23
Bien aquí les dejo otro capítulo. Espero que lo disfruten.
Los invito a que voten. Comenten y sobre todo critiquen, de esa manera aprendo de los errores que esté cometiendo.
Gracias
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- Bien, como ya veo que todo se ha solucionado puedo atreverme a preguntar: ¿de qué me he perdido?
La voz de Sue interrumpió el nudo de emociones que sentía Emily en ese momento. Se apartó de Jack y se lo presentó a su amiga.
- Sue, permite que te presente a Jack Manzon.
- Jack, ella es Sue.
- Hasta que por fin te conozco maldito. Aunque debo aceptar que de no ser por ti nunca la hubiese conocido a ella. Gracias por ser un maldito.
- Sue, eso ya está olvidado -la reprendió Emily.
- Tranquila Em. Me merezco eso y más.
- Tú eres el hombre...
- Sí, el hombre que le daño su corazón -interrumpió Jack.
- No. Quería decir, el hombre que nos citó porque quería vender una empresa, ¿no? -él la miró con asombro-. ¿Qué? Emily dijo que estaba olvidado y eso es suficiente para mí. Si ella te perdonó, entonces yo también.
- Sue, es una gran amiga -le dijo Emily mientras le sonreía con dulzura a Sue. Jack asintió con la cabeza-. Ahora vamos adentro y me cuentas que eso de que quieres vender ¿qué empresa?
- JM Textiles -dijo sentándose en la misma mesa en la que estaban ellas cuando él llegó.
- Pero esa es la empresa de tu padre, ¿no? -dijo sorprendida.
- Era, él murió hace cuatro años, ahora me pertenece.
- ¿Por qué la quieres vender? -preguntó Sue.
- Tiene una deuda no muy grande. No sé nada acerca de textiles. Tú siempre fuiste más lista que yo. Tengo mi propia empresa, una firma de abogados: Manzon Strek Abogados, además, no quiero que caiga en liquidación.
- Pero es tu patrimonio.
- Por esa razón quiero que la tengas tú. En tus manos estará más segura que si la liquidan por partes.
- ¿Por qué mejor no vemos que podemos hacer por ella?
- Claro, quizá tenga solución -intervino Sue.
- De hecho sí tiene solución; pero...
- Prefieres seguir con tu firma de abogados que quedarte en un solo lugar manejando una empresa de la cual no tienes ni idea cómo manejar -completó Emily.
- Así es -él la miró un rato. Ella se removió un poco incómoda de cómo la miraba con esa intensidad
- Bien -dijo Sue en un intento de sacar a su amiga de esa situación embarazosa para ella-. Tú decides Em, ¿la compras o no? -ella lo miró un segundo.
- Sí, se compra.
- Gracias Em -dijo abrazándola-. Y déjame decirte que intentaré reconquistarte -eso se lo dijo al oído y ella casi se atraganta con el agua que estaba bebiendo en el momento en que contestó para quitarse la sequedad de la boca.
- Haré el contrato esta noche y te llamaré para avisarte cuándo lo firmaremos.
- De acuerdo -se levantó y le dio la mano a Sue cerrando el trato y luego a Emily-. Te veré mañana -le dijo dándole un beso en la mejilla-. Nuevamente gracias por perdonarme.
- Ahora sí ¿me puedes decir de qué ha venido todo eso?
- Él me amó. Se enamoró de mí y me alegra que lo dijera porque sé que no fui invisible para él. Que no fui solo una apuesta -sus ojos se ensombrecieron de repente.
- Pero...
- Dice que me quiere reconquistar, que aún siente algo por mí.
- ¿Piensas dejar que lo haga? Estás casada, ¿recuerdas?
- Sí y él lo sabe. Vio mi anillo cuando hablaba conmigo.
- Humm... Interesante -Sue se levantó y le ofreció una mano-. Ven.
- ¿A dónde?
