17
5/6
Llegaron los dos en el Jaguar de Dmitri, llevaban una semana llegando juntos, habían acordado que era necesario para hacer parecer más real su matrimonio, además, Sue le había dicho que sería lo mejor para el final de su terapia. Johana ya se encontraba en las instalaciones de la empresa cuando los vio entrar a la que ahora era su oficina, hablaba en greco con el hombre que habían insultado accidentalmente la última vez y por lo cual perdieron un jugoso contrato que podría haberlos sacado de ese lío. Cuando Dmitri lo vio se sorprendió de que pudiera haberlo contactado.
- Buen día Johana -saludó Dmitri.
- Buen día señor Dmitri, ¿señora? -dijo saludando a Emily.
- Llámame Emily, por favor.
- Está bien. Les presento al señor Luka Stephanidis, empresario greco, quiere exportar productos de tecnología y vanguardia a varios lugares del mundo y supo que nuestras empresas son las mejores en ese campo, quiere que nos encarguemos de las exportaciones.
- Bien -dijo Emily-. Sin embargo se le debe aclarar que la cláusula de pagar el envío completo por pérdida, robo o daños ha cambiado, ahora sólo nos haremos cargo del veinte por ciento del valor del envío.
- Sí, señorita ya lo puse al tanto y aun así quiere que nos encarguemos. Ya he mandado hacer el contrato y otros tantos más que quedaron inconclusos.
- Bien, Johana veo que no me equivoqué con usted.
- Gracias se... Emily, espero no decepcionarle.
- Una cosa más Johana -dijo Dmitri capturando la atención de ambas mujeres-. ¿Cómo pudo contactarlo? -Johana se sonrojó un poco.
- Nunca dejamos de comunicarnos.
- ¿Y por qué nunca nos lo dijo?
- Porque nunca me preguntaron, no me dieron la oportunidad y más que todo porque hace parte de mi vida privada
- Oh. Bueno. Disculpe y... bien hecho.
Sorprendió a Emily tomándola por la cintura y dirigirla a la sala de juntas.
- Ven, necesito hablar contigo -ella lo dejó para guardar las apariencias pero no pudo controlar que su corazón se desbocara. Odiaba cuando eso le sucedía.
- ¿De qué querías hablarme? -preguntó zafándose de su agarre al entrar en la sala de juntas y sentarse en una silla a la cabeza de la mesa.
- De mi abuelo -contestó él de pie junto al gran ventanal que tenía la sala, observando la ciudad.
- ¿Qué con él?
- Debemos ir a que lo conozcas en esta semana, sino lo tendremos aquí observándonos todo el tiempo.
- Humm. ¿Y cuándo quieres que vaya a conocerlo? -él la miró detenidamente.
- ¿Cuándo puedes? -preguntó finalmente.
- ¿Te parece la próxima semana? Este fin de semana tengo una cita diferente -dijo poniéndose de pie. Él de pronto se sintió un tanto molesto con el hecho de que ella tuviera una cita y no fuera con él.
- Está bien. Lo llamaré para avisarle -Dmitri se separó de la ventana y se dirigió a la puerta.
- Ah una cosa más Dmitri -él se detuvo y se giró a verla.
- ¿Si?
- No creas que he olvidado que casi me arrollas con tu cacharro -le dijo levantándose y dando un paso hacia él.
- Y yo no olvido que me hiciste pagar mucho dinero por el rayón que le hiciste a un auto que no era mío -él dio otro paso hacia ella.
- Te lo tenías merecido -ella dio un nuevo paso.
- ¿Ah sí? ¿Y quién lo dice? ¿Tú? -él se acercó un poco más.
- Sí, yo. Tu arrogancia no tiene altura.
Él se dio cuenta que estaban lo bastante cerca como para poder besar sus labios y saborear de una maldita vez su sabor dulce, pero se contuvo, lo único que logró hacer fue acariciar su cabello, que en esta ocasión lo llevaba suelto y le caía hacia el frente cubriendo su pecho y tapando su tatuaje de estrella en su ojo izquierdo, con dorso de la mano, notó que ella retrocedía como si le asqueara su toque, luego la empuñó y la bajó, dio un suspiro y salió.
- Hablaré con mi abuelo -dijo antes de cerrar la puerta de la sala de juntas.
