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2/X
- Hola Em. Acabamos de llegar de Brasil y estamos en el apartamento de Galia. He venido a que firmes unos papeles y nos vamos. No nos moveremos de aquí -dijo Jack al buzón de voz del teléfono de Emily.
*****
- Le estaremos avisando cuando se hará la operación.
- Estaré pendiente a su llamada -dijo Jhordan y colgó.
Subió por el ascensor de la empresa de Cowell y entró en la oficina que era suya y que ahora ocupaba Emily. Le gustaba mucho esa oficina porque tenía un baño privado y no tenía que compartirlo con nadie. Se hallaba escondido detrás del estante con libros que estaba al lado derecho de la oficina. Se sentó un rato en su antiguo sillón imaginando el momento en que tomara posesión nuevamente de su oficina. Luego se levantó y dio un paseo alrededor de la habitación, recordando los momentos felices que pasó ahí siendo el presidente de esa empresa. Un sonido de tacones acercándose lo devolvió a la realidad. Corrió apresurado y se escondió en el baño detrás del librero.
Emily entró a la oficina de Cowell. Había estado llorando y de sus ojos aún no dejaban de brotar lágrimas miró su teléfono reparando en que estaba muerto. Totalmente sin batería. Buscó en escritorio la batería de repuesto que había dejado en la gaveta y aprovechó para sacar unos papeles que se llevaría. Estaba de espaldas al librero colocando la batería al teléfono. Lo encendió y escuchó el mensaje de voz que le había dejado Jack. Se alegró por un instante hasta que sintió unas manos en su cintura que la empujaban contra el escritorio haciéndola quedar inclinada sobre este. Luego una voz que le decía:
- Hola lindura.
- Jhordan -dijo con voz ahogada.
- ¿Es que ya no te acuerdas de mí?
- ¿De qué hablas? ¡Suéltame! -dijo tratando de zafarse de él.
- Hace doce años. En el callejón. Te veías tan inocente con tu vestido verde -ella abrió los ojos al recordar el suceso de ese día, y tembló al ponerle rostro al desconocido de sus pesadillas.
Él sintió su miedo y sonrió. Subió una mano por su muslo-. Hummm... sigues igual de suave que ese día -cuando intentó hacer más, su teléfono sonó. Era el detective. Él lanzó un juramento y se apartó de ella para contestar. En ese preciso momento ella corrió fuera de la oficina y divisó a Dmitri al fondo del pasillo.
- Dmitri -gritó. Él se detuvo y se giró a verla con los ojos inyectados de odio. Ella se detuvo abruptamente.
- ¿Qué? ¿Es que no te bastó con estos tipos para que también te acuestes con mi papá? -dijo lanzándole las fotos que le habían tomado. Ella las miró regadas en el suelo e intentó decirle, explicarle las cosas.
- Dmitri tu papá...
- ¿Por eso era que no querías estar conmigo? ¿Por qué ya tenías suficiente?
- No. Las cosas no son así...
- Pareces una prostituta. Pero a diferencia de ti, ellas lo hacen por necesidad y cobran por sus servicios. Tú en cambio no tienes por qué hacerlo y aun así lo hiciste. Te comportas igual que las perras. Aléjate de mí, Emily -se dio la vuelta dejándola ahí de pie.
Dmitri se fue alejando despacio.
Antes de subir había llamado a su papá. - ¿De dónde sacaste las fotos? -le había preguntado.
- La mandé seguir.
- ¿Con qué derecho lo hiciste?
- Con el derecho que me da el ser tu padre. Dime, ¿alguna vez tuvo sexo contigo? No ¿Y sabes por qué? Porque ya tenía suficiente de otros y no te necesitaba para que satisficieras sus necesidades.
- ¿De qué hablas papá?
- Quieres que te explique, sube a mi antigua oficina -colgó.
Llegó al ascensor llamando al botón de este. Oyó unos pasos apresurados en su dirección. Se giró preparado para otro enfrentamiento. Sabía que ella no se daría por vencida y querría hacerle entender 'las cosas' según su punto de vista. Sin embargo, le sorprendió ver a una Emily destruida. Con el rostro húmedo por las lágrimas. Corría. Pasó por su lado tomando las escaleras para bajar. Recordó lo mal que se sintió cuando la vio besar a Jack el mismo día de su boda. No podía concentrarse en la carretera y había tenido un accidente. De pronto abrió los ojos como plato al darse cuenta que ella también podría tener un accidente y el de ella sería peor. El auto de él tenía bolsas de aire que de accionaban con el golpe y amortiguaban los daños y aun así él estuvo dos semanas hospitalizados. No quería imaginar lo que le pasaría a ella si se estrellara en esa maldita moto que corría más que un auto de carreras. -Grrr -gruñó. A pesar de todo la amaba y no podía permitir que le pasara algo. Hundió con desespero el botón del ascensor. Se demoraba demasiado.
Al salir la vio montarse en la moto y arrancar. Caía una leve lluvia y con el asfalto mojado era peligroso conducir a esa velocidad. Se subió a su auto y la siguió lo más cerca que le permitió la velocidad que alcanzaba su Jaguar. La vio estacionarse frente a su antiguo edificio y decidió seguirla. ¿Qué iría hacer en ese lugar? Esperó a que el ascensor se detuviera en el piso al que ella se dirigía, ¿el suyo? ¿Qué iría hacer a su piso? Sin detenerse a buscar respuestas llamó al ascensor y subió. Vio la puerta de su antiguo apartamento abierta y se asomó. Apretó los puños de ira contenida. Ella estaba sentada en el regazo de Jack con la cabeza enterrada en su cuello.
