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- Como veo que no pudiste siquiera averiguar con quien te casabas -dijo James sacándolo de sus pensamientos-. Me tomé la libertad de hacerlo por ti -miró a Mauricio quien lo veía con enojo y no supo por qué. Se giró a su amigo y le preguntó con interés:
- ¿Qué averiguaste?
- Hija única. De padres empresarios, murieron en un accidente, su padre era Lord Thiago Jhonsson, empresario multimillonario, dueño de Jhonsson Enterprise, era famoso por su habilidad de comprar empresas en quiebra y hacerlas resurgir como el ave fénix, habilidad que heredó su hija.
- Recuerdo a mi abuelo hablar de un negocio que había hecho con ese hombre.
- ¿Qué negocio?
- Una de sus empresas caía a pique, él se la compró con la condición de que en el momento en que mi abuelo pudiera comprarla nuevamente entonces él se la vendería.
- Un gran hombre. Su madre era la famosa diseñadora para mujeres de tallas reales, Anne O'Brian -el nombre de ella lo dijeron los dos al tiempo-, dueña de la revista de modas Mujeres Reales.
- Mi madre siempre quiso un diseño de ella, eran exclusivos.
- Sí, bien. Sin embargo, no se encuentran fotos de ella que los relacionen, al parecer le sucedió algo que la obligó a tomar la decisión de desaparecer de la vida social, aunque se dice que en una ocasión realizó unas fotos para la revista de modas de su madre porque la modelo que tenía enfermó al último minuto y sólo ella tenía las tallas perfectas de todas las que se encontraban en ese lugar, dicen que se veía tan hermosa que parecía un lirio con rocío bajo el alba y por eso la revista la llamó el lirio de Londres , pocos conocen ese apodo, sólo lo hacen los que tienen todavía el ejemplar que se editó, porque, al morir sus padres su padrino, un hombre que nadie conoció, ordenó sacarlas de circulación igual que las que exhibían en las redes sociales. Apenas hace un año volvió a la sociedad; pero siempre que aparece, lo hace en las famosas subastas que ofrece como celebración del resurgimiento de una empresa que ha comprado, esas subastas son famosas porque el dinero recaudado siempre va a dar a una de las fundaciones a las que apoya. Terminó sus estudios a los quince años y un año después mueren sus padres en ese trágico accidente, a los dieciocho años creó SEI Jhonsson, a los veintiuno, cuando ya pudo tomar posesión de su herencia se hizo cargo de Jhonsson Enterprise, las empresas de su padre, y de Mujeres Reales, la revista de modas de su madre, y en cinco años ha tenido un gran crecimiento empresarial, su nombre completo es Lady Emily Elizabeth Jhonsson O'Brian. Y lamento decirte esto, pero pienso que es mucho más lista que tú.
- ¿Por qué lo dices? -preguntó molesto.
- Porque tú tuviste que repetir tu tesis cinco veces antes de graduarte, a eso súmale que tu abuelo tuvo que contratar profesores personalizados para que tú pudieras avanzar en la escuela -Dmitri gruñó molesto.
- ¿Cómo conseguiste esa información de ella?
- Contacté a un hacker en informática que me recomendaron, Julián Reewiew, alias el pichi, y eso fue lo único que pudo conseguirme en las cuatro horas que estuve hablando con él.
- Estás viendo muchas películas, ¿lo sabías?...
El ruido de la puerta al cerrarse los sacaron de su conversación, Dmitri levantó la vista y sus ojos azul zafiro con motas verdes se encontraron con los rayados oro fundido de ella, notó la estrella inolvidable que se encontraba en la esquina de su ojo izquierdo; "¡Maldita, sea! No podía ser, no ella" -se dijo, la observó detalladamente y realmente, a pesar de todo, se veía hermosa la maldita. Vestía una blusa azul rey de tirantes, con escote uve, terminaba en una punta que llegaba a la rodilla de la pierna izquierda, combinada con unos pantalones en cuero negro ajustados a sus caderas y piernas y calzaba una botas estilo militar que le llegaban a media pierna, su cabello rojo brillante iba recogido en una trenza que iba desde un extremo de su cabeza pasando por encima de su hombro derecho y terminaba sobre su pecho cubriéndolo, algunos mechones de cabello se salían como rebelándose. Ella levantó una ceja y le hizo un saludo militar con el puño cerrado y el dedo medio extendido, dejando ver su estrella de cinco picos en su muñeca derecha mientras sonreía de medio lado. ¡Oh, por Dios! La maldita sí que se veía hermosa.
