Capítulo 19.
Después de ir con Germán a entregar unos papeles a otro centro de trabajo por órdenes de su jefe Alberto, Vicente comprobó, con alivio, que aún había tiempo de regresar a la mansión para arreglarse mejor. Le marcó a Valeria para preguntarle si ella estaba ahí, pues así tal vez se irían juntos hacia el restaurante, pero la chica le respondió que mejor se quedaban de ver allí, como habían quedado desde un principio, puesto que ella no estaba en casa.
Se dio una rápida ducha, se vistió con un traje formal y miró su reloj: marcaba veinte para las ocho. El restaurante no quedaba tan lejos pero pensó en irse de una vez para manejar con calma, además de que quería estar allí antes de que Valeria llegara, ¿si no qué impresión le daría a su amada?
Cuando llegó a Le Petite, eligió sentarse en un lugar fresco y un poco apartado de la demás gente y le indicó a un mesero que si una chica preguntaba por Vicente, la llevara donde él se encontraba. Mientras esperaba, comenzó a revisar su celular. No esperó mucho tiempo, pues exactamente a las ocho con cinco, el mesero se apareció junto con Valeria y la dirigió donde estaba sentado.
Vicente la miró con atención, se veía preciosa. Llevaba puesto un vestido azul rey con un diseño que era la mezcla perfecta entre elegante y sensual, las zapatillas eran del mismo color pero con un tacón pequeño, pues con zapatos bajos él apenas era seis centímetros más alto que ella; también llevaba el hermoso collar de diamantes que él le había regalado y los aretes que le hacían juego. Sus delicadas manos mostraban sus uñas arregladas y pintadas perfectamente con barniz azul, y su cabello color chocolate, que dejó suelto, se le veía más largo puesto que se lo había alaciado; también la maquillaron adecuadamente para que combinara con lo que llevaba puesto. Vicente se levantó para hacer el gesto caballeroso de mover la silla para que se sentara.
—Todo es muy bonito y elegante —comentó una vez que estuvo sentada—. Es nuevo, ¿verdad?
—Sí, no hace mucho fue inaugurado... —dijo él mientras se colocaba de nuevo en su silla—. Por cierto, te ves hermosa.
—Gracias, Vicente. Tú igual te ves muy bien.
En ese momento el mesero, que se había alejado un poco para darles privacidad, volvió a acercarse y tomó la orden de ambos. Vicente se limitó a pedir una ensalada de entrada, salmón a la plancha y una copa de champaña. Valeria no tenía mucha hambre pero no quería que pareciera que todavía tenía problemas de alimentación, porque ya no los tenía, así que pidió lo mismo que él. En lo que llegaba su orden, comenzaron a charlar.
—¿Qué hiciste el día de hoy? —Preguntó Valeria.
Él le contó a detalle lo que hizo desde la mañana hasta ese momento y Valeria lo escuchó con atención.
—Ahora dime, ¿qué hiciste tú?
—Amm, yo... No hice mucho. Desde temprano fui con mi mamá a un salón de belleza y algunas tiendas.
— ¿Con tu mamá? ¿No te preguntó para qué?
—Solo le dije que iba a salir con alguien. No preguntó más... No le dije que el hombre con el que saldría es el más maravilloso de todos. —Se dieron un pequeño beso—. Por cierto, espero que sí haya valido la pena ir a todos esos lugares.
—Por supuesto que valió la pena, mi amor, pero tú te ves hermosa de cualquier manera.
El corazón de Valeria comenzó a latir frenéticamente, ¿desde cuándo la llamaba "mi amor"? Siempre solía llamarla por su nombre, así que el oír salir de sus labios esa expresión romántica la hizo sentir emocionada. En ese momento llegó el mesero con los platillos y bebidas que le pidieron en una bandeja. Colocó todo cuidadosamente, les preguntó si no se les ofrecía nada más y, como dijeron que no, se excusó y los dejó solos.
