27| CONFIDENCIAL

Ya teniendo su móvil, me meto en el buscador y, luego de digitar una serie de códigos, lo convierto en un punto seguro; lo cual me facilita usar dicha red para acceder a su computadora. No es muy difícil desbloquearla, los policías son muy básicos. Una vez entro en los archivos, borro los datos de Dafne, lo poco que saben sobre mí y desactivo la alerta de apoyo para Stuart además del historial de los reportes que nos hacen sospechosos. Ahora somos invisibles. Dejo todo en su lugar y sin dejar huellas para poder iniciar mi llamada.

Luego de un piip, contesta:

—Hey, bro. ¿Qué tal tu llegada?

—Hola, hermano. Necesito tu ayuda. Pasó lo que tanto me advirtieron... solo puedo decir que espero me puedan perdonar.

—Bro, era de esperarse. No te preocupes, el pasado siempre nos persigue. Ahora dime ¿a quién hay que matar?

—Gracias de verdad. Pues necesito que vengas como mi abogado. Trae todos los papeles de la empresa y las demandas, todo lo necesario a mi nombre; pero, sobre todo, mi traje gris.

—Cuenta con eso.

—Ah, y otra cosa... Ante todos mi nombre es James Wolts.

—Suena bien. ¿Nueva identidad?

—Después te lo explicaré a detalle.

—Ya veo. Así que al fin voy a conocer a mi cuñadita.

—Sí, sobre eso... Ella no sabrá que eres su cuñado.

—¿No?

—Es que su cuñado soy yo.

—Ah... no entiendo nada.

—Lo sé.

—¿En qué juego turbio me metiste?

—Ya lo verás. Por ahora haz lo que te pedí.

—Entendido. Así será entonces.

—Bien, aquí te veo. Adiós.

—Hasta pronto.

Finalizo la llamada y Beli llega en ese momento. Se ve estresada por algo, tanto que, no se acuerda de haberme prestado su teléfono.

—¿De casualidad no viste mi celular? —Se checa por todas partes, desconcentrada.

—Claro, aquí está. —Al entregárselo, se acuerda—. ¿Todo está bien?

Me parece que quisiera desahogarse pero, a la larga, me evade.

—Sí, todo en orden. Gracias.

—Tu cara demuestra lo contrario.

Me mira y sonríe al no engañarme.

—¿Qué te digo? Realmente nada está bien. —Decide desahogarse—. Mi padre acaba de sufrir un atentado. No sé cómo está ni quién le hizo semejante arbitrariedad.

—Oh, lo siento mucho. ¿Quieres mucho a tu papá?

—Desde luego. A pesar de todo, es un gran padre.

—¿Por qué lo dices como si fuera un sacrificio quererlo?

Vuelve a verme y creo que le impresiona mi capacidad de leer expresiones.

—Qué buen observador eres, James —resalta mi interés—. Y no te lo niego, puede llegar a ser difícil tener un padre como el mío.

—Me lo han dicho antes —reconozco con modestia.

Sonríe con convicción y, entre tanto, vuelve a tomar el asiento de su escritorio.

—Y ¿por qué es difícil tenerlo como papá? —prosigo con el tema.

—Por lo importante que es. Debido a eso, nos exige bastante a mi hermana y a mí. —Nota que está contándome demás y desvía el centro de la conversación—. Pero bueno, ya basta de mí, ahora hablemos de ti.

—¿Qué quieres saber?

—¿Tienes pareja?

Me sorprende lo directa que es.

—¿Y bien? Estamos en confianza, creo. —Me presiona en vista de que no sé qué responder.

—Es complicado... —Doy un deprimente suspiro.

—¿Tal vez un chocolate te ayude a abrirte? —propone sutilmente.

—Sí, mejor. —Mi confusión es evidente.

Pienso que va a salir por la bebida, pero para mi sorpresa no. Tiene todo un dispensador para ella sola en su oficina.

Lo sirve y al poco tiempo ya me está preguntando cuánto de azúcar, por lo que le respondo que dos. Viene en mi dirección y algo de ella está diferente, la abertura de su escote está más abierta. Expone gran parte de su busto para que yo la vea.

Está lindo, pero no.

Me centro en el chocolate, el cual está a punto de sacarme ampollas por su alta temperatura a través del envase. Lo pruebo y, a pesar de estar bueno, no se me compara con el café.

