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Se encontraba en la oficina principal de SEI Jhonsson cerca de Kingston sentada en su silla de cuero dando la espalda a su escritorio, sumida en sus pensamientos. Observando a través de la ventana de su despacho, en el trigésimo segundo piso del edificio, el paisaje que le ofrecía la ciudad en la noche. Con las luces que la adornaban iluminando las calles. Ahí sentada, pensaba en la cita para cenar que tenía con Dmitri. Por primera vez él llegaría a su oficina privada para recogerla. Se sentía estúpidamente nerviosa y al mismo tiempo ansiosa. Dio un sobresalto cuando el altavoz de su teléfono saltó.
– ¿Emily? Tu esposo se dirige a tu oficina –oyó la voz de Ruby Nitzer, su secretaria. Una mujer muy eficiente que le encantaba Hello Kitty, por ese motivo ella le llamaba Kitty.
– Gracias Kitty.
Se levantó del sillón de cuero. Rodeó el escritorio y se apoyó en él para esperar a que entrara Dmitri.
Llevaba un lirio en una mano y un bombón en la otra. La vio apoyada en su escritorio y recordó uno de los sueños que tuvo con ella cuando aún no sabía que ella era ella y tuvo que desviar la mirada para no hacerla salir corriendo. Caminó mientras observaba la espaciosa oficina con paredes de color mandarina, adornada con cuadros de diferentes paisajes. A un lado había una pequeña chimenea, encima de esta reposaba un enorme cuadro con las imágenes de sus padres. Se dio cuenta que tenía los ojos y la piel de su padre, la belleza y el cabello de su madre. Detrás de ella, una gran ventana que ofrecía una hermosa vista de la ciudad iluminada con sus luces nocturnas.
- Tienes una hermosa oficina -dijo Dmitri tratando de concentrarse en otra cosa que no fuera la imagen del sueño que tuvo con ella casi teniendo sexo en el escritorio de la recepción de su empresa-. Esto es para ti -le dio el bombón y el lirio.
- Gracias -dijo con un poco de frialdad que le salió por costumbre. Se enderezó y caminó hacia la puerta-. ¿Vamos? No acostumbro a tener a nadie en mi oficina.
- Claro. Vamos -dijo recordando lo que Sue le había dicho: 'ella no recibe visitas en su oficina de ninguna clase'. Entonces era un privilegio para él ser el primero en pisar esa oficina que por lo visto era como su fortaleza. Su lugar seguro.
Llegaron a su restaurante de siempre sin contratiempo pidieron un vino para comenzar y miraron la carta. Él pidió costillas de cerdo a la parrilla y ella una ensalada césar.
- ¿Cómo van las cosas con mi padrino? -preguntó queriendo romper un poco la tensión que se sentía en el ambiente.
- Oh, bien. Pienso que dentro de dos meses podremos entregar los hoteles -contestó mirándola a los ojos-. Quisiera que me acompañaras a verlos -ella lo miró con sorpresa.
- Eh... -no supo que responder.
Quería. Deseaba ir con él, pero el hecho le causaba temor. Imprevistamente, como salvada por la campana, sonó su móvil sobresaltándola.
- Emily -contestó y él se dio cuenta que tenía la misma forma de contestar el teléfono.
Hubo una pausa-. Voy saliendo -dijo levantándose-. Lo siento -le dijo a Dmitri y salió a toda prisa-. Llama a Jack que me encuentre en el helipuerto -fue lo último que escuchó Dmitri y apretó los dientes y los nudillos se le pusieron blancos de lo fuerte que cerraba los puños.
*******
Jhordan llegó a su casa sintiéndose libre y dispuesto a ponerse al frente de la empresa. La vio la casa enorme y vacía. Oscura.
Era una mañana muy hermosa y aun así, se sentía abatido. No avisó a su hijo de su salida provisional porque no quería la lástima de nadie y menos la de una persona que no consideraba de su familia. Entró a su oficina junto a la biblioteca. Abrió su laptop y revisó los correos que había dejado de revisar por estar internado en ese maldito centro de rehabilitación. Estaba de alguna forma agradecido y de otra no. Agradecía haber podido superar su ludopatía pero en gran parte estaba molesto por no poder estar al pendiente de lo que ocurría con su empresa. Qué cambios le hizo esa mujer y cómo estaba manejando Dmitri esa situación. No confiaba mucho en su 'hijo' y temía que se enloqueciera por las faldas de Sue que sin duda era la misma Emily.
Vio varios correos policiales donde le informaban los avances de la investigación contra Mariano. No obstante, le dejaron de enviar los reportes por su falta de respuestas. Reparó en un correo que le había enviado su amigo Alexis. Tenía fecha de once semanas atrás. Lo envió el día después que Dmitri lo internara en el centro de rehabilitación. Lo abrió y se sorprendió.
Decidió imprimirlos para leerlos, pues, en la pantalla del portátil se le cansaba la vista.
—Informe Mariano -leyó.
Era un informe detallado sobre Mariano. Decía: Hijo de Mario Paredes y Emiliana Robinson, su hermana María José Robinson. Se detuvo. "¿Era hermano de María José?" -se preguntó devolviéndose a leer el nombre completo. Mariano Paredes Robinson...
