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Últimos capítulos

La primera semana pasó lentamente para Dmitri. No veía avances en Emily y empezaba a preocuparse. Durante ese tiempo vendió la casa de su padre y estuvo revisando los papeles que había recogido James. Le llamó la atención un documento con el nombre de Emily. Contenía información de toda la vida de ella. Desde el ataque en el callejón hasta el viaje a Boston cuando él estuvo hospitalizado. Conforme leía se daba cuenta de lo que le decía su abuelo. Ella sufría una enfermedad. Hafefobia. Eso no le permitió llevar una vida social sana emocionalmente durante un gran tiempo.
Su recuperación había sido muy lenta y cuando se casó con él ella finalizaba el tratamiento conductual al que la había sometido Sue. También vio que no apoyaba simplemente a la fundaciones a las que les dedicó la subasta el año pasado. Era su fundadora. Ha manejado las empresas de su padre y la revista de su madre desde que cumplió los veintiuno. Vio fotos que iban con los reportes que había en la carpeta. Fotos de la vez en que fue a Boston a resolver un asunto de unos respiradores, tenía fecha de antes de casarse con ella. Fue cuando tuvo la cita a la que llegó tarde –recordó-. Fotos de Moscú, ahí tuvo que comprar suministros de insulina para los niños con diabetes crónica. Fue cuando visitaron a su abuelo –volvió a recordar-. Fotos de Dublín, en esa ocasión duró dos días resolviendo la compra urgente de las máquinas de quimioterapias. Tuvo que mover a los niños con leucemia y cáncer a hospitales privados y pagar el tratamiento mientras conseguía las máquinas para la enfermería de la fundación. Fue cuando estuvo con Jack. Fotos de Boston otra vez, ahí estuvo en un hospital llamando a un sinfín de personas que la conocían para encontrar uno que pudiera hacerle el trasplante de hígado que necesitaba un niño con urgencia. Leyó la lista de personas llamadas y entre ellos figuraban los nombres de James y Nicolai. Esas fotos eran las mismas que le había entregado Jhordan para separarlo de ella. Él sabía de la hafefobia de ella. Por eso la acosaba. Para ponerla nerviosa. Darse cuenta de eso lo llenó de ira.
Vio otro documento que tenía un video y una nota en la que el hombre que había estado entregando información acerca de ella se rehusaba a seguir enviándole más información porque había descubierto que él era el atacante de la niña en el callejón. Dmitri abrió los ojos sorprendido. Debía ser una equivocación. Colocó el video en la laptop y lo abrió. No podía creer en las imágenes que se mostraban.
Hola lindura –la voz de su padre, inconfundible. Se oyó malévola. Parecía drogado.
Aléjese de mí o le juro que gritaré –la voz temerosa de la niña le desgarró el corazón.
– ¿Qué crees que haces maldito? –gracias a Dios había llegado esa mujer y la había salvado.
Quitó el video. No podía seguir viendo eso. ¿Cómo había podido su padre haberla atacado de esa manera siendo una niña? Y no sólo eso, también la atacó en la oficina. Recordó haberla visto inclinada en el escritorio y él pegado a ella. A los pocos minutos ella había salido temblorosa. Con los ojos llenos de lágrimas. Lo necesitaba. Y él sólo la ofendió de la manera más baja. Se sentía peor que una cucaracha. Se sentía como una cucaracha aplastada con una bota llena de lodo. Debía hallar una manera de que lo perdonara. De compensarla por todo el daño que le hizo. De hacerle ver que la amaba.

***

Sue se dividía entre los cuidados de su hijo, las vistas a su amiga y las empresas de Emily. Pierre tuvo una pequeña discusión con ella por haberla vuelto a casar con Dmitri, pero comprendió que había sido lo mejor para Emily aunque no le gustara el hecho cuando despertara y se enojara con ellos.

Mauricio y Sue habían empezado una relación a paso lento pero seguro. Él seguía al frente de las fundaciones y de los temas legales de las empresas al tiempo que le dedicaba momentos amorosos tanto a Sue como a Dale.

Los gemelos habían llegado después del matrimonio de ellos y casi logran que les prohibieran la entrada al hospital a todos por haber tomado semejante decisión. Hicieron un teatro de indignación pero finalmente comprendieron que había sido la mejor decisión que hubieran tomado. Los doctores no iban aceptar un documento firmado por alguien que no fuera un pariente directo. Así que con resignación aceptaron los hechos.

***

Emily empezó a mostrar mejoría durante la segunda semana. De modo que le alargaron una semana más en el hospital.
Durante esa semana se presentó un problema con Marcelo, el niño de la fundación de Boston. Estaba en el hospital. El hígado trasplantado había estado presentando problemas. Se puso a beber alcohol antes de terminar la dieta médica y ahora se debatía entre la vida y la muerte. Dmitri tuvo que viajar a Boston. Habló con Andrés y firmó algunos papeles como esposo de Emily. Andrés estaba confundido. Sabía que Dmitri se había divorciado de ella y ahora se presentaba como esposo nuevamente y con un documento que lo comprobaba.

Nicolai estuvo de visitas en dos ocasiones en Londres, pero no podía quedarse pues, tenía que atender unos asuntos en la constructora de su nieto mientras él recuperaba a la mujer que amaba.

La inflamación había desaparecido en gran parte y las tomografías arrojaban buenos augurios.

Dmitri estaba recostado en una silla cerca de su cama. La vio mover un poco los dedos de la mano y se acercó. Ella fruncía el ceño.

