Lo Demás Lo Podemos Inventar
...a final de cuentas, Will deseaba como nada más en esta tierra, así como en los cielos o los infiernos, y cualquier otro reino en que pudiera pensar, el poder cambiar lo ocurrido; que Sarah emergiera de aquel ataúd al tiempo que era bajada a su última morada.
Era él quién estaba destinado a ese lugar.
Ella tenía todo por delante.
¿Y cuánto le podrá haber dado en años? Se encontraba bien en el momento, ¿pero su sacrificio valdría la pena?
FIN
Y así, el maestro había leído el final de la tarea de su alumna.
Todos en la clase habían salido, con excepción de Sarah, y el profesor Kovacs; ella aprovechó la extensión que le ofreció para poder acabar su tarea de escritura creativa. E inspiración no le faltó, en especial si le ayudaba el poner en papel las palabras que no podía evocar.
—Siento que pudo investigar un poco más respecto a la cuestión de la enfermedad de su personaje, señorita Greenberg —el docente indicó mientras desde su escritorio revisaba por última vez el texto presentado por su alumna.
—Lo sé.
—Se siente un tanto precipitado, y realmente, el que muriera... usted, en la historia por lo de la donación.
—No tiene mucho sentido —Sarah contestó, un tanto sonriente, otro tanto en lamentación—, pero creo que funciona a su manera.
—¿En qué sentido?—
Sarah cerró los ojos y tomó aire.
—Creo que en realidad, ni yo lo sé —ella comentó—. ¿El que todo conlleva un sacrificio? ¿Que a veces algo horrible va a pasar, hagas lo que hagas?
El profesor debía admitir que casi reconoce una explicación coherente; pero si está iba a emerger, debía ayudarle a hacerlo: eso después de todo, es el objetivo más elemental de un maestro.
—¿Sabe señorita? Hay un dicho entre los que profesan la labor de escribir que dice que nuestro trabajo es más difícil que el de Dios; Dios puede recurrir a un huracán inesperado, un terremoto sorpresivo, algo que cambia el curso de la historia de la historia. ¿Nosotros? No tenemos ese lujo: lo que pasa debe verse venir, y tener una razón. Decir que su obra es sobre el caos puede ser un recurso fácil para escapar de críticas y de lo que no tiene sentido.
—Temía que fuera a decir eso —Sarah sonrió, temerosa del juicio de su profesor.
—Por otro lado: ninguna obra está aislada de su contexto social, o incluso de la vida personal de su creador, o creadora —dijo el maestro—. Y... bueno...
—No lo diga profe; por favor: no lo diga.
Él notó el leve crujido en su voz; seguía fresco el recuerdo, y no iba a arruinarlo con una pisada sobre aquella pintura que todavía se sentía recién aplicada.
—No me gusta dar calificaciones, de una vez se lo informo—dijo el profesor—. ¿Extensiones? ¿Oportunidades? Eso es comprensible. No le estaría regalando algo si no pensara que no tiene algo que decir o aportar... para su suerte, a pesar de sus fallas aquí y allá, sí puedo ver justo eso.
Él tomó un plumón, y colocó un 10 encima de la portada del texto.
—Muchas gracias maestro.
—Nada que agradecer señorita Greenberg. Y... de verdad, lo lam...
—Insisto: por favor, no diga nada.
El profesor asintió, y Sarah abandonó el aula; a las afueras, Allyson la esperaba, y marcharon juntas por los pasillos hacía su siguiente clase.
—Él no se fue así Sarah —la pelirroja mencionó.
—Es verdad.
—Fue un accidente, esas cosas pasan, no tienes que sentirte mal; ya habían terminado incluso.
—También sé que es verdad eso. Pero sí puedo sentirme mal, y no evitarlo no puedo.
—No te tienes que flagelar al respecto, y...
—Allye... ya he hablado contigo. Con Jake, con mi hermano, y santo cielo, hasta con mi madre; todo lo que se podría decir ya lo he escuchado. Y también lo otro: en el apartado técnico; el que mencionara lo de mi casa no tuvo mucho sentido: parecía que iba a ser algo más importante pero luego pasó a un segundo plano y... es cierto. ¿Pero sabes? Siento que el profesor más amargado de la escuela está siendo más comprensiva que mi susodicha mejor amiga sobre...
Sarah dio final a sus palabras con su puño frente a sus labios.
—Perdón —mencionó la pelirroja—. No me gusta verte así —bajó su mirada—. Y además, odio ser la que dice esto, porque casi siempre el que lo hace parece un patán incapaz de empatía, pero la vida continua.
—Eso... eso también lo sé, Allye.
—No puedes desear cambiarte de lugar con él; no deja de ser una desgracia, pero...
—Silencio querida —la calló con su indice por encima de sus labios—. Lo que puedas decir y pensar... ya me lo he dicho y lo he pensado hasta el hartazgo. Lloré lo que tuve que llorar, y ahora me toca caminar lo que tenga que caminar, y si escribir un final con algo más de sentido que el que tuvo Will realmente me ayuda, vas a tener que aceptarlo.
Tras unos segundos, después de asegurarse que su amiga había puesto total atención, retiró su dedo, y le permitió hablar.
—¿Entonces... qué sigue? —preguntó Allyson.
—¿En clases? Creo que física. ¿En lo demás? No lo sé: vivir algo que sea digno de poner una historia. Y si no es digno, lo demás lo podemos inventar. ¿Salchichas voladoras cayendo del cielo? ¿Un dictador apoderándose de la escuela? ¿Una invasión zombie? ¿Hacer de todos mis años en esta maldita escuela una comedia de stoners? ¿Por qué no?
—¿Porque es un escape de la realidad?
—No diría eso —aclaró Sarah, deteniendo su paso y apoyando su ser en un muro—. Quizá más bien, para comprenderla mejor.
—Si tú lo crees, pero...
—Si hubiera querido escapar de la realidad, Allye amor, nos hubiera dado un final feliz: Will hubiera vencido su enfermedad, hubiéramos tenido un noviazgo durante todo el cole, ya sabes: ser los reyes del baile, y si quieres hacerlo todavía más irreal, que él sea el típico capitán de fútbol y yo su animadora, a pesar que él tenía brazos que ni la mayonesa podían abrir y yo no tengo disciplina para levantarme temprano a practicar. Y con el tiempo, aunque fuéramos a universidades distintas, lucharíamos para hacerlo funcionar. Viviríamos juntos, y después nos hubiésemos casado. ¿E hijos? Ya no veo más allá de ese punto, pero creo que...
Sonó el timbre, y las dos vieron acercarse al profesor de su siguiente clase; Allyson se encogió de hombros, y ambas colegialas ingresaron al salón de su próxima asignatura.
FIN
N/A: Gracias por leer esta pequeña historia sobre... no sé, si Sarah no sabe el tema central, menos yo.
Espero que no se sientan muy engañados pero creo que uno que otro lo debió haber visto venir, en todo caso, buenos o malos, se aprecian sus comentarios.
Shalom camaradas, y gracias... totales.
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