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Aburrido de visitar varios concesionarios de vehículos, entró en uno que llamó su atención, tenía un letrero que leía: Los vehículos más veloces los encuentra aquí. Divisó en el área de las motos una muy familiar, era negra, se acercó a detallarla, notó que era bastante alta para una mujer promedio y calculó que la motociclista debía medir alrededor del metro setenta. Sonrió, en eso si era bueno, sacando las medidas de una mujer.

- Es una Suzuky Hayabusa GSX-1300R, sin duda la segunda moto más rápida del mundo -dijo el asesor aproximándose a él-. Ha pasado a la categoría de leyenda. Ese es un modelo dos mil cinco -Dmitri observaba molesto al asesor-. Tiene un motor de cuatro cilindros -continuó el asesor sin advertir la molestia de Dmitri-. Una potencia...

- Sí. Conozco su potencia -lo interrumpió. -Ya he tenido una mala experiencia con ella -dijo molesto, con los dientes apretados. -Pero lo que yo busco es un auto que logre alcanzar a esa maldita moto -el asesor le sonrió.

- Venga por aquí -dijo guiándolo al área de automóviles-. Tengo lo que está buscando. Este, caballero, es el Jaguar XJ220 -dijo acercándolo a un deportivo azul eléctrico-, compitió por la escudería inglesa Jaguar entre mil novecientos noventa y dos y mil novecientos noventa y cuatro posicionándose como el auto más veloz del mundo, alcanza una velocidad de trescientos ochenta kilómetros -el asesor siguió diciéndole las características que componían al automóvil. Dmitri soñaba despierto atrapando a la mujer que lo estaba volviendo loco. Con esa velocidad es imposible que no la alcance.

- Bien. Me lo llevo. ¿Cuándo puedo pasar por él?

- En tres días, en horas de la tarde. Hay que legalizar los papeles y la autorización para sacarlo del país. Por su acento deduzco que no es de aquí y querrá llevarse su inversión a su país. ¿O me equivoco?

- No. La verdad es que no se equivoca.

- Bueno, eso nos llevará tres días. Si gusta seguirme a la oficina firmaremos los papeles

Dmitri lo siguió entrando a una pequeña oficina que estaba al fondo del concesionario y se dispuso a firmar los papeles que le ofreció el asesor.

Salió del lugar molesto. ¿Qué le pasaba a la gente de ese lugar? Todo lo dejaban para dentro de tres días, la reunión en tres días, el auto se lo entregaban en tres días y el auto de la agencia, por el rayón tan profundo que tenía, también se lo entregaban en tres días. Ahora tendría que andar en taxi.

- eto zdovoro, prosto otlichno...

Los dos días siguientes pasaron rápido movilizándose de taxi en taxi, acompañando a su madre a comprar, viendo los avances de la empresa de Jhordan que no eran muy prometedores e instruyendo a Fernanda, su nueva ama de llaves en cómo le gustaban las cosas y haciendo que Sofía la conociera muy bien, aunque ella tenía un olfato para detectar a la bondad en las personas y veía que ellas dos se llevarían muy bien

Sonó el teléfono mientras revisaba los correos de su empresa en Rusia, al parecer todo marchaba bien. No tenía por qué preocuparse.

- Dmitri -contestó.

- Señor Vladislavich. Queremos comunicarle que puede pasar por el auto al taller mañana a las tres a cinco de la tarde.

- Bien. Gracias.

- Tenga presente que entraremos en reparaciones y si no viene el día y la hora acordada no se le hará entrega del vehículo hasta que reabramos.

- Lo tendré pendiente y gracias por avisar.

- A usted por confiar en nosotros. Que tenga un buen día. -colgó y terminó de revisar los correos, cayó en cuenta que las citas se le juntaron para el mismo rango de hora, pero no le prestó mucha importancia, él era muy organizado y saldría bien de todo.

No podía conciliar el sueño, había leído tres libros aburridos sin resultados, se dio una ducha con agua caliente para relajarse sin éxito alguno, finalmente se escabulló en la habitación de su madre y agarró un par de tranquilizantes y se los tomó esperando que dieran resultado. Se devolvió a su habitación, se recostó y no supo en qué momento se quedó dormido. Soñó con unos ojos color oro, un cabello negro, unos labios que lo invitaban a entrar y de pronto tomaron forma de un rostro ovalado, en la apunta de su ojo izquierdo tenía una estrella pequeña, azul rey de cinco puntas, ella pasó los dedos de su mano derecha por su cabello dejando ver la otra estrella en la parte interior de su muñeca, un poco más grande que la del ojo, también azul rey y de cinco puntas. Vio cómo esa misma mano pasaba los dedos por el cabello de él deteniéndose en su nuca, atrayéndolo, rozó sus labios y el sonido de su móvil sonó sacándolo de sus sueños. Agarró el teléfono aún un poco dormido y contestó:

- Dmitri -dijo con voz adormilada.

- Señor Vladislavich para confirmar que vendrá hoy por el auto al taller.

- Sí, ahí estaré -colgó y miró la hora el en móvil, dos y cincuenta de la tarde.

Abrió los ojos como plato, saltando de la cama y entrando al cuarto de baño, se dio una ducha rápida, llenó una taza con agua, para afeitarse con urgencia, colocándola en el lavamanos. Se vistió y mientras acomodaba el nudo de la corbata ante el espejo del baño realizaba una llamada por su móvil, sosteniéndolo entre la oreja y el hombro, pidiendo una espera de cinco minutos para su llegada a recoger el auto que devolvería a la agencia, el móvil resbaló de su hombro cayendo a la taza con agua.

