5
Se abrieron las puertas del ascensor dejando ver a Sue con el idiota del deportivo, ¿qué hacía ahí?. Se giró hacia Mara dándoles la espalda y simulando no haberlos visto, ¿la reconocería? No lo creía.
Dmitri levantó la cabeza al salir del ascensor. Observó a la mujer de pie junto a la recepción, estaba de espalda y vestía una camisa blanca de mangas tres cuartas un poco holgada, una falda tubo, negra, elegante que le llegaba a las rodillas, ajustada ycon una abertura en la parte trasera que llegaba hasta un poco más abajo de su trasero; dejaba ver sus grandes curvas. Frunció el ceño. Siempre había visto gordas de cuerpo flácido y sin curvas; pero ella tenía la piel firme, los muslos torneados, las nalgas redondas y las caderas aguitarradas. Miró sus piernas cubiertas por unas botas altas hasta debajo de la rodilla con tacón de aguja, se veía sexy, sin embargo, "tan perfecta combinación debía tener algún defecto", -pensó-. Vio cómo se giraba. Tenía mucha elegancia. Sus miradas se encontraron por unos segundos que a él se le antojaron eternos. Notó sus senos pequeños bajo el escote que ofrecía el cuello en 'v' de la camisa imaginándose cómo se verían entre sus manos, y su abdomen era totalmente plano. No tenía abultamientos. Era en verdad un sueño de mujer. Una especie rara y en vía de extinción. La definiría como una 'Barbie talla XL', recorrió todo su ser, desde sus ojos y cabellos negro hasta la punta de sus botas. Sacudió la cabeza, estaba extrañado de la reacción que había tenido su cuerpo ante tal obra. Siempre se ha inclinado por las chicas delgadas donde le sobrara brazos al abrazar y esta rompía sus parámetros.
- ¿Bereit? -le oyó decir.
- Ja. Wenn.
Las vio salir. La Barbie XL movía las caderas con una gracia y elegancia que le impedía apartar la vista de su trasero. Observó cómo la abertura de la falda se hacía más pronunciada al levantar la pierna para subir al Audi de Sue. Sacudió nuevamente la cabeza. No podía pensar en ella de esa manera, ni siquiera la conocía, además, siempre le han gustado las delgadas y esbeltas.
Escuchó a Jhordan lanzar un gruñido-. Te advertí que nadie en su sano juicio te haría un préstamo sin antes analizar con expertos esa propuesta -le dijo. -Ahora debo marcharme, el vuelo de mamá se adelantó.
- Lo sé. Sólo espero que la convenza y que no tarde tanto. Los proveedores están a la espera de los pagos que aún se les deben.
- Sí, esperemos a que lo haga, sino tendremos que buscar otro método.
- Nos vemos mañana y saludos a tu madre -dijo despidiéndose de su hijo.
La motociclista le guiñó uno de sus ojos rayados del color del oro fundido y encendió la moto haciendo patinar la llanta de atrás y dejando solo el humo del mofle y la marca en el pavimento. Dmitri se lanzó a la persecución e iba a pocos centímetros de ella, de pronto ella hizo un cruce acelerando aún más la moto perdiéndola de vista, nuevamente. Frustrado, lanzó una maldición golpeando el volante con el puño
Despertó con la sensación y el deseo de agarrar a la maldita y hacerla pagar, quería venganza. Enojado, vociferando y maldiciendo por tenerla ahora con constancia en sus sueños, se dirigió al cuarto de baño y se refrescó el rostro, se vistió con un suéter tipo polo azul y unos pantalones bermuda, se dirigió a la cocina y vio que su madre, estaba preparando el desayuno, aun maldiciendo en su mente a la motociclista se dispuso a entrar, de pronto sintió un fuerte golpe que lo tiró de culo al suelo.
- ¡chert voz'mi!-dijo enfurecido.
Galia agarró la cafetera para preparar el café a su hijo, se levantaría con hambre, eso era seguro. Él le había dicho que desde que llegara a Londres no había podido comer nada sano. Oyó un fuerte ruido en la puerta de la cocina seguida de una maldición, se giró bruscamente y vio a su hijo tirado en el suelo sobándose la frente y enojado, no pudo aguantar y soltó una carcajada que lo hizo enfurecer más. - ¿Acaso no te fijaste que la puerta estaba cerrada? -dijo entre carcajadas y abriendo la puerta de vidrio de la cocina para ayudarlo a levantarse.
Aceptando la ayuda de su madre se levantó. - No recrodé que las puertas eran transparentes -dijo sobándose el trasero.
- Hmmm ¡qué raro! Nunca se te olvida algo que te llama la atención. ¿Te pasa algo?
- No. ¿Por qué lo preguntas?
- No sé. Te noto... diferente. Como de mal genio -dijo con suspicacia. Él suspiró. Ni hablar, esa mujer lo conocía perfectamente-. ¿Tendrá algo que ver con el rayón del auto? -él abrió los ojos. A veces creía que ella era adivina.
- ¿Por qué lo dices?
- Vi el rayón y sé que el auto es arrendado y ahora tendrás que arreglar el daño que otra persona ocasionó.
Él soltó un suspiro de frustración. - Sí. Es por el auto. No pude atrapar a la... al sujeto -no supo por qué le ocultó que era una chica. Quizá porque ella es una mujer soñadora y no quería que se creara un cuento de hadas donde sólo había una sed de venganza que pronto saborearía, porque encontraría a la maldita.
