Capítulo 10

Narra Link:

Lo que _____ me había dicho, me dejó intrigado. Sabía que Zelda fue difícil de conquistar, pero no creo que sea capaz de hacerme eso. Suspiro mirando el libro que me había entregado. ¿Cómo supo que estaba buscando éste libro? No le di demasiada importancia y salí de la biblioteca.
Antes de ir a la oficina del profesor, guardo el libro en el casillero de Zelda

—_____ me dijo que si dudara, fuera con el profesor Ángel... —suspiro dudando si ir. Zelda me ama, llevamos tres meses juntos y no es capaz de hacerme eso— ya qué... iré. —dije con tono seco, sabiendo que estaba obedeciendo indirectamente a _____. Ruedo mis ojos.

Mientras caminaba por el pasillo en silencio, varios alumnos se me quedaban viendo, de grado mayor y del mío. Los contemplé con las cejas arqueadas, mostrando aire de confusión. ¿Qué ocurre?
Faltando medio pasillo para llegar a la oficina del profesor, una chica con el uniforme de porristas que Zelda usa, me detuvo.

—Ey Link, dile a tu novia que se apresure; ya vamos a empezar. —dijo con cansancio. Volvió a mirar por donde llegó y repitió lo mismo—. Solo dile que ya vamos a empezar...

—¿Zelda aún no está en la cancha? —pregunté. Por respuesta me llevé un "no". Mordí mi labio comenzando a pensar en lo que _____ me dijo—... va-vale, yo le diré. Suerte chicas...

Me agradeció y se marchó con velocidad. Mientras seguía caminando, mordía mi mejilla mirando el suelo. Comencé a jugar con mis manos, mostrando mi nerviosismo. Suspiro pesado al darme cuenta que ya había llegado a la entrada de la oficina del susodicho.

*Toc Toc*

—Ho-Hola joven, ¿qué se le ofrece? —dijo el profesor con un leve tartamudeo. Miré un poco la oficina y vi que todo estaba en orden, lo malo...—. ¿Link?

—Ese perfume lo conozco... ¿mi novia estuvo aquí con usted? —al preguntarle por ella, él instantáneamente se coloró y arqueó sus cejas—... solo pregunto...

—No joven, claro que no. ¿No está en su entrenamiento de porrista? —negué—. Que extraño, seguro y sigue en el baño vistiéndose... —dijo mientras su tartamudeo desaparecía paulatinamente, yo me iba avergonzando más. _____ me hizo quedar como un completo imbécil.

—Bue-Bueno, una disculpa profesor... —dije apenado alejándome de la oficina. Él cerró la puerta y me precipité en buscar a _____. Caminaba con rapidez por el pasillo buscando a la mentirosa de _____ y repetirle que Zelda no me engaña.

[...]

Entré y salí de varias aulas y ella no estaba. Gruño molesto pensando que se estaba escondido de mi. Al llegar a la cafetería, la busqué con la mirada y por suerte la vi platicando con Nelly. Me acerqué a su mesa y la golpeo, haciendo que ellas y varios alumnos, me volteen a ver, sacados de onda.

—Nelly, ¿puedo robarte a _____ unos momentos? —pregunto mirándola con una sonrisa forzada y falsa. Nelly miró a _____ que me miraba. De reojo la miré y me sonrió y sus mejillas se habían coloreado de un tenue rosado—. ¿Sí? Gracias... ven acá.

Tomé su mano intentando no lastimarla y la llevé al closet del conserje para poder hablar a solas. Enciendo la luz y ella se me había quedado viendo. Tenía cara normal y ninguna expresión, su mirada fría y normal me ponía nervioso.

—¡Me hiciste quedar como un completo imbécil! —grito logrando cambiar su expresión en su rostro. Mostró confusión, pero igual me ponía nervioso—. Zelda no estaba con el profesor, admite que estás celosa y que quieres hacerme cortar con ella.

