En los cielos se pudo divisar como una gran batalla se estaba desarrollando, puesto que dos hermanos que se amaban hasta hace algunos siglos ahora estaban peleando a muerte, un nephilim contra un ángel, la batalla por la supervivencia apenas acaba de comenzar.
-Será mejor que te rindas Issei, yo tengo mucha más experiencia que tú en los combates de nada sirve que estés obteniendo poder poco a poco
-No lo creo Michael porque si tanto quisieras asesinarme ya lo hubieras hecho algo dentro de ti no te está dejando actuar correctamente y eso en términos de pelea no te dan los mejores beneficios.
El ángel por su parte solamente puso una cara frustrada debido a que su hermano se estaba dando cuenta de la debilidad que tenía, la bondad de los Ángeles a veces podía ser traicionera con sus propios hermanos, por este mismo motivo los Ángeles caídos habían estado ganando terreno en los últimos siglos frente a los Ángeles además de que los demonios aprovechaban esto.
-Te aseguro que si en este momento dejamos de pelear y vamos a ver a nuestro padre él sabrá la manera de cómo curarte, solamente te pido de favor que no sucumbas tanto el pecado aún puedes salvarte.
-Perdóname hermano, sé que en los siglos que estuve en el reino de los cielos fuiste una de las grandes personas que me apoyó a pesar de mis torpezas, pero en el momento que fui elegido como el siguiente guerrero créeme que se perdió toda esperanza sobre mí, sólo espero que algún día puedas perdonarme.
Ambos siguieron con su pelea enfrascada, literalmente el Nephilim iba con todo para matar, mientras que el ángel más poderoso del cielo aún dudaba poder atacar de muerte a su propio hermano, si bien lo había declarado, hacerlo era cosa muy distinta.
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Después de los sucesos del reino el dragón rojo conocido como el Sekiryuutei seguía avanzando con la niña sobre su garra, ya aun después de viajar varios kilómetros solo logro llegar a un bosque, en el cual se refugió, pero de pronto vio un destello de luz blanco, sabía que la niña corría peligro por lo que rápidamente se adentró en una cueva, encontrándose algo muy particular, puesto que había un nido, con bastantes huevos de dragón, el no tuvo que ser un genio para adivinar que el nido era de una dragona, la pregunta era, ¿Quién era la dragona?
-Así que un intruso esta en mi hogar, supongo que eres muy valiente al entrar en mi territorio, Ddraig, el emperador rojo.
-Tiamat, la reina dragona, lamento la intromisión, solo que estoy escapando.
-Vaya, uno de los celestiales huyendo del combate, ¿Sera que Albión al fin te va a ganar?
-Por supuesto que no, estoy huyendo de Gabriel, necesito un refugio para proteger algo.
-¿Qué quieres proteger?
Ddraig ya confiado enseño a la bebe humana, Tiamat miro con asombro por la criatura que tenía Ddraig en sus garras, hasta ella misma se enterneció, aun así se cuestionaba del por qué un dragón celestial se preocupaba y cuidaba la larva humana.
-Ddraig, ¿Por qué cuidas a esa criatura?
-Pues se debe a que hice un trato con un Nephilim, digamos que le salve la vida, el comparte maldición con esta criatura, ella poco a poco se está volviendo un ángel, y aquel chico un demonio completo, no sé cuándo acabara el proceso.
-¿Un Nephilim?, no se supone que esas cosas están extintas.
-Pues este es un poco artificial, ya que absorbe el poder maligno, esta niña es producto de una humana y un demonio, para ser exactos de un Gremory.
-Vaya, así que esa es la razón, el chico le quita el poder demoníaco a cambio de su poder divino, ¿Y el Nephilim?
-Peleando contra Michael, yo debo proteger a la niña, estoy seguro que aquel chico va a sobrevivir, ¿Puedo quedarme aquí?
-Mis crías están a punto de nacer, deja a la criatura, yo la cuidare y amantare de mi seno, ve a salvar al Nephilim, confía en mí.
Ambos solo se observaron asintiendo al mismo tiempo ya que habían llegado a un acuerdo, la reina dragón cuidaría de la niña hasta que Ddraig o el Nephilim llegaran a su rescate, por lo tanto, una cría mas era puesta junto a los huevos de Tiamat.
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Los plebeyos caminaron lejos del reino, les tomo un par de horas salir de los territorio de donde antes era su hogar, viendo como en el cielo dos fuerzas chocaban constantemente, generando más destrucción en el reino, el pueblo más cercano aún se encontraba lejos, por lo mientras algunos lloraban la perdida de familia y amigos, mientras otros contabilizaban los sobrevivientes.
-¿Alguno sabe que paso con la reina y la princesa?
El comandante hizo la pregunta general a lo que todos negaron, causando una decepción en los soldados y altos mandos, habían perdido la corona de su reino, no protegieron a la reina y su hija, alguno lloraron de la frustración ya que el juramento que le hicieron a su rey algunos años atrás era proteger con su vida a los monarcas y ahora no vivía ninguno, solo les quedaba rehacer sus vidas en algunos lugares diferentes ya que su reino había perecido por la presencia de trollas, demonios, ángeles y un dragón.
