47


Dmitri volvió a despertar cuando el sol rayaba por la ventana de la habitación. Había estado esperando a que regresara Emily y no supo en qué momento se quedó dormido. Miró el otro lado de la cama. Emily no estaba. El reloj de la mesa de noche marcaba las siete de la mañana. Frunció el ceño. No se oía en la ducha. Decidió bajar a la cocina y darle una sorpresa; pero no estaba. "Quizá está en el jardín saludando a Sofía" -pensó. Salió al jardín y encontró a Sofía cerca de la piscina.
— ¿Piensas darte un baño? —la tigresa le volteó los ojos. Él se rió—. ¿Sabes dónde está Emily? —ella le gruñó—. Bien iré al estudio. De pronto se está poniendo al día con las cosa de la empresa —sin embargo, cuando llegó tampoco la vio. Se acercó al jardín de enfrente y notó que su auto no se encontraba en la entrada. "Seguro está dando un paseo" —pensó. Regresó a su habitación. Tomó el móvil para marcarle y lo encontró apagado. "Extraño. No recuerdo que la batería estuviera agotada" —dijo para sí mismo. Lo conectó y el móvil envió un sonido de batería completa. "Entonces, ¿qué sucede?" —se preguntó mientras lo encendía—. "¿Llamada de Verónica a las cinco de la mañana?". Frunció el ceño extrañado y marcó.
— Vero, dime que conseguiste lo que te pedí —dijo cuando le contestaron.
— ¿Acaso no me escuchaste cuando te lo dije hace un rato?
— ¿Cuándo?
Exactamente hace dos horas. No me hablaste así que creí que estabas con ella y te di el mensaje lo más rápido que pude —Dmitri gruñó—. ¿Sucede algo?
— ¿Qué fue exactamente lo que dijiste? Y necesito que lo repitas tal cual lo hiciste. Con tono y sin obviar palabras —se oyó preocupado.
Dime qué pasa Dmitri.
— Creo que Emily fue quien contestó y si fue así, entonces necesito saber qué fue lo que dijiste exactamente. No la encuentro y temo que quiera huir nuevamente de mí —escuchó un suspiro del otro lado de la línea.
Bien lo que dije fue: Supongo que la tienes al lado y no puedes hablar. Bien entonces, seré rápida. Te espero en el aeropuerto pasado mañana a las diez. Ya tengo todo preparado. Te quiero —hubo un silencio tenso— lo siento.
— Tranquila sé dónde buscarla.
— ¿Cancelo lo del vuelo?
— No, aún no. Yo te estaré avisando.

***

Entró a una licorera. Compró una botella de vodka. La bebió esperando así poder menguar su dolor.
— ¿Quién habría sido el imbécil que dijo que el alcohol aliviaba tus penas? ¡Bah!, es un ¡mentiroso hijo de su madre! ¡Deberían demandarlo por falsos argumentos!
Condujo mareada hasta su refugio infantil. Abrió la gran reja de hierro, entró, cerró y activó la alarma. Entró en la cabaña desvistiéndose y dejando un camino con la ropa que llevaba puesta. Se metió en el jacuzzi permitiendo que las burbujas relajaran sus músculos y que el sonido de la fuente feng shui tranquilizara su ánimo.
— Esto es lo que debí hacer desde el principio —dijo suspirando de alivio y cerrando los ojos—. Sólo espero que también me ayude para no despertar con resaca más tarde.

