12

- ¿Qué te parece esta? -era la décima casa que visitaban ese día y James ya se desesperaba, siempre le encontraba un desperfecto.
- No, necesito un jardín más grande para Sofía.
- ¿Vas a llevar a Sofía a vivir con ustedes? ¿No se pondrá celosa tu noviecita?
- No, ella sabe compartir.
- ¿Sí? ¿Igual que con Stella? ¿Piensas crearle un trauma a ella también? ¿Y si la mata?
- Mejor, así enviudó antes de la noche de bodas y me apropio de la empresa.
- ¿Firmaran un acuerdo prenupcial?
- Todos los por menores del matrimonio ya estaban aclarados en el contrato, los acuerdos prenupciales y la separación de bienes. Lo único en juego es la empresa de mi padre.

El sol se ponía cuando regresaron al piso de Dmitri. Durante el día había tenido una discusión con su madre por teléfono porque se casaba al día siguiente y ella aún no conocía a su futura nueva hija, quería asistir a la boda, entregar a su hijo y no podía porque se encontraba en un crucero que la había enviado su hijo para que descansara de todo el estrés de esa ciudad. A pesar de que él le había explicado los verdaderos motivos de su boda, ella seguía insistiendo en que ese era un evento al cual no podía faltar. Realmente no comprendía cómo su madre podía ver un cuento de hadas en esa situación tan terrible para él, ¿por qué no podía entender que eso era un verdadero sacrificio para él?...
- ¡Por Dios, amigo! Te comportaste como toda una vieja de compras -Dmitri lo miró molesto-. ¿Qué? Sí es cierto.
- Debía escoger lo mejor para Sofía...
- Pero, después de ver veinte casas, finalmente vas y te decides por la primera que vimos. ¿Seguro era por Sofía? ¿No será más bien que no querías que tu nueva esposa pensara mal de ti?
- Mejor cállate y dime ¿qué llevas en la mano?
Era cierto que estaba buscando lo mejor para Sofía, había escogido una casa grande, tenía una sala de estar con muebles modernos, la cocina también moderna, cinco habitaciones en el segundo piso, un hall con cuadros de paisajes en atardeceres hermosos; la habitación matrimonial invitaba a la pasión con una cama con dosel, sábanas de satín, baño con jacuzzi, un balcón con vista al mar, sin embargo esa habitación no pensaba ocuparla, usaría la de invitados y le daría esa a ella, si quería. En la planta baja tenía un cuarto-estudio con ventanal con vista a la gran piscina del jardín trasero, al lado de esta había un cultivo de lirios blancos que le hizo evocar el olor de ella en un sueño y curiosamente, en uno de los lirios se posaba una mariposa, su favorita, era una Teinopalpus Aureus; esa imagen se veía hermosa. No sabía cómo una especie de esas, en peligro de extinción se encontraba en ese lugar si ellas procedían de China y Vietnam, entonces lo vio como una señal más. La compró más por el olor que desprendían los lirios recordándole a su maldita y hermosa motociclista. ¡Oh, Dios! Se estaba volviendo loco.
- ¿Esto? -dijo James levantando el papel que llevaba en la mano-. Verás, hoy mientras te acompañaba en el tour para tus compras -Dmitri gruñó-, estuve pensando...
- ¡Uy! ¿Y te dolió? -James lo miró molesto y Dmitri levantó las manos a modo de rendición.
- ... que he sido un mal amigo -continuó diciendo James. Dmitri frunció el ceño sin comprender-. Aún no te hago una despedida de soltero y este papel me ha dado una 'ideota'.
- ¿Y cuál fue la 'ideota' que se le ocurrió al idiota? -James volvió a verlo molesto.
- Esto, amigo mío, es un volante de publicidad acerca de una subasta que se está llevando a cabo en el acuario del London Zoo.
- ¿Y eso que tiene que ver con tu supuesta despedida de soltero?
- Pues... -dijo alargando la palabra-. Que subastarán mujeres y compraré una para ti. ¿Te animas? -dijo con malicia.
- Eh... está bien -dijo con una sonrisa maliciosa también-. Necesitaré un poco de diversión antes de empezar mi calvario mañana.
- ¡Esa es la actitud!

