La Fiesta De La Vida

El poner buena cara al mal clima era en ocasiones una de las labores más duras al tratar con compromisos sociales o eventos de traje y corbata; el hacerlo al sentir que un estornudo basta para hacerte caer el piso y perder la consciencia debía ser digna de una de las doce tareas de Hércules.

Y en tales instancias, el rubio, al menos en lo que corresponde al espíritu, estaba sacando unas fuerzas de su ser que lo deberían llevar a los Campos Elisios, si no es que al Olimpo mismo.

Todo saldría de acuerdo al plan siempre y cuando la atención estuviera lejos de él, y por unos momentos, así era.

—Me honra tener a lo mejor de la ciudad de Toronto y sus alrededores unida para esta noble causa —Malcolm, el padre de Allyson, clamaba en su podio, haciendo su rutina de palabrería barata que sale cara y hacer sentir un poco más nobles a varios que ya de por sí tenían el ego más inflado que el globo de Phileas Fogg.

Divisó muchos rostros con sonrisas tan naturales como la piel de un maniquí, asintiendo la verborrea cursi que se comenta en tantos y tantos eventos de dicha naturaleza. En la mesa de Sarah, Allyson, Jake y él todo estaba en orden siempre y cuando siguiera habiendo comida en los platos.

—Estas cucharas se ve más cara que mi coche —Jake comentó notando el acabado de los cubiertos—. ¿Serán de plata genuina?

—He visto tu auto —la pelirroja replicó—; serían más caros incluso si fueran de plomo.

—O de plástico —Sarah agregó.

—O de papel...

—¡Oigan, ya fue! —Jake alzó su voz—. ¡Bien que ahí te... !

—¡Lo que hagamos en el auto en sí es otro asunto! —Allyson se adelantó a colocar su mano antes que su novio terminara su frase—. ¡Y no creo de todos modos que sea el mejor tema de conversación, en especial en una fiesta organizada por mi padre!

—¿Qué? ¡Hay muchas personas? ¿Acaso crees que nos escucha?

—Sí los escuchó —el señor Martin declaró.

La joven pareja notó entonces que todos en su alrededor habían callado y que eran el blanco de todas las miradas en el recinto.

—Pagaré esto cuando llegue a casa, ¿verdad? —Allyson alcanzó a murmurar antes de silenciarse, y evadir los ojos de los presentes, esperando que se retome cierta normalidad.

Al cabo de unos cuantos segundos, cuando pasó el morbo, así fue.

Will hubiera preferido que siguiera: la incomodidad ajena, en especial de una hija siendo escuchada por su padre en asuntos un tanto íntimos era una buena distracción; por unos segundos, se olvidó el dolor y debilidad que sentía y que seguía siendo palpable en su humanidad.

—¿Eh? —el chico tartamudeó confundido al ver la morena mano de Sarah extendida hacía él.

—Lo siento —Sarah la alejó—, es que quería ver si deseabas bailar; lo normal es que el hombre lo pida, pero al carajo: no me importó el género cuando viví 2 años como chico, no me importa con las reglas de un baile fifí.

—¿Hiciste qué, perdón?

—¡Ay, fue antes de conocernos! ¡Y debiste ver! ¡Hice que la rojilla cuestionara su sexualidad antes de saber que tenía una! Y para el caso: creo que a Jake también.

—¿No le llevaste flores y un poema a los 11 años o algo así? —Allyson le preguntó a su novio.

—¡Fue una ceremonia de amistad! —exclamó con sonrojo.

—¿Cómo iba el poema? ¿ "Sé que no es lo normal, pero contigo quiero estar"? —la pelirroja recordó que de hecho se lo leyó para saber si era apropiado para un amigo...

—¿No llevabas también un anillo?

—¡Que era de amistad!

—Ya, ya, no pasa nada Jackie —Sarah comentó.

—No me llames así.

—Que me gustó jugar plantando dudas sobre lo que les gusta o no, pero lo que pasó, pasó; y lo importante es el ahora, y...

—¡Sarah quieres bailar! —Will interrumpió.

—¿Eh?

El rubio extendió su mano.

—En algunas cosas soy un tanto anticuado —explicó—, no sé si te moleste pero...

Y la mano de ella tomó la suya.

—Está bien —le susurró con el rostro apenas a centímetros de el del ojiazul—, para algunas cosas, lo mejor es hacerlo a la antigua.

Se levantaron y marcharon con lentitud pero constancia hacia la pista de baile.

—Pudiste haberme ofrecido a bailar también —dijo Allyson.

—Lo hubiera hecho pero no se me ocurrió —contestó Jake.

—¡Apuesto a que le hubieras ofrecido bailar a "Saúl"!

—¡Prometiste nunca mencionarlo otra vez! ¡Yo no digo nada sobre quién te enseñó a besar!

