Más que un sueño

AMOR VINCIT OMNIA

Autora: Clumsykitty

Fandom: Marvel/The Sandman (crossover).

Pareja: MorfeoxTony

Derechos: ¿todavía existen?

Advertencias: esto es un crossover así que hay cambios para más placer porque no es una cátedra de canon sino un fanfic para soñar y suspirar porque eso es bueno para el alma. Con muchos toques de angustia y eventos algo desagradables. Una historia de encargo.

"Amor Vincit Omnia", el amor lo conquista todo.

Gracias por leerme.


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Más que un sueño.


Tonight I'm gonna have myself a real good timeI feel aliveAnd the world I'll turn it inside out, yeahI'm floating around in ecstasySo, (don't stop me now)(Don't stop me)'Cause I'm having a good time, having a good time

Don't stop me now, Queen.



Tony sonrió, dejando escapar un largo suspiro al enroscarse en sí mismo, tallando su mejilla contra la sábana que aun tenía el aroma de Morfeo, no queriendo abrir los ojos, sonriendo otro poco por tal pensamiento tan falto de sentido estando en la Ensoñación, más era así, no deseaba despertar ahí y al mismo tiempo sí que le agradó la idea si con eso volvía a ver la figura imponente de aquel Eterno con el que había estado quien sabe cuántas horas o días. El castaño se removió un poco, abriendo lentamente sus ojos, viendo primero la blancura de esas sábanas que lucían como la seda, ahí no importaba, podían ser de lo que él deseara. Se estiró apenas, levantando su rostro para buscar a Morfeo, quien no estaba muy lejos, como esperando a que despertara, riendo apenas al ofrecerle una mano invitadora.

Hacerlo con un Eterno debía ser digno de una tesis doctoral, se dijo, al tirar del cuerpo desnudo de Morfeo, besando sus labios mientras se dejaba caer de nuevo sobre la amplia cama circular, las estrellas brillaban en lo alto a través de un techo de mosaicos, solo para él, siempre todo para él. Los brazos ajenos lo envolvieron con cariño, como si no existiera cosa más valiosa en todo el universo que su sola persona, así era como Morfeo lo hacía sentir con cada caricia recorriendo sus costados, delineando sus músculos, haciendo que su piel se erizara hasta que Tony no sabía hacer otra cosa que gemir o jadear únicamente siendo tocado así, gritando un poco cuando la boca del Eterno entonces danzaba sobre su cuerpo, lamiendo cada parte como declarándolo su territorio.

Morfeo besó sus labios, no sabía cómo era la intimidad entre ellos, pero el castaño supuso que debía ser algo proverbial si al entrar en contacto con la lengua y labios del otro era como si le drogaran de alguna forma, toda su mente, su corazón latiendo aprisa, su piel queriendo sentir golosa más de la lengua húmeda que cantaba promesas de amor dejando marcas que no se irían. Tony acarició esos cabellos que siempre quiso enredar entre sus dedos, tirar de ellos cuando Morfeo le mordió un hombro, lamiéndolo luego, bajando a sus pezones que ya estaban un poco adoloridos luego de ser atendidos tan bien por su boca y dientes que los endurecieron de nuevo, enviando un cosquilleo que aumentó en su entrepierna donde su miembro comenzó a despertar, sintiendo contra su cadera la erección ajena.

Si lo llamó o no, no estuvo muy seguro, cuando ese Eterno comenzaba a adorar su cuerpo de esa forma, al castaño se le olvidaba hasta su apellido. Todo lo que ansiaba en ese instante era que Morfeo bajara más como lo había hecho antes, paseando su lengua sobre los músculos de su vientre, probando su ombligo causándole entre cosquillas y placer, bajando hasta su pene semi erecto que tomaba con sus manos pálidas, acariciándolo con interés que sonrojaba a Tony, lamiendo el glande hasta dejarlo brillante por su saliva sin quitarle la vista de encima al abrir su boca y engullirlo lentamente. Le parecía que Morfeo tenía una lengua de serpiente porque no tuvo explicación para la forma en como lo devoró, haciendo que su miembro palpitara en su boca cálida, sintiéndose cada vez más excitado, dejando escapar las primeras gotas de líquido preseminal por un par de dedos explorándolo ya.

-¡Ah... Mor... aaahhhh!

