20

Anochecía cuando Dmitri entró al dormitorio y la vio dormida en la gran cama. Parecía tan frágil y estaba tan bella que no pudo reprimir el deseo de acariciar su rostro. Estiró su mano pero la detuvo a mitad del camino cerrándola en un puño. En lugar de eso, se sentó a su lado y la llamó suavemente para que no se asustase. Tenía el presentimiento de que si se le acercaba sorprendiéndola haría que ella se asustase.
- ¿Emily? -ella abrió los ojos y se sentó con brusquedad en la cama con el corazón desbocado por los fuertes latidos que ocasionaba la cercanía de él.
- ¿Qué sucede? -trató de oírse calmada.
- Debemos estar en casa de mi cliente a las siete, sólo tenemos dos horas para alistarnos... bajaré a tomar un jugo para darte tiempo a que te bañes después lo haré yo.
- Como quieras -él asintió, se levantó y salió de la habitación.
******

Entraron a la casa vacacional de Pierre en Rusia, muy acogedora. Dmitri saludó a varias personas con las que había trabajado y les presentó a Emily sintiéndose orgulloso que la mujer más bella de la fiesta fuera su esposa. Vio a Pierre en el jardín acompañado de James que le hizo señas para que se acercara.
- Vamos nos están esperando -dijo tomándola por la cintura.
Ella se dejó guiar al jardín donde la sorprendió el hombre guapo, aunque ya maduro, de cincuenta años, aun firme, delante de ella.
- ¡nonós! -dijo en greco y se colgó del cuello del hombre. Dmitri vio anonadado como Pierre le rodeaba su cintura con los brazos y la apretaba contra sí sin dejar espacio entre ellos y eso lo molestó.
- ¡ómorfi mou! -le contestó Pierre en greco también y con la misma efusividad. Dmitri deseaba ser a quien le dedicaran tanto afecto.
- ¿Demian y Said?
- En el otro jardín.
- ¡Genial! Iré a explorar -iba a correr cuando una mano la detuvo haciéndola sobresaltar.
- ¿A dónde vas? -ella notó que Dmitri la sostenía de la mano y se obligó a contenerse.
- Oh perdona mi mala educación -dijo-. Dmitri, él es Pierre Boudreau, mi padrino -Dmitri abrió los ojos como plato ¿qué broma era esa?-. Padrino él es Dmitri Vladislavich mi... esposo.
- ¿Cuándo te casaste? ¿Y por qué no me avisaste? Me hubiese gustado asistir a la boda y entregarte. A Demian y Said no les gustará que su hermanita se haya casado sin avisarles.
- Las cosas sucedieron muy rápido señor Pierre -intervino Dmitri. No quería que ella dijera algo que arruinara su negocio con el magnate hotelero.
- Pierre, llámame Pierre. Bueno me alegra que un familiar sea el que vaya a construir mi hotel en la Bahía del Nevá, pero no deja de dolerme que no me hubieras avisado.
Ella miró a Dmitri y notó que estaba temeroso de que ella pudiera hacerlo quedar mal delante de su padrino. Se acercó a él y lo tomó del brazo.
- Bien -dijo-. Supongo que querrán hablar de la construcción de tu hotel, ¿no? ¿Por qué no llamas a los chicos para que me lleven a explorar toda la casa?
- ¿Aún...? -quiso preguntar por su hafefobia.
- Sí -contestó antes de que terminara de formular la pregunta-. Él me está ayudando mucho.
- ¿Así qué...?
- No. No es tiempo... aún -volvió a contestar sin dejar que le formulara la pregunta, él frunció el ceño pero no dijo más nada..
- Ya veo. Está bien llamaré a los muchachos para que te den una guía personalizada.
Escuchar aquello no le sentó bien a Dmitri. ¿A qué guía personalizada se refería? Vio llegar a un par de hombres un poco más jóvenes que él, de más o menos ciento ochenta y cinco , blancos, gemelos, de cabellos rubios, sonrisa perfecta, ojos verdes, un poco diferentes, los de uno más oscuros que los del otro.
- Ellos son mis hijos, Demian -Dmitri vio que el gemelo de los ojos verde aceituna le extendía una mano con una sonrisa sincera- y él es Said -dijo señalando al otro gemelo de ojos verde esmeralda.
Él también le ofreció una sonrisa sincera, sonrisa que se borró de ambos cuando Pierre lo presentó como el esposo de Emily. Lo miraron como si les robase al amor de su vida y ella era ajena a esa mirada asesina que le enviaron como mensaje. Ella se veía como una niña que sabe que ha cometido una travesura pero no se arrepiente de ello. Vio como ella fue arrastrada por los orangutanes que Pierre decía que eran sus hijos. Rodeando con sus brazos la cintura de su esposa y no pudo evitar ponerse molesto por el hecho sobre todo por cómo iba vestida esa noche dejando aflorar la belleza que tenía escondida bajo ese disfraz de motociclista. Se había puesto un enterizo de pantalón, con un escote en 'v' bastante pronunciado, el pantalón llevaba una abertura en tijeras a los costados de ambas piernas dejando ver parte de ellas al caminar y el escote en su espalda dejaba claro que no llevaba ajustador lo que lo tenía desconcentrado e imaginando cómo sería tenerla debajo de él, toda la noche.