En lo que una de las felices parejas jóvenes invitadas al evento seguían sobre un debate sobe cuánta infidelidad es infidelidad en un punto de sus vidas en que ni siquiera habían salido el uno con el otro, Sarah y Will comenzaron con un baile lento mientras la banda interpretaba esas dulces, dulces notas.

—¿Escuchas eso? —la morena preguntó, con sus manos a los lados del rubio, y las de él en una de sus manos, y alrededor de su pronunciada cintura.

—¿Nuestros amigos discutiendo?

—Nop.

—¿El papá discutiendo con su contador sobre si lo recaudado esta noche es deducible?

—¡No, no tontuelo! —Sarah exclamó rompiendo en una ligera carcajada—. ¿Escuchas la banda? ¿La música que tocan?

Will finalmente puso atención a la melodía.

—Esa es de Roy. Roy Orbison.

—¿Tu favorito, no? ¿No lo ves como, una especie de señal?

Will sonrió.

—Sí, es hermoso... no tanto como...

—¿Yo?

—Diría un chiste pero no soy tan ingenioso: sí Sarah, como tú.

Al son de la tonada, se dieron un beso colmado de ternura y entrega.

Pero por más que Will deseaba que aquellos instantes se dilataran hasta la eternidad, un dolor apareciendo en sus piernas le sirvió de recordatorio que inclusive su presencia tras el paso de un solo año no estaba garantizada.

—Bailas bien —la morena recostó su rostro sobre el torso de él.

Algo tan delicado también le provocó dolor, en todo sentido posible; el físico, y el emocional; sus ojos cerrados, su sonrisa dibujada en esos gruesos labios, y su piel brillando con la iluminación del salón. Sarah era un ángel, pero no lo podría acompañar al recorrido a la otra vida.

—Oye —Will murmuró.

—¿Sí? —contestó sin levantar todavía sus párpados.

—Sarah, te quiero mucho y... y no me molestaría estar contigo para siempre, pero...

—¿Pero qué?

—Es que la eternidad... si fuera por mí, que empiece ya, pero...

—¿No me estás proponiendo matrimonio, verdad?

—¿¡Qué!? ¡No, no! —Will agitó su cabeza.

—Qué bueno —Sarah replicó—. Sé que a veces puedo parecer que insisto mucho, y que soy muy impaciente; y es algo que quiero en su momento... b-bueno, si tu lo quieres también —añadió con nerviosismo.

—En su momento, sí.

—Me alegra; digo, ¿qué prisa tenemos? —la chica cuestionó, abriendo sus ojos—. Somos jóvenes, la vida está por delante de nosotros, y nuestra aventura apenas está comenzando y... ¿Will?

—¿Eh?

—¿Estás llorando o algo?

—No, no lo estoy —sí lo estaba—, es que creo que las luces son muy fuertes y me dieron en los ojos.

—Oh... b-bueno, es que por un instante pensé que te estaba incomodando.

—No más que a tus amigos a los doce años, según pude escuchar.

—¡Ay, les encanta! —Sarah exclamó dando un pequeño salto de júbilo casi infantil, como el de una niña que sabía que se salió con la suya con una travesura—. Pero... ellos no me interesan por ahora.

Sarah posó una de sus manos en la nuca de Will, sintiendo esos rubios cabellos un poco más delgados de lo que recordaba.

—¿Por qué te dejaste la gorra, por cierto? —inquirió.

—¿La... gorra? —dijo llevando su mirada por un momento hacía arriba. 

—Sí, pensé que era una especie de declaración de moda; no es apropiado usarla en un espacio abierto, menos en una fiesta formal, pero... al carajo las reglas, ¿verdad?

—S-sí... sí, es justo por eso.

—Bueno, como sea: no te dejas de ver bien.

Con su mano, guió la cabeza de Will en dirección de sus labios una vez más; si el anterior encuentro de rostros era de ternura, este era de pasión.

Y aunque de parte del rubio sentía su alma devota a él, también sintió un sinsabor.

—Will —Sarah murmuró, con mayor urgencia y consternación en su tono, y una mirada cual si hubiera visto un fantasma pasar por el salón —. ¿Por qué tus labios... tus labios saben a sangre?

—¿Sangre?

Will soltó de la mano a la morena y llevó sus dedos a su boca; estos de inmediato se mancharon de rojo.

—Will... ¿Will?

—Sarah... me siento mal... me siento...

No alcanzó a terminar su oración; cayó de inmediato y perdió la consciencia antes de siquiera impactar el suelo.


N/A: So, gracias por su paciencia, y también por sus lecturas, comentarios: todo tendrá sentido... más o menos, espero que les vaya a gustar lo que tengo alistado y preparado para esta historia.

Shalom camaradas. 

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