Una mano apretando la base de su miembro le impidió terminar, maldiciendo en los varios idiomas que conocía, levantando su rostro sonrojado al Eterno quien besó su muslos separándolos más al mostrarle lo muy duro que estaba. Tony se relamió sus labios, temblando al pensar en ser poseído de nuevo, sonriendo coqueto al ser él mismo quien le ofreciera una buena vista de su trasero que todavía conservaba los rastros de lo que habían hecho antes, mirándolo con deseo, queriendo sentirlo con toda la fuerza que fuese capaz de soportar de un ser tan poderoso. Morfeo ladeó su rostro, acariciando sus piernas al acomodarse entre ellas, besando su pecho apenas al acomodarse, dejándole sentir la punta caliente de su erección que se abrió paso por ese anillo que cedió con un gemido ronco de Tony, rodando sus ojos y tirando de las sábanas con las estrellas cantando.

Sus piernas rodearon de inmediato las caderas de Morfeo no queriendo dejarlo salir, se sentía tan bien tenerlo bien metido, caliente y palpitante entre sus paredes estrechas que lo apretaron con fuerza, un tanto travieso por escuchar ese gruñidito de desaprobación al ser provocador, otro tanto por memorizar el cómo se sentía, lo bien que estaba de esa forma, tan completo que el castaño podía llegar a pensar en que era el rey del universo. Tony movió sus caderas cuando al fin se relajó lo suficiente para que Morfeo pudiera moverse, este ya esperando por esa indicación, acariciando su mejilla con ternura, inclinándose hasta que sus cuerpos casi eran uno solo, la erección del millonario atrapada entre sus pieles, restregándose al movimiento dictado por las caderas del Eterno.

Primero fue lento, permitiendo a Tony acariciar de nuevo todo ese cuerpo a su disposición, su piel se sentía a sus manos diferente de una forma que no supo describir, como si fuese un pedazo de la Luna, había pensado tontamente, arena que se moldeaba a sus dedos, luego lo pensó mejor. Buscó esos labios que no le fueron negados, ahogando en ellos los jadeos que se le escaparon, cortos gemidos cuando las embestidas de Morfeo se hicieron más profundas, sus muslos tensándose alrededor de las otras caderas, empujándolo un poco más, que le marcara tanto como deseara. Se mecieron entre las sábanas, Tony murmurando rápidamente el nombre de Morfeo contra su hombro, sujetándose de sus brazos al cambio de velocidad que lo hizo ver estrellas, cambiando de nuevo a uno lento que lo hizo quejarse.

Morfeo besó una de sus cejas, el castaño juró que estaba riendo ante sus ronroneos cuando movió sus caderas en círculos solamente para encontrar su próstata que presionó sin más, haciendo que Tony aullara de manera poco decorosa, arqueándose contra él. Le pareció que estaba ante el nacimiento del universo, no supo decir por qué lo pensó así, era que sus ojos solamente veían cosas inexplicables cuando Morfeo lo llevaba hasta más allá de los límites del placer humano, mientras le penetraba una y otra vez en un vaivén cada vez más rápido, posesivo que le encantó. Tony dejó escapar otros gemidos entrecortados, sacudiendo su cabeza porque era demasiado, tanto que sintió que explotaría ahí mismo entre los brazos delgados pero fuertes de Morfeo, bajo su cuerpo que lo cubría protector, amoroso.

-Te amo, Tony -susurró en su oído, llevando una mano entre sus cuerpos para tomar su erección.

Tony gritó, rodando sus ojos que vieron más de esos universos naciendo y muriendo, de formas coloridas pasando por su mente, joyas y objetos que no tenían sentido. Se aferró a una espalda tensa, haciendo un arco con su espalda contra la cama, terminando entre unos dedos que lo masturbaron hasta que no tuvo ninguna gota más que derramar, quedando tendido en las sábanas a merced del Eterno, sonriéndole con una vista desenfocada, apretándole apenas. El castaño volvió a gritar, las embestidas de Morfeo fueron la causa, este aun bien duro en su interior, buscando llegar más profundo, sujetándolo por debajo de sus caderas que levantó para encontrar ese ángulo perfecto donde tocó su punto de placer que lo llevó sin duda a otra dimensión, su mente sintiéndose como si de pronto fuese liberada de su cárcel, obteniendo secretos que esperaban a que él los moldeara.

