capitulo 8

Con su mirada en su guardarropa yacía Cameron, pensativo e indeciso al momento de escoger su ropa, no sentía que esa ropa fuera adecuada para la ocasión a la cual fue invitado.

‹No quiero verme humilde pero tampoco quiero aparentar algo que no soy, sé que el Adair y su familia es muy diferente a los adinerados que suelen existir, pero no puedo decir lo mismo de los otros invitados y de los hijos de esas personas.

Estoy seguro que de todos yo sere el único en no ser de la clase alta, porque del círculos de amigos de Adair y en el consejo estudiantil solo yo, no soy adinerado. De igual manera ellos no me ven por lo tengo sino por lo que soy.›

Cameron cerró las puertas de su guardarropa, procedió a bajar a la sala y hablar con su papá al respecto, que le diera una solución a su indeciso momento.

—Papá.

—Sí, cariño.—Deja de mirar al frente para ver a su hijo, sonriéndole cariñosamente.

Juliano disfruta de unas frituras mientras mira la televisión, este día es su descanso y ver su programa favorito es lo único que alivia el cansancio en su cuerpo obtenido toda la semana, en su cafetería.

.—¿Te preocupaba algo?

No me gusta verlo triste o dolido por su hermano, hasta muerto le causa daño a mi pequeño. Estuve arrepentido de haber permitido que mi esposo, le confesará sobre la muerte de su hermano, acusa de eso Cameron se puso muy mal y tocó llevarlo al hospital.

No quiero volverlo haber en ese estado, sentí que mi corazón se saldría de mi pecho. Tan ansioso estaba que le terminé por gritar a mi esposo, no quiera pero los nervios pudieron más que mi razonamiento.

—¿Te acuerdas de lo que te hablé hace unos días?—Padre no está, ¿dónde estará?

Él no quiero demostrarlo y mucho menos preocuparnos pero yo lo sé, él solo se está haciendo el fuerte como todos nosotros, sin embargo a mi padre es al que mas duro le ha pegado la muerte de mi hermano, le sigue causando mucha tristeza.

Tal vez si esas personas nos trajeran sus restos, está tristeza y agobio se reduciría a un 30% porque le estaríamos dando sepultura, un descanso, y no solo con sus restos esparcidos en ese sitio donde nadie puede acceder.

—Sí, no lo podría olvidar.

‹Quién diría que mi pequeño iría a un lugar tan elegante como lo es la familia Zat, sabia que el hijo mayor iba a ese colegio, solo no esperaba que Cameron se terminaría involucrado con él, siendo amigos.

¿Le gustarán los alfas a ese joven? Se dice que Adair Zat es un joven amable, gentil con las personas por igual sin mirar estatus social o subgénero. Un chico con el pensamiento de casarse por amor y para toda la vida, alguien muy mojigato por decirlo así.

A pesar de ser beta tiene lo suyo y seguramente es él quién heredera la empresa, tiene ese aire de ser un gran Ceo en un futuro. Como siempre mi Cameron siendo amigo de personas excepcionales.›

Juliano se sentía muy orgulloso de su hijo, no había día que no alardeara sobre su hijo, en la cafetería. Hasta tiene un gran marcó colgado en la pared, esos grandes ojos azules resaltan muy y son llamativos por lo que las personas suelen entrar solo por curiosidad.

—Verás, siento que mi ropa no es la adecuada. ¿Puedo ir al centro comercial?—Sugiere.—Sere lo más ahorrativo posible.

No podré darme el lujo de llevar un traje de marca, pero puedo comprar algo suficientemente bueno para verse caro, en el centro hay tiendas con ropa muy cómoda.

—No tienes ni por que preguntar.—Le entrega la tarjeta de crédito.—Puedes ir al centro comercial mas caro, gasta lo que quieras, cariño.—Besa la frente de su hijo.

