IX

Un hombre de cabellos negros, caminaba algo irritado por lo que estaba ocurriendo en ese lugar de guerra.

Estigma era el legítimo reino del clan de las Diosas, pero, cuando fue atacado por el Rey Demonio, hubo una masacre, fue un ataque imprevisto por el clan.

Si algo recordaban los viejos solados de ese hecho era caos y muerte en todo el lugar.

Una vez que la Deidad Suprema fue asesinada perdieron el control del lugar, el Rey Demonio se había apoderado de Estigma... O eso pensaban.

Después de una incesante guerra, ahora, peleaban por aquel lugar. Es sorprendente ver cómo todos pelean incesantemente para ver quién se queda con esas tierras.

Ludociel caminaba irritado, ya eran muchos años de guerra y simplemente esos estúpidos demonios no cedían. No debían bajar la guardia porque si lo hacían, perdían y Ludociel no dejaría que pasara eso.

- ¡Comandante! —gritó un soldado corriendo hacia el hombre que volteo a mirarlo.

- ¿Qué haces aquí?, ¡Deberías estar en el frente! —gritó el azabache con autoridad.

- Sucedió algo, por eso estoy aquí, ellos abandonaron el frente —dijo respirando agitadamente por haber corrido una gran cantidad de metros.

- ¿Qué? —preguntó incrédulo.

- Como lo escucho, los caballeros negros dejaron el frente —dijo el joven soldado.

Ambos hombres se dirigieron hacia aquel lugar, Ludociel debía verlo con sus propios ojos. Fue así como una hora después llegaron al "frente", efectivamente, los 6 caballeros negros no estaban.

El frente era un lugar de batalla, metros y metros de pura destrucción, muy pocas veces se debía pasar ese terreno o serías brutalmente asesinado. Ya sea por cualquiera de los bandos.

Debían ser pacientes, debían serlo o de lo contrario más sangre correría por aquellas tierras.

Sin embargo, a Ludociel eso no le daba buena espina. Los demonios no dejarían perder las tierras así como así, algo estaba pasando.

- ¿Lo logramos señor? —preguntó el mismo soldado que había llegado con la noticia.

- No lo creo, traman algo —dijo con voz seria — ¡No bajen la guardia! —gritó mirando a todos los soldados.

- ¡Si señor! —se escucho un grito al unísono.

- ¿Qué hacernos Ludociel? —preguntó una voz juguetona.

- Esperar, no podemos bajar la guardia, algo está sucediendo, debemos saber que es, cuento contigo Sariel —dijo el hombre de cabellos negros, mirando al pequeño arcangel que se encontraba alado de él.

Ambos miraron el lugar. Estigma había sido el mejor de los reinos, sin duda alguna. Ludociel extrañaba su hogar, cuando vio que su gente era asesinada por esos detestables demonios, tuvo un solo pensamiento: venganza.

Y ahora que tenía el poder para hacerlo, no dudaría.

Mientras tanto, del otro lado del "frente", Galla daba grititos de alegría.

- ¡Si!, ¡Si! —gritaba — ¡Iremos al Reino de nuevo!.

- ¿Para que nos querrá el Rey? —preguntó Pump, ignorando la felicidad de su compañera.

- Eso no importa, en unos días llegarán los mandamientos, debemos dejar todo preparado —dijo Bellion con autoridad.

- ¡Si jefe! —gritoneo de nuevo la chica de cabellos naranjas.

Bellion seguían sentando, ¿qué planes tendrá el Rey?, ¿por qué los llamaría?, ¿era tan importante?. Tenía tantas preguntas y ni una de ellas se contestaría así de fácil. Pero su lealtad al Rey hacia que no dudase, sin el Rey los llamaba sería porque es importante.

Una sonrisa maliciosa surco sus labios, "veré a los príncipes", pensó divertido. Bellion se divertía tanto peleando con ellos, no desaprovecharía su estadía en el Reino.

Mientras tanto Ludociel, miraba de nuevo el "frente", viendo que Galla caminaba de un lugar a otro.

En ese campo de batalla de podían ver siempre a dos de los caballeros negros y ver qué todos desaparecieron fue de verdad sorprendente.

- Escuchen —dijo el hombre con cabellos negros, los dos arcángeles que se encontraban con él lo miraron curiosos — Si esos bastardos se van de aquí, iré a Liones.

- ¿Podemos ir también? —preguntó Tarmiel.

- No, en mi ausencia, vendrá Mael, hace mucho que no pone un pie en estás tierras —dijo algo divertido.

Los dos arcángeles asintieron.

Algo malo se acercaba o al menos eso pensaba Ludociel, algo sucedía y no era precisamente bueno.

...

...

Un misterio estaba apunto de salir a flote, un misterio que unía a dos reinos. O al menos eso se sentía en aquellas tierras.


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