Capítulo 32

¿Reconciliación?


Cassandra llegó a la casa de los Hamptons luego de casi seis horas de vuelo. Había llegado a la tarde, y tomado un taxi que la dejó frente a la casa. La misma era imponente y majestuosa. Sencilla pero elegante, la fachada de color blanco y su jardín delantero llamaban la atención de cada persona que pasaba por allí.

Su pequeña valija quedó a un costado cuando sacó las llaves de su cartera y la introdujo en la cerradura, cuando abrió la puerta, tomó la maleta en una de sus manos y entró al interior de la casa. Miró con asombro el interior, subyugándose con cada detalle que veía.

Caminó hacia lo que debía de ser la cocina y lo encontró merendando con tranquilidad.

Keith escuchó pasos detrás de él y giró su cuerpo mirándola con atención.

—¿Qué haces aquí? —le preguntó bebiendo un sorbo de su café.

—Tus padres me dieron la dirección.

—¿Quién de todos? —le inquirió con sarcasmo.

—No seas así. Agradece que tienes unos padres que te adoran.

—En estos momentos lo dudo. No deberías estar aquí.

—Eres mi marido. Tengo que estar donde tú estés.

—¿Segura? Si eres mi esposa, tendrías que haberme dicho lo de la adopción.

—Ya te he dicho que a mí no me correspondía —le dijo ella sentándose frente a él—. ¿No me vas a perdonar?

—¿Debería de perdonarte? —le preguntó, observándola con suma atención.

—Tendrías que hacerlo. No te traicioné, si lo hubiera hecho te habría mentido y no lo hice. Solo me callé porque no soy quién para decírtelo. ¿No crees que has tenido una mala actitud?

—No me lo esperaba. Nunca me lo imaginé.

—Me imagino que no, pero no puedes despreciarla, es tu madre también, aunque no te guste.

—Siempre vi a Corina como a una sirvienta.

—Ese pensamiento lo tienes que olvidar. No es bueno que estés así, te hace mal, a ti y a tus tres padres.

—Quiero que me cuentes todo y se perfectamente que lo sabes.

—¿Qué quieres que te cuente? —le preguntó ella.

—Todo.

—Yo lo supe hace muy poco tiempo también. Corina me lo contó cuando nos estábamos por separar y ella terminó por contármelo.

—Hace mucho que lo sabes entonces.

—Relativamente sí, pero no era yo quién te lo tenía que decir.

—Me estoy dando cuenta de eso. Quiero saber porqué me dio a la pareja que son mis padres.

—Tu madre llegó a la casa de los Astrof estando embarazada, la recibieron excelente y enseguida le dieron el trabajo de sirvienta. Como ella sabia que no podía quedar embarazada Allison y que ella no podía criarte como correspondía, decidió que lo mejor era darte a la pareja, y la pareja aceptó criarte con el apellido de ellos, siempre y cuando Corina estuviera viéndote crecer y que estuviera contigo en todo momento. No quisieron nunca alejarla de ti porque comprendían que Corina iría a sufrir. Y eso me parece perfecto. Posterior a eso, Allison quedó embarazada de Pamela.

—Todas las madres cuando deciden dar a sus hijos, los dan sin importarles nada. No preguntan, no hacen nada.

—Algunas no los quieren, pero Corina sí te quería, pero no podía mantenerte como quería, y sabía bien que con Allison y Sean podías tener todo, y lo consiguió, vio el bienestar tuyo y no el de ella.

—¿Por qué tuvo que pasarme esto?

—No te ha pasado nada. No tendrías que decir una cosa así, es muy bueno que tengas dos madres, ojala yo tendría una familia como la tuya, la mía dista de ser ejemplar.

—Luego de haberme ido, ¿qué ha pasado con tu padre?

—Nada. Su otra mujer lo abandonó, pero haré lo posible por decirle a mi madre que le pida el divorcio.

—Como tú me lo pediste en su momento —le dijo él, mirándola.

—Sí, como te lo pedí antes. ¿Qué piensas hacer ahora? —le preguntó ella, cambiando de tema.

—No lo sé, me quedaré unos días aquí. Y tú deberías irte.

—¿Quieres que me vaya? —le preguntó sorprendida.

—Tendrías que irte. No has sido sincera conmigo, y eso no me lo esperaba de ti.

—Ya te dije que no me correspondía decírtelo. ¿Eso quiere decir que no me perdonas? —le preguntó y volvió a inquirirle lo que tanto temía—. ¿Quieres seguir casado conmigo? —terminó por preguntarle, y él se quedó callado—. Obtuve la respuesta con tu silencio. No pensé que por no habértelo contado quisieras terminar el matrimonio. Pero no me importa, me quedaré aquí también, hasta que te haga reaccionar y te des cuenta que estuviste muy mal en despreciar a Corina, tu madre. Y hacerte entender que tienes que perdonarla también. Eres demasiado testarudo y no dejas que nadie se preocupe por ti y ni mucho menos puedes perdonar, no me gusta para nada que seas así, eres muy duro con los demás, no quieres que cometan errores y mucho menos yo, porque no puedes perdonar, esa es la verdad. No perdonas y viéndolo así, dudo mucho si alguna vez me perdonaste el no poder tener hijos.

—Eso es completamente distinto. Sabes bien que no me interesa si puedes o no tener hijos.

—Entonces perdona a los demás también, como en su momento, tú me perdonaste a mí.

—Yo no tenía porqué perdonarte de algo que es impredecible, Cassandra. Esto es muy diferente, y no quiero que me insistas, porque terminaré por quedarme definitivamente aquí, y no volveré más a Beverly Hills.

—De acuerdo, pero no creas que volveré a Beverly Hills, me llevó horas el viaje, no pienso volver sin ti.

—Haz lo que se te plazca aquí.

—Muy bien —le dije ella, levantándose de la silla y tomando a Keith por sus mejillas para darle un beso en sus labios, un beso que su marido no esperaba, pero que aún así aceptó sin poder enojarse con ella—. ¿Ves que cuando te pones así, eres muy lindo y bueno? —le dijo, formulando la pregunta mientras lo miraba a los ojos.

—Ya basta —le dijo él, sonriendo aunque no quería, y quitándole las manos de su esposa de sus mejillas.

—Te estás riendo —le contestó ella riéndose también.

—No provoques, Cassandra.

—¿Por qué? ¿Qué me harás? —le insistió ella.

—Si provocas así, atente a las consecuencias.

—¿Ah sí? ¿Y qué me harás?

Cassie ni siquiera obtuvo respuesta de lo que le había preguntado, lo único que consiguió, fue sentir que la subía al hombro masculino y ser llevaba escaleras arriba. Ella, sonrió como una enamoradiza, mientras se sujetaba del cuello de su marido.

Las últimas cosas que ella vio, fueron la puerta cerrarse con el pie de él, que Keith la apoyarla sobre el colchón de la cama matrimonial y a él encima suyo para besarla con ansias y pasión.

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