10

Visitó a su padre al centro de ayuda a ludópatas, lo encontró en una habitación pequeña, simple, conformada por una cama, un pequeño televisor, un armario, una mesa de noche a un lado de la cama y un pequeño cuarto de baño; quería saber por qué se había jugado un dinero que era para ayudarle, y con quien realmente estaba tratando, pues lo habían amenazado con matarlo a él y a su padre.

- Hijo, ¿cómo estás?

- Bien. Vine porque necesito que me digas por qué te jugaste el dinero de mamá y con qué clase de personas hiciste negocio, con quien me estoy enfrentando.

- Pensé que podría recuperar lo perdido; pero no fue así.

- Nunca lo es papá.

- Ese Anastasio es un empresario italiano que tiene negocios con Dragonetti.

- ¿El mafioso italiano de talla mundial?

- Sí.

- ¿Y cómo te fuiste a enredar con alguien así?

- Mariano me lo presentó un día y él me hizo un préstamo con el que pagué la garantía del robo de uno de los contenedores y fue Mariano quien me presentó también a Mónica y luego los dos huyeron con el resto de mi dinero -hizo una pausa-. ¿Has sabido algo de ellos?

- A Mariano lo encontraron envenenado en la habitación de un hotel en Pensilvania y a Mónica aún no la encuentran -hubo un silencio largo en el que se quedaron viendo por un tiempo-. Bien me tengo que ir. Por cierto -dijo llegando a la puerta de la habitación-. Alexis llamó, dijo que te enviaría una información que te serviría acerca de Mariano -terminó de decir y se marchó cerrando tras de sí la puerta de la habitación de Jhordan.

Salió, se subió a su auto y cuando pensaba encenderlo sonó su móvil.

- Dmitri -contestó.

- Dmitri te tengo noticias buenas y malas.

- ¿Empezaremos los reportes con ese juego James? -suspiró-. Bien. ¿Cuáles es la buena?

- La buena es que ganamos la convocatoria con Pierre.

- ¿Y cuál es la mala?

- Por si se te olvida tendrás que estar casado y estamos citados para dentro de cuarenta y cinco días hábiles.

- ¡proklyatiye! La verdad no esperaba que ganáramos.

- Amigo, hieres mis habilidades de arquitecto.

- Como si realmente fueras arquitecto, además, tendría que comprar una esposa y no estoy para esas cosas -decía mientras veía la propuesta de SEI en el asiento del copiloto. Frunció el ceño, no sabía cómo había llegado eso ahí; pero lo veía como una señal-. Creo tener la solución a eso. Te llamo cuando haya concretado un negocio acá.

- Vale. Pero no te tardes. El tiempo es oro para nosotros.

- Sí. Lo sé. Te llamaré -colgó.

Agarró la carpeta leyendo nuevamente los puntos de la propuesta. Marcó el número de Sue en su móvil y acordó con ella una cita ese mismo día.

Suspiró con la carpeta en sus manos y se dispuso a resaltar los puntos que renegociaría.

*******

- ¿Sue? Acepto la propuesta. Pero, quiero renegociar algunos puntos.

- Bien, ¿Cuándo nos vemos?

- ¿Le parece bien si la invito a cenar esta noche?

- Perfecto. ¿Dónde?

- Anota. Restaurante Shawarma en la avenida principal. Te espero alrededor de las seis -colgó. Ella tomó nota y colgó. Miró a Emily.

- Quiere renegociar algunos puntos.

- Bien. Tú sabes qué hacer.

- Sí. Se lo pondré difícil. Mauricio, levanta tu culo de ahí, tú me acompañarás.

- ¿Yo? ¿Y por qué? Es mi día libre -miró a Emily buscando apoyo. Ella se encogió de hombros.

- Porque tú también tienes que ver en la formulación de la propuesta.

- ¿Por qué no me extraña? -murmuró Emily-. La acompañaras.

- Además tú sabes más de leyes que yo -dijo Sue.

- Está bien, pero recuerda que aún me debes cuatro años de vacaciones.

- Sí, eso ya lo sé y lo resolveré, no te preocupes.

- Siempre es lo mismo y nada -murmuró mientras salía.

- Ya te escuché -él se giró

- ¿Qué? -dijo fingiendo inocencia-. Mejor dime ¿a qué hora paso por ti?

- A las cinco y treinta está bien -le sonrió fingiendo también inocencia. Emily puso los ojos en blanco. Eran tal para cual.


Mauricio llegó puntual a las cinco y treinta como le había pedido Sue. La vio salir de la habitación con un vestido color mandarina ceñido hasta la cintura, le colgaba de los hombros por unas tiras delgadas, tenía un escote recto y la falda le caía hasta la rodilla. Llevaba puesto un maquillaje suave.

- Hola -saludó Sue.

- Hola. Déjame decirte que te ves hermosa.

- Gracias -dijo bajando la cabeza y acomodándose un mechón de pelo que se le había venido a la frente. Emily los observaba divertida. Sabía que ambos se gustaban pero no se decían nada. Él por timidez y ella porque aún sentía la pérdida de Sebastian.

- Bien. Vámonos -dijo Mauricio ofreciéndole el brazo a Sue.

- Hasta luego Em.

- Hasta luego y diviértete.

- Por supuesto -le dijo guiñándole un ojo miel.

******

Dmitri observaba el reloj por tercera vez, sentía que los minutos pasaban lentamente y necesitaba concluir esa parte del día pronto. Levantó la cabeza y vio entrar a Sue del brazo de un hombre que no conocía, parecía una pareja feliz, se notaba en la manera en que lo miraba que él le atraía mucho. Frunció el ceño al darse cuenta que quizá sí se equivocaba al pensar que ella y Emily serían la misma persona. Se levantó para darles la bienvenida cuando se acercaron.