Llegaron al London Zoo cerca de las siete de la noche, entraron al área del acuario donde se llevaba a cabo el evento, varios hombres concursaban por una casa de muñecas, formaban una pirámide con copas de plástico, muchos niños aplaudían con emoción, finalmente ganó un hombre alto, fornido y de cabellos negros que iba vestido con ropas de domingos; bermudas hasta la rodilla, sandalias playeras y un suéter polo.
- Bien -escuchó una voz familiar y agudizó la vista para intentar reconocer a la persona-. El ganador y comprador es el Marqués de Norwich, Christopher Wiesner -se escucharon aplausos y vítores en el público asistente.
- ¿De verdad es él? -se preguntó Dmitri y se lo imaginó con traje de corbata y lentes-. ¡Dios! Sí es él. Pero qué hace prestándose para estas estupideces -pensó en voz alta y las personas que estaban delante de ellos lo miraron con enojo.
- Disculpen a mi amigo, es ruso -dijo James con una sonrisa de disculpas.
- ¿Qué fue eso? Tú también eres ruso.
- Sí; pero soy más inglés que tú y deja de hablar así que vas hacer que nos echen a patadas de aquí y no me pienso ir hasta conseguirte a una chica inglesa.
- También soy en parte inglés.
- Está bien; pero tu acento destaca más que el mío -dijo a manera de burla.
- No seas...
- Ahora cerraremos la sección infantil con el baile que siempre ofrece nuestra anfitriona -lo interrumpió la voz familiar que había estado tratando de recordar desde que llegó-. Y luego pasaremos a la ¡subasta de hombres y mujeres!
Se escucharon más gritos y vítores.
En una tarima hecha hasta la mitad del estanque de los delfines, apareció una pareja disfrazados de jaguares negros.
- ¡Démosle la bienvenida a Mauricio y a Emily! -más aplausos.
Dmitri levantó la mirada bruscamente, sin duda alguna esa era la voz de Sue. Intentó detallar a la mujer con el antifaz y las orejas de jaguar que estaba de pie en la tarima esperando a que comenzara la música para el baile que ofrecería; pero la distancia en la que se encontraba sólo le permitió distinguir su larga cabellera rojo brillante que llevaba recogida en un moño alto y su figura aguitarrada de grandes proporciones. "¿Por qué debía ser como una de esas Barbie talla XL y encima pelirroja? Si nunca le han gustado ese tipo de mujeres" -pensó-. "Bien, eso ya no venía al caso; de igual manera su matrimonio era un contrato con alguien que no conocía" -se dijo a sí mismo sin quitar la vista de los movimientos de la mujer que ya empezaba su baile-. "No era para enamorarse"
- ¿Estás bien? -la pregunta de su amigo lo sacó de sus cavilaciones.
- ¿Qué? ¿Por qué?
- Porque te has quedado viendo a la bailarina como si de esa manera tuvieras el poder de desenmascarar toda su vida.
- Es Emily -fue lo único que dijo.
- ¿La Emily con la que te casarás mañana?
- Sí -de pronto dejó de respirar. Mauricio había empujado a Emily por el borde de la tarima y ella caía en picado. Volvió a respirar cuando escuchó aplausos y vítores. Ella salía agarrada de la aleta dorsal de un delfín saludando a todos.
- ¡Vaya! Cualquiera que te viera diría que realmente te importa esa mujer.
- Mejor cállate.

