parte 2: El callejón.
Akechi estaba caminando en las calles a altas horas de la noche estaba solo como la mayoría del tiempo en que Akira no está con el, pero será mejor está vez y las noches siguientes iguales a estás; porque hoy inicia su plan contra su progenitor, cada detalle está listo ahora sólo que la parte más difícil ejecutar sus órdenes, para ganar su confianza deberá trabajar como sicario; irónico que el detective estrella se vuelva un sicario incluso si es por satisfacción personal o algún otro motivo necesita esto tal vez para después partir tranquilo ¿Quien llorara por el? ¿Quizás Akira? Probablemente será el único que se acuerde de el cuando ya no esté. Tiene un amigo y tomara venganza de su padre tal vez no se le pueda considerar mala vida en todo esto.
La vibración de su bolsillo derecho lo saco de su consentracion, sacando su teléfono observa que es un mensaje de el chico de cabellos negros, no vio el contenido solo apagó su celular preguntándose cómo podría reaccionar al enterarse de dichas acciones y casi dando un pasó al pensar que podrá perder a su único amigó.
Gracioso es el hecho de que hace seis meses pensó que lo mejor sería no hablar con el, bueno el mundo siempre está lleno de ironías; sus pensamientos fueron disueltos cuando llegó dónde Shido le indicó en un callejón por los alrededores del distrito rojo de Shinjuku para su primer trabajo sería fácil el objetivo se encuentra en estado de ebriedad: familiar de un congresista afiliado con Shido que le podrá llegar a causar problemas a su campaña electoral, solo tendrá que hacerlo pasar como un accidente o un robó; cambió ciertos detalles de su apariencia con el disfraz que Kurusu le obsequio para que pueda andar tranquilo si lo desea - Incluso en estos momentos es de ayuda - murmuró para si mismo de forma inconsciente.
El objetivo estaba en un callejón ebrio y dormido sólo tiene que dar el disparo, de arma tenía silenciador y era de un calibre común, nadie lo descubriría y así apretó el gatillo con seguridad. Asestando un disparó en la frente cuando vio el cadáver y la sangré correr vino una sensación placentera que recorrió todo su cuerpo y una sonrisa torcida apareció en su rostro. Solo quedándose inmóvil viendo el líquido carmesí hacer un recorrido del cuerpo hasta el suelo con esa espeluznante sonrisa en su cara; esos segundos fueron tiempo suficiente para que alguien llegara a ese callejón por perseguir a un gato.
- Morgana ven aquí - una voz muy conocida le despertó de su trance momentáneo mientras un gato se a hacerca hasta donde está el cuerpo trayendo al chico que no deseaba que lo viera así del que no quería su desapruebo, su mala mirada más que nadie eso lo confundió y lo alteró , intentó ocultar su arma, pero antes de que lo hiciera el ojigris estaba en la entrada de ese callejón.
- ¿Akechi? ¿Porque estás...?- su rostro que siempre está sereno se vio alterado con una expresión de sorpresa.
Un gato, un cadáver y dos chicos estaban en ese pequeño espació el gato palpaba los restos mortales y los chicos se miraban entre si esperando alguien de la primera señal.
- Akira, esto no es lo que parece - maquinando una escusa rápida, pero antes de darla tomo al castaño de la mano para sacarlo de ese lugar y con la otra tomo a su gato
- No estoy muy seguro que pasa aquí, pero hablaremos luego que incubrir ésto - ante las últimas palabras volvió a señalar el cadáver.
- ¿Entonces porque salimos? - ahora todo era demasiado raro y no entendía ¿Debería estar en pánico? Pero ahora intenta ocultar un cadáver sin saber ni siquiera cómo, bueno incluso en esta situación podía estar feliz de alguna manera extraña y torcida.
En un rápido intercambio de palabras decidieron cuál sería el proceso con el que tratarán al difunto, así en acciones rápidas Akechi le dió un par de guantes al ahora cómplice, para ambos esto era demasiado rápido y babelico, aún así no hablaron más de lo necesario hasta terminar todo.
- Bueno supongo que te debo una explicación - ahora todo acabado parecía dudoso de dar una, pero sabía que estaba obligado.
El otro joven asintió; con una mano agarró su bolso dónde está el gato durmiendo y con la otra tomo su brazo llevándolo consigo a la estación de tren, para ir a Shibuya y tomar el tren a Yongen-Jaya; en este punto el destino era obvio. En su recorrido a LeBlanc todo era silencio, pero como de costumbre entre eso dos no era incómodo, incluso en una situación como esta.
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Gracias por leer, si tienes alguna sugerencia o corrección será recibida
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