De pronto recordó su decepción con Galia cuando vio que su hijo crecía y su piel iba oscureciendo. Era negro de ojos azules. Su decepción fue tal que se refugió en los brazos de María José. La había conocido en un restaurante. Cenaba sola esa noche y se veía tan frágil que se acercó a ella ofreciéndole su amistad; pero esa amistad transcurrió más allá de lo que él esperaba. Ella era una joven hermosa y confiada.
Se casó con ella queriendo olvidar a Galia y sin embargo, llegaba esporádicamente a su casa para ver a ese chico negro. No entendía por qué pero había algo que lo halaba a llegar a ese sitio. No poder olvidar a Galia y sentir que engañaba a una buena mujer lo llevaron a adentrarse en el mundo del juego. Al principio ganó mucho dinero; pero con el pasar del tiempo fue perdiendo cada día más hasta que un día, desesperado, robó la cuenta bancaria de María José con la esperanza de recuperar lo perdido y reponer el dinero robado, pero lo perdió todo. Avergonzado, se devolvió a los brazos de Galia. Nunca pensó que María José, en un acto desesperado, decidiera quitarse la vida lanzándose desde un puente. Curiosamente no se sintió culpable, pues la decisión de acabar con su vida fue de ella. Él nuca tuvo nada que ver con aquella fatal decisión.
Ese día, cuando llegó a casa de Galia avergonzado se dio cuenta que ella se había marchado llevándose al niño.
Dentro del informe de Alexis figuraba una copia del documento de medicina legal en el que notificaba que María José estaba embarazada en el momento en que se arrojó por el puente. Jhordan abrió los ojos. Incrédulo, "¿por qué nunca le dijo nada?" -se preguntó. Quizá si le hubiera dicho las cosas fueran diferentes.
También vio que le enviaba un audio. Lo escuchó con atención. Era la voz de una mujer la madre de Mariano: "Recuerdo el día en que recibió la llamada de su hermana, se puso frenético de impotencia por no poder cuidar de ella, y también intenté persuadirla pero no me escuchó, su decisión ya estaba tomada. Mariano culpó al hombre con el que ella se había casado dijo que se vengaría de la manera más cruel que encontrara, intenté detenerlo... pero él estaba decidido a acabar con el hombre, formó revuelo en la estación de policía hasta que logró que le dieran el nombre del hombre con el que su hermana se había casado. Lo último que supe de él era que estaba a punto de dar la estocada final al hombre". Apagó el audio recordando la primera vez que vio a Mariano. Fue en el casino. Él iba perdiendo mucho dinero en las mesas de póker y estaba desesperado. Mariano había llegado como un ángel en su ayuda. Decidió llevárselo ese día; pero al día siguiente le enseñó la esencia del juego. Posteriormente, le prestó dinero. Luego más. Después más. Hasta que un día decidió pagarle con un diez por ciento de sus acciones y ahí empezó toda su venganza...
Llamó a la estación de policía que estaba a cargo de la investigación. Quería saber en que terminó todo y por qué Dmitri no siguió el avance de esta.
- Gracias por llamar señor Cowell. Lo esperamos dentro de dos horas para que haga reconocimiento del cadáver -se despidieron de él después de hablar acerca de toda la investigación que se realizó en contra de Mariano Paredes Robinson.
"Encontramos al señor Mariano en una habitación de hotel muerto. Envenenado. Fue un asesinato por motivos pasionales. La mujer que lo acompañaba vació sus cuentas y las trasladó a las de su amante Anastasio Lombardi" - recordó que le había dicho el oficial que lo atendió mientras conducía su Logan negro hasta Medicina Legal para hacer reconocimiento del cadáver de Mónica-. "Lo hemos estado buscando. Se esconde detrás de Dragonetti haciéndole creer a las autoridades que es un socio minoritario cuando en realidad es el cabecilla de la mafia. No hemos podido contactar con él. Le pedimos el favor que si en algún momento se comunica con usted nos lo haga saber de inmediato" —le había dicho el oficial—. "Pierda cuidado" -había respondido él.
********
Dmitri la vio llegar con la misma ropa del día anterior. Se veía cansada. Desarreglada. Ella le sonrió escasamente.
- Mi niña -dijo Clara casi horrorizada-. Ven y comes algo. Seguramente te has saltado el desayuno y el almuerzo.
- No nana gracias -contestó con voz cansada-. Tengo salir de inmediato. Jack me espera afuera. Debo darme prisa -miró a Dmitri y percibió odio en su mirada. Ella bajó la vista y siguió su camino. No emitió un sonido. Una expresión. Nada. Eso sólo le decía a ella que no le importaba lo que le pasara ni con nada relacionado a ella. Se duchó y salió nuevamente. Antes de marcharse salió al jardín a despedirse de Sofía. Se había acostumbrado a saludarla cuando despertaba y a despedirse cuando salía para algún sitio.
- Oh, pequeña -le dijo con dulzura- me voy a tardar más de lo que creí; pero te recompensaré cuando regrese, ¿vale? -la tigresa le ronroneó y lamió su rostro-. Yo también te quiero -dicho eso le dio un beso y se giró para marcharse.
Dmitri observó la escena anonadado y con el ceño fruncido. La detuvo cuando llegó a la puerta del jardín agarrándola de la mano haciéndola volverse a él. La tomó por la cintura con la mano libre y la besó. Luego se separó de ella pegando su frente con la de ella y le susurró:
- Haré que te olvides de él -la soltó y se fue.
Ella estuvo un rato en el mismo lugar. Muda. Tiesa como una estructura de concreto hasta que escuchó el claxon del auto de Jack.
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