- ¡Bien chicos, como siempre se lucieron! Ahora le pedimos la colaboración al personal encargado del London Zoo evacuar a los niños presentes hasta el área de ornitología donde les darán un bufé de golosinas y pasteles -aplausos-. Jhonsson Enterprise les da las gracias a sus empleados de Momentos Inolvidables Inc., por todo el esfuerzo hecho para colocar nuevamente a esta empresa en el gran océano del comercio, esfuerzo que celebramos con esta subasta en la que nos apoyan las personas más importantes para nosotros -hizo una pausa-. Como es sabido, Jhonsson Enterprise, siempre celebra el resurgimiento de sus empresas con una subasta cuyo dinero recaudado es destinado a una de las fundaciones que apoya Jhonsson Enterprise, sin embargo, esta vez por ser cierre de año, el dinero recaudado será destinado a partes iguales a las cinco fundaciones que apoya nuestra empresa -hubo aplausos-. Y para constancia aquí están los representantes de cada fundación que ustedes mismos ya conocen: la licenciada Tamara Milano de la Fundación María Guerrera aquí en Londres, la psicóloga Marión Black de la Fundación Pastores de Cristal en Valladolid, el experto en diabetes crónica infantil, el doctor Edward Miller de la Fundación Ángel Dulce en Moscú... -la gente aplaudía conforme iba mencionando a cada representante.
- Esa es una de las fundaciones más grandes de Rusia -dijo James.
- Hmmm...
- No sabía que la apoyaran.
- Ni yo.
- El psicólogo pediatra Andrés Toya -siguieron oyendo-, de la Fundación Ángeles Desamparados en Boston y el oncólogo Jasón Betancourt de la Fundación Ángeles Calvos en Dublín -los aplausos terminaron cuando Mauricio apareció en el escenario vestido de traje de corte y corbata.
- Bueno Sue; pero ya no demos más vueltas y a lo que vinimos. ¡Demos comienzo a la subasta más esperada de la noche! -oyó la voz de un hombre alto también conocida.
- ¡Sí, empecemos con Mauricio! -gritó una mujer desde el público.
- Lo lamento mi bella dama -dijo una voz que se le antojó conocida-. Pero mi personal no está en subasta -escuchó el lamento de la mujer.
Agudizó la vista al escenario y vio el cabello rojo brillante acercarse a los presentadores. Aún iba disfrazada. "¿Sería igual de fiera en la cama?" -se preguntó y se sorprendió por ello. Sacudió la cabeza liberándose de ese tipo de pensamientos. La vio acercar su boca al oído de Sue y salir del escenario.
- ¡Emily, ¿tú si estás en el menú de la subasta?! -oyó a un hombre gritar y le sorprendió aún más ver que era el Marqués de Norwich. Pero ella ya había salido del escenario.
- Lo Lamento por ustedes chicos; pero si antes les parecía inalcanzable, ahora la verán imposible, nuestra Emily se nos casa mañana con un hombre que ha logrado cautivar sus más oscuros sueños -Dmitri abrió los ojos como plato.
- No sé por qué me dan escalofríos esas palabras -dijo Dmitri al oído de su amigo.
- Hermano te oyes paranoico, ya relájate.
- Comenzaremos la subasta con Eliana De la Vega, modelo española, promete hacer pasar una gran noche a su comprador, cena, baile y mucha diversión...-se oyó nuevamente la voz de Sue.
- Cinco mil -dijo un hombre al fondo del público asistente.
- Siete mil -dijo otro miembro del público.
La subasta avanzó durante dos horas, subastaban una mujer y seguidamente un hombre.
- ¿Qué tal esa? Tiene un nombre de encanto, Oriana Conery, totalmente inglesa -decía levantando las cejas perversamente.
- No gracias.
- Es la chica número veinticinco que rechazas. ¿Qué te está sucediendo? Cualquiera pensaría que realmente quieres conservarte para tu futura esposa.
- Es a ella a la que quiero conocer. Esta incertidumbre de no saber con quién conviviré los próximos dos años no me gusta nada. Sabes bien que siempre me ha gustado tener controlada mi vida, saber para donde me dirijo y a qué me enfrento.