***

No podía viajar hasta donde se encontraba ella en su Jaguar. Era rápido sí; pero el terreno en el que estaba ella no lo podía pasar su auto. Por eso le había comprado una Prado a Ernie. Llamó a un taxi y montó las maletas que horas antes había hecho para lo que tenía planeado. Se estaba jugando la última carta.
Se dirigió a una empresa de alquiler de automóviles. Escogió un Jeep Willis y condujo hasta el refugio infantil de Emily.
Encontró la gran reja de hierro cerrada. — Era de esperar —dijo molesto mientras bajaba del Jeep con intensión de golpear la reja y activar la alarma para obligarla a salir. Con el puño en alto notó que la reja estaba abierta. Terminó de abrirla e ingresó con el Jeep en la propiedad.
Bajó dejando las maletas a bordo en la parte trasera. Tenía pensado entrar por ella y llevársela, y si tenía que atarla lo haría. Se aseguró que la reja esta vez quedara cerrada. Se acercó a la cabaña y empujó la puerta. Ésta cedió con facilidad.
Entró y observó el interior de la cabaña mientras cerraba la puerta tras de sí. Era pequeña pero acogedora. Se respiraba paz en ese lugar. Ya entendía por qué Emily había escogido aquel lugar para escapar de las cosas que la dañaban... como él. La cabaña tenía dos escalones que daban acceso a la pequeña sala. Ésta tenía un sofá grande en el centro. Delante del sofá había una mesa ratona con una botella encima y un televisor de pantalla plana grande. Detrás del sofá un mini bar y al fondo, en la esquina izquierda de la sala, junto a la entrada de la cocina integrada, un equipo de sonido pequeño. Encima de éste un teléfono pegado a la pared. Del lado izquierdo de la cocina una puerta que seguramente daba al jardín trasero de la cabaña y del lado derecho una puerta que daba con certeza a su habitación. Bajó los escalones adentrándose en la pequeña sala. Se detuvo junto al sofá. Algo le había llamado la atención en el suelo. Se agachó a recogerlo y se dio cuenta que era su camisa. La que Emily se había puesto para ir a tomar agua y nunca volvió, ¿cómo no se había dado cuenta de su cambio? Recordó que sus manos temblaban cuando agarró su camisa para colocársela. Más adelante encontró tirada la blusita del pijama que ella llevaba puesto la noche anterior. Siguió el camino que dejó ella con las prendas de vestir y se detuvo en el umbral de la puerta de su habitación donde reposaba el pantaloncito del pijama. Entró conteniendo la respiración. Se la había imaginado desnuda. Soñado con ella. Nunca pensó que tendría la oportunidad para tenerla así ante él. Tocarla. Hacerle el amor; pero antes, debía convencerla que la amaba.
Observó la habitación. Tenía una cama grande en el centro con una mesa de noche a cada lado. Al fondo el cuarto de baño y el armario. La pared del lado izquierdo estaba hecha a modo de ventana. Toda de vidrio con una puerta corrediza. En una esquina estaba un escritorio con una laptop abierta. Salió y vio un espacio de ensueño. Seguro era su espacio especial. Tenía un piso de madera en el que se suspendía una hamaca hawaiana. Al fondo, de un lado, tenía una fuente feng shui que le daba un toque de paz y armonía al lugar. Del otro lado tenía un jacuzzi con una tumbona cerca y dentro del jacuzzi... ella. Con la cabeza apoyada en el borde y los ojos cerrados. Se veía tranquila. Su cuerpo desnudo podía verse a través del agua. Deseaba tocarla. Tuvo que hacer un esfuerzo para no hacerlo. Debía mostrarle primero que la amaba.
— Si no sales de ahí pronto te convertirás en una uva pasa.
Ella abrió los ojos de golpe con el corazón acelerado. Lo vio apoyarse en la tumbona.
— ¿Qué haces aquí? —preguntó tratando de ocultar su nerviosismo.
— Emily, tienes que escucharme.
— No. Tú tienes que irte y yo no quiero escucharte.
— Entonces tendré que obligarte.
Se sentó en la tumbona y empezó a quitarse los zapatos. Luego se quitó el saco y lo colocó en el respaldo de la tumbona. Hizo lo mismo con la corbata. Se desabrochó los primeros botones de la camisa dejando al descubierto parte de su duro pecho y se remangó. Caminó hasta el jacuzzi y metió un pie.
— ¿Qué crees que estás haciendo? ¡Te vas a mojar!
— No me importa mojarme en estos momentos. Además, necesito hacer que me escuches.
La tomó en brazos. Ella se cubrió su pecho desnudo. La llevó a la habitación y la tiró en la cama. Ella cerró los ojos acurrucándose en una esquina de ésta, esperando a que él hiciera lo que tuviera que hacer con ella; pero nunca sintió sus manos en su cuerpo ni nada por el estilo, así que abrió los ojos y lo vio dentro del armario. Él sacó un par de toallas y le tiró una. Se secó con la otra, luego se quitó la ropa mojada quedando en bóxer y se cubrió con la toalla.
Se acercó a ella y advirtió su nerviosismo. Él también lo estaba; pero no se lo iba a demostrar. Alguien ahí debía mantener la calma y ese sería él aunque le costara un gran esfuerzo. Vio cómo se le bajaba un pedazo de la toalla y la cubrió con una sábana.
Ella le sorprendió y recuperó la confianza que le tenía con respecto a su seguridad física. Realmente no era como Jhordan, pero su seguridad sentimental corría peligro.
— Nunca te haría daño —dijo acariciándole la mejilla con un dedo. Luego colocó la mano sobre la mejilla y acarició su labio con el pulgar provocando un calor en ella y cerró los ojos. Él se contuvo para no besarla.
— Bien —dijo zafándose de su toque—, te escucho.
— Te amo y no pienso dejar que te vayas de mi lado nuevamente.
— ¿Sí? ¿Y la mujer con la que te pensabas escapar pasado mañana qué?
— ¿Verónica?
— Me es inclusive su nombre.
— Verónica, es la mujer que llamó esta mañana.
— Eran las cinco de la mañana.
— Sí, y lo hizo porque sabía que esperaba su llamada.
— Ah no lo desmientes.
— Déjame terminar de hablar.
— ¿Por qué? ¿Porque descubrí tu teatro?
— No. Porque si no lo haces tendré que atarte a la cama y amordazarte —ella abrió los ojos e intentó objetar; pero se contuvo.
— Está bien, termina de hablar —dijo con los dientes apretados.
— Esperaba su llamada porque le había encomendado una tarea que necesitaba con urgencia. Ella es la prometida de James —ella lo miró con suspicacia—. Si no me crees llámalo. Ella está con él ahora. Toma —dijo ofreciéndole su móvil.
— Bien, lo haré, pero desde el fijo. Es privado y no sabrá quién le habla —dijo cubriéndose con la toalla, poniéndose de pie y caminando hasta el teléfono de la sala—. ¿James? —dijo con voz sensual cuando escuchó la voz de la mujer del otro lado de la línea—. ¿Quién habla? —dijo con la misma voz sensual. Él la miró con ojos abiertos. No sabía que ella pudiera usar ese tipo de voz que calentaría hasta al papa—. ¡Oh, perdón! Pensé que hablaba a casa de James Callaghan —dijo y colgó con una sonrisa—. Está bien me convencí, pero eso no te exime de nada.
— ¿Y esto? —preguntó tomándola por la cintura y besándola hasta hacerla perder la conciencia.
— Eso tal vez —dijo tratando de respirar.
Él volvió a besarla mientras caminaba con ella hacia la habitación. Colocó las manos de ella sobre su pecho. La sintió temblar y la retiró enseguida. Siguió besándola hasta que ella se calmó un poco. La acarició hasta volverla loca de sensaciones nuevas para ella. Pensó en recostarla en la cama, pero recordó lo que le sucedió con Jhordan, así que decidió subirla al escritorio que había en la habitación. Se quitó la toalla dejando que ella admirara su cuerpo y ella lo hizo llena de vergüenza. Sonrojada desde la raíz del pelo hasta el cuello. Le fue quitando con delicadeza la toalla que la envolvía y pegó su cuerpo al de él dejando que sintiera su calor y su deseo. Acarició sus senos los besó y los chupó hasta que ella soltó un gemido. Separó con delicadeza sus piernas metiendo sus dedos en su interior notando lo preparada que estaba para él. Se quitó el bóxer y se colocó en la entrada de su feminidad invadiendo su cuerpo lentamente y pendiente de cualquier signo de dolor o molestia en su rostro. Luego empezó a moverse dentro de ella. Ella gemía y él se deleitaba con esos sonidos haciendo que sus embestidas fueran más fuertes cada vez hasta que ambos llegaron al clímax de su unión. Cuando se calmaron, él la tomó en brazos, la acostó en la cama y se colocó a su lado. Hicieron el amor varias veces más antes de quedarse dormidos.

