capitulo 11
La bulliciosa música de pronto dejo dejó de sonar solamente para Agni, escuchar a su hermano nombrando su nombre basto para que su cuerpo se volviera extremadamente rígido y su alrededor sumamente silencio al punto en que su espalda parecía una cascada, por la sudoración.
A sus ojos todo pasaba en cámara lenta para segundos después percibir cómo el tiempo se detuvo, creyendo que le estaban dando una oportunidad de salir corriendo antes de que Cameron, termine de girarse y su mirada se encuentre con la de un perplejo y horrorizado Agni. Sin embargo, por mas que Agni quisiera salir corriendo no podía, sus piernas no querían seder a sus órdenes.
No respondían y si lo hacían sería solo para terminar desplomado en el suelo, algo que no quería porque eso sería arruinar la noche de Adair. Se supone que es su cumpleaños, un día especial.
Hay tanto caos en la mente de Agni que ni siquiera puede pensar bien, él solo cerró sus ojos mientras escuchaba los latidos de su corazón, jamás se habían escuchado tan alterados como lo están ahora al punto en que siente una agobiante presión que le corta el flujo de respiración, queriendo aflojar la corbata pero sus manos son un manojo de nervios, sin fuerza.
‹¡Es es Cameron! ¿Qué hace el aquí? ¿Es compañero del joven maestro Adair?...¡No quiero verlo o que me vea!...no quiero ir con mi familia! Sin embargo lo que mas me preocupa es arruinar la fiesta de mi joven maestro.
Que esas personas prestigiosas se burlen de él por mi culpa. Por traerle problemas, pueden llegar a usar mi comportamiento como una falla encontra él mas adelante, uno nunca sabe.› Agni no se percató de como su pecho subía y bajaba rápidamente a causa de su respiración agitada, su cuerpo le está enviando señales de que si no se calma entrará en hiperventilacion.
Pese a las advertencia que le enviaba su cuerpo, Agni no hizo caso o mas bien no pudo calmar su ansiedad de encontrarse con esos ojos azules. Eso fue mas bien un detonante para que él fuera transportado a los primeros días, infernales, en la infantería.
Se escuchan ruidos burlones por todo el lugar principalmente en las duchas, ahí habían uno chicos tres o cuatro años mayores que el chico que yacía en el suelo, temblado, abrazando su cuerpo pensando que de esa manera dejaría de sentir frío.
Ese chico tirado en el suelo era nada menos que Agni, esos chicos lo habían encerrado en la ducha que luego de unos horas, se pone demasiado fría y el agua también deja de ser calienta. Es por eso que les dieron órdenes estrictas de cuánto tiempo podían estar y la hora en que tenían que salir.
Agni al estar cuidando a los chicos de su grupo, (tres Omegas, dos masculinos, una femenina y tres betas femeninas) no se metió a bañar hasta que salieron porque los demás grupos, solian entrar a las duchas solo para mirarles sin ropa. Agni cómo el capitán tenía que cuidar a su grupo por lo que se quedaba a fuera en guardia.
Mas no se esperaba que uno de los grupos lo terminarán encerrado, los demás no pudieron hacer nada para impedirlo porque mandaron a alguien a decirles que el superior los estaba llamando, no podían evitar ir asi sintieran que es una mentira porque ya estaban sabedores lo cruel que podía ser ese superior. Por lo que Agni también les dijo a su grupo que fueran.
—Eso te paso por ser estúpido.—Con su pie presiona la cara de Agni. En sus ojos no se le puede ver vida como si tarde o temprano su corazón dejará de latir.
Ese chico de largos cabellos, rubios. Tiene un aspecto feroz y ojos rasgados cómo los de un zorro, parecía tener unos 16 años. De complexion atlética.
—Te advertimos que dejaras de meterte con nuestras presas.—Sigue presionado con su pie la cara de Agni.—¿Por qué sigues metiendo tu nariz donde nadie te ha llamado?—Desde el primer día que lo vi me irritó.
—Vamonos antes de que alguien nos vea.—Sugiere uno de ellos, es un chico bien parecido de cabello, violeta, como sus pequeños ojos.—Seguramente con esto entenderá.—Esta al pendiente que nadie se acerque.
—Sí, capitán.—Expreso otro chico llamado, Eros. De ondulado cabello, color menta, y de grandes ojos verdes.—Ikki tiene razón.—Estuvo de acuerdo con ese secuaz.—Vámonos.
