Capítulo 23.
Adrián siguió hablado con Valeria de vez en cuando y fue a visitarla más veces. Vicente, obviamente, seguía celoso del chico pero no se atrevió a hacerle a Valeria ningún comentario, pues ella trataba al chico solo como un amigo y a él siempre le juraba amor eterno; comenzó a comprender lo que Rodríguez sentía hacia él.
—Rodrigo me dijo que no quería que te hablara tanto —le comentó su amiga un día de esos.
—¿Ah, sí? ¿Y qué le dijiste?
—Que eres mi amigo y que no te voy a dejar de hablar, así que lo mejor era que se callara la boca y dejara de andar hastiándome porque si no me enojaría mucho y me iba a conocer.
—Oh... Mejor que no te diga nada.
—No lo hará — sonrió con malicia.
Un viernes en que Adrián fue a visitar a su amiga, conoció a Flavio, pues como el chico no estudió en el mismo bachillerato que ellos, no se había encontrado con él. Ambos chicos se saludaron con un gesto amistoso. Después de hablar un rato con ellos, el castaño se excusó.
—Tu hermano es muy agradable —le comentó a Valeria.
—Sí, lo es —sonrió—. Es mi incondicional desde hace dieciocho años —sonrió.
—¿Tiene novia? —Preguntó sin mucho interés.
Valeria se limitó a negar con la cabeza.
—¿Y tú tienes novio? —Preguntó con picardía.
—Amm... Sí —respondió.
—¿Quién es?
—Estudia fuera. —Se inventó.
—Oh, ya.
—¿Y tú tienes novia?
—No tengo a nadie por el momento —sonrió—. Oye, ¿te gustaría ir al cine mañana?
—Si quieres.
—Sí, yo invito, ¿va?
—¿Solo vamos nosotros dos? —Preguntó con ligero disgusto pero disimulándolo muy bien.
—Dile a tu hermano a ver si quiere ir.
—Yo le comento.
Esa misma tarde, Valeria le platicó a Vicente que iría al cine con su amigo.
—¿Solos tú y él? —Cuestionó tratando de mantener la compostura, pues ya empezaba a sentir desconfianza.
—No. —Negó con la cabeza—. También va Flavio.
—¿Ah, sí? —No pudo evitar que una sonrisa se formara en su rostro.
—Sí.
—¿Tú le dijiste que llevarías a tu hermano? —Preguntó sin dejar de sonreír.
—De hecho fue idea de él.
Vicente sonrió aún más, pues si invitó a Flavio significaba que no tenía ningún tipo de interés romántico con su novia y que simplemente los dos hermanos Cisneros le caían bien.
Adrián, por su parte, sorprendió mucho a todos la tarde en que decidió hacer frente a sus sentimientos y sacarlos de una buena vez. Sucedió una tarde, en que se encontraba conversando con la castaña. La chica se encontraba jugando con su cabello mientras platicaba con él.
—Ya, deja en paz a tu pobre cabello. —Empezó a acariciar la cabeza de la chica.
Valeria comenzó a ponerse un poco incómoda.
—Ahora vuelvo, voy a peinarme bien.
Valeria fue a su habitación, pero antes pasó a la de Flavio y le dijo a su hermano que le hiciera compañía a Adrián en lo que ella se arreglaba el cabello. El chico aceptó y bajó a la sala. Una vez allí, saludó a Adrián y se sentó a su lado.
—¿Cómo has estado?
—Bien, ¿y tú?
—Bien —respondió Flavio.
—¿Ya estás de vacaciones?
—Sí, salí la semana pasada, ¿y tú?
—Yo estoy desde hace tres semanas.
—¿Qué estudias?
—Estoy estudiando medicina —sonrió.
—¡Órale, qué bien! Mi hermana quiere ser enfermera, ¿no te ha dicho?
—Sí, me dijo. —Puso una mano en su nuca—. ¿Tú qué quieres estudiar?
—Contaduría —respondió Flavio.
—¿Te gustan los números y todo eso? —Se burló un poco.
Flavio rio.
—Sí, algo así... ¿En qué semestre vas?
—Apenas voy a pasar a tercero.
—Oh, qué bien, ya es un avance.
Hubo un momento de silencio.
—Oye, Flavio, ¿puedo preguntarte algo?
—Dime. —Volteó a verlo a los ojos.
—¿Tú piensas que...? —Se interrumpió a sí mismo, pues todavía no estaba seguro de hacer lo que estaba pensando—. ¿Crees que le gusto a tu hermana?
—No, ella ya tiene a alguien —respondió con frialdad.
—Hay veces en que se puede tener pareja y sentir atracción por alguien más —explicó—, pero parece que a ella no le gusto, ¿verdad?