- Bien damas y caballeros, hemos concluido nuestra subasta. Ahora daremos a conocer el monto recaudado hoy para las fundaciones -se oyeron tambores de drama. Posteriormente, en una pantalla grande que se ubicaba en la parte de atrás del escenario se visualizó el monto y era exuberante-. Me anuncia Emily que el aporte de Jhonsson Enterprise este año para las fundaciones será de cinco mil millones de dólares -hubo ovaciones y aplausos.
- ¿Tanto dinero por las fundaciones? ¿No te parece sospechoso? -dijo James, pero Dmitri no tenía cabeza para pensar en las especulaciones de James, sus pensamientos los llenaba la misteriosa mujer con la que se casaría al día siguiente.
- Ahora mientras Emily distrae a los niños en el área de las aves, nosotros pasaremos a las oficinas para hacer efectiva su compra.
- Está en el área de las aves, ¿escuchaste? -dijo Dmitri estremeciendo a James.
- Sí, ya la escuché, ¿qué piensas hacer?
- Iré a que me dé la cara.
- ¡Por Dios amigo! Te oyes como mujer engañada.
- Déjate de tonterías y acompáñame.
- No. No voy. Tengo que hacer efectiva mi compra, como tú no quisiste una chica inglesa, conseguí una para mí. Disfrutaré tu despedida de soltero con o sin ti.
- Como quieras. Ya vuelvo.
- Ok, suerte.

Dmitri vio, al fondo de donde se encontraba, un grupo de niños guiados por un grupo de hombres y mujeres que hacían una especie de círculo alrededor de ellos a manera de muro, a la cabeza del grupo de niños la vio, disfrazada con un traje de hule, negro y las orejas de jaguar en su cabeza. Quiso acercarse pero un hombre un poco más bajo que él y con cara de pocos amigos se le interpuso en medio de su camino.
- ¿Sucede algo? -preguntó el hombre.
- No, nada, sólo necesito hablar con la mujer del disfraz.
- Aja, ¿y cree que con sólo decir que necesita hablar con la señorita Jhonsson se le concederá la entrada?
- Soy su prometido.
- Con mucha más razón señor, ¿no sabía que es de mala suerte ver a la novia un día antes de la boda?
- Yo no creo en agüeros.
- O no es el verdadero prometido de la señorita.
- ¿Sucede algo? -preguntó el jefe de seguridad del London Zoo.
- Nada, señor. El caballero ya se marchaba, ¿no es así?
- Sí, ya me marchaba -dijo entre dientes.
Dio media vuelta para irse; pero se giró nuevamente e intentó entrar corriendo, a fuerzas, sin embargo, los guardias lo atraparon antes de que pudiera dar alcance a la entrada del área de las aves. Lo sujetaron por los brazos, uno a cada lado y lo sacaron dando pataletas de ahogado.
- ¡No! -gritaba- ¡Déjenme entrar! ¡Tengo que verla! ¡Debo saber quién es! ¡Emily! ¡Emily!

Emily escuchó los gritos de un hombre y abrazó a dos niñas que iban a su lado, se llamaban igual que ella y pensó que el hombre que gritaba afuera quería llevarse a una de las niñas. La madre de una de ellas le había advertido acerca del miedo de que su padre quisiera secuestrar a su hija y ella le había asegurado que no se apartaría ni un instante de la pequeña.
- ¡Vengan! Por aquí -dijo ella guiando a los niños adentro del área de las aves-. Acordonen el área y no dejen entrar a nadie a menos que yo misma se lo permita -ordenó con frialdad.

- Caballero no lo queremos cerca de este lugar -dijeron los guardias de seguridad tirándolo fuera del London Zoo.
Dmitri cayó sentado sobre el asfalto, enojado, muy enojado, vociferando y maldiciendo en ruso.
- Amigo ¿qué te pasó? -preguntó James mordiéndose la lengua para no reír.
- Nada -contestó molesto- Vámonos a casa. Mañana quiero amanecer en coma.


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