—¿Está rico? —Su mirada también está contorneada de seducción. Usa el pretexto de cambiar de sillón para estar más cerca: justo a mi lado en la esquina de la mesa.

Se esfuerza en hacerse notar.

—Claro, apenas para el frío.

—De hecho, hace calor —insinúa indirectamente—. Y ¿me estabas contando que tienes una situación complicada? —Vuelve con lo mismo.

—Ah, es cierto. —Retomo mi repentización—. Pues ella quiere a alguien más, pero me tiene loco.

—Entonces, relativamente estás libre... —Lo dice con gusto.

—Sí... más o menos. Mi corazón está encadenado mas no es correspondido. —Finjo estar alicaído.

—¿Y qué pasaría si alguien se interesa en encadenar ese corazón en otra dirección? —Cruza las piernas mientras bebe.

También bebo del mío. Qué rápida.

—Mmm... eso estaría difícil, pero estoy abierto a otras oportunidades. —Te tengo, cariño.

Sonríe con satisfacción y me recibe el vaso una vez termino.

El ambiente se pone tenso cuando me ofrece otro chocolate.

—¿Otro chocolate?

—Eh, no. Ya me voy, linda.

—Por favor, James. No me desprecies.

—No lo hago. Solo que ya me tardé mucho y pueden pensar mal.

—Tranquilo. No le pago a nadie por pensar aquí.

—Sabes que no le caigo muy bien a tu amigo.

—Brien también depende de mí. —Se enaltece contándome eso.

—Ya veo. Al parecer eres igual de importante que tu papá.

—Es cierto. —Lo dice como si nada—. Tiene sus ventajas.

—Por eso tu oficina cuenta con tanta comodidad. Ahora entiendo.

—Así es, querido. —Va al dispensador para llenar los vasos.

—Entonces ¿por qué tienes el puesto de secretaria y no de jefe?

—Para que no se enteren de que soy su hija. —Se refiere a su papá.

—¿Por qué no?

—Porque cuando alguien de tu familia es exitoso, todos tus méritos los van a relacionar con esa persona. No quiero ni necesito conseguir algo gracias a él —determina conforme vuelve para acá—. Quiero que me conozcan y me respeten por lo que soy, no por ser su heredera.

—Es un gran pensar. Debes sentirte muy orgullosa porque realmente eres talentosa. —Le recibo y ambos bebemos.

—Gracias. Me gusta este trabajo... no es lo que siempre quise, pero me ha formado.

—¿Qué es lo que siempre quisiste?

—La danza.

—Wow, nunca me imaginé que te gustara algo así.

—Ya ves. Para mí siempre ha sido algo magistral el arte de expresarse a través de los movimientos guiados por una melodía. —Se apasiona platicándome.

—Si es así, ¿por qué no te dedicaste a ello?

Es como si mi pregunta transmitiera un apagón en sus ojos motivados. Vuelve a la realidad, triste a mi parecer.

—Por mi padre. —Su mirada sigue al vacío—. Él no apuesta nada por esas cosas.

—Mmm es curioso, no pareces alguien que pida permiso para hacer lo que quiere.

—Es que no necesito un permiso —ríe con cinismo—, sino un apoyo. Mi padre se ha encargado de truncarme el sueño siempre. Quien me ayude con ese propósito, se vuelve su enemigo; y absolutamente nadie quiere ser eso.

—Eso es muy egoísta de su parte. Sin embargo, creo que no has buscado mejores opciones. No todo el mundo le puede tener miedo.

—Eso lo dices porque no lo conoces.

—Pues no lo conozco y ya me da asco. Puede ser muy tu papá e importante, pero todo tiene un límite.

—James, es fácil decirlo. —Deja su café en la mesa y se dispone a ver hacia la ventana.

Me levanto y me poso a su lado. Ahora ambos vemos el exterior, un paisaje con el sol en su punto más alto.

—También es posible hacerlo. ¿Quién le tiene miedo, el mundo o tú?

Ella ladea su rostro hacia mí con una dudosa corporalidad, como si hubiese revelado una verdad.

—No lo sé. Mi único presente en este momento es este.

—No abandones tus sueños. Si el mundo se opone es porque realmente vale la pena, ¿no crees?

Belinda sonríe dándome la razón y a continuación da un leve apretón en mi mano. Se siente respaldada con mis palabras.

—Gracias por los consejos. —Se aproxima a mi postura con la intención de abrazarme o... besarme—. Eres muy lindo conmigo.

