Capítulo 1

Inglaterrra, Hampshire 1795.

Toda historia tiene un comienzo y un final. Y es por eso que voy a relatar la mía desde el inicio.

Mi padres me pusieron por nombre Rosalie, al nacer una mañana fría de Enero en el año 1780. Rosie es el diminutivo que según mi madre me queda perfecto por que soy muy pequeña de estatura y mis mejillas siempre están teñidas de rosa.

Tengo tres hermanas mayores, si, tengo la suerte de ser la más pequeña. Beatrice, Evelyn y Christine. De veintidós, diecinueve y diecisiete años. Yo tengo quince jóvenes y soñadores años.

Mi padre es un reconocido doctor con un gran corazón que solo se compara con su gran adicción al juego. Tema que nos ha costado mucho económicamente, y que le ha dado a mi madre muchos dolores de cabeza.

Mi madre es una refinada dama que nos ha inculcado buenas costumbres y a ser honestas y sinceras.

Todo comenzó una soleada mañana de Septiembre, y fue como una rueda que gira tan rápido que ya no puede detenerse.

Me levanté temprano y me puse un sencillo vestido color beige con puntillas blancas en las mangas y en el cuello, y así vestida y arreglada, bajé a la sala a desayunar.

Mis hermanas ya estaban sentadas a la mesa, mis padres también.

-Buenos saludé- con respeto, para después tomar mi lugar en la mesa.

Un tema se comentaba sobre todos, el rico heredero que pretendía a Evelyn.

-¿Y a que hora debo estar lista, padre?preguntó Evelyn con una evidente emoción.

-El joven Darcy vendrá para el té, respondió mi padre con sencillez.

-Oh...Entonces me arreglaré con tiempo-dijo ella.

El joven Darcy era un heredero muy rico que tenía muchos hombres y tierras a su disposición. Recuerdo haberlo visto una vez hace un par de años y pensar que no me caía nada bien.

Recientemente había pedido una reunión con mi padre para poder cortejar a mi hermana. Era entendible, Evelyn era muy hermosa; alta, de ojos azules y un rostro perfecto. En cambio yo me parecí siempre más a mi padre; rubia y de ojos café.

Así que parecía que ella seria la primera en casarse y eso me parecía bien, aunque me daba un poco de pena, pues Beatrice era la mayor y seguía soltera. Que su hermana menor se casará antes de ella no sería algo muy bien visto.

En cuanto a mi, no tenía dudas de con quien me habría de casar llegado el momento. Sería con Harry, mi mejor amigo e hijo de un amigo íntimo de mi padre. Harry era solo dos meses mayor que yo; de piel aceitunada y cabello tan negro como sus ojos. Él sería mi esposo, ya lo habíamos decidido y esperaríamos hasta tener la edad suficiente para ver este deseo en comun realizado .Eramos almas gemelas, nos apasionaba lo mismo; pintar, leer y cabalgar.

Sin darme cuenta suspiré al pensar en esto y Christine me miró entendiendo.

-Ya deja de soñar con Harry, te ves muy tonta-me susurró, molestándome como acostumbraba.

-¿Y a ti que te importa porqué o quién suspiro? Ni siquiera tienes corazón-le dije también en un susurro.

-Lo tengo, pero no lo malgasto en tonterías-siguió diciendo en voz baja.

-No, tú solo malgastas saliva para decir cosas sin sentido-respondí. Y esta vez todos me escucharon.

-¡Rosie!¡Christine! ¿qué pasa ahí?, ¿porqué susurran? Es de muy mala educación-nos regañó mi madre.

-Perdón, madre-dijimos a coro. Pero nos seguimos mirando con enojo.

El día paso rápido y la tarde nos encontró arreglándonos para la visita del pretendiente.

Yo con pocas ganas. Soy de naturaleza sencilla y no me gusta esforzarme tanto en mi aspecto. A Harry le agrado así, y con eso me basta.

Suspiro otra vez.

A la hora acordada estamos todas sentadas en el comedor como muñequitas de feria en oferta.

Me aburro soberanamente pero las miradas penetrantes de mi madre me obligan a quedarme quieta.

Al final tocan la puerta y el susodicho entra con paso firme y una sonrisa en su boca. El joven Darcy es rubio y tienes unos rizos que se me hacen particularmente graciosos. Es alto, muy alto y tiene ojo celestes. Es bien parecido, supongo, pero igual a la primera vez que lo vi, hay algo en él que no me agrada.

Yo lo miro con cara de " Tu sonrisita no me engaña", él me mira por un segundo y veo una reacción sincera brotarle en respuesta: cinismo.

Pienso en que me voy a mantener muy alejada de él... todavía no sé que el destino quiere todo lo contrario.

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