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– Buen día, perdonen mi tardanza. Dejaba todo organizado para mi regreso a Rusia –dijo James al entrar en la sala de reuniones.
– Buen día –contestó Emily-. Ya que estamos todos, me gustaría empezar con los de seguridad para que puedan regresar a su cargo por el día de hoy, ¿Te parece bien? –preguntó a Dmitri. Él asintió-. ¿Johana? –dijo al altavoz en la mesa al lado de ella.
– ¿Sí, señorita?
– Que se presente el señor… Reinaldo Stark, por favor.
– Como diga señorita –Emily cortó la comunicación.
– ¿Podrías encargarte de comprar las nuevas embarcaciones para reabrir la empresa la próxima semana? –preguntó Emily a Mauricio mientras esperaban.
– Tranquila, lo haré yo –se ofreció Dmitri.
– No. A ti te necesito para la selección del personal.
– Pero yo no tengo idea de barcos –se quejó Mauricio.
– ¿Y quién ha dicho que irías solo?
– Permiso, disculpen –interrumpió un hombre alto, fornido, de más o menos cuarenta años-. Buen día, ¿deseaban verme?
– Buen día señor Reinaldo, así es, siéntese por favor –saludó Dmitri.
– Señor Vladislavich –dijo sorprendido.
– ¿Cómo está? –dijo él con una sonrisa que no le permitía a Emily quitarle la mirada de encima.
– Bien, gracias.
– Señor Reinaldo, mi nombre es Emily Jhon… -se detuvo-. Vladislavich –se corrigió mientras le sonreía y se centraba en lo que debía hacer.
Dmitri la miró sorprendido y encantado con la sonrisa sincera que ofrecía, lamentablemente no iba dirigida a él; pero que orgullo sintió cuando ella se colocó su apellido.
– En su hoja de vida dice que laboró para la Armada Naval durante ocho años y que habla dos idiomas, ¿es cierto? –dijo Emily. Dmitri la escuchó saliendo de sus sueños y centrándose en las entrevista y tratando de que los pensamientos que tenía acerca de Emily no lo atormentaran.
– Así es señorita, Francés y alemán.
– ¿Podría hablarnos un poco de sus funciones en la Armada Naval?
– Mis labores fueron sencillas, estuve tres años como ayudante y cinco como jefe de máquinas.
– Supongo entonces, que debe tener una amplia experiencia en máquinas para barcos.
– Así es.
– ¿Si le hiciera unas preguntas con referencia a cualquier tipo de máquina, usted estaría en capacidad de responder?
– Eso creo.
– ¿Eso cree o está seguro? –preguntó con seriedad y dureza. Reinaldo se acomodó en la silla y respondió con seguridad:
– Bien, yo podría decir que con seguridad le respondería, sin embargo hay que tener en cuenta que llevo ocho años trabajando para esta empresa como vigilante.
Emily lo quedó mirando un instante que a Reinaldo se le antojó una eternidad y luego empezó a lanzarle preguntas que Reinaldo contestó con mucha seguridad, hubo algunas que se las hizo en francés y en alemán las cuales Reinaldo contestó en el idioma en que se la hicieron. Sue y Mauricio se miraron si saber cómo esa mujer había aprendido acerca de máquinas de barco en una noche. Dmitri la miraba sorprendido y admirado por el conocimiento tan amplio que tenía en máquinas de barco.
– Bien –dijo al terminar de entrevistar a Reinaldo-. A partir de mañana dejará el puesto de vigilante –le dijo mientras lo observó ponerse pálido y le sonrió-. Tranquilo, que desde mañana empezará como jefe de máquinas, se trasladará para Canterbury, de esa manera quedará más cerca de su lugar de trabajo.
– Si no te molesta me gustaría que el señor Reinaldo me acompañase a ver esas embarcaciones que deseas –sugirió Mauricio.
– Tendremos que preguntarle a Dmitri si no necesita de él –dijo Emily asumiendo su papel de esposa-. ¿Dmitri?
– No, tranquila, puede acompañarlo.
– Bien en ese caso… señor Reinaldo, hoy acompañará a Mauricio y lo asesorará para escoger los mejores barcos de carga.
– Como usted diga señorita –ella le sonrió.
Las entrevistas pasaron con normalidad, después de entrevistar a los vigilantes, llamó a los del cuerpo ejecutivo, en esas entrevistas muchos no pasaron, preguntas de casos en los que debían tomar soluciones y que Dmitri y James contestaban en voz baja, los entrevistados no pudieron dar una respuesta que satisficiera a Emily y dieron paso a tomar la decisión de prescindir de sus servicios.
Sólo quedaban cinco por entrevistar, uno de ellos, John Emerson, al ser llamado, no se presentó, más tarde se enteraron que no había sido visto desde el día del tornado. Preocupados Dmitri llamó a su casa para averiguar por su salud; pero su esposa tampoco lo había visto desde ese mismo día del tornado y ya estaba reportado ante las autoridades, sin embargo, aún no le daban información acerca de su paradero.
– ¿Johana? Llame por favor a Robert Owen.
– Sí, señorita.
Al terminar la entrevista de Robert se decidió que sería el nuevo Jefe de Transporte.
– ¿Johana? Llame por favor a Jane Thominson.
– Sí, señorita.
Jane, antigua secretaria de Mariano, contadora profesional, bilingüe y con estudios en todos los programas de contabilidad que han salido al mercado, era ahora la nueva Jefe del área de Contabilidad.
– ¿Johana? Llame por favor a Mara Scott.
– Sí, señorita.
Mara, antigua recepcionista, graduada en Relaciones Públicas, con fluidez en los idiomas: alemán, francés e italiano, era ahora la nueva Gerente de Comercio.
– ¿Johana? Le llegó su turno.
– Sí, señorita.
– Bien, Johana –dijo Emily-, aquí dice que estudió administración de Empresas, habla alemán, francés, greco e italiano.
– Así es señorita.
Emily le hizo preguntas acerca de su carrera y Dmitri le puso situaciones de ejemplo donde tenía que tomar decisiones las cuales ella respondió con total precisión, también probó sus idiomas alemán, francés e italiano. Emily probó su greco y Dmitri se sintió avergonzado de no conocer el idioma.
– Mauricio el contrato de ella lo haces para el cargo de Gerente General.
– Como digas.
– Es todo por hoy, mañana comenzaremos con los contratos que no se pudieron concretar.
– Te llevo –le dijo a Emily. Ella lo miró un rato.
– Gracias; pero hoy traje mi transporte –dijo guiñándole un ojo.
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