—¡Eso qué, V!— exclamó con una mezcla de sorpresa y diversión en su voz, alzando una ceja con expresión traviesa.

Con una sonrisa que delataba mi orgullo, respondí: —Fue un reflejo—. Mis palabras se acompañaron de un gesto triunfante, como si acabara de ganar una pequeña pero significativa batalla.

—Ay ajá... Pero... ¡apuesto a que no contabas con esto!— dijo J, incorporándose de la cama con una energía inesperada. Antes de que pudiera reaccionar, me rodeó la cintura con sus brazos y, en un movimiento rápido, nos hizo caer juntas al suelo. En el forcejeo, terminé encima de ella, nuestras respiraciones entrelazadas.

De repente, sentí cómo mis mejillas se encendían, alcanzando un tono rojo vivo como jitomates maduros. La vergüenza me invadió, pero no me moví, atrapada en ese momento. J, con una sonrisa pícara dibujada en su rostro, me miraba fijamente, sus ojos brillando con diversión. Intenté ignorar su mirada, fingiendo que no me daba cuenta de su expresión.

Con un esfuerzo titánico, traté de ocultar mi sonrojo, pero mis intentos fueron en vano. La calidez en mis mejillas era imposible de disimular, y cualquier intento de parecer indiferente sólo servía para profundizar mi vergüenza. Sin embargo, el momento compartido, a pesar de su incomodidad, también tenía un toque de magia, una chispa que lo hacía inolvidable.

—Parece que alguien se puso rojita— dijo J en un tono burlón, sus ojos brillando con diversión mientras me observaba.

—Cállate...— murmuré, mi voz apenas audible, mientras apartaba la mirada, tratando de ocultar mi vergüenza.

J soltó una risita y, antes de que pudiera reaccionar, me rodeó con sus brazos en un abrazo cálido y envolvente. —Venga, V, no es para tanto— susurró suavemente, su aliento rozando mi oído, cosa que me excitó un poco.

El calor en mis mejillas no disminuyó, pero sentí una chispa de ternura en su gesto. A pesar de la burla inicial, su abrazo me hizo sentir segura y apreciada. Poco a poco, me relajé en sus brazos, dejando que la incomodidad se disipara.

Finalmente, tomé una respiración profunda y miré a J a los ojos, encontrando en su mirada un destello de cariño y complicidad. —Eres imposible— dije con una media sonrisa, sabiendo que, a pesar de todo, disfrutaba de esos momentos compartidos.

J sonrió de vuelta, su expresión suavizándose.

 —Y tú me encantas—

Me sonrojé más con ese comentario, la miré a los ojos, y cuando menos me di cuenta, estaba besando sus cálidos y suaves labios. Sentía cómo ese tierno beso se volvía uno apasionado, y cada vez nos faltaba el aliento, haciendo así gemidos ahogados.

Finalmente, nos separamos, dejando un hilo de saliva uniendo nuestras bocas. Nos quedamos mirándonos a los ojos por un momento. Aún estábamos en el suelo.

Estaba ya demasiado excitada, y parecía que J también lo estaba. Tomé una decisión finalmente.

Un poco de placer no haría daño...

Holaaaaaaaaaaaa!!!! espero que el capítulo haya sido de su agrado, guapísimo lector o lectora, nos vemos en el siguiente, byeeeeeeeeeeeeeeeeeeeeee!!!!

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