— ¿De verdad pensabas raptarme si no lograbas que te perdonara?
— Si era necesario, sí —ella le sonrió.
— ¿Y Verónica perdonó a James?
— Sí, la llamé esta mañana y le expliqué lo que sucedió —ella se sonrojó—. Por cierto quiero que uses esa voz sensual conmigo algún día —ella abrió los ojos—. No sabes lo caliente que me puso —ella se sonrojó aún más y él la besó haciéndole recordar todo lo que hicieron la noche anterior.

***

— ¿Qué tanto haces en el baño lyubov'?
— Nada.
— ¿Estás llorando?
— La prueba dio negativo.
— No te preocupes por eso lyubov', ya tendremos más oportunidades.
— Yo no creo lo mismo. Llevamos dos años casados y aún no quedo embarazada.
lyubov'..., sé lo mucho que quieres ser madre —suspiró—. Te propongo algo. ¿Por qué no adoptamos mientras llega el nuestro?
— ¿Seguro? —dijo asomándose a la puerta—, ¿no te molestaría?
— Para nada. Eres todo en mi vida. YA lyublyu tebya, lyubov' y haría lo que fuera por ti.
— Te amo Dmitri.
l ya vas —respondió—. Y yo a ti —repitió.

Bạn đang đọc truyện trên: AzTruyen.Top