Capítulo 15

El amor flota en el aire, y sobre todo, florece


Cassie despertó antes que él, viendo el reloj marcando las siete y veintiuno de la tarde ya. Se acurrucó mucho más contra el cuerpo de su marido, y lo miró dormir.

Pronto se quitó la ropa interior y lo despertó con besos en la boca. Keith se despertó adormilado, y la observó por largo rato.

—¿Qué pasa, Cassie?

—Nada.

—Sigamos durmiendo entonces —le respondió abrazándola por la cintura, y atrayéndola más contra él.

Algo en él cambió al comprobar que su esposa estaba completamente desnuda. Abrió los ojos abiertamente, y la miró con atención a través de la poca luz que tenía la recámara. El ambiente estaba en penumbras y solo reflejaba algo de iluminación la ventana que daba a la calle principal pero, que con el cortinado, no dejaba entrar demasiada luz, y en aquellos momentos, Cassandra lo agradecía.

—¿Estás... estás desnuda?

—Sí. Toda —le contestó ella, con una sonrisa.

—Será mejor que vayamos a cenar —le dijo él, intentando esquivar la situación.

—La cena puede esperar.

—Lo que intentas hacer también.

—No. Lo quiero, quiero esto. De otra manera no me hubiera decidido a realizarlo.

—Cassandra, no es algo para tomárselo a la ligera.

—Y no lo hago. Solo quiero estar contigo, Keith.

—Y yo desde que pusimos las cosas en claro, pero sé que luego te arrepentirás.

—No lo haré. Por favor, quiero estar contigo.

Cassandra, volvió a besarlo, y él la tomó de las mejillas para corresponderle el beso también. Lo único que restaba por quitar era la ropa interior de él.

—Cassandra, ¿estás segura?

—Nada de lo que me digas, me hará cambiar de opinión, Keith.

Su marido volvió a besarla con mucha pasión, una pasión que ni siquiera él sabía que tenía dentro de su ser. Amaba a aquella mujer, y hacía muy pocas semanas que lo había comprendido. La ubicó debajo suyo, para que no se alejara de él y ella, lo único que hizo fue enredar sus brazos y manos alrededor del cuello de su marido.

Amor, dulzura y pasión se unieron en aquella suite de hotel. Cassie ni en sus sueños hubiera creído que su marido fuera tan delicado, amoroso y apasionado, Keith, jamás imaginó poder amar de aquella manera tan verdadera, y aquella misma noche lo comprobó en su piel y dentro de su ser.

Quedaron de costado, él detrás de ella abrazándola por su cintura, y ella posando sus manos en los brazos de él. Keith, le daba besos al costado del cuello, y ella se dejaba hacer.

—¿La invito a cenar, señora Astrof? —le preguntó oliendo su piel.

—De acuerdo —le respondió ella con una sonrisa.

—Te amo, Cassie —le expresó con total sinceridad mirándola a los ojos.

—Y yo a ti —le dijo ella, y él la besó, posando su mano en la mejilla de la joven mujer.

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