capitulo 15
El tiempo a su alrededor parecía correr casi en cámara lenta, tan lento que ambos no solo podían escuchar el sonido de sus respiraciones sino que también; podían escuchar el resoplando del viento sacudiendo gentilmente las hebras de sus cabellos, e incluso sentía que el viento se alió con su entorno y la naturaleza para acercar sus cuerpos sin dejar nigún espacio entre ellos, pegándose suavemente al igual que sus labios se siguen dando ese dulce afecto.
Olvidando por completo que el lugar donde se encuentra no es del todo un paraíso, bueno si, pero para las personas que yacía descanso bajo tierra. Sin embargo, para ambos no parecía importa el lugar si no lo que se está compartiendo con la otra persona.
principalmente esa atmósfera repleta de tensión y sentimiento, deseos que les hizo cerrar instintivamente sus ojos e ir en busca de los labios del otro. Eso era lo único que les era mágico.
‹Cada vez que sus finos labios se enredan con los míos siento esa inexplicable y jugosa suavidad, seguido de una dulzura nada empalagosa pero deliciosa al punto en que podría volverme adicto a esa sensación, dulzura.› Adair entre más sentía los labios de Agni, más se convencía que ni su fruta favorita al disfrutarla no se podía comparar ni mucho menos obtener ese glorioso sabor y sobre todo esa sensación de satisfacción.
Lo único que podría seguir dándole algo así de sensacional es el seguír sintiendo los labios del alfa, no quería alejarse sin importar sí se queda sin oxígeno. Él nunca estuvo tan orgulloso de su habilidad de mantener su respiración por cinco minutos bajo el agua, solo que en es este instante no está precisamente en el agua pero era muy útil y eso es lo que cuenta.
Adair no era él único en prestar atención a esos sentimientos y sensaciones tras sentirse los labios del otro, Agni también se encuentra absorto en ello, sobre todo grabando en su corazón y mente este hermoso momento que podría ser último porque cuando vuelva en sí, cabía la posibilidad de que no se hable del tema o surja una incomodidad entre ambos.
—Nmg~—Nadie a parte de ellos dos saben sobre el dueño de ese leve murmullo que se escapo de sus labios, será un secreto entre ambos para no avergonzar al otro.
Aunque se podía ver un leve color rojo en las puntas de las orejas de Adair, ¿sería él el dueño de ese sonido? Tal vez no, también se pudo haber sonrojado tras escuchar ese ruido erótico saliendo de los labios de Agni aún cuando sus labios siguen uniéndose.
‹¿Qué fue ese sonido? Fue raro pero el escucharlo provocó un cosquilleo en mi corazón, ¿por qué? ¿Fue por qué es un sonido que bien pudo provenir de mí o mi joven maestro, no lo sé. Así como no sé que está pasando exactamente entre nosotros.
Mi mente no meda para mas y poco a poco se va pintando de ese color blanco pero no si antes, hacerme saber que tengo que atesorar todo esto, me dice que está bien el dejarme llevar por el momento, no hay nada malo en eso.
Que tal vez solo pueda experimentar algo como esto una vez en la vida, sin embargo parte de mí sigue sin perder por completo en esta felicidad. ¿Que pasará cuando toque salir de este hermoso sueño y tengan que despertar para volver a mi realidad? La realidad en la que solo soy su guardaespaldas ni más ni menos... Desde un principio no debí cruzar esa delgada línea entre amo y sirviente, ¿verdad?>
El alfa pretendía alejarse sutilmente del beta y en proceso encontrar una manera que entre los dos no haya incómoda, pero el beta también con sutilidad rodeó la cintura de Agni e impidiendo que se vaya de sus brazos.
‹La distancia entre nosotros dos se había ido por completo, sobre mi pecho podía percibir su respiración subiendo y bajado al ritmo de los latidos de su corazón traspasando mi corazón, volviéndose así, un solo corazón...¿era así de cursi?› Una sonrisa se adueñó de sus labios, con la intención de volver ese beso un poco más intenso.
No obstante, al instante en que Adair busco la forma de profundizar ese beso, los vellos de los brazos de Agni se erizan pero no precisamente por el espléndido ambiente, no. Fue más porque sus instintos le advierten de algo pero no sabía de que.