Mi hijo no asistirá vistiendo ropa sencilla, no permitiré que los de la alta clase se burlen de él. Aparté es muy probable que se tome una foto con Adair, y esa foto puede aparecer en los medios de comunicación. Mas por eso tiene que ir muy bien vestido, voy alardear de esto con mis amigas.

—Hoy es un día de esos especiales donde no tienes porque reprimirse.—Abraza a Cameron.

—Papá...

—No te preocupes por el dinero.

Mi esposo no lo sabe pero, estoy hablando con un abogado, que me dé asesoría con respecto al seguro de vida de Agni. Tengo pensado pelear por el, no voy a pedir que sea llevado de mis manos. Muy pronto tendré ese dinero en mi poder, no pienso permitir por ningún motivo que se vaya a la caridad. Eso no es para nada justo, no murió para alimentar a otros que no sea su familia.

—Lo repondré la próxima semana, hay muchos pedidos últimamente y tu padre también estuvo de acuerdo en que gaste lo que necesites.

—¿En serio?

—Sí, muy en serio. Solo ve por esa ropa.—Busca un abrigo, el cuerpo de Cameron es propenso a sentir frío.—¿Gustas que te acompañe?

El centro comercial mas caro queda a tres horas de aquí, pero si va en taxi y el tráfico no es malo entonces estará llegando en menos de dos horas. ¿Debería ir con él?

—Quiero hacerlo solo.—Deja su celular en el bolsillo.—Me iré ya.—Besa la mejilla de su papá.—No tengo mucho tiempo, tengo que estar en la casa antes de las 1:00 de la tarde.

La villa-mansion de los Zat queda a cinco horas de aquí, y la fiesta esta programada para dar inicio a las seis de la tarde. Lo bueno que será mi padre quien me vaya dejar y traer de regreso, el es bueno manejando, tomando a tajos para llegar más rápido.

—Me llamas cuando estes ahí.

—¡Sí!—Sube al taxis.

Cameron iba muy animado en busca de su traje, mientras tanto los Zat se encuentra comprando toda la ropa que Agni, se había puesto y que le quedaba muy bien. Mas bien eso de comprarle la ropa era idea de Adair, con solo una mirada dada a su padre, entendiendo de inmediato con respecto a lo que quería su hijo mayor.

—Esto es mucho para mi, señores Zat.—Salio del probador con traje de dos piezas, casual.—Con solo tres conjuntos es mas que suficiente, no es necesario tener tanta ropa cuando solo usaré siempre mi uniforme de guardaespaldas.

—Es mi regalo de cumpleaños adelantado.—Expresó Dewei.—También el de mis padres, te daremos tanto como queremos.—Los señores Zat asisten en acuerdo.

—¿Qué?—¡Mi cumpleaños!

Me había olvidado de algo como eso, mi cumpleaños no sea celebrado desde hace un tiempo que hasta me olvide por un momento de eso. No es como que lo iba a celebrar para tenerlo presente.

—Agni, tú me dijiste que la próxima semana estás cumpliendo años. Para ese entonces no estaré presente, iré con mis padres al extranjero por dos semanas.—Mueve sus piernitas que cuelgan de alto sofá.—Es por eso que planeamos comprarte muchas cosas.

—¡Pero es el cumpleaños del joven maestro Adair!—No quiero que este momento se vea arruinado por mi culpa.—Es él quién debería de estar eligiendo todo lo que le guste...

—Ya tengo en mis manos lo que me gusta.—Expresa con su mirada en la revista de moda sostenida en sus manos.—Desde hace unas semanas que recibí mi regalo de cumpleaños, ¿verdad, padre?—Hojea la revista.

Anatoly sudo frío y dejó de respirar al ver la hermosa mirada penetrante de Sunny, sobre su cara. Era como si su esposa le diciendo; " Anatoly Zat, ¿dime qué ese regalo no es lo que estoy pensando, verdad? Porque si es así tú y yo vamos hablar muy seriamente, con posibilidad de que duermas en el sofá."