—Mira, detén tu desmadre. En primera, no estoy celosa de alguien que no vale la pena; segunda, el profesor obviamente no te va a decir que Zelda está con él, haciendo cosas; y tercera, calma tu madre porque yo no tengo la culpa de nada. —dijo acercándose ahora ella a mi rostro, logrando ver cómo sus mejillas se volvían a colorear, provocando que las mías, también ardan—. Sabes Linky... aveces me da ternura cuando te enojas... y...

—No creas que me seduces... —dije haciéndola callar, pero seguía hablándome de la misma manera—. Tengo novia _____, tus lindos ojos no me conquistan... —comenté sabiendo que mis pómulos estaban enrojeciendo. Después con su mano acarició con confianza mi mejilla. Me enfureció el frío contacto de su mano, haciendo que me aleje.

—Ya no me toques. —retiré su mano violentamente, logrando escuchar su risa resonar por mi cabeza—... no pienses mal Link... —pensé mordiendo mi labio.

—Con permiso Link, tengo hambre y no quiero que se enfríe. —dijo sin ganas y se empezó a mover para que la dejase salir del closet. Pongo mis brazos a sus costados deteniendo su marcha—. ¿Qué más quieres?

Me quedé callado sin saber qué decir. Miré sus labios por unos segundos, para después morder los míos de nuevo ¿Qué me pasa? Cierro mis ojos con fuerza separándome de ella.

—¿Qué hacías? —dijo con incomodidad—. Sabes, no importa, con permiso... —su voz se ahogó y sus mejillas ya no estaban rojas, salió separándome de la entrada y cerró la puerta.

Algo me estaba sucediendo, pero no entendía qué. Suspiro y salgo turbado decidido a sentarme junto a _____.

—Nelly, ¿Me puedo sentar aquí? —miré a _____ con seriedad y pasé a ver a Nelly asentir. Me senté al lado de _____, dejándome apreciar como se alejaba de mi—. ¿Qué ya no te gusto acaso? —automáticamente ella se sonrojó, causándome una sonrisa de oreja a oreja.

—Ya dé-déjame... —tartamudeó un poco volviendo a separarse de mi, quedando en el borde del asiento. Acerqué mi mano para evitar que caíga, pero ya fue tarde—. ¡Mierda! —exclamó molesta, causando que Nelly y yo riamos.

[...]

Al pasar la tarde con _____, me la encontré de nuevo en las canchas. Estaba recargada contra un poste, estaba viendo a las porristas y a los futbolistas. Me le acerqué y me recargué del lado opuesto del poste. Con el silencio que nos inundaba, solo se podía escuchar nuestras respiraciones y la música de las chicas.
Al mirar de nuevo la zona y ver a las chicas, vi a Zelda en la bola y miré pícaramente a _____.

—Te dije que Zelda estaba en la cancha, y no con un profesor. —dije con tono burlón, haciéndole saber que estaba en lo correcto.

—Cállate... —dijo apretando los dientes. Reí al ver su expresión de molestia. Se separó del poste y se detuvo enfrente de mi dándome la espalda, para después cruzar sus brazos— Te salvaste esta vez, zorra desgraciada... —comentó haciendo que ruede los ojos.

—Ey ey, más respeto. —dije poniéndome a su lado. Ella como hizo antes se alejó de mí, y se puso frente de mi—. No hables así de Zelda.

—¡Deja de defenderla! No puedo ni comprender el porqué andas con alguien que te engaña. ¿Que acaso quieres sufrir? Sé cuánto la amas, pero... —me le acerqué para calmarla un poco, pero con su brazo con brusquedad, me empujó—. No quiero ni que te me acerques, eres un completo tonto.

—¡Quieres dejar de decir tonterías! —

—¡No y no puedes obligarme! Yo quiero que sepas la verdad y no sufras, ella no te ama, ¡sólo te está utilizando! —gritó para finalizar alejarse de mi e irse corriendo—. ¡Te detesto! —la escuché a la distancia y provocó que mordiera mis uñas, angustiado.

Respiro hondo cerrando los ojos. Bajé las escaleras para bajar a las canchas y ver el ensayo de Zelda. Rodé los ojos al recordar todo lo que pasó este día de puras locuras.

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