CAPÍTULO 6: EN BUSCA DE PATROCINADORES
CAPÍTULO 6: EN BUSCA DE PATROCINADORES
Durante seis días, los tributos estuvieron practicando diversas disciplinas, preparándose para uno de los momentos más importantes de toda la semana. El séptimo día era el momento de mostrar su habilidad frente a los patrocinadores y eso hacía que Finnick estuviera muy nervioso. Él tenía muy claro lo que iba a hacer, el tridente era su gran aliado. Sin embargo, no sabía lo que haría Peeta. Sabía que sacaría su fuerza y mostraría su capacidad de levantar objetos pesados, pero no sabía como mostraría que eso podría ser útil.
Tampoco sabía qué harían los otros tributos, ni siquiera las dos chicas de sus distritos. Le preocupaba porque quería ayuda para ellos para que fuera más fácil ganar. No era algo que asegurara la victoria, pero ayudaba.
La espera era muy larga, no podía ni imaginarse como se sentirían los del Distrito 12, ya que ellos eran los últimos en entrar. Por eso vio como los profesionales de los Distritos 1 y 2, además de los tributos del Distrito 3 y las chicas de su distrito.
Habían elegido el orden alfabético de los apellidos para decidir quién entraba primero, por lo que Peeta entró antes que él. Cuando el rubio desapareció de su visión, los nervios aumentaron para Finnick. No sabía qué hacer con sus manos, que temblaban constantemente, ni con sus piernas, que se movían impacientes.
Finalmente llegó su turno, por lo que inspiró y espiró profundamente para intentar tranquilizarse. Lo último que necesitaba que esos nervios le traicionaran y acabar fracasando en su exhibición.
Entró en una sala grande donde había muchas armas. Rápidamente localizó el tridente y respiró aliviado. Podría demostrar lo que valía. Levantó la mirada y vio a todos los presentes, que disfrutaban de un pequeño banquete mientras observaban las demostraciones.
– Mi nombre es Finnick Odair, del Distrito 4.
Caminó hacia el tridente y lo agarró con fuerza. Se volvió y caminó hacia el lugar donde estaban los maniquís que simulaban a los contrincantes. Se movió con precisión, mostrando las diferentes formas que tenía de atacar con su arma. Al primero lo golpeó con fuerza en la cabeza, al segundo lo tiró al suelo golpeándolo con el palo en las rodillas para clavarle las puntas en el pecho y al tercero se lo lanzó, dejándolo clavado en la pared.
Sabía que había sido una gran exhibición, que había hecho todo lo que debía y que no había cometido ningún error. Estaba satisfecho por su trabajo y se marchó de allí con una sonrisa, deseoso de encontrarse con Peeta para saber como le había ido a él.
Cuando llegó a la cuarta planta, los otros tres tributos ya estaban ahí. Se sentó junto a su amado y automáticamente entrelazaron sus dedos. Les encantaba estar en contacto, sobretodo desde que se habían permitido estar juntos de esa manera. Jessica contó que había estado mostrando su habilidad para escalar en una de las paredes, preparadas para ese fin. Susan explicó que había estado esquivando objetos que le lanzaba una máquina y que había conseguido que ninguno la tocara, algo de lo que se veía muy orgullosa. Después el joven de ojos azules explicó que había estado lanzando unas bolas enorme contra los maniquís y había conseguido derribarlos todos. Después fue el otro chico el que explicó lo que había hecho con el tridente.
– Ahora sólo queda esperar a las puntuaciones. – Jamie comentó entusiasmado, aunque los menores no compartían su entusiasmo. No eran muy optimistas porque sospechaban que los tributos de los Distrito habrían estado muy bien también.
Los cuatro tributos del Distrito 4 estaban sentados frente al televisor, esperando las puntuaciones. Las primeras notas salían en la pantalla y eran realmente altas, algo comprensible dado que los profesionales eran los primeros evaluados.
Llegó el momento de su distrito y todos estaban aun más atentos si eso era posible. Peeta buscó la mano de Finnick y la apretó con fuerza para intentar calmar sus nervios, aunque sabía que eso no cambiaría su destino.
– Jessica Cole, Distrito 4... 6 – La chica parecía decepcionada por su baja puntuación ya que eso no la ayudaría en la arena.
– Susan Brown, Distrito 4... 4 – Todos se sorprendieron porque era la puntuación más baja hasta ese momento y probablemente la más baja de todas las de ese año. La niña estaba a punto de llorar, pero el rubio pasó un brazo por sus hombros y la acercó a su cuerpo, intentando tranquilizarla.
– Finnick Odair, Distrito 4... 11 – Los aplausos de los demás sonaron en la sala, felicitando al joven por haber conseguido ese éxito. La verdad era que él mismo se sentía muy orgulloso. Todo se sintió aun mejor cuando los labios de su amado dejaron un suave beso en su mejilla.
– Peeta Mellark, Distrito 4... 8 – No era una gran puntuación, pero no era tan mala como la de Susan. El joven de ojos verdes se sentía fatal porque a él lo habían puntuado muy por encima de su amado. Le gustaría que los dos hubieran quedado más igualados. Necesitaban la ayuda de los patrocinadores.
Después, siguieron con los demás tributos, en su mayoría eran 7 y 8, pero había algún 6 o 9. Susan estaba muy desanimada porque ella tenía muy poca puntuación pero ninguno dejó que se deprimiera. Era muy importante que mantuviera la esperanza.
Después de cenar, Finnick y Peeta volvieron a pasar tiempo a solas. Los dos estaban tumbados en la cama, en ropa interior. Después de tantos días, ya no estaban tan pasionales y podían hablar un rato antes de entregarse a la pasión. No era que ya no se desearan, pero ya habían comprendido que debían aprovechar esos momentos para algo más.
– Has tenido una gran puntuación... Espero que ganes. – El rubio susurró con una sonrisa. Su cabeza estaba apoyada en el pecho desnudo de su amor y podía escuchar los latidos de su corazón.
– Las puntuaciones no son garantía de victoria. Yo prefiero que ganes tú. – Él confesó.
– No quiero que te rindas... Prométeme que lucharás por tu vida, que intentarás ganar, pase lo que pase. – El joven de ojos azules suplicó.
– Puedo prometerte que haré todo lo posible para mantenerlos a los dos con vida pero no puedo prometerte que siempre lucharé por mi vida, si llega un momento en el que sólo quedamos tú y yo, tengo muy claro quién quiero que gane. – El más alto explicó mientras acariciaba la espalda del otro.
– Prométeme que si me pasa algo, tú harás todo lo posible por ganar. – Mellark decidió cambiar de estrategia.
– Si tú no ganas, yo haré todo lo posible por ser el ganador... ¿Te parece bien que te haga esa promesa? – El chico de ojos verdes propuso.
– No es lo que yo deseaba, pero me conformo con eso. – Peeta acabó cediendo.
– Prométeme que si a mí me pasa algo, tú harás lo que sea necesario para ganar. – Odair exigió.
– Te lo prometo.
Ninguno de los dos estaba muy contento con lo que se había hablado en esa conversación, uno porque pensaba que el otro se dejaría morir para que él ganara y el otro porque pensaba que esa promesa tendría alguna trampa para conseguir hacerlo ganador. Aun así, ambos sabían que debían conformarse con eso.
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