Emily fue despertando poco a poco. Se notó a sí misma sumida en una espesa oscuridad. No recordaba los sucesos del día anterior; pero recordaba las palabras de una voz familiar que contenía ecos. De pronto sintió la presencia de alguien en la habitación. Olió un aroma familiar. Era el olor de Dmitri. Un olor a madera. Quiso enfocar su mirada en un punto y ver si lograba diferenciar una figura, pero vio todo oscuro.
– Hola, ¿cómo te sientes? –oyó la voz de sus sueños. Se oía como con ecos, pero era dulce, tierna, preocupada. Aunque le era poco conocida esa voz, no entendía por qué se le oía preocupada.
– Hola, estoy bien –dijo intentando no sonar asustada para que la voz no se siguiera preocupando. Sin embargo, el hecho de no saber a quién pertenecía esa voz la inquietaba un poco- ¿Por qué no enciendes la luz? –preguntó con suavidad.
– La luz está encendida –los monitores se dispararon. Su corazón latía acelerado.
– Tranquila, no dejaré que nada te haga daño –eran las mismas palabras que había oído en sus sueños. Su voz, empezaba a oírla familiar.
– ¿Qué me está pasando? –dijo asustada cada vez más.
– Llamaré a un médico, no te preocupes…
– ¡No! –gritó desesperada-. No me dejes.
– Tranquila lyubov’, sólo oprimiré el botón arriba de la cabecera de la cama –dijo apretando el botón para llamados de urgencia.
Segundos después escuchó otra voz.
– Tranquila, está en buenas manos –dijo el doctor entrando apresurado.
– ¿Dónde estoy? ¿A dónde me han traído? –dijo ella aún más alterada y llenándose de miedo.
– En un hospital lyubov’, tuviste un accidente.
– Tienes una contusión en la cabeza que ha provocado una ceguera temporal. Recuperaras la vista en cuestión de días –continuó el doctor con voz tranquilizadora.
– ¿Accidente? –preguntó desorientada y todavía alterada. El doctor le puso un sedante mientras asimilaba su estado-. ¿Qué me pasó?
– Quisiste hacerte la heroína salvando a una camioneta que llevaba niños a bordo y terminaste accidentada –le explicó Dmitri.
– ¿Cómo están ellos? –preguntó recordando con detalle el accidente.
– Ellos están bien, no te preocupes. Ahora lo importante es que te mejores –la voz que escuchó esta vez era totalmente conocida.
– ¿Dmitri? –dijo peleando con los efectos del calmante que empezaba a sentir
– Sí, estoy aquí –dijo tomándole la mano.
– ¿Qué haces aquí, Dmitri? –preguntó zafándose de su agarre.
– Acompañándote lyubov’–quiso decirle que era su esposo otra vez, pero Sue y Mauricio habían dicho que no era conveniente decirle en cuanto despertara. Así que esperaría a que estuviera mejor para decirle. Sabía que no lo tomaría bien, pero tendría que acostumbrarse porque esta vez no la dejaría ir tan fácil.
– No, ¿qué haces aquí? ¿Por qué estás aquí?
– Pensé que era obvio.
– ¡Oh! Eso quiere decir que no te has cansado de insultarme y quieres dejar en claro lo que realmente sientes por mí –dijo en un bostezo-. Tranquilo. No tienes que seguir diciendo nada. Todo quedó claro ese día cuando… -no pudo terminar de hablar. El calmante la había reclamado en un sueño profundo.

Dmitri la observó mientras se dormía. “Tengo que trabajar mucho para borrar ese horrible recuerdo de su mente” –pensó-. Recordó las palabras de Jack. Él había tenido que perseguirla como la DEA a un narco. Luego le perdió el rastro y tuvo que esperar doce años para encontrarla y rogar por su perdón y su amor, pero eso último ya se lo había entregado a otra persona. Él. No quería llegar tarde a recuperar a Emily. Sólo podía aprovechar la oportunidad que le habían dado Mauricio y Sue al casarlo nuevamente con ella. La tendría cerca todo el tiempo que fuera necesario para demostrarle que la amaba y que haría todo lo inhumanamente posible para recuperarla. Esa era la ventaja que tenía.

***

– Hola –la dulce voz de Dmitri la sobresaltó. Aún no veía y no sabía que él se encontraría en su habitación-. ¿Cómo te encuentras, lyubov’? –el tono tierno en su voz la estremeció.
– ¿Dónde están Sue y Mauricio? Y no soy lyubov’ –espetó.
– Ya vienen en camino. Igual que Jack y mamá y Pierre con los gemelos
– Gracias por avisarles. Puedes marcharte –dijo en un tono frío que se le había olvidado que poseía cada vez que lo tenía cerca.
– Será como digas lyubov’–se levantó y fingió salir. Abrió y cerró la puerta.
– No creas que me engañas Dmitri. Huelo tu aroma.
– ¿Y a qué huelo lyubov’? –preguntó con voz ronca cerca de su oído.
– Aléjate de mí –dijo de manera que su voz no sonara nerviosa-, no sea que te muerda.
A él le dolió que le dijera esas palabras. Sabía que se refería a la manera en cómo la comparó con una perra y se apartó de ella mirándola con dolor. No quería incomodarla. Ahora que le dieran el alta ella tendría que irse con él. Esa batalla iba a ser dura así que necesitaría de todo su control para no caerle encima y comérsela a besos. Porque había que reconocer que se veía malditamente hermosa enojada.

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