—Agni, ¿puedes irte a cambiar si gustas?

—Sí, señor Zat.—Volvio al probador

—Anatoly.—Sonríe sin que llegue a sus ojos.—Se puede saber que regalo fue.—En está ocasión vio a su hijo mayor.—Adair, tesoro. ¿Le dirás a papá, verdad?

El beta casi salta del susto al ver a su papá, girar la cabeza como una persona poseída, dándose cuenta que había metido las dos patas, se le soltó le lengua frente su papá.

—Papá, quiero ir al baño.—Dewei levanta sus manitas.

—¿Otra vez?—Dewei solo asistió—Bien, vamos al baño. Tesoro.—Lo levanta en sus brazos.—No mas jugo hasta llegar a la casa, ¿sí?—Besa la mejilla del pequeño.

—Esta bien, no más jugo.—Abraza el cuello de su papá, en el proceso mira a su padre y hermano.

"Me deben una" Les hizo saber con una sonrió poco común en él. "Todas las que quieras" Expresaron, levantándole el pulga. Su pequeño Dewei había notado el nerviosismo en su padre y hermano, como bun niño los saco de ese aprieto e interrogación.

‹¿Qué irá a pedir ese pequeño? Se ve tierno pero no hay que confiar en su ternura, sigue siendo un Zat después de todo.› Es lo que estaba pasando por la mente de padre e hijo.

—Si dormía en el sofá me las ibas apagar, querido hijo.

—No me podrías hacer nada, querido padre.—Sonríe perverso.—Yo que me acuerde no he echo nada malo, padre.—Esa sonrisa se fue ampliando.—¿Te he pedido ayuda? Soy un ser inocente en todo esto, una víctima. Fue padre quien me entregó a mi pequeño y adorable cachorro, yo solo acepté porque no podía dejarlo solo y desamparado.

—Tú pequeño demonio.

Adair solo sonrió ampliamente y muy descaradamente al ver a su padre, controlar sus ganas de darle un buen manotazo tras su nuca.

—Creo que me llevaré con nosotros a Agni, al extranjero.—Era el turno de Anatoly de sonreír.—Dewei estará encantado de tener con quién jugar...

Adair golpe con la mesa con sus nudillos, podía tolerar todo pero menos que se metan con su cachorro, ahí si deja su lado amable y saca las filosas garras escondidas tras su fachada de chico dulce.

—Quita esa expresión negra de tu rostro, él está por salir.—Le hace saber a su hijo.

—¿Dónde están el señor Sunny y el pequeño Dewei?—Preguntó Agni, el venía saliendo del probador ya con la misma ropa que traía antes de llegar a ese lugar.

—Llevo a Dewei al baño.—Le hizo saber Anatoly, suspirando aliviado.

Gracias a mi pequeño bebé evadir las preguntas de mi esposo, también gracias a él no dormiré en el sofá. Eso sería lamentable y horroroso, no puedo dormir bien sino estoy abrazando la espalda de mi amado Sunny.

Sin embargo estoy seguro que tarde o temprano volveré a ser interrogado, ya para ese momento tendré una respuesta lo suficientemente creíble, no puedo decirle que soy complice en las fechorías de nuestro hijo mayor.

—¿Puedo dar una vuelta alrededor?—Me gustaría comprar algo con mi propio dinero, no hace mucho recibí mi primer paga.

—Ve, no es necesario que pidas permiso.—Comunicó Adair.—Solo no tardes mucho porque nos estaremos yendo pronto.

—Sí, no me tardaré. Será rápido.—Salio casi corriendo pero con una gran sonrisa en sus labios.

Si Adair hubiera visto estaría rechinando sus dientes. No le gusta la idea de que esa hermosa e inocente sonrisa de su cachorro, sea vista por otras personas que eran indignas.