Desayunó y se dirigió al estudio para poner en orden las cosas de su empresa en Rusia, dar a James funciones específicas mientras se ocupaba de su padre en Londres y de paso se tomaba unas vacaciones, gracias a Dios podía confiar en él y en el equipo de trabajo que tenía.
Salió y se dispuso a dar un paseo para despejar un poco su mente, decidió ir al semáforo donde vio por primera vez a la motociclista para probar suerte y ver si la encontraba otra vez. Esperó casi todo el día, pero la maldita nunca apareció.
Se devolvió más enojado que cuando salió, pues un agente de tránsito le había multado por parquear en un lugar para discapacitados.
Era tarde cuando llegó al apartamento, su madre estaba en la cocina sirviendo la cena, ternera en estofado con papas al vapor y un vino tinto. No quería hacerle desprecio a la cena que su madre le había preparado, así que cenó hasta donde su mal genio se lo permitió. Se retiró al estudio evitando las preguntas que seguramente ya se le formaban a su madre en la cabeza, abrió un correo que había llegado de su empresa, lo leyó y lo respondió. Se dispuso a leer un libro haciendo tiempo para que su madre se fuera a su habitación a dormir y él poder ir a la suya sin tropezarse con ella, quería evitarla a toda costa.
Pisó el acelerador hasta el fondo, pero no logró atraparla. Frustrado decidió ir a la oficina de Jhordan y para su sorpresa la moto que había estado persiguiendo estaba estacionada en la entrada del edifico de Cowell y Asociados, sonrió maliciosamente, se bajó de auto y observó a la motociclista de espaldas a la entrada, aprovechando el momento, pateó la moto tirándola al suelo y se escondió detrás del auto. La vio salir hecha una furia, tenía el cabello negro, suelto, hasta los hombros, iba maldiciendo. Él reía escondido detrás del auto como un niño que ha hecho una travesura. La vio voltear a su auto con el ceño fruncido.
- ¡Ese maldito! -la oyó decir-. ¿Dónde estás, cobarde? ¡Sal de donde te encuentres! ¿O es que tiene miedo el nene? -sintió deseos de salir, pero recordó que ella portaba una navaja consigo y la usaba muy bien, no quería que le dañaran su bello rostro. Observó que enderezaba la moto y se marchaba. Salió de su escondite satisfecho...
El olor a café lo despertó, ese sueño que tuvo era mucho mejor que el de ayer, si, así sería su venganza. Bajó a la cocina, le dio un beso a su madre, saludó con un fuerte abrazo a Sofía, desayunó y le ayudó con los platos.
- Veo que estás de mejor humor hoy -comentó Galia observando a su hijo-. ¿Resolviste lo del rayón del carro?
- No. Pero, sí estoy mejor.
- ¿Cuándo entregas el auto?
- Debo llevarlo al taller y comprar uno para mí. Sabes que me gustan mucho los autos ingleses
- Bien ya era hora. Necesito ocuparme en algo, sólo llevo un día aquí y ya me aburro y Sofía no es que me anime mucho.
- Hmmm. Cerca del casino hay un grupo de mujeres que tienen un Club de Bordado. Si deseas te puedo llevar y aprovechas su nueva amistad para que te informen sobre alguna agencia que distribuya ama de llaves.
- ¿Bordado? -dijo con curiosidad-. Me encantaría. Así podría bordar las cortinas, las toallas y las sábanas de tu piso que sí que necesitan un poco de color.
Dmitri observaba a su madre con ojos divertidos. ¿Cómo podía una mujer como ella alegrarse con cosas tan simples? Terminó de colocar los platos en el lava-vajillas. - ¿Por qué mejor no vienes y das un paseo conmigo por la ciudad y de regreso te llevo al club?
- Me parece espectacular. Vamos al mar.
Después del Club de Bordado, Galia se disponía a retirarse al piso de Dmitri.
- Espera. -le dijo Rachel Müller, la organizadora del club, una mujer de cuarenta y siete años, morena, de ojos negros. Ella se giró-. Hoy es viernes. Día de Martini.
- ¿Perdón?
- Sí. Todos los viernes hacemos una salida a un bar sofisticado en un sitio diferente de la ciudad -continuó Lorain Benzon, otra integrante del club, esta era blanca de cincuenta años y ojos café. Eran sólo cuatro integrantes si se contaba ella, todas mayores, ella tenía cuarenta y cuatro años y pronto cumpliría los cuarenta y cinco, la más joven era Marie Benzon, la hermana de Lorain con cuarenta y tres años, morena y de ojos grises-. Y esta vez es turno del nuevo casino bar que abrió haces dos semanas.
- Y como miembro del club debes acompañarnos -dijo Marie.
- Sí. Así celebraremos tu primer día en este CBMMS.
- ¿CBMMS? -Galia frunció el ceño.
- Club de Bordado para Mujeres Mayores Solteras -todas rieron.
- Está bien. Le aviso a mi hijo y salimos.
- Ah, ah. No señora. Somos las mamás no las hijas -dijo Rachel. Galia sonrió.
- Ok. Vamos. ¡Oh! ¿Podrían recomendarme alguna agencia de aseo? Mi hijo necesita un ama de llaves.
- No señora, ninguna agencia, muchas de esas mujeres salen ladronas-comentó Rachel-. La hermana del ama de llaves de Marie viene mañana y va a necesitar un empleo.
- Es igual de buena que Camila -dijo Marie-. Se llama Fernanda; pero le dicen Fer. Mañana mismo te la mando para que la conozcas.
- Gracias.
- No hay de qué.
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