Fue un segundo orgasmo, igual de intenso que el anterior, temblando bajo el cuerpo de Morfeo quien se empujó contra él unas veces más antes de tensarse por completo, llenando sus paredes de su semen tibio entre bruscos espasmos, besando sus labios con posesividad. Tony ronroneó, sintiéndose bien al ser reclamado de esa forma, sus temores sobre lo que había entre ellos se despejaban por completo, no había otra cosa que Morfeo, todo era él y ese todo era también el universo, el reino de los sueños. Respiró ahogado como si le faltara el aire sin darse cuenta de ello, cerrando sus ojos por unos largos minutos o días o lo que fuera que pasara porque el tiempo ahí no importaba. Al abrirlos de nuevo, el rostro sonriente del Eterno le esperaba, una mano cepillando sus cabellos empapados de sudor.

-¿Estás bien?

-¿Bromeas? -Tony suspiró hondo- Me siento... mejor que nunca.

-Espero no haberte lastimado... pero había ansiado mucho este momento, de cuando al fin pudiera tenerte solo para mí.

-Solo soy tuyo.

-Y de nadie más -Morfeo besó su frente, examinando su rostro, un dedo delineando su mejilla y barba de candado- Podrías quedarte aquí para siempre ¿sabes?

-Bueno... podría ser...

-¿Pero?

Tony se encogió un poco, sus piernas bajando de las caderas de Morfeo, con sus manos jugando nerviosas contra el pecho de este.

-No puedo abandonarlos.

-¿Luego de cómo te han tratado?

-Yo lo sé, Morfeo, lo sé bien. Pero no todos son malos y hay mucho que hacer.

-Puedes lograrlo aquí.

-Al menos... ¿puedo pensarlo?

El Eterno sonrió apenas, besando sus labios. -Puedes hacerlo.

-Gracias. Sé que sueno como un estúpido y...

-No, no te llames con esos nombres que son mentiras.

-¿Morfeo?

-Dime.

-También te amo.

Morfeo le miró fijamente, su sonrisa fue creciendo hasta tomar su rostro entre sus manos y besarlo como solamente un Eterno puede hacerlo, dejando mareado y casi confundido a Tony, antes de que se separaran para darle un respiro, dejándolo descansar de vuelta. El castaño se quedó mirando ese techo de vitrales con una mano paseándose alrededor de su reactor que brillaba un poco más en ese territorio de sueños vívidos. Sí, era cierto, podía quedarse ahí para siempre, ¿quién realmente lo extrañaría? No era que existiera una sola persona en el mundo que lo necesitara al punto de casi morir si Tony no se encontraba a su lado. Tristemente, no existía tal ser humano que lo anclara en definitiva a ese plano... solo era su propia vanidad de querer ser un héroe lo que no lo dejaba aceptar por completo.

Bajó la mirada cuando Morfeo regresó, ofreciéndole una curiosa bebida azulada que beber para su sedienta algo adolorida garganta. El castaño bebió, mientras la mano del Eterno tocó su reactor, examinándolo en silencio, esperando a que terminara de beber para tomar la copa que puso a un lado, inclinándose sobre él.

-¿Puedo verlo?

Si alguien más le hubiera pedido eso, Tony los hubiera enviado lejos con sus cañones, pero con Morfeo fue diferente, sabía que él no le haría daño, así que asintió con labios apretados de sentirse un poco nervioso cuando los dedos del Eterno giraron el reactor, sacándolo de su pecho para verlo más de cerca, usando ambas manos para manipularlo. La luz brillante era como si fuese una estrella en sí, se percató el millonario, quizá por eso llamaba la atención de otros. Morfeo devolvió el reactor en su lugar, depositando un beso sobre este al hacerlo, cubriendo con una sábana la mitad inferior del cuerpo de Tony, cepillando de nuevo sus cabellos al sonreírle muy tranquilo.

-Sin duda, es extraordinario.

-¿Lo crees? Dime tu opinión como Eterno que ha visto demasiadas cosas maravillosas.

-Por eso mismo lo digo, es increíble, mi amor.

Tony sintió sus mejillas tibias, removiéndose un poco. -Voy a creerte.

-Descansa, te exijo demasiado porque me vuelves loco, tienes que recuperar tus energías. Estaré a tu lado cuando despiertes.

-¿Crearás sueños para mí?

-Siempre, Tony, siempre.

Este alcanzó una mano de Morfeo que besó en su palma, acomodándose para dormir casi enseguida con una media sonrisa hacia otro de sus pequeños mundos que habían sido creados para él y aunque no estaban en las mejores condiciones, seguían siendo maravillosos e inspiradores. Reconoció en aquel paisaje surrealista de estrellas danzarinas y vientos cantantes a su querido dragón de corazón azul brillante sobre cuyo lomó viajó por los infinitos cielos de estrellas naciendo y muriendo entre galaxias que iban y venían por un océano de aguas oscuras. Le pidió a su dragón que fueran más lejos, a donde las estrellas no alcanzaban pero los hilos de magia sí, llegando hasta un enorme gigante, un titán que era mayor al universo mismo pues ahora volaban por uno de sus brazos sin ver el inicio de este.