—¿Agni?—A penas y logro nombrarlo correctamente ya que, su respiración yacía extremadamente agitada.
‹Me confundió su repentina reacción y mas cuando solo quería arrullarlo en mis brazos, sentirlo todavía más cerca mientras nuestros labios seguían profundizando el glorioso beso. ¿Por qué alejó? ¿Se quedó sin aire y quería respirar para no sentirse cansado?› Su mirada cae sobre el rostro de Agni, si estaba casi jadeando pero no sé alejó del beta por eso.
Más bien sus tiempo vivido en la infantería y todo lo realizado ahí, le está ayudando en este instante al percatarse de cierto movimiento a la distancia, preocupado de que sea algún tipo que quiera hacerle daño a Adair ahora que sus padres se fueron al extranjero.
Para algunos rivales o enemigos de la familia Zat el que no esten presente es ventajoso para esas personas que quieren ver caer a los Zat, pensando seriamente en si deberían pisar un poco de esas tierras peligrosas llamada familia Zat ahora que no están los manda más.
No les importaba perder unos cuentos leales hombres, no si al final logran obtener lo que quieren y eso es raptar a Adair. Que para ellos es solo un beta "amable y demasiado débil." Ese es el mayor error el creer que Adair es una blanca palomita, y ese error les acostado la vida a varios que han intentando llevárselo a él o a su hermanito.
—¿Agni?—Busca llamar su atención.
—Aguarde.—Su dedo en sus labios era una señal para que Adair se callara, eso provocó un raro brillo en los ojos del beta.
Adair lo dejaría pasar pero solo por este momento porque más adelante tenía planeado castigar a Agni, por esa evidente falta de respeto, o puede que sea mas una recompensa que castigo que estarían disfrutando lo dos.
—A-Alguien se está acercando.—Dijo mientras se ponía de pie cubriendo a Agni, al mismo tiempo que busca normalizar su respiración, ese beso lo dejo sin aliento.
—Era eso.—Que molesto que venga alguien justo cuando teníamos un momento, uno que podría tardar en volver a ocurrir.—Es lógico que venga alguna persona si después de todo estamos en cementerio...—El beta quiso reírse a carcajadas al caer en cuenta de que su primer beso fue nada menos que un cementerio, rodeado de tumbas de personas muertas, "muy romántico."
—No me había dado cuenta de eso.—Respondió sarcásticamente antes de darse cuenta que Adair, no es su igual.
—Con que sarcástico mi guardaespaldas.—Mi cachorro.
Sabía que Agni es muy bueno pero a superado mis espectativas, ¿como logro notar tal presencia desde esa distancia y la nuestra? Quizás se deba no únicamente por sus sentidos desarrolladora, sino que también por ser un alfa. En cambio yo solo me puede percatar de esos pasos ya cuando estan a unos metros...¿son más de dos personas?
—Me disculpó.
Bajo levemente su cabeza en señal de disculpa, sin dejar de observar a todos lados, con sus manos tras la espalda esperando cual movimiento que lo llevara a quitarle el seguro a sus dos armas aun aseguradas en el arnés.
‹Se que esto es un cementerio, pero las únicas tumbas limpias y con flores es la de mi abuelo y tía. Las demás es como si sus familiares los hubiesen olvidado el mismo día que los enterraron. ¿Entonces quién vendría a este solitario lugar?
¿Acaso son mis padres o Cameron? Tendré la mala suerte de encontrarme con ellos justamente hoy, ¿por tenía que ocurrir algo como cuando estaba teniendo un inolvidable momento?› Agni de solo pensar en su familia sus músculos se tensan, un malestar en su estómago le produce náuseas.
Tarde o temprano tenía que enfrentarse a ellos pero sigue siendo agobiante, no quiere verlos a los ojos y ver esa expresión de felicidad al verlo vivo porque sabría al instante que, esa felicidad no sería genuina.
El alfa temía no tener el coraje suficiente para ponerlos en su lugar, preguntar tantas cosas y sobre todo dejarles en claro que así viva en la calle no piensa volver a vivir con ellos. Agni no tiene pensado vivir una vida de mentiras con esas personas donde él siempre a sobrado.
—Vamos.—Adair lo sostiene de la mano.
