•Calidez•
Trabajaba como mesera en un modesto y pequeño restaurante, todos los días sus jornadas laborales eran largas y pesadas, sin embargo Skye nunca se quejaba, sabía que trabajar duro era la única forma de poder progresar en aquella ciudad, más que progresar Skye lo que buscaba era sobrevivir al ritmo tan acelerado que la viva le imponía.
Aunque debía admitir algo, no todo era tan malo en la vida de aquella zorra ártica, había un cliente, si así es un cliente que la hacía creer que todo cambiaría con ella, tal vez era un sentimiento ingenuo pero era lo que la hacía regresar al trabajo con entusiasmo, era lo que la hacía tener esperanza, era una calidez que le recordaba que aún existían buenos días y buenos momentos.
Skye estaba perdidamente enamorada de un zorro policía que todas las mañanas iba al local junto con su compañero lobo a desayunar, ella los atendía siempre, miraba al zorro con mucha alegría, mostrando su amabilidad con ellos, en especial con aquel vulpino, le encantaba perderse en aquellos dos orbes verdes, recibir su la sonrisa y escucharlo hablar.
Aunque era un amor platónico, Skye no perdía la ilusión de que algún día, ella terminaría junto aquél zorro policía, soñaba con sentir aquella calidez que le fué arrebatada hace tiempo atrás, por qué realmente quería estar a lado de aquél vulpino.
-¿De nuevo pensando en aquel zorro policía?- le preguntó una leona su compañera de trabajo, era más que obvio que la respuesta sería un sí, ya que Skye se había quedado mirándolo fijamente -deberías decirle que ya te invite a salir o que mínimo te dejé más de propina
-debería decírselo ¿Verdad?
Con pasos firmes y decididos se acercó hasta el zorro, no tenía mucho que perder así que se lo diría, realmente necesitaba por lo menos tener algo más de interacción, pero los pasos comenzaron a ponerse torpes, sus piernas comenzaron a tambalearse, ¿Cual es el plan? ¿Qué iba a decirle? Eran preguntas que ahora se hicieron presentes, tan pronto estuvo cerca, basto que la mirada de aquél zorro se posara en ella para derrumbar toda la valentia que la albina había tomado.
Todo se estaba derrumbando a su alrededor, ahora se sentía indefensa, tenía que actuar rápido, ya no solo era la mirada del vulpino ahora también el lobo la veía curioso
-me preguntaba si se les ofrece algo más...- aquellos dos negaron con la cabeza, solo que notó que su vulpino le había causado gracia aquella escena regalandole una pequeña y cálida sonrisa
Si esos eran los días de Skye, siempre llenos de esperanza, de fe y de la ilusión de que en algún momento ella pueda armarse de valor y poder amar a ese zorro, aquel que iluminaba sus días con tan solo aparecer
Día 4 ¡Viva!
Bueno muchas gracias por leer, aunque fue más corto que los anteriores espero que sea de su agrado
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