Su dragón siguió hasta su pecho, observando a lo lejos una enorme cabeza que estaba deshaciéndose, Tony miró curioso, notando que ese cuerpo estaba sin vida, perdiéndose en el océano de aguas oscuras que se agitaban cada vez más. Algo que llamó su atención fue que las arenas se arremolinaban en sí mismas, como lo era la materia estelar cuando se formaba una estrella nueva, solo que aquí no eran estrellas sino una suerte de piedras imprecisas de diferentes colores. Su reactor resplandeció casi a punto de cegarlo, uniendo su brillo con esas piedras como una suerte de red que brilló en dorado, un oro vivo que vibró en música y energía, haciendo sentir a Tony tan poderoso que si lo quería, solo bastaba con que chasqueara sus dedos para darle al universo la forma que él deseara.

El castaño abrió sus ojos, parpadeando un poco con la modorra del sueño todavía viajando libre por todo su cuerpo. Aquel sueño le pareció muy extraño y curioso, mirando su reactor que acarició pensativo, negando para sí antes de sentarse en la cama, buscando a Morfeo a quien no vio de buenas a primeras, notando que su cuerpo había sido lavado y atendido, en una cómoda pijama de seda que resplandecía como si tuviera luceros en ella. Lucienne apareció trayéndole algo de comer, sentándose a su lado para inspeccionarlo bajo sus lentes, sonriéndole cuando su revisión le agradó.

-Has descansado más, hacia tiempo que no dormías apropiadamente ¿cierto?

-Pasaron cosas.

-Supongo, pero ahora ya puedes volver a tener tus sueños.

-¿Lucienne?

-Te escucho.

-Los sueños... ¿también pueden ser premoniciones?

-No del todo, son como vistazos de un futuro que no ha sido forjado y por lo tanto, lo que puedes llegar a ver es similar a cuando apenas alcanzas a mirar un trozo de publicidad por una ventana. Has visto algo, pero no todo completo, no estás seguro de qué va.

-Comprendo.

-Anda, debes comer. Él viene para acá, te trae un regalo.

Tony se emocionó al escuchar eso, comiendo de su bandeja entre canturreos de sus canciones favoritas, terminando esos alimentos que sabían a gloria, imaginándose que era como Perséfone cuando probó las granadas del Inframundo y con ello se ató para siempre a ese reino. Morfeo no le haría semejante cosa, aunque sí lo comería de todas formas. Tuvo esa ligera inquietud por estar ahí de perezoso siendo consentido, olvidándose del mundo humano, de sus amigos Vengadores, suspirando un poco antes de terminar sus platos, pensando un poco en ello. Por más que le encantaba la idea de vivir ahí, el dejar a gente inocente a su suerte con todo y todos los demás idiotas haciendo lo suyo, era algo que nunca lo iba a dejar en paz por más hermosa que fuese su vida con Morfeo.

-¿Tony?

-Hey, espera... ¿eso es para mí?

-Claro.

Morfeo caminó hasta la cama, trayéndole en las manos lo que era un increíble ramo de rosas, pero esas rosas no eran como las de la Tierra, estas resplandecían, sus pétalos eran más grandes y sedosos, con un perfume sin igual. Lo más asombroso era su corazón, que tenía un pequeño remolino de energía plateada que nunca dejaba de moverse. Tony siempre había querido una, solo que de pequeño, al estar solamente en mente y nunca en cuerpo, era imposible sujetarlas, ahora lo pudo hacer y las olfateó, pegándolas a su pecho como el niño que recibe el regalo prometido, sintiendo sus ojos húmedos que Morfeo besó. Sonrió feliz, meciendo su hermoso ramos de rosas encarnadas.

-¿Dónde...? No me digas, de la Bestia.

-¿Quién mejor que él para esto?

-Me alegra que hubiera sobrevivido a todo esto.

-Es un peludo duro de roer.