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Gabriel sobrevolaba a los alrededores de donde comenzó la batalla para verificar si había rastro de la niña que estaba bajo su cuidado, temiendo que el Sekiryuutei se la haya llevado por estar en su pelea con Issei y Sebastián.
-Oh Dios mío Rías, todo ha sido mi culpa por dejarte.
Ella con su velocidad recorrió lo más cercano en busca de la pequeña o en su debido caso del dragón emperador rojo, una vez que supiera Elohim que la niña probablemente estaría en garras de un dragón siendo la criatura que más odiaba su padre, de mínima ya mataría a Issei por aliarse con un dragón.
-Padre, no sé si me escuches pero perdona a Issei, él no tiene la culpa, solo fueron las malas influencias y las circunstancias, sé que me diste el don de ver las almas más puras y la niña e Issei tienen las más bellas que yo haya visto.
Siguió buscando con la vista y ante tales fallos solo pudo suspirara, había complicado demasiado la misión, por lo que ahora solo quedaba rezar para que la niña estuviera bien y Michael lograra detener a Issei que a estas alturas poco a poco sucumbía al pecado.
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La batalla de Issei y Michael no estaba en las mejores condiciones ya que el rubio aún con su armadura portada casi no tenía herida alguna más que sus prendas algo rasgadas y quemadas; por otro lado el pelinegro si estaba literalmente bastante herido, puesto que había tenido un gran poder pero al no poder controlarlo correctamente iba perdiendo energía constantemente y eso era una ventaja para el ángel más fuerte del cielo que debido a su experiencia en el campo de batalla supo manejar el desgaste de energía de irse al grado de dejarlo casi agotado.
-Hermano no tiene sentido que sigamos continuando peleando así, sólo provocaras que en algún momento por un descuido mío logré matarte, te suplico que reflexiones lo que hemos estado hablando a lo largo de esta batalla, ya son bastantes horas en las que te dicho que nuestro padre puede perdonarte haz caso por favor.
-Parece que desde la batalla pasada los Ángeles no entienden mi verdadero propósito, ya les había dicho que literalmente ya había entendido las cosas y que pasará lo que pasará enfrentaría al mismísimo creador.
-No hermano, estás cometiendo los mismos errores que mi hermano Lucifer, si bien No terminaste siendo un demonio poco a poco te estás volviendo uno debido a tu codicia y los pecados que probablemente puedas cometer, yo no pierdo la esperanza en que puedas regresar a nuestro lado.
-Michael, ya te había dicho que te agradezco todo lo que pasamos juntos en el cielo, pero desafortunadamente elegido mi camino y el aliarme con el dragón celestial, el emperador rojo sólo es una manera de hacerte entender que yo jamás regresaré al cielo.
Michael derramo unas cuantas lágrimas al escuchar las palabras de su hermano menor, seguía sin poder creer que el más pequeño y puro de sus hermanos se haya convertido en uno de los mayores traidores de la historia de la creación de Elohim; más aun sabiendo que éste fue elegido para ser el siguiente Ángel Guerrero, sabiendo que ser el título más importante que podía recibir un ángel sin necesidad de ascender a serafín o arcángel.
-Perdóname pero no aceptó el destino que estás eligiendo hermano, ya perdí bastantes hermanos que se fueron del lado de demonios y ángeles caídos, por ninguno de ellos pude hacer algo y créeme que tú siendo el más pequeño de todos duele más, de verdad créelo porque no dejaré que caigas tan fácilmente en las ruinas de la oscuridad.
El aura del Ángel más fuerte del cielo se elevó un poco más, impactando incluso al mismo pelinegro puesto que ahora sabía perfectamente por qué se le consideraba el más fuerte de todos, su poder en la máxima expresión que podía dar era casi diez veces más de lo que él podía llegar a controlar cuando era un ángel solamente, ahora entendía perfectamente el temor de los demonios y ángeles caídos al enfrentar a este ser divino.
-Debo de admitir que cuando estaba en el cielo jamás imaginé que tendría una pelea tan emocionante, incluso debo de decir que me daba miedo bastante el saber qué poder tenías, pero ahora que tengo la sangre de un dragón dentro de mi cuerpo luchando contra la demoníaca y angelical solamente tengo más deseos de explotar mis propios poderes para enfrentarte, sé perfectamente que estoy cayendo en la locura, ya te he dicho a ti y a Gabriel que ojalá me perdonen, pero te juro que de verdad está sensación es increíble, después de todo no está tan mal caer del cielo.
Ambos contendientes se pusieron frente a frente expulsando su Aura, mientras que la del Ángel más fuerte del cielo era tranquila y celestial la del Nephilim ondeaba entre la tranquila y brusca debido a que no tiene un patrón específico; está al parecer parpadeaba según las emociones que mostrará Issei, pero sobre todo se veían las lágrimas de Michael por frustración de haber recordado a todos los hermanos caídos que ha tenido, mientras que en Issei era una sonrisa de satisfacción por ir descubriendo las emociones que lograban sentir los humanos, sobrando decir que incluso llegaba tener el gusto por las acciones que pusieran al mundo en su contra, literalmente uno de los Ángeles más puros del cielo se estaba corrompiendo poco a poco.
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