Estaremos en graves problemas si nos atrapan, o si esto llega a oídos de mi padre que supuestamente me envió aquí a reflexionar, también para evitar que entrará al reformatorio de menores. Mucho menos quiero entrar a la sala del castigo otra vez, ese lugar es espeluznante. Espero y con esto Agni dejé de meterse en el camino de nuestro capitán.
No entiendo del porque defiende a los Omegas, beta, como alfas que somos es nuestro derecho el poseerlos. Es lo que dicen mis abuelos, que los alfas nacimos para obtener lo que queremos de la manera que lo queramos.
Es por eso que hice lo que hice en es momento, pero mi padre en vez de alabarme me castigo de está manera. Bien dice mi abuelo que es un débil, permitió que ese juez diera tal sentencia. Cuando cumpla mi estancia aquí podré poner en su lugar a ese tipo, empezando por el molesto de Kel.
Ese tipo engreído solo por andar pegado a Adair, de seguro ya lo tiene cansado. Kel es tan molesto como su padre.› Sus ojos verdes se tiñeron oscuros al recodar la sonrisa de Kel, pensado en como borrarla se su cara.
Si estaba cumpliendo ese castigo era porque Kel, iba hacer un testigo crucial en la corte. Kel había visto como Eros ( de 13 años) se fue contra un Omega, pero el juez y padre de Ero llegaron a un acuerdo.
El padre de Kel con tal de que su hijo no estuviera envuelto en eso y saliera en la prensa acepto (aunque Kel no estuvo de acuerdo con eso). Fue así como Eron fue enviado a la infantería por dos años, sin divulgar su nombre y recompensar a la persona involucrada que gracias a Kel, no quedó con traumas ni ninguna herida.
—Capitan.—Eros agarra del brazo a ese chico de cabello rubio.
—Bien.—Es un lastima que sea un alfa porque es lindo, pero no le voy a los alfas así exista esa ridícula leyenda de que; existe una marca que uno a dos alfas, un indicador de que tienen un alma gemela.—Vamonos.—Salieron de ahí con una gran sonrisa en sus labios.
—Agh.—Gimotea de incomodidad.
‹Tengo tanto frío, no siento mis manos y la sangre en mis venas no está circulando como es debido... quiero irme a casa. ¿Por qué mis padres me están haciendo esto? ¿Qué hice mal? Ni siquiera les pido cosas, si quiero algo me lo hago yo mismo.
...¿Entonces por qué me odian tanto como para enviarme aquí? Si ya no me quieran en casa por lo menos me hubiese enviando como sirviente alguna casa de ricos.› Las lágrimas derramándose de sus ojos cuando pasaban por sus mejillas, ni siquiera las podía sentir cálidas. Su cuerpo estaba demasiado frío.
Agni cerro sus ojos con la esperanza de que si dejaba de sentir su pecho ya no dolería, que cerrando los ojos para siempre todo el dolor desaparecerá para siempre, de esa manera él se sentiría mejor, y ese odio, oscuridad dirigido a su familia no saldría de ese lugar donde lo mantiene cerrado. Agni no quería sentirse de esa manera, quería creer que su familia lo querían, engañadosé para no consumirse por el rencor por su padres.
—¡Agni!—Se escuchan los gritos a lo lejo.—¡Agni!
‹¿Quién me está llamando?...oh, son mis compañeros de equipo. No puedo rendirme aquí, ¿verdad. Soy su capitán y como tal tengo que protegerlos de todo aquellos que les quieran hacer daño...pero...pero tengo tanto sueño.›
Antes de darse cuenta había cerrado sus ojos pero entonces, cuando estaba hundiéndose en la oscuridad y el frío congelando sus huesos, él sintió unos brazos cálidos cubriendo su cuerpo mientras susurraban su nombre con desesperación.
—Agni.—Susurra cerca de su oído.
‹¿Quién me está llamando ahora? En su voz se nota una preocupación que agita mi corazón, ¿acaso hay alguna persona a parte de mi difunto abuelo que se preocupe por mí? ¿De quién es está calidez envolviendo mi cuerpo? Ya no tengo frío y he dejado de hundirme en la oscuridad.› Agni ya había regresado a la realidad y en estos momentos se encuentra siendo abrazado por Adair.
—Agni.—Vuelve a susurrar.
—¿Sí?—Lentamente abrió sus ojos solo para encontrarse con esos ojos casi dorados, mirándole con preocupación y terror mientras de su frente se deslizan gotas de sudor.
No solo el corazón de Agni se estremecio al ver esa expresión en el inexpresivo rostro de Adair, la piel del alfa también se erizo y por un segundo se le olvidó que ese chico es su joven maestro, correspondiendo el abrazo del beta.