El castaño rio a la broma, tirando de la gabardina para besar a ese maravilloso Eterno, escondiéndose en su pecho con sus rosas cantándole bajito, dejando libre su perfume que invadió todo su olfato con esos corazones tintineando. No supo en qué momento volvió a quedarse dormido, el descanso que no había tenido en semanas cobraba factura, más sintiéndose a salvo y en paz con Morfeo. Esta vez vio esas piedras de colores ser tomadas por seis seres muy diferentes, ninguno parecido a un ser humano, no era experto en vida extraterrestre pero sí que le dio la sensación de que eran seres de otras dimensiones o de algún cuento escapado de las tierras de la Ensoñación. Cada uno de ellos forjó las piedras, dándole forma y luego encapsulándolas en objetos que escondieron a través del universo bajo la vista de tres seres enormes que eran el mismo, algo extraño y curioso.

Morfeo estaba ahí cuando despertó de nuevo, con sus rosas a un lado en un taburete, más comida esperándolo porque al parecer había dormido mucho. Le gustó estar siendo consentido así, pero eso ya no pudo durar más porque Lucienne entró buscando a su amo, llamándolo aparte con una voz muy baja, una mirada furtiva hacia él con la expresión mortal de Morfeo al escuchar algo importante. Tony supo que algo malo sucedía en la Tierra, bajando al fin de la cama de la que no había escapado en todo ese tiempo, corriendo hacia ellos sin importarle interrumpir, su sentido de protección atacando de lleno. Las vacaciones se habían terminado, era hora de volver.

-Dime qué sucede, no me escondas la verdad.

-Una vida artificial ha atacado la Tierra, tenemos pesadillas fortaleciéndose a gran escala desde que apareció -informó Morfeo no muy contento con darle esa información- Al parecer, tus amigos no han podido hacerle frente y se encuentran... convalecientes.

-¿Qué? Debo irme.

-Tony...

-No puedo, Morfeo, no puedo. Si me quedo aquí con ellos en ese estado, con inocentes sufriendo por culpa de unos idiotas... terminaré odiando esto.

-De acuerdo, te llevaré de vuelta, pero me quedaré contigo.

El millonario sonrió. -No esperaba que fuera de otra manera.

Aquel viaje de vuelta trajo más contratiempos de los que Tony esperaba encontrar, la mansión estaba vacía porque todos ellos se habían mudado al no encontrar refugio pues JARVIS, su JARVIS estaba muerto. Ultrón estaba dominando todas las redes y se había hecho de una legión de robots con sus armaduras que tomó sin permiso, aterrorizando a todos. Lo que más lo dejó atónito fue que quien había creado a ese Ultrón ahora lo culpaba a él por haber llevado esa tecnología alienígena consigo y no entregado a SHIELD como debiera. Hank Pym tenía el cinismo de echarle encima una responsabilidad que era suya, por lo que muchos estaban apuntando su dedo hacia él como el gran responsable por el ataque de esa inteligencia artificial cibernética.

-Joder -maldijo el castaño, mirando a Morfeo- Ni por dónde comenzar.

-¿Qué puedo hacer para ayudarte?

-Solo quédate a mi lado, primero debo ir con Steve y los demás... luego tratar de reparar a JARVIS y en el camino limpiar mi reputación.

-Como tú desees, sabes que cuentas con mi ayuda.

-Tal vez de paso sepamos algo de tu casco o de los otros objetos.

-Estás animado pese al mal panorama.

-Porque estás aquí -sonrió Tony, entrelazando su mano con el Eterno- Y eso es todo lo que me importa.

-Juntos.

Tony jaló aire, mirando esa pantalla que mostraba todo lo que quedaba de su precioso JARVIS, era como ver un sueño destruido y entendió cómo se sentía Morfeo de tener su reino hecho escombros. Pero ahora estaban reunidos, dos cabezas pensaban mejor que una, podrían arreglar todo. Ahora solo debía entender qué deseaba Ultrón, como también escuchar qué demonios habían hecho los Vengadores para detenerlo que no lo consiguieron, quizá regañarlos un poco o recibir sus recriminaciones por desaparecer, como fuese, el asunto era que debían moverse y pronto. Ya luego le haría una visita pertinente a Hank Pym para aclarar cómo era que terminaba siendo el culpable cuando en primer lugar había mantenido en cuarentena esa inteligencia precisamente al no comprenderla. Tony bufó, era como si de pronto todos se le pusieran en contra, pero ya estaba acostumbrado a eso, con Morfeo protegiéndolo, ya no tuvo más temor, lo enfrentaría con todo lo que tenía, ahora que su mente estaba más descansada, con sueños por cumplir y hacer realidad.

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