—No, para nada.
Adrián esbozó una sonrisa.
—Eso está perfecto.
En ese momento Adrián tomó a Flavio del rostro y lo besó. El chico se quedó impactado, tanto que no supo qué hacer en ese momento, solo se quedó ahí, congelado, sintiendo los labios de aquel chico rozando los suyos. Valeria y Vicente, que se encontraron en el pasillo y decidieron bajar juntos a la sala, vieron todo; también se quedaron petrificados. En un momento, Flavio reaccionó y empujó a Adrián con fuerza.
—¡Oye, ¿qué te pasa?! —Casi gritó.
—¿No eres homosexual? Lo siento, me confundí —dijo Adrián con rapidez, agitando sus manos con pena.
—¡Yo creí que a ti te gustaba mi hermana! —Dijo indignado—. ¿Solo te acercaste a ella para cortejarme?
— ¡¿Qué?! Claro que no, eso no tiene lógica, a tu hermana la conocí antes que a ti, además ella solo es mi mejor amiga, por eso te pregunte que si le gustaba, porque si era así no iba a hacer nada para lastimarla.
—A ver, a ver —Valeria, que salió de su estado de estupor, se acercó con velocidad—, ¿qué mierda hacen?
—Dile a tu amiguito. —Flavio frunció el entrecejo.
Vicente decidió que no tenía nada que hacer ahí, así que se retiró sin decir ni pío. Ya después se disculparía con Valeria de haberse ido sin decir nada pero no tenía qué opinar en esa situación.
—¿Qué pasó? —Volteó a ver a Adrián.
—Lo siento —comentó, apenado—, yo creí que tu hermano era homosexual.
—¡Pero sí es!
—¿Sí es? ¿Sí eres? —Volteó a verlo—. ¿Y por qué estás tan molesto?, ¿acaso no te gusto? —Preguntó con duda, recordando las veces que notaba que Flavio lo veía de reojo, mordiéndose el labio inferior.
—Estoy enojado porque usaste a mi hermana. —Frunció el entrecejo. Por supuesto que sí sentía atracción por Adrián, le gustaba verlo y platicar con él, pero siempre creyó que él tenía interés romántico en Valeria, así que lo veía como un chico inalcanzable, y en esos momentos de verdad estaba enojado, pues estaba harto de que los chicos trataran a su hermana como una muñeca plástica sin sentimientos o como a una chica superficial con corazón de piedra incapacitada para sentir sufrimiento o desilusión.
—Te digo que no la usé.
Flavio se dio la media vuelta y subió las escaleras. Valeria se limitó a acercarse a Adrián y ponerle la mano en su hombro.
—No te pongas triste, estoy segura que también le gustas, solo que está molesto. Dale tiempo.
—¿Tú crees?
—Sí —sonrió—. Vamos, ¿quieres tomar algo?
—Sí, por favor. —Le devolvió el gesto, pero esta vez su sonrisa no era alegre, como siempre, sino afligida.
***
En la noche, Valeria se encontraba en el cuarto de Vicente, comentando con él acerca de lo que sucedió.
—No me imaginaba que Adrián es homosexual —comentó mientras se preparaba para dormir.
—Ni yo —respondió Valeria. Ella ya tenía puesto su pijama y solo fue para darle las buenas noches pero se quedaron conversando un buen rato—. Y tú que estabas celoso.
—¡No sabía!
—Aunque no lo fuera, debes saber que te amo demasiado como para fijarme en alguien más.
Vicente le sonrió con ternura.
—Yo te amo más.
— bueno, yo creo que Adrián hace bonita pareja con Flavio, además es su tipo.
—¿Cómo crees que lo tome tu mamá?
—No sé. —Se encogió de hombros.
—¿Y lo nuestro?
—Tampoco. —Bajó la mirada al recordar que Juliana cada vez le exigía más y más llevar a cabo su acto interesado—. Ay, Vicente. —Soltó un suspiro.
—¿Qué pasa?
—Nada, yo... ¿Qué opinas de mí? —Preguntó finalmente.
—Pienso que eres la chica más linda y hermosa del planeta, ¿por qué?
—Y si hiciera algo muy malo, ¿aún me amarías?
—¿A qué te refieres? —La miró con duda.
—No sé, por decir, si asesino a alguien, ¿aún me querrías?
—Ammm... ¿Por qué la pregunta?
—Solo digo que si llego a matar a alguien, ¿me seguirías amando?
—¡Qué cosas tan raras preguntas!
—Vicente, por favor. —Lo miró con aflicción—. Solo responde.
—¿Qué te pasa? ¿Qué tienes?
—Me siento mal —respondió Valeria colocando sus manos en su rostro.
—¿Qué sientes?