- ¡Proklyatiye! -gritó.

Sacó el móvil del agua maldiciendo y gruñendo. Buscó su reloj de pulso y no lo encontró. - ¿Mamá has visto el reloj que me dio el abuelo? -se asomó a la habitación de su madre-. Y ¿Por qué no me despertaste?

- Te oí dar vueltas toda la noche y pensé que necesitarías descansar, y el reloj lo llevé temprano a una joyería para que le grabaran tu nombre como regalo de cumpleaños. Por cierto feliz cumpleaños -dijo abrazando a su hijo.

- Gracias mamá; pero tengo prisa perdóname -le dio un beso y salió.

¡Genial! Ahora tendría que comprar un nuevo celular y reponer su número. Agarró el primer taxi que apareció y fue un tour poder llegar al taller y luego otro tour que le entregaran el auto. Lo llevó a la agencia de alquiler de vehículos y canceló el tiempo usado. Luego se dirigió al concesionario a recibir su Jaguar, no sabía qué tiempo llevaba fuera y aún debía comprar un nuevo celular. Partió a un centro de venta de móviles y compró un iPhone de última gama. Se subió a su auto y puso el móvil, aún en su caja, en el asiento del copiloto. Condujo para asistir a la reunión que tenía con Emily. Se detuvo en un semáforo y del otro lado de la carretera divisó a la motociclista que tanto había estado esperando encontrarse, la vio girar la cabeza, notó el color inolvidable del oro en sus ojos. El semáforo cambió de luz y él hizo girar en 'u' el jaguar. La persiguió por toda la calle hasta casi alcanzarla. Desafortunadamente, ella se dio cuenta que la seguía y aceleró hasta el máximo de la moto perdiéndola de vista. Frenó golpeando el volante con el puño. Se le estaba volviendo costumbre golpear el volante cada vez que no podía darle alcance. Vio a un policía de tránsito acercarse y darle otra multa. Enojado, entró en discusión con el agente de tránsito y este le retuvo el automóvil. Llegó al casino bar en taxi y maldiciendo porque no le entregarían el carro a menos que pasara el curso de manejo por alta velocidad.

****

- ¿Estás segura de que cumplirá su cita?

- Sí. Claro, están desesperados. Aceptarán cualquier oferta -entraban al nuevo casino bar de la ciudad. Estuvieron una hora hablando y tomando unas sodas. El móvil de Emily sonó.

- Emily -contestó.

- ¿Sabes que Dmitri y tú contestan el teléfono del mismo modo? -ella le hizo señas con el dedo para que guardara silencio.

- Señorita Jhonsson, habla con Andrés Toyas de la fundación Ángeles Desamparados; se presentó un problema con el respirador de la enfermería.

- ¿Es muy grave el problema?

- Sí. Como usted sabe, muchos niños tienen terapias de prioridad. Sólo contábamos con ese respirador y sin él, el estado de salud de los niños empeorará. Hay que arreglarlo con prontitud o comprar un nuevo con urgencia, la necesitamos aquí.

- Tranquilos. Ya voy saliendo para allá -cortó la llamada-. Debo irme ya. Tenemos un problema en la fundación de Boston y solicitan mi presencia. Nos vemos.

- Espera. ¿Y la cita?

- Los niños son más importantes que el tal Dmitri. Además ya perdió su oportunidad. Encárgate tú -dijo fríamente.

Partió a toda prisa, se montó en la moto y aceleró. Cerca de un semáforo notó que un auto azul eléctrico la seguía, aceleró un poco la moto y observó que el carro también lo hizo, dobló varias veces y el jaguar seguía pegado a ella como una garrapata. Aceleró a fondo la moto hasta que lo perdió de vista. Llegó al aeropuerto, subió su helicóptero personal volando directo a Boston.

Entró en el casino caminando hasta el fondo donde se encontraba el bar. Observó a Sue con una expresión de decepción que lo hizo sentir rabia consigo mismo.

- Hola. Lamento la demora.

- Sí, yo también la lamento. Emily te esperó media hora más de lo acordado pero tuvo una emergencia y no pudo esperar más.

- ¡chert voz'mi! Hazme otra cita por favor.

- Haz perdido tu única oportunidad.

- No. Yo sé que aún tengo una segunda oportunidad. La cuestión es convencerte para que me la des -Dmitri se jugaba una última carta. Si Sue y Emily eran la misma persona, como Jhordan creía, sólo tendría que seducirla. Y eso, sería fácil, sabía que no le era indiferente a ella.

- Ya te dije que ella no hace citas así a la ligera -dijo mirándolo extrañada.

- Estoy seguro de que sí -su voz se oyó ronca.

- Intenta seducirme o sólo son ideas mías, señor Dmitri.

- No son ideas. La verdad es que sí intento tener una cita contigo.

- Pues, déjeme decirle que está usted perdiendo el tiempo conmigo.

- ¡Vamos Emily! o Sue, como quiera hacerse llamar, sé que no le soy de un todo indiferente -dijo acercándose a ella que ya se había puesto de pie ante tal afirmación.

- Si piensa que admirar la belleza de un hombre es querer irse a la cama con él está muy equivocado -dijo con un tono molesto-. Le haré saber de la decisión que tome la señorita Jhonsson -terminó de hablar y lo empujó para poder salir. Dmitri quedó de pie en medio del bar viendo cómo se marchaba y preguntándose si se habría equivocado al usar esa carta.

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