- Realmente sí parece un lirio con rocío bajo el alba -dijo James a su oído y mirándola fijamente.
- Deja de mirarla así -dijo Dmitri y se sorprendió por el tono posesivo con el que lo dijo-. Llegó la hora de mi venganza -dijo más que todo para convencerse a sí mismo que no tenía una vena de posesión sobre ella y sonrió malévolamente para enfatizar.
- Bien caballeros, demos inicio a la ceremonia -oyó decir al juez en cuanto Emily llegó a su lado. Se giró y lo observó -. Nos hemos reunido aquí para... -empezó el juez la ceremonia.
Emily observaba al juez mover sus labios; pero realmente no lo estaba escuchando, se sumergió en sus pensamientos. Sue le dijo que tomara esa experiencia como la prueba de fuego, el último nivel del tratamiento contra su hafefobia. Tenía que reconocer que ahora se sentía más segura, desde que no la tomaran desprevenida claro; porque entraba en temblores, muchas veces incontrolables, le sudaban las manos y su corazón latía cual caballo desbocado y en algunas ocasiones le causaba hiperventilación. "Todo saldrá bien" -se dijo-, "además has avanzado un noventa y siete por ciento en el tratamiento conductual y te queda un pequeño tres por ciento por superar, sólo tienes que no olvidar controlarte y listo, será pan comido, podrás empezar una vida social más normal" -se dio ánimo a sí misma.
- ¿Señorita? -el llamado del juez la sacó de su meditación.
- Perdón, ¿me repite la pregunta? -dijo un poco desorientada.
Dmitri la miró con el ceño fruncido, cómo era posible que él diera la respuesta casi de inmediato y ella se tomara el lujo de ponerle dramatismo a la ocasión.
- ¿Acepta al señor Dmitri Sergei Vladislavich Ivanov como su legítimo esposo?
- ¡Oh! Perdón. Sí, acepto.
- ¿Testigos? -Sue y James se acercaron y firmaron.
- Ahora los novios -ellos se acercaron y también firmaron-. Ahora quedan oficialmente en unidad de matrimonio.
- Gracias -dijeron los dos al tiempo, giraron y salieron del juzgado.
Los flashes de las cámaras los cegaron al salir, los periodistas se acercaron haciendo preguntas que ellos contestaron como si estuvieran sintonizados y cuando les pidieron un beso para la portada de las revistas Emily miró a Sue y ella asintió con la cabeza. Miró a Dmitri y notó que él la observaba con interés, se estremeció cuando sintió cómo él deslizaba su mano por su brazo hasta tomar su mano sudorosa y le acariciaba el dorso con el dedo pulgar, vio cómo acercaba su rostro a su oído y le decía:
- Si no deseas hacerlo...
- Realmente no lo deseo -dijo esperanzada, interrumpiéndolo.
- ... Lo lamento mucho por ti -continuó como si no lo hubiera interrumpido-. Porque yo sí lo deseo -ella abrió los ojos sorprendida.
Lo sintió halarla con fuerza por la cintura con su otra mano y pegarla a su cuerpo obligándola a colocar la mano libre de ella sobre el pecho de él, inesperadamente bajó su cabeza sólo unos centímetros y la besó, se estremeció tanto que temió no poder controlarlo y sin embargo, el beso de él la tranquilizó; era suave, tierno, aunque no tenía mucha experiencia en ese campo, pudo darse cuenta que no se lo imponía, hasta pudo sentir duda en ese beso, no le exigía respuesta alguna y aun así ella le respondió como un sueño; sintió que la apretaba más contra él e instintivamente subió su mano al cuello de él para sostenerse, creía que caería si no lo hacía, sus piernas empezaban a fallarle y en ese momento él dejó de besarla; pero aún la sostenía contra su cuerpo. Comenzó a temblar y lo vio fruncir el ceño mientras la miraba con ¿dulzura? No, lo más probable era que lo estuviera imaginando, sintió sonrojarse ante su mirada y por instinto protector se alejó involuntariamente mientras retiraba su mirada de él. Sentía vergüenza con ella misma, nunca había sentido lo que sintió en ese momento con el beso, ni siquiera cuando Jack la besó por primera vez y quizá era la única referencia de comparación que tenía ya que después de él no había vuelto a besar a más nadie porque su hafefobia se lo impedía.
