Capitulo 23: Trihexa
-¿Que demonios es eso?
Lilith veía con asombro como una bestia salía de un tipo de grieta temporal, era totalmente negra e irradiaba una energia asquerosa llena de odio, incluso para ella quien era la madre de los demonios le parecía totalmente repulsivo, casi llega a vomitar de sentir esa energía.
-Que Dios nos proteja.
Gabriel de igual manera estaba demasiado afectada, había logrado escapar del cielo tanto que ya no importaba su revancha con Lilith ni lo que le había pasado, su asombro era inmenso, sentía que se le iban las fuerzas del cuerpo, vio a su rival y noto que también estaba demasiado impresionada, una criatura fuera de su imaginación estaba en frente de las dos.
-Gabriel, te parece si lo dejamos en un empate por el momento.
-Estoy de acuerdo con la idea.
Ambas dejaron de aparentar iniciar una pelea y cada una se dedicó a salvar y evacuar a sus propios soldados y los humanos que habian, mirando con terror como la bestia atacaba con fuego rojizo las lejanas montañas y algunas casas cercanas a sus patas.
-Definitivamente esto no es normal, no puede ser de este mundo, ¡Dios, danos de tu fuerza!
Un humano con una gran espada amenazó directamente al dragón, esté al verlo solo lanzo más de su fuego calcinandolo por completo sin dejar ningún rastro más que la propia espada la cual brillaba de un modo intenso.
-Ahora esa cosa está matando sin piedad, necesitamos ayuda de todo el cielo
-Si me apuras también de todo el inframundo, esa cosa da mucho miedo.
Ambas mujeres veían con asombro el como la bestia avanzaba y destruía todo a su paso, no distinguía amigos o enemigos, solo atacaba por atacar, como si ese fuera su objetivo, destruir todo.
Todos los del lugar huían despavoridos, gritos y empujones no perdonaban a nadie, a pesar de los intentos por querer ponerse a salvo no podían, la bestia venía atacando sin piedad, a lo lejos las batallas que se llevaban a cabo de detuvieron, ahora el problema era mucho mayor, tanto así que los primeros en llegar habían sido Dios e Issei junto a Gabriel y Lilith.
-Padre, esto es terrible, esa cosa salió de la nada y no sabemos que hacer.
-Oye viejo, dime la verdad, ¿Tú sabes de dónde viene todo eso?, te aseguro que nosotros los demonios no estamos involucrados.
Gabriel y Lilith llegaron a interceptar en el camino, ambas con notable miedo en su mirar, Elohim no quería admitirlo pero la bestia había superado sus expectativas, desafortunadamente para él tendría que hacer alianza con varias facciones para poder detenerla.
-Lilith, ve al inframundo en este instante y trae a todo lo que puedas, de igual manera tú Gabriel dirígete al cielo y baja a todos mis Ángeles, en estos momentos trataremos de detenerla Issei y yo.
Ambas mujeres obedecieron sin rechistar algo, inmediatamente desaparecieron en círculos mágicos mientras que Issei y Dios miraban atentamente a la criatura.
-¿Cómo es posible que exista esa cosa?
-A lo largo de los reinicios, el poder del sueño y el infinito siempre retrocedian en todo, eso se volvió energía maligna, mucho peor que la de los demonios, y esa cosa nació de eso, por eso no tiene forma, es la bestia del apocalipsis.
Ambos miraron con determinación la bestia, Elohim empezó a expulsar su energía divina poco a poco, lo mismo que Issei pero está tenía toques carmesí, demostrando no solo energía divina si no también algo de energía de Ddraig, a causa de su apoyo para salvar su vida.
-Debemos ser fuertes hijo mío, se que no te gusta pero esto es para lo que estás destinado, ambos, tanto tu como Rías.
-Osea que entre nosotros no podremos, ¿Si Rias está muerta como lo haremos?
-Por ahora y gracias a la ayuda de las facciones lo máximo que podremos hacer es detenerlo, solo los dos juntos podrán derrotarlo, cuando llegue el momento se que haras lo correcto.
-Asi que la unión de las facciones eh, no pensé verte en esta situación, esto si es algo increíble de ver.
-No te acostumbres, no siempre lo podrás ver, te lo apuesto, además después de todo esto, quizás podamos hablar, te explicaré como está la maldición que tienes tu y Rías.
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A lo lejos el fuego ardía con locura, Ddraig no lograba conciliar su furia, la niña que lo habia amado como su padre, pero ahora solo no tenía una oportunidad de venganza sino que también la vida de uno de sus buenos amigos estaba en peligro, todo esto a raíz de ser tan descuidado.
[Maldito Issei, yo debí de ser el que acabara con Elohim, pero ahora tengo que dejar todo en sus manos y yo no puedo hacer nada]
Tiamat que estaba a su lado no sabía qué hacer, estaba muy dolida por todo lo que había pasado y para su mala suerte el dragón que quería como pareja no le estaba prestando mucha atención a su propio sufrimiento, solamente se estaba enfocando en sus propios sentimientos, algo que disgustaba la reina dragón.
-Ddraig, por favor trata de ser consciente con la situación, no podías hacer nada de una u otra forma tú no querías a Rías.
[¿Acaso lo que están escuchando mis oídos es verdad?, no estás entendiendo por lo que estoy pasando, ¿Por qué crees que no me importaba?, con un carajo tú sabes muy bien que no sé demostrar mis sentimientos, pero es más que obvio que sí la quería]
La reina dragón no supo cómo responder, aceptaba que el Sekiryuutei no era de los típicos dragones que demostraban emociones enfrente de otros seres, pero todavía ha cambiado desde que se juntó con aquel Ángel, más aún con el nacimiento de la pequeña niña, para los dragones que por lo regular su vida era casi inmortal a menos de que fueran asesinados, la cantidad de 16 años no parecía mucho, pero al parecer a ambos dragones les había pegado, quizás un poco más al dragón rojo.
-Yo, perdóname, no debí hablarte de esa manera, al parecer es muy obvio qué tienes sentimientos fuertes por ella, de verdad lamento que estemos pasando por esto.
[Disculpame también a mí, es obvio que despertaste sentimientos maternales por ella, sé lo que es perder un hijo y una pareja, pero no puedo imaginar el sufrimiento de una madre, pero no temas, verás que tarde o temprano tendremos una respuesta, quizás no tengamos venganza pero estoy seguro que Issei encontrará una respuesta]
Ambos dragones se volvieron entrelazar, unieron sus colas y sus cuerpos, disfrútame en el calor del otro, sin tener ninguna actividad sexual, ambos estaban reconfortándose por la reciente pérdida, independientemente de que no fuera un dragón, el corazón de ambos dragones había sido conquistado por la pequeña niña carmesí, un pequeño ángel que no estaba destinado a pertenecer a este mundo, un suceso único, un demonio que quiso ser Ángel.
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