- Buenas noches señor Vladislavich. Le presento al abogado de la señorita Jhonsson -Dmitri miró al hombre blanco, alto, no tanto como él, pero alto, de ojos y cabello marrón que le tendía la mano.

- Gusto en conocerlo señor Vladislavich. Mi nombre es Mauricio Thomson.

- El gusto es mío. Y por favor llámenme sólo Dmitri. Siéntense -dijo señalando las sillas que había en la mesa.

Ellos se sentaron y él hizo lo mismo. El camarero llegó a tomarles la orden y luego se marchó a buscar su pedido.

- Bien. ¿Cuáles son esos puntos que quieres renegociar? -dijo Sue cuando el camarero se hubo marchado.

- Sí. Verás -dijo sacando la carpeta con la propuesta-. Empezaremos por la cantidad prestada -hizo una pausa-. Necesitaré más de lo que estaba estipulado.

- ¿Cómo cuánto más?

- Estamos hablando de mil millones más.

- Está bien -Mauricio miró a Sue con una media sonrisa-. A cambio ella, como dueña del cincuenta y cinco por ciento de las acciones, deberá tener opinión acerca de las decisiones que se tomen en la empresa -Dmitri analizó los pros y los contras de ese arreglo y luego asintió.

- Lo segundo es que deberá vivir bajo el mismo techo en el que yo viva -Sue y Mauricio se miraron frunciendo el ceño. Dmitri pensaba explicarles pero en ese momento llegó el camarero con la cena y tuvo que esperar que se marchara nuevamente. Cuando se hubo marchado habló.

- Tengo en expectativa un contrato muy lucrativo para mi empresa con un inversionista extranjero, que me ayudará a saldar con más prontitud la deuda a la que me estoy haciendo con ustedes. Este inversionista, es un hombre muy correcto y bien chapado a la antigua. Sólo hace contratos con personas casadas, piensa que los solteros somos... en algún modo irresponsables -Sue se llevó la mano disimuladamente a la boca mientras asentía. Dmitri la observó notando que quería reír; pero no lo hacía por decencia. ¿Se estaría burlando de él? ¿En su cara? No lo creía posible-. Debo convencerlo que estoy casado realmente y para eso, el matrimonio se llevará a cabo la próxima semana y deberá aparecer en todos los diarios y las revistas nacionales e internacionales, ella deberá acompañarme a todos los eventos sociales y públicos a los que nos inviten empezando por la reunión que tendré con el inversionista dentro de cuarenta y cinco días, a los ojos de todos seremos un matrimonio feliz, por tal motivo deberá vivir en la misma casa que yo -Sue miró a Mauricio.

- Hecho -los dos hombres la miraron.

- ¿Estás segura de eso? -dijeron en coro.

- Sí. Pero a cambio la dejarás intervenir en los procesos de mejoramiento en la empresa de Cowell -él sopesó la idea con desconfianza-. Tranquilo -dijo al ver que no emitía palabra alguna-. Simplemente haremos unos pequeños cambios.

- ¿Cambios? -dijo por fin.

- Sí. Nada fuera de lo común.

- Está bien. Pero yo tendré la última palabra.

- Eso está aún en discusión.

- Podré vivir con eso -sería divertido poder discutir de vez en cuando con Emily o Sue, si es que ella era Emily

Terminaron de cenar en silencio y mientras lo hacían Mauricio leía el nuevo documento redactado, al terminar miró a Sue y asintió.

- Entonces, ¿firmamos? -preguntó Dmitri.

- ¡Claro!, una cosa más... dormirán en habitaciones separadas -él asintió y luego firmó en el espacio de partes implicadas y Sue y Mauricio en la de testigos.

- ¿Cómo sabré que ella está de acuerdo con los términos? Y si firmó o no.

- Tendrás una reunión con ella el día jueves.

- Pensé que no tendría otra oportunidad con ella -dijo con ironía.

- Esto es diferente, se trata de su matrimonio. No haga que me arrepienta de darle esa cita señor Vladislavich -muy a su pesar tuvo que mantener la boca cerrada. -Lo veremos en las oficinas del ayuntamiento el lunes a las tres. Lleve a su abogado.

- Espera. ¿Eso quiere decir que yo también voy? -protestó Mauricio.

- Obvio. Eres el abogado de Emily -dijo Sue bufándose de él.

- ¡No! Me opongo. Ese día es mi descanso. ¿Piensas quitármelo nuevamente?

- No te quejes tanto y vamos. Además, te daré otro día.

- ¿Sí, como las vacaciones?

- Deja de ser tan quejica .Hasta el jueves Dmitri -dijo girándose hacia él-. No llegue tarde... a su boda.

Llamó a James Callaghan cuando ellos se marcharon. Él era el administrador, abogado y amigo de Dmitri, trabajaban juntos desde que abriera por primera vez su empresa Construcciones Vladislavich. Lo había apoyado en más de una ocasión y ahora lo necesitaba con él, no quería equivocarse con la decisión que acababa de tomar.

- James, necesito que viajes a Londres lo más pronto que puedas, si fuera posible mañana mismo.

- ¿Sucedió algo?

- Sí. Me caso en dos días y necesitaré a un testigo y padrino.

- Wow amigo, tú sí que eres rápido. No preguntaré cómo le hiciste; pero ahí estaré.

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