No sé cómo detener su impulso y me encomiendo a la diosa fortuna. Necesito que esta vez no se haga la loca, la ausente, la chistosa. Quiero que me elija como su favorito en este instante.

Sus ojos brotan destellos de ilusión y sus manos se aferran a mis brazos de forma impaciente. Sube un poco su mentón y está tan cerca de mi rostro que puedo inhalar su aire.

Ahora cierra los ojos. No quiero que cierre los ojos.

Su boca se hace en pico. Esto se salió de control.

En cámara lenta veo el resultado de mi inesperado invento amenazando con succionarme hasta las amígdalas.

Y, grandiosamente, sucede. Se siente extraña la nueva forma que poseen sus labios al quedarse a medias gracias a la nueva visita en su oficina. La guardia pide disculpas en cuanto se entera de que me ha salvado la patria.

—¿Por qué no tocaste antes? —Se avergüenza.

—Lo siento. No creí que estaba ocupada. —Evita mirarnos a los ojos, sintiéndose culpable.

—Ya qué. —Abrocha su escote semi descubierto y procede a sentarse—. ¿Qué necesitas?

—Han venido a trasladar a algunos prisioneros, señorita.

—Sí. Ya voy a firmar la autorización. —Voltea a verme con una expresión que, ciertamente, no entiendo—. Entre tanto, puedes dejar a James en su celda. Ya terminó su llamada.

Entiendo que quiere disimular y voy con la guardia. Es una despedida con sabor a "continuará".

De regreso a mi celda, me doy cuenta de que Dafne no está en la suya. Me preocupo y pregunto por ella.

—Oye, ¿y la chica de la otra celda? —cuestiono a la vez que me libera las manos.

—Estaba muy revoltosa y se ganó una estadía en el hueco. —Me encierra de nuevo.

«¿El hueco?».

—¿Cómo que el 'hueco'? —Asomo mi rostro entre las rejas.

—La celda de castigo. —Guarda sus llaves—. Mejor no la esperes hoy.

—¿Por qué no?, ¿qué hay en ese lugar?

La sonrisa macabra de la guardia no me inspira confianza. Se va sin saciar mi curiosidad.

Seguramente, mi niña la está pasando mal. Debo ayudarla.

Pero, ¿cómo?

Camino de un lado a otro, desasosegado. Tengo que inventar algo y pronto.

Velo oculto.

El pasar de las horas se han hecho fatigantes para Brien. Desde que George, su actual y único novio, está llamándolo con insistencia para concretar una cita, él literalmente no ha tenido vida. La ansiedad se le refleja a través de los temblores, sudoración fría y el hueco que se le forma a mitad del pecho. En ocasiones hasta piensa que le costará respirar.

El teléfono a su lado timbra cada 5 minutos —si no es menos—, y le hace entorpecer cuando conduce. Desde ayer hasta el día de hoy, no ha hecho más que ser imprudente en sus recorridos; cruzó una vía peatonal con el semáforo en rojo y casi atropella a un gato. Nada le está favoreciendo al parecer.

El hecho de pensar que su relación se puede acabar y por su culpa, lo tiene trastornado. A pesar de que tiene muy buenas razones, no se permite a sí mismo victimizarse; todo por cortesía del mismo George, quien le ha impuesto en casi toda su existencia pensamientos mediocres e inferiores. Y es que no es para menos, le obedece desde los 8 años.

George Brown además de convertirse en su figura a seguir cuando lo sacó del orfanato, también lo corrompió íntimamente. Se encargó de arrancar su inocencia y lo manipuló para que nunca se acercara a ninguna chica. Su lema siempre ha sido que las mujeres son creación del diablo. Quien se deje llevar por ellas, terminará quemado. Es por eso que Jeremy nunca socializó con ellas hasta que conoció a Mandy, una chica que jamás se enreda con hombres. Su amiga para él es una representación de todas las féminas.

Con su 'abejita' no ha tenido complicaciones al respecto, nunca se manifestó alguna atracción. Y pensó que eso definía su identidad. Es por eso que se le hace tan interesante Dafne, aquella chica que acabó de apresar; pues básicamente cuenta con el mismo rostro y una personalidad adversa. Es un atractivo novedosamente peligroso. Él no ha logrado entender qué es lo que lo engancha, pero ya se mostró cauteloso por si la chica lo manda al infierno.

Aunque quiera dejar a su abusador, todavía tiene poder sobre él.

Bạn đang đọc truyện trên: AzTruyen.Top