‹¿Cuál tienda tendrá los mejores productos? Quiero algo muy caro pero no escandaloso, no tengo tanto dinero pero si lo suficiente para comprar lo que estoy buscando.›

Agni deambulo por diferentes tiendas, nada le llamaba la atención ni le parecía lo suficientemente bueno para dar como regalo, sí. El alfa quería darle un regalo a su joven maestro, mas no sabía que Adair sería feliz con solo recibir un abrazo de su parte.

—Oh, eso se ve muy bonito.—Suspiro aliviado al ver que encontró algo antes de que sea hora de irse, sin darse cuenta que desde la distancia alguien notó su presencia.

—¡¿Agni?!—Murmura Cameron.—¡Agni!—Alzo la voz para que sea escuchado, subiendo casi corriendo las escaleras.—¿Dónde está?—Lo buscá con su mirada.—¿Acaso me lo imaginé...?

—¿Vicepresidente del concejo estudiantil?—Se interpuso entre la mirada de Cameron y la tiendan donde había ingresado Agni.

—¡Joven maestro Kel!

No hay nadie, ¿en serio solo fue producto de mi imaginación? Tal vez estoy estresado. Además si fuera Agni el no andaría aquí como si nada, tengo que meterme en la cabeza que él ya no está en este mundo, pero al parecer muy dentro de mí tiene la esperanza de que no sea así.

—Y solo dígame Cameron, por favor.

—Como gustes, ¿buscas a alguien?

—¿Por que lo pregunta?—Por lo visto él también está aquí en busca del regalo de cumpleaños para Adair.

—Mientras me dirigía al estacionamiento subterráneo, me pareció escucharte gritar, por eso me acerque.

—No es nada, solo creí que había visto a un conocido.—Tengo que ir rápido por mi traje.—Bien, entonces siga su camino.

—Sí, que te vaya bien.—Mueve de un lado a otro su mano.—Ya sé fue, puedes salir.

—Muchas gracias.—Eso estuvo cerca, escuchar la voz de Cameron me asustó y solo pude correr a esconderme con la ayuda de este joven.

—No es nada.

¿Qué relación tendrá con Cameron? Una no muy buena si se anda escondiendo de él. Quién lo diría, no me lo esperaba del intachable vicepresidente del consejo estudiantil.

—Pero si estás agradecido, ¿podría obtener tu número de celular?—Es muy lindo, sus ojos son tan cafes que tienen ese no se que.

Sin embargo es alfa y yo prefiero los betas, pero creo que este es el tipo de Adair, ese aire a cachorro es muy del estilo de ese loco, loco y todo pero cuida, protege lo que le gusta. Es por eso que estoy pidiendo su número, para conocernos y luego presentarle Adair.

—¿Mi número?—Retrocede.

—No tengo malas intenciones solo...—Se tensó y casi brinca de susto al sentir esa presencia que solo él conoce, detrás de él.—¿A-Adair?—Giro lentamente su rostro.

—Quieres perder tus ojos, ¿verdad?—Fue un susurró pero para Kel, fue como escuchar el susurro de la muerte tocando su puerta.—Agni, Dewei te está buscando. Si ya terminantes con las compras regresa.

—Sí.—Se fue sin pensarlo dos vez, no quería darle su número celular a Kel.

—¡Agh!—Frota sus brazos.—¿Por qué me pellizcas?

—Todavia preguntas, agradece que no te pinche los ojos poe mirar lo que no debes.

—¡Oh!—Arquea su ceja.—Ese chico...

—Cierra la boca, hablaremos de eso después.

—Que sea hoy, en tu fiesta de cumpleaños.—Es muy curioso.

—Como sea, me voy. Mis padres me están esperando.

Kel suspiro aliviado al ver evadido la muerte, pero también sabía que eso se debía porque estaban en público, si hubieran estado en privado un pellizco no sería lo que estaría recibiendo. Rogando al cielo que su amigo se olvide de este incidente, lo que es muy poco probable.

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