Sus temblorosas manos se aferran a la espalda de Adair, mientras su rostro se esconde en el pecho del ya mencionado, haciendo todo lo posible para no dejar salir sus lágrimas.
Abrazo que no duró mucho mucho ya que Agni, se percató que eso no es correcto, que están en medio de toda las personas y eso sería un mal imagen para Adair. Mas no se había dado cuenta que desde hace un buen rato fue sacado de la fiesta.
Hace unos minutos atrás, cuando Agni se perdió en sus recuerdos...
Con sus manos vueltas un puño bajo la mesa y tras soltar un suspiro, Cameron giro su rostro preparado mentalmente para encontrarse con la persona que tenía la misma voz de su hermano, no obstante. Eso no pudo ser posible.
Adair de un segundo a otro ya estaba de pie frente a Agni, y Kel tampoco se quedo atrás. Él estaba cubriendo cualquier punto para que Agni no fuera visible para la vista de Cameron. Hasta el pequeño Dewei se dió cuenta de que algo andaba mal con la expresión del alfa.
—¿Ustedes son los amigos de mi hermano?—Dewei también decidió ayudar, jalando la ropa de Cameron para que lo ve él.
—Yo...—Seguía con la intención de querer ver con quién estaban hablando Kel y Adair.
—Sí, también somos integrantes del consejo estudiantil.—Respondió alguien más en vez de Cameron.
—Ya veo.—Sigue jalando la ropa de Cameron.
—¡Cameron!
—¡¿Sí?!—Solo entonces reaccionó al escuchar la voz de la secretaria del consejo estudiantil, ella es una señorita de hermosa cabellera carmesí, rizada. Y unas preciosas gemas ámbar.
—El joven maestro Zat, te estás hablando.
‹¿Qué pasa? No suele ser tan distraído, ¿por qué tiene tanta curiosidad por saber quién era ese chico? Seguramente es algún familiar de alguno de los empleados de este lugar.
Conociendo a Adair, lo amable que es. No me sorprendería que lo haya invitado a su fiesta de cumpleaños.› La secretaria del consejo estudiantil, no notó nada extraño al igual que los demás.
—Te estoy hablando desde hace rato.—Cruza sus manos.—¿Me estás ignorando?
‹¡Qué adorable!› Pensaron todos, y es que Dewei es un niño lindo, dulce y de regordetas mejillas. Solo que cabía la posibilidad que esa lindura se desvanecerá en un futuro, aveces los caminos de la vida son demasiado duros.
—¡No, no es así!—Él es el hermanito de Adair, es justamente como él suele descubrirlo.—Solo creí haber escuchado la voz de un conocido.
‹¿Volví escuchar mal? ¿Quién era esa persona? Escuchar la voz de mi hermano la primera vez, se podría considerar una equivocación, alucinación o escuchar de más. Pero una segunda vez, ¿cómo debo de considerar eso.› Llevo su mirada a esa dirección pero ellos tres ya habían desaparecido entre la multitud y sin que nadie notará nada extraño.
Actualidad...
—
J-Joven maestro yo...
‹Quise alejarme de él, pedirle disculpas por ser arruinar su momento con sus amigos, pero en eso él me apreso más fuerte a su cuerpo sin la intención de dejarme ir.
Solo entonces me percaté que estamos en la terraza y que frente mis ojos tenía un espléndido paisaje de deslumbrante mirada casi dorada. Viendo el reflejo de la luz de la luna que irradia de sus ellos, ojos que me miran solamente y únicamente a mí.› Agni cerro lentamente sus ojos, poniéndose de puntillas quedando a la altura de Adair.
—Agni...—Sus ojos se abrieron en grande y su corazón de un segundo a otro se volvió un tambor, ver esos finos labios acercándose a los suyos era demasiado para su corazón.
Adair cuando vino a darse cuenta sus ojos también se encontraban cerrados, a la espera de sentir esos suaves labios cayendo sobre los suyos, sin embargo este día no era uno de esos que tengan suerte.
—Joven maestro Adair.
Antes de que ese empleado cruzará esa puerta, Agni ya se había alejado dos metros de un Adair sin expresión en su rostro pero si con una oscuridad en sus ojos.
—Es hora de que corte el pastel...—Él sintió un escalofrío en su columna dorsal.
Ea la primera vez que veía ese tipo de mirada en Adair. Sintiendo como los vellos se le ponían de punta al mismo tiempo que presentía que sería su último día trabajando para los Zat.
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