puedes llegar tarde.

Juliette gruño y toda mojada se levantó para meterse a bañar.

Ana María quedo bastante satisfecha y salió del cuarto— ¡Apúrate!

Después de ponerse un cómodo vestido y arreglarse, Juliette bajo al comedor donde ya estaba toda su familia desayunando.

—Apresúrate, son las 6 y tenemos que llevarte primero al taller de costura, ¡come!

Ella se sentó un tanto desganada, pero comió rápido, ya que su madre parecía tener mucha prisa, su padre por otro lado ya había desayunado y tomaba café con toda la calma de mundo.

—Espero que valores la oportunidad que te estamos dando, no quiero que dejes el apellido León en ridículo —Juliette no podía creer que fuera su papá quien le dijera esas palabras tan crueles, él nunca había sido así, eso lo hubiera esperado de su tío Marcos no de su papá.

Por su propia integridad decidió ignorarlo y asentir con una sonrisa falsa.

—No se preocupe padre, no lo decepcionare.

Siguió comiendo y ni bien termino de dar su último bocado su madre ya la estaba apurando—. ¡Vamos! —Luego se dirigió a su padre—. Francisco recuerda que tienes una junta, Ana María ve a con tu padre, yo te alcanzo luego.

Ambos asintieron y obedecieron a la matriarca de la familia, mientras ella jalaba a su hija mayor a la salida.

El camino fue muy silencioso, Juliette no quería hacer ningún comentario porque temía hacer enojar a su mamá.

El viaje no duró mucho, no pasó ni una hora cuando ya estaban en "Le Rose", una vez allí  su madre la guio hasta la puerta de servicio, una que Juliette jamás había visto.

Fueron recibidas por una señora ya entrada en años, de mirada severa que vestía un sencillo pero anticuado vestido negro, estaba pulcramente peinada, sin ningún cabello fuera de su lugar.

Al principio Juliette pensó que se trataría de la señora Salvatore, pero al escuchar a su madre hablar con ella, desecho la idea casi al instante.

—Así que es ella —la mirada severa la recorrió de pies a cabeza—. Bueno la señora Elena me ha dicho que será una nueva costurera, vamos a ver si tiene lo necesario.

Aún con la mirada tan penetrante que tenía la señora, Juliette se la aguanto hasta el final, bueno por lo menos hasta que su madre le dio un puntapié.

—No seas grosera y preséntate.

Juliette volvió a forzar una sonrisa—. Lamento mi descortesía, me llamo Juliette León Cortés, mucho gusto.

—Bueno, por lo menos tienes modales, yo soy Carlota, la gobernanta de este lugar y tú jefa.

La chica ya no dijo nada, no quería empeorar las cosas, ya que se notaba la poca paciencia que tenía la señora Carlota.

—Carlota te la encomiendo mucho y sabes que tienes mi permiso para regañarla en caso de que haga algo indebido —luego se dirigió a su hija—. Pórtate bien, recuerda que esta es una buena oportunidad —le da un beso en la mejilla—. Te quiero.

Julia camino hacia el auto que la esperaba, ella todavía tenía que llegar a la empresa de telefonía para cumplir con su trabajo y ya iba tarde, vio por última vez a su hija; realmente deseaba que todo saliera bien.

Ni bien el auto de la señora León se perdió de vista, Carlota se dirigió a la chica—. ¿Piensas quedarte parada todo el día ahí? Ven, sígueme.

Juliette tardó un poco en reaccionar y solo corriendo pudo alcanzarla, para estar ya en sus buenos años, la señora podía caminar muy rápido.

Carlota se volteó a verla—. ¿Algún problema?

Juliette tomo aire—. No —inspiró—. Todo está perfecto.

—Bien, continuemos, no podemos perder el tiempo.

Caminaron por un largo pasillo, donde había muchas puertas, vio a varios dependientes saliendo de esas puertas a medio vestir, siguieron así un tramo hasta que Juliette no pudo aguantar la curiosidad.

—Disculpe, ¿hay personas que viven aquí?

La gobernanta apenas y le dio una mirada, pero asintió—. La mayoría del personal vive aquí, tú eres una excepción.

Al ver la irritación en el rostro de Carlota, Juliette no quiso seguir preguntado, solo iba detrás de ella como cordero al matadero.