—Quiero vomitar.
—Puedes usar mi baño.
Ella negó con la cabeza.
—Llévame a mi cuarto, por favor.
Vicente se acercó y la abrazó.
—Duerme conmigo esta noche, ¿sí?
—Pero mañana tienes que ir a trabajar, no voy a dejarte dormir bien.
—No te preocupes —sonrió mientras la sentaba en la cama—. ¿Te cayó mal algo que comiste?
—No creo, no he comido fuera.
—¿O has estado sintiendo estrés o ansiedad?
—Sí.
—¿Por qué?
—No importa. —Negó con la cabeza.
—Dime.
—No sé —mintió—. Tal vez por la universidad.
—Tranquila, toma todo con calma, respira profundo... Ah, y la respuesta es sí. —Se inclinó y besó su coronilla. Luego se sentó a su lado.
—¿Eh?
—A la pregunta de tus instintos asesinos. —Valeria sonrió—. Se puede saber por qué la hiciste.
—No sé. —Se encogió de hombros—. He hecho muchas cosas malas a lo largo de mi vida. Hay veces que no quiero pero no puedo evitarlo y hay otras en las que no pienso en las consecuencias. —Miró el suelo—. He lastimado a seres muy queridos, como mi madre o Flavio, tú sabes que los amo demasiado pero eso no me impidió herirlos... Temo mucho lastimarte —susurró con voz apenas audible.
—Cálmate, Valeria. Además me has hecho cosas muy feas y estoy aquí, amándote como a nadie.
—¿A qué te refieres? —Preguntó angustiada.
Él le sonrió y sin dejar de mirarla, comenzó a contarle sus anécdotas pasadas para relajarla un poco.
—¿No recuerdas la vez en que vine a visitarlos la segunda vez que me invitaron? Esa vez tenía la uña enterrada y tú vilmente me diste un pisotón —rio al recordarlo, aunque en el instante en que pasó estuvo un buen rato mentándole la madre en sus pensamientos—. Tú juraste y perjuraste que había sido un accidente, por supuesto que no te creí pero mi papá sí.
Valeria rio un poco y tapó su cara con una almohada.
—Era horrible.
—O la vez en que cumplí veintidós años y vine con ustedes a festejar mi cumpleaños. Enterraste mi cara en el pastel y lo echaste a perder —rio más—. ¡Pero qué cruel eras conmigo! Y yo que nunca te había hecho nada.
—¡Ya, Vicente! ¡Para!
—Hubiera venido cuando cumpliste veinte, así hubiera llevado a cabo la venganza del pastel —bromeó quitándole la almohada del rostro.
—Sí.
—La verdad es que me arrepiento mucho de no haber asistido a tu cumpleaños. Esa era la última celebración que hubiera podido compartir con mi padre pero no la aproveché. La verdad es que dejé de venir mucho tiempo, no pasé tiempo suficiente con mi él... De seguro estuvo muy desilusionado de mí.
—No, Vicente, Facundo te adoraba. Siempre hablaba maravillas de ti.
Vicente sonrió con tristeza.
—Hay veces en que los rencores no te dejan aprovechar tu vida al máximo; solo se vive una vez. Yo estaba muy molesto con mi padre porque se casó con tu madre, en ese momento no sabía que era lo mejor para mí. —Tomó la mano de la chica y la besó—. Y dejé que ese rencor me fuera separando de él cada vez más, a pesar de que me quería mucho y yo a él. Hay que saber perdonar... De hecho no tenía que perdonarlo por nada, fue bueno y cariñoso conmigo, él solo quería a alguien a su lado, quería volver a ser feliz y tener una nueva familia, y yo simplemente me alejé... No sabes cuánto me arrepiento de no haberle dicho a mi padre lo mucho que significó para mí, lo mucho que lo quería. Me encantaría decirle que me hubiera gustado pasar más tiempo con él, pero no puedo y cuando tuve la oportunidad, no lo hice... Sus últimos días los pasó inconsciente, en cama y no pude decirle nada.
Valeria lo veía con atención, sin interrumpir.
—¿Aún te sientes mal? —Preguntó, cambiando el tema.
—Un poco.
—Recuéstate, yo ahorita me voy a apurar y trataré de no hacerte ruido. —Se levantó—. Cualquier cosa, si te llegas a sentir muy mal en la noche, háblame. No importa que esté dormido.
—Está bien, gracias... Te quiero.
—Y yo a ti. Ahora descansa.
¡Yay! Si les gustó el capítulo dejen su voto. Y saben que sus comentarios me hacen muy feliz :D
Iba a actualizar mañana porque hoy actualicé otra historia pero meh, mejor las dos xD
¡Nos vemos pronto!
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