Tocaron a su puerta mientras salía del cuarto de baño con solo una toalla cubriéndolo en la cintura y el cabello húmedo aún goteaba por su rostro. Necesita esa ducha, la recordaba detrás de su laptop con esos lentes que la hacían ver sensual mientras formulaba preguntas y situaciones a sus empleados con tanto conocimiento en cada área que exudaba poder e imponencia lo cual la hacía ver más sexy de una manera que no comprendía.
- Adelante -dijo mientras agarraba otra toalla para secarse el cabello.
Oyó el pomo de la puerta girarse y vio su imagen aparecer bajo el umbral. Se veía hermosa, iba descalza, vestida con un camisón de seda, de tiritas, de color verde, contrataba hipnóticamente con su piel blanco crema, le cubría hasta la mitad del muslo dejando ver sus perfectas piernas largas gruesas, su cabello rojo brillante estaba cepillado hacia un lado, cayendo todo hacia un lado cubriendo su pecho derecho y sus ojos rayados del color del oro fundido lo miraban con deseo. La vio caminar hacia él con una sensualidad que lo excitó.
- Sólo... quería... que -hablaba con voz casi hipnótica acercándose más a él-... me... disculparás... por... lo... de... esta... tarde -cuando terminó de hablar estaba tan cerca de él que podía sentir su respiración.
Notó que descalza era quince centímetro más baja que él. Vio sus labios rosados entre abrirse invitándolo a tomarlos. Lleno de deseo la atrajo hacia sí y la besó, fue un beso con pasión y ansias, le bajó los tirantes del camisón sin dejar de besarla, haciéndolo rodar por sus brazos hasta caer al suelo, dejándola con únicamente unas pequeñas bragas de encaje que lo enloquecieron; la tumbó en la cama y comenzó acariciar su pecho jugando con su pezón, luego se lo llevó a la boca provocando en ella un gemido que lo instó a seguir y hacer lo mismo con el otro. Dejó un camino de besos hasta llegar al valle de su feminidad. Ella se retorcía de placer. Llegó a su centro húmedo y la llevó hasta casi alcanzar su clímax, luego se colocó sobre ella introduciéndose en su interior suavemente, con lentitud y aumentando la velocidad por cada embestida.
- Dmitri... -le oyó decir.
- ¿Sí? -contestó sin detenerse.
- Yo...
- ¿Sí?
- Lamento la muerte de Bruno.
Dmitri abrió los ojos, la observó sin saber qué decir. Lo que ella le dijo lo catapultó al recuerdo cuando el maldito motociclista lo atropelló junto con su perro haciéndolo despertar bruscamente...
Se vio recostado en su cama, aún vestido, con un libro de León Tolstoi en la mano. Se levantó dejando el libro sobre la mesa de noche al lado de su cama y se dirigió al cuarto de baño a darse una ducha, ahora sí que la necesitaba. Al salir, esperó a que tocaran a su puerta; pero eso nunca ocurrió. Bajó a la cocina por un vaso con agua, debía despejar su mente, esa loca era todo lo contrario a lo que le gustaba en una mujer: pelirroja, a él le gustaban castañas o rubias; de talla grande, él las prefería delgadas y de talla pequeña; en apariencia fuerte, y aunque pareciera machista, se moría por las frágiles, le gustaba protegerlas que lo vieran como su salvador; con un complejo de superioridad, y él quería una mujer que lo apoyara no que lo mandara como si fuera su lacayo. Había sido fastidioso convencerla que lo acompañara en su auto, era más dura de lo que creía y lo peor era que empezaba a gustarle el reto de dominarla. "¿Se estaría volviendo masoquista o simplemente loco?" -se preguntó. Había momentos en los que le olvidaba que era una motociclista y eso también le gustaba. No deseaba odiarla, es más, se disculparía por lo que hizo cuando la conoció. "¿Quién sabe?, quizá ella lo ayudara a superar su odio a los motociclistas" -pensó. Y eso sería bueno para él. Se llevó el vaso a su habitación; pero antes de llegar se detuvo un instante en la puerta de la habitación de Emily, observó el trozo de madera un largo rato y luego se dio la vuelta.
- ¡Suéltame, maldito! ¡No me toques! -los gritos de ella lo hicieron volverse nuevamente y entrar en la habitación de ella.
La vio enredada entre las sábanas peleando con alguien invisible, colocó el vaso en la mesa de noche junto a la cama de ella y se sentó a su lado agarrándola por los hombros.
- Emily - la llamó-. Despierta, despierta, estás teniendo una pesadilla.
Bạn đang đọc truyện trên: AzTruyen.Top