Soy un tonto que no se puso a pensar que esas personas podrían ser la familia de Agni, eso sería un problema porque todavía no tengo a la mano las evidencias que me ayuden a revocar su derecho de ser los tutores legales de mi cachorro.
Sé que son sus padres pero puedo revocar todo derecho de seguir criando a Agni, solo debo de demostrar que desde un principio ellos dos fueron padres negligentes. Pero aquí lo más importante es lo que Agni quiere y en que momento no quiere encontrarse con sus padres.
—Podemos salir por ese lugar si nos damos prisas.—Señalo unos arbustos.
—¡Pero su ropa se dañará..!
—Eso es lo de menos.
Tan lindo preocupado por mi ropa lo cual es algo materia, algo que se puede remplazar pero no la comodidad y el bienestar de mi cachorro y solo quiero que deje de poner esa expresión triste.
—Joven maestro.—Dijo al ver correr a Adair.—Me pregunto quien es el guardaespaldas aquí.—Sonrie.
El agobio que había sentido de solo imaginarse ver ha su familia se fue quedado atrás entre más corría junto a Adair, quien la estaba pasando bien el experimento algo así. Recordado esos años en que corría por los jardines de su mansión, huyendo de su padre, Anatoly.
—Esto es divertido.—Agni se quedó sin aliento y no precisamente por correr, fue por la deslumbrante sonrisa de Adair.
Era una sonrisa muy genuina siempre suele ser la cuando está con Agni solo que está vez es mucho más, una sonrisa que venía desde el fondo de su corazón y no era solo por recodar su niñez es mas esa sonrisa fue lograda por todos los momentos vividos con el alfa y están por vivir.
—¿E-Es su tumba?—Preguntó con su voz desesperada y jadeante, el subir la colina le fue difícil con su pierna lastimada.
—¡Jefe!—Tres persona se arrodillan en un pierna.—Lo sentimos, jefe—Baja sus cabezas.—...Es su tumba.—Confirman.—¡Jefe!—Exclaman preocupados al verlo caer.
—¡No...no puede ser!—Sabia a lo que se enfrentaría al venir al cementerio, pero muy en el fondo tenía la esperanza que la informa fuera un error.
Mientras subía la colina con dificultad (tiene poca movilidad en la pierna izquierda, le es difícil caminar por lo que usa bastón) él nunca dejo de suplicarle a Dios que todo se tratará de una equivocación, que ella no podía estar muerta.
—C-Cariño.—Se arrastra hasta la lapida.
Al ver la foto de su amada ahí le reconfirmo que ya no está en el mundo de los vivos, desatando una furiosa tormenta de dolor, tristeza en su mirada marró verdoso.
—Mi...amor lo lamento tanto.—Su voz se quebró por completo.
‹No había cosa mas agonizante y cruel que volver por tu amada, cumplir por fin la promesa que nos hicimos pero la vida te golpea con miles de cuchillas al decirte que ella murió, murió hace tanto tiempo y tú ni enterado pero no porque no lo quisiera, no podía ponerle en peligro, ¿todo para qué? ¡No la puede proteger hasta el último día de su vida fuí un prometido verdaderamente inútil.› Sostiene con fuerza el collar en su cuello.
—¡Perdón... perdón por llegar tanta tarde!—Súplica desgarradoramente.—Lo siento, lo siento.—Estrella su cabeza una y otra vez contra el suelo.
—Jefe, por favor.—Impiden que siga golpeándose.—No es su culpa...
—¡Claro que lo es!—Se suelta de sus agarres.—¿Quién me garantiza que no murió de tristeza?—Preguntó con culpa y repudio asimismo.
—No puedo decir que entiendo por lo que está pasando pero, ¿no cree que debería de reunirse con la familia de ella? ¿Tenía un hermano?—Y es el único vivo porque creo que esa otra lapida le pertenece al padre.
—Largo de aquí, quiero estar solo.
—Jefe...
—¡Dije largo!—No tenía cabeza para nada más, solo quería estar a solas frente a la tumba de su amada.
—Bien.
Ellos se fueron no sin antes darle una mirada a ese hombre de formidable figura que en este instante se ve desecho, hecho pedazos mientras abraza su rodillas como un niño resentido con la vida.
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