- Haremos una visita sorpresa a las empresas. Ya es hora que te conozcan más, que te vean más a menudo por las instalaciones.
- Está bien; pero antes quiero pasar a visitar a mi ahijado. Quiero ver a Dale.
- Bien; pero no mucho tiempo, las quimio terapias lo dejan bastante débil.
- Haremos esas vistas hoy y después te tomas una semana libre y la pasarás con Dale, ¿vale?
- Vale.
Esa mañana se despertó muy temprano, incluso antes que su nana y había puesto hacer té. Se sentó en la mesa mientras esperaba que sonara la tetera. Su pensamiento vagó por los lugares más cerrados de su mente y recordó el beso que le había dado Dmitri antes de salir. La sorprendió mucho. Hasta fue tan ilusa de creer que lo hacía por impulso, ¡pero qué tonta había sido!, luego recordó cuando Jack le confesó que si la amó y que incluso aún sentía algo por ella. Eso le alteró el ritmo a su corazón, sin embargo, fue de una manera diferente a cuando se le acerca Dmitri. Y sí, aceptaba que su corazón no se le aceleraba por su hafefobia si no por otras razones diferentes.
El pito de la tetera la sacó de sus pensamientos. Se levantó de la mesa y se preparó un poco de té. Al darse la vuelta para regresar a la mesa la sobresaltó la presencia de Dmitri. Estaba en el umbral de la puerta observándola con un interés que la incomodó. "¿Cuánto tiempo había estado ahí mirándola?" -se preguntó. Lo vio acercarse. Se apoyó en el borde del mesón donde estaba el lavaplatos y tomó un sorbo de té para tranquilizarse. Verlo acercarse a ella sin decir una palabra la ponía nerviosa.
Dmitri la vio ponerse un poco tensa cuando lo vio apoyado en el umbral de la puerta. La observaba detallando cada centímetro de su cuerpo. Si quería empezar a conquistarla debía empezar a actuar. Tenía un punto a su favor y era que sabía con certeza que a ella le gustaban sus besos, así que decidió comenzar por ahí. Se le acercó. Le retiró la taza de las manos colocándola a un lado en el mesón. Apoyó las manos a ambos lados de sus caderas acercando su rostro al de ella y la besó. Introdujo su lengua obligándola a separar los labios para recibirlo. Llevó una de las manos detrás de la nuca de ella echándole la cabeza atrás para profundizar más su beso.
Ella se apartó de él con el corazón desbocado. Latía tan fuerte que juraría que él podía oírlo. Su respiración estaba agitada. Le asustó lo que sintió cuando él le colocó la mano en su nuca. La hizo regresar a la realidad.
Se salió de su encierro como pudo y lo miró a los ojos con extrañeza. - ¿Por qué lo haces? Aquí no hay personas a las que tengas que convencer.
Él la miró. Se dio cuenta que iba a ser más difícil de lo que creía.
- ¿A caso no puedo yo besar a mi esposa?
Ella lo miró con recelo.
"¿Qué se tramaba este hombre?, ¿acaso creía que con besarla le daría poder sobre ella?" -se dijo.
El sonido del claxon de un auto interrumpió sus conjeturas.
- Debo irme -se alejó de él dispuesta a marcharse. Él la agarró por la muñeca deteniéndola.
- Te invito almorzar esta tarde -ella lo miró sorprendida.
- Lo... pensaré -dijo zafándose de su agarre y salió de ahí.
*****
- Ahora sí dime, ¿por qué te tengo que acompañar hoy si se supone que descansaba?
- Porque Sue tiene la semana libre.
- Ya. Y yo tengo que pagar los platos rotos de tus decisiones. Me debes unas vacaciones desde hace cuatro años, ¿recuerdas?
- Sí, lo sé. Y te lo recompensaré, sólo deja que encuentre a la persona ideal que te reemplace cuando estés de vacaciones.
- Bien, ¿a dónde vamos?
- A JM Textiles, en Liverpool.
- ¿Qué?
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