- Ya me había dado cuenta de que te comportabas como una puta; pero meterte con el marido de mi madre... has caído bajo. Para mí no vales nada -escupió las palabras y salió de ahí.
- ¿Ese fue Dmitri? -Jack asintió-. ¿Cómo se le ocurre hablarle así? Pero me va a oír -dijo Galia con enojo.
- No Galia, déjalo... él realmente cree lo que piensa de mí -dijo pesarosa.
Ella la miró y le dio el té que le había preparado para que se calmara. - Dinos qué pasó.
***
Jhordan llegó tarde esa noche a su casa, satisfecho de haber colaborado con la policía en la captura de Lombardi. Había logrado sacarle información suficiente para enterrarlo de por vida en la cárcel. Desde cómo había matado a Mariano y a Mónica hasta cómo pensaba seguir burlando a la policía bajo el nombre de Dragoneti.
Cuando la policía llegó, Anastasio lo amenazó de muerte. Le dijo que se vengaría quitándole lo que más quería en el mundo.
Entró a su despacho dentro de la casa. Se sentó ante su escritorio y vio los resultados de la prueba de ADN. Los abrió. Al leer el documento sintió que el corazón se le caía a los pies. Emily había tenido razón todo el tiempo. Dmitri era su hijo y le había hecho mucho daño. Tenía que remediar lo que hizo. Marcó al número de su hijo; pero no contestaba. Todas las llamadas se iban a buzón. "Contesta" -gritó para sus adentros.
****
Recostada en su hamaca hawaiana, Emily escuchaba el correr del agua de su fuente feng shui reflexionando acerca de los últimos días. Dmitri jugó con ella. Pensaba lo peor de ella y su atacante era el padre del hombre al que amaba. Esos días había llorado demasiado y estaba cansada de hacerlo. Entró a la cabaña. Buscó una bolsa de papel metió las cosas que para ella formaban parte de su pasado. Entre esas la ropa con la que lo conoció, con la que se casó y con la que llegó a la cabaña. También la navaja que portaba siempre que manejaba su moto.
Su madre la decía que las cosa que empezaban mal terminaban mal. Así mismo, con Jack empezaron bien. Él fue primero su amigo, luego su novio y finalmente su mejor amigo, así que terminó bien. Por el contrario con Dmitri, todo había empezado mal desde que él quisiera arrollarla con el auto y ella hacerle un profundo rayón en venganza el día en que se conocieron; pasando por su matrimonio que fue por un contrato hasta el desastroso desenlace que tuvo todo aquello. Salió fuera de la cabaña hasta un claro y quemó la bolsa. La vio arder hasta que quedó hecha cenizas. Quería empezar de cero y eso implicaba romper todo lazo que la atara a su pasado. Volvió a entrar a la cabaña y llamó a Mauricio desde el número fijo privado de la cabaña.
- ¿Mauricio? -dijo al teléfono.
- Em. ¿Dónde has estado? Nos tienes preocupados.
- Estoy en mi refugio infantil, estoy bien no te preocupes.
- Cuando vas a ese lugar es para tomar decisiones importantes o pensar bien algunas cosas, así que iré al grano. ¿Qué vas hacer?
- Quiero que entables la demanda de divorcio por no consumación del matrimonio.
- ¿Sabes que después de cuatro meses de matrimonio te pedirán pruebas de eso?
- Sí lo sé, y créeme que no me gusta nada tener que someterme a pruebas ginecológicas que demuestren que sigo siendo virgen.
- ¿También sabes que no será con tu ginecóloga sino con una impuesta por el juzgado?
- Sí también lo sé. Hoy mismo me haré la prueba para que le lleves los papeles a Dmitri y los firme, llévate a Jack y a otros cuatro abogados más para que sirvan de testigos. Dile a Jack que lleve el regalo de bodas que le entregué. También llama a Julio Stronburg. Él debe estar presente en el momento en que abras el sobre.
- ¿Qué contiene el sobre?
- Mi regalo. Pero sólo lo abrirás en el momento en que Dmitri firme el divorcio, ¿ok?
- Entendido.
*****
Dmitri vio a Clara con un par de maletas dispuesta a marcharse. Ella lo miró con cara de decepción.
- Tome -le dijo acercándose a él con un trozo de papel en las manos-. Es el número de mi hija en Gracia, por si se le ofrece algo -bajó la cabeza y negó-. ¿Sabe? Mi niña lo ama más que a su propia vida.
Él sonrió con dolor y tomó el papel. - Es mejor que se marche ya.
- Sí, adiós.
Llevaba dos días bebiendo, sin ir a la oficina y ya era hora de dejar el pasado y el dolor atrás. Iría ese día a la empresa y se enfrentaría a su nuevo presente, sin ella en su vida.
El miércoles al llegar a su casa no la había encontrado. Sintió alivio porque no quería verla; pero también decepción porque quería abrazarla. Decirle que lo olvidaba todo. Que aún la amaba. Por lo visto olvidarla sería un trabajo casi imposible.
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