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Los gemelos aparecieron después de que la reunión de ellos terminara para bien de Dmitri, pues de esa manera no estaría preguntándose dónde estaría metida con los hijos de Pierre. Podía ser su padrino; pero eso no le restaba molestia el verla con ellos. Ella venía tan contenta que él casi no la reconoció y estaba embelesado viendo esa sonrisa que no era para él y que por u momento deseo que lo fuera.
- Ahora tú y yo daremos un paseo -dijeron los gemelos al tiempo muy seriamente causándole a Dmitri un escalofrío que le recorrió la columna desde la parte baja de la espalda hasta la nuca.
- Suerte hermano -dijo James a su oído antes de que Dmitri se levantara de su silla y siguiera a los gemelos. Él le ofreció una mirada fulminante.
- ¿A dónde van? -preguntó con preocupación Emily. "¿Preocupación? Y desde cuando se preocupaba por él" -se dijo-, "al contrario, debería alegrarse por las amenazas que le harían los gemelos" -pero no fue así.
- Tranquila hermanita, te lo regresaremos completito... por ahora... después de hacerle unas advertencias -esto último lo dijeron mirándolo con malicia.
******

Regresaron al palacio Vladislavich muy entrada la noche y en un silencio que ninguno de los dos se atrevía a romper. Emily recordó cuando regresó después de que sus hermanos se lo llevaran. Había regresado solo y muy pálido. No entendía cómo James podía burlarse de él y no darse cuenta de que el color de su piel se había ido si se le notaba de lejos. Casi parecía que se le hubiera des pigmentado la piel. Él, un moreno hipnóticamente hermoso se veía blanco y eso le preocupó, quién sabe qué cosas le habrían dicho los gemelos, no quería ni imaginarse.
Dmitri por su parte no quería hablar para no darle de qué divertirse a ella. Era orgulloso y no admitiría que esos dos lo habían asustado.
Cuando entraron al palacio notaron que todos se habían retirado ya a sus habitaciones subieron a las escaleras y se dirigieron a su dormitorio.
- Quédate con la habitación yo dormiré en el salón...
- Gracias.
- Sin embargo, es tradición que la servidumbre le lleve el desayuno al nuevo matrimonio a la cama -ella perdió el color de su rostro y él sonrió. "Eso iba hacer divertido" -se dijo a sí mismo.
- Lo tendré en cuenta.
- Bien, entonces, que descanses.
- Tú también, hasta luego -dijo y cerró la puerta dejando a Dmitri fuera de la habitación.

Al amanecer se dio la vuelta y chocó contra un cuerpo duro, cálido, su corazón dio un brinco y comenzó a latir con fuerza. Intentó controlarlo respirando con profundidad; pero sintió su brazo rodearla por la cintura y atraerla más a él. Lo vio despertar y mirarla a los ojos. Comenzó a temblar sin poder controlarse. El sonido de la puerta al abrirse la sobresaltó y sintió que él la abrazaba con fuerza tranquilizándola.
Dmitri despertó al sentir el cuerpo de ella temblar. La miró a los ojos y notó miedo en su mirada. "¿Qué le pasaba a esa mujer?, unas veces era fría y otras vulnerable como ahora" -se dijo. Vio que los temblores aumentaron en cuanto el ama de llaves entró a la habitación con el desayuno y, por instinto, la abrazó más fuerte tratando con eso de tranquilizarla. Cuando al ama de llave entró en el dormitorio de ellos, ella ya estaba más tranquila. Entonces adquirió una postura más fría y llevó a cabo su papel de esposa enamorada a la perfección. Luego mientras él se duchaba ella recibió una llamada.
- Emily -la oyó contestar mientras se vestía en su cuarto de vestir a un lado del dormitorio-. Bien, estoy contigo en dos horas -luego la oyó dejar su móvil en la mesa de noche-. Dmitri, tengo que irme, el paseo con Nicolai tendremos que posponerlo.
Sin dejar tiempo a que le contestara entró al cuarto de baño, se duchó y se vistió como siempre lo hacía cuando estaba en casa. Llevaba unos vaqueros ajustados, botas militares con tacón alto de caucho, una blusa con mangas sisa ajustada a su cuerpo, una chaqueta motociclista negra de cuero, se recogió el cabello en una cola baja y se colocó unos lentes negros. Dmitri la vio salir del cuarto de baño y se excitó con esa imagen. La condenada se veía preciosa y le molestaba aceptarlo.
Ella agarró el móvil y marcó mientras salía del dormitorio.
- Envía a Hernie -le oyó decir cuando cerraba la puerta detrás de ella.

- Nicolai -le habló en ruso-. Lamento tener que marcharme antes pero se presentó un problema y necesito solucionarlo con urgencia.
- ¿Es muy grave? -preguntó también en ruso.
- Desde que necesiten mi presencia en él... sí, lo es.
- Es una lástima; pero te prometo que en cuanto esté mejor iré a visitarlos. Quiero ver la casa que escogió mi nieto para ti.
- Gracias por entender.
- Tranquila querida y... me gusta tu estilo -ella sonrió y se dio la vuelta lista para marcharse-. ¿Acaso no hay un abrazo de despedida para este viejo? -dijo Nicolai haciendo que ella se girase hacía él.
Dmitri observaba la escena desde las escaleras.
Ella se acercó lentamente conteniendo los latidos de su corazón y lo abrazó. Sintió un beso tierno en su sien y luego se separó de él, lo miró sonrojada.
- Lo lamento, no suelo ser así.
- ¿Quieres que te preste el helicóptero familiar?
- Gracias, pero Hernie ya viene por mí, es mi conductor personal.
- Ojalá puedas solucionar pronto ese problema.
-Gracias nuevamente y... hasta pronto -se dio media vuelta y salió al jardín donde ya estaba su helicóptero esperando por ella.

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