Dmitri la vio alejarse un poco temblorosa y no sabía la razón. Recordó el sentimiento de triunfo que sintió cuando la vio abrir sus hermosos ojos dorados al darse cuenta que él tenía toda la intención de besarla. Aunque realmente no pretendía hacerlo, su olor a lirios lo enloqueció y dio paso al deseo de averiguar, si olía como en sus sueños quizá sus labios eran también igual de dulces; quiso controlarse, pero el deseo de saber le ganó la partida y terminó besándola, sus labios eran tan dulces como había soñado, la sintió temblar en sus brazos, insegura, entonces, la abrazó más fuerte y cuando sintió que rodó su mano hasta el cuello de él, la soltó, no quería que su instinto animal se apoderara de él y terminara teniendo su noche bodas ahí mismo, noche de bodas que no daría lugar. Al alejarse de él notó, un sonrojo en sus mejillas y frunció el ceño, no era normal ver a una mujer de esa edad sonrojarse como una puritana.
- ¿Nos vamos? -la pregunta de Dmitri la hizo levantar la cabeza.
- ¿A dónde?
- A tu nueva casa, por supuesto.
- Bien, te sigo -dijo recobrando su posición de fría.
- No. Vamos en mi auto. Recuerda que debemos fingir ante los demás -le dijo al oído.
- Está bien -dijo con los dientes apretados-. Pero mi nana se vendrá con nosotros.
- Ok -dijo aprovechando los regateos-. Y tú irás a conocer a mi abuelo en cuanto podamos.
- Eso no está en el contrato.
- Que tu nana se vaya con nosotros tampoco -ella lo miró con enojo.
- Está bien. Pero será después de los cambios que tenga que hacer en la empresa de tu padre.
- Bien, que así sea.
Ella lo acompañó a su auto después de decir a Mauricio que los siguiera en su moto para que se la llevara a su nueva casa.

Quedó totalmente impresionada, la casa era hermosa, grande, con una sala de estar con muebles modernos, una chimenea ideal para los días fríos de Londres, una gran cocina también moderna, cinco habitaciones en el segundo piso, un hall con cuadros de paisajes en atardeceres hermosos, hubo uno que le llamó la atención; era un acantilado, en la punta de este se levantaba una mata con flores de lirios blancos bajo un anochecer con llovizna, eses era el que más le gustaba. Se sonrojó al ver la habitación matrimonial que invitaba a la pasión con su cama de dosel y sábanas de satín, un espejo de tocador al fondo y de frente a la cama; se giró para no dejar que él se diera cuenta de su sonrojo. Tenía un baño con jacuzzi, un balcón con vista al mar, muy hermoso, como de ensueño.
- ¿Aquí...? -no pudo obligar salir las palabras de su boca.
- Sí esa es -contestó Dmitri intuyendo a lo que se refería y sin embargo, no entendía por qué se sonrojaba en ese tema-. Pero tranquila, no la usaremos, mi habitación es esta y la tuya está ahí -dijo señalando las habitaciones de cada uno.
En la planta baja había un cuarto-estudio con un enorme ventanal con vista a la gran piscina del jardín trasero, al lado de esta había un cultivo de lirios blancos, su flor favorita. Salió al jardín y su encanto terminó abruptamente, hacia ella corría un enorme tigre blanco haciéndola perder el color de su piel.
- ¡Sofía, no! -fue lo último que escuchó antes de quedar inconsciente.

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