Iba caminando con la vista en el suelo, hasta que chocó con el cuerpo de la gobernanta que se había detenido abruptamente.

Ella le dio una mirada asesina, pero bufo tratando de calmarse—. Aquí es el taller, el lugar donde trabajarás, entra —la empujo levemente—. Te presentaré a las chicas.

El lugar no era muy impresionante: había maniquíes en un lado, las máquinas de coser en otro y miles de telas amontonadas en una esquina; tal parecía que el glamour que irradiaba "Le Rose" no llegaba hasta sus más recónditos espacios, si ella hubiera sido más quisquillosa, el lugar estuviera catalogado como una pocilga.

Estaba tan absorta en su mundo que no se dio cuenta cuando la gobernanta carraspeo, molesta por la falta de atención.

Juliette sé giro rápidamente en su dirección, a un lado de la señora Carlota estaban 4 chicas, una de las cuales era Valentina, retuvo el impulso de saludar, suficientes problemas había tenido ya ese día.

—Bien, ahora que cuento con toda tu atención, te presentaré a tus compañeras: Alejandra, que es a quien te debes dirigir en caso de que yo no esté —señaló a una chica más o menos de su edad con semblante dulce que le sonrió con empatía, su cabello castaño estaba atado en un moño desarreglado y su cara no tenía nada de maquillaje, aun así, Juliette creía que no lo necesitaba.

—Ella es Cassandra, es nueva como tú —la chica en cuestión era de la edad de su hermana Ana María, su mirada azul tenía un destello de picardía, el cual le dio a entender a Juliette que ella sería una gran amiga, su cabello, al contrario de las demás, estaba suelto y le llegaba hasta debajo de la espalda.

Ahora señaló a una muchacha de rostro dulce, muy joven, de cabello castaño corto y ojos cafés—. Ella es Clara.

Por último se dirigió hacia Valentina, a quien le dedico una mirada desdeñosa—. A ella ya la conoces, es Valentina.

Juliette más que sentirse indignada por la mirada de la gobernanta, quería matar a su tío Marcos, mientras su mujer y la hija de ella disfrutaban de todos los lujos que el apellido León podía dar, Valentina y su mamá eran mal vistas por la sociedad y tenían que trabajar para sobrevivir.

— ¡Bien señoritas! Esto no es un descanso así que: ¡a trabajar! Esos vestidos no se hacen solos.

Todas se pusieron en sus puestos, menos Juliette que parecía toda desorientada, Alejandra se apresuró a conducirla a una máquina antes de que Carlota la viera sin hacer nada.

—Gracias —Alejandra le hizo un gesto restando importancia—. Me llamo Juliette León, por cierto.

Ella le sonríe—. Ya lo sé, la primogénita de los León, eres la comidilla de por aquí.

— ¿Por qué?

Ahora fue Cassandra la que intervino—. Bueno, soy nueva en la ciudad, pero por lo que se, Ale se refiere a que vienes de una buena familia, con todos los lujos, no tienes necesidad de trabajar como nosotras, pero estás aquí.

Juliette vio como Valentina bajaba la cabeza, frunció el ceño, después hablaría con ella.

—Quiero ser independiente y la única forma era trabajando.

—Podrías casarte, así saldrías de casa de tus padres —le dijo Alejandra en tono conciliador—. Eso fue lo que hice yo —susurró como si estuviera arrepentida de ese hecho.

— ¡¿Estás casada?! —gritaron las tres chicas, Valentina solo volteo a otro lado ella ya sabía sobre Alejandra y el bruto de su marido.

Juliette tartamudeo— Pe-ro, pero ¡tienes mi edad!

—Me case joven.

Juliette suspiro, era justo la vida que deseaba evitar, se notaba a leguas que la chica no era feliz.

Cassandra noto la incomodidad en el ambiente y decidió cambiar de tema—. Sabes, yo no podría casarme, creo que me devolverían.

Todas comenzaron a reír, incluso Valentina, hasta que Carlota salió echando humo de su oficina.

—Dije: ¡A TRABAJAR! —y de un portazo desapareció.

Ellas se rieron nerviosamente y regresaron a sus lugares.

"Creo que esto no será tan malo después de todo" pensó Juliette con una sonrisa mientras cosía unos patrones de un nuevo vestido y miraba a sus compañeras.

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