Comenzaron a hablar acerca de todo, alguno que otro plan, actividades favoritas, recomendaciones de libros. En un momento en que se quedaron callados, Valeria recordó lo que había acordado con su madre. «Tengo que decirle, ¿pero cómo...? Vicente, tengo que hablar contigo de algo muy importante» comenzó a ensayar en su mente, «deberías poner a mi nombre tu mansión... ¡Agh! Eso sonó tan estúpido como interesado. Tal vez: oye, ya que estamos en una relación seria, ¿no sería correcto que yo también...? ¡No! O mejor: Vicente, sabes que mi familia y yo no contamos con nada, tu mansión es el único techo que tenemos... Sí, tal vez debería empezar con eso». Estuvo a punto de decir lo último que pensó e ir viendo cómo se desarrollaba la conversación, pero Vicente, que también se quedó cavilando acerca de algo importante, comenzó a hablar, alejando en ese momento todas las intenciones de ella.
—Valeria, tengo que decirte algo muy importante.
Ella lo miró con perplejidad.
—Dime, cariño.
—Tal vez sea demasiado pronto para decirte esto, y puedes decirme si te incomodo o no lo ves de esa forma, pero estoy muy enamorado de ti. —La miró con atención. Una expresión de incredulidad se formó en el rostro de la chica; ya lo sospechaba y obviamente sentía lo mismo, pero que Vicente se lo dijera en voz alta fue algo insólito para ella—. Te amo —continuó, sintiendo una turbación interior al pensar que quizás la joven no lo amaba tanto como él a ella, o que tal vez no fue el momento adecuado para decirle eso.
La chica, por su parte, sintió una mezcla de angustia, felicidad y tristeza. «Vicente me ama. Y yo que estuve a punto de decirle acerca de la mansión y él... él...realmente me ama». Sus ojos comenzaron a llenarse de lágrimas, sintiendo que la culpa que la había estado atormentando en la mañana y los días anteriores regresaba con más fuerza que nunca para acuchillarle el corazón. Él la miró con preocupación.
—Vicente... —susurró en un hilo de voz. Con la ayuda de su fuerza de voluntad logró no soltarse a llorar con fuerza. Limpió sus lágrimas con el pañuelo que su pareja le extendió.
—Valeria, ¿qué pasa? No llores, no era mi intención —dijo con tono alarmado. No sabía qué hacer—. No me hagas caso, yo...
—Vicente, yo también te amo —lo interrumpió, haciendo que el joven hombre se aliviara un poco por saber que ella sentía lo mismo—, pero...
—¿Pero...? —Repitió, confundido. ¿Qué era lo que estaba mal? ¿Acaso la chica ya estaba dándose cuenta de lo comprometedora que era la situación de ellos? ¿O tal vez su madre se había dado cuenta de todo y la obligó a separarse de él?
—Yo... —No podía decirle lo que realmente la atormentaba, así que se limitó a decir algo que también la inquietaba, no tanto como lo demás, pero aún estaba en su lista de preocupaciones—. Pronto me iré a la universidad y vamos a estar separados. No quiero. —Él pareció aliviarse aún más—. Qué tal si, cuando no esté, consigas otra chica, como Abigail o alguna otra.
Él sonrió un poco.
—Valeria, te voy a esperar. Créeme que no conseguiré a nadie más, solo estaré pensando en ti.
—Pero...
—Siempre.
Valeria sonrió con tristeza.
—Te mereces alguien mejor que yo.
—No hay nadie mejor que tú... Por lo menos para mí.
Ella negó con la cabeza mientras volvía a sonreír.
—Eres muy lindo.
—Tú más.
Después de charlar otro poco, Vicente terminó su cena y notó que la chica no podía con la suya. Ya estaba llenísima y sentía que no podía comer otro bocado.
—No tienes que terminártelo si no quieres.
—Pero... —Ella quería hacerlo porque le parecía una descortesía no acabarse la cena que él le invitó.
—No quiero que te vayas a sentir mal, solo come lo que tú creas necesario.
La chica dejó parte del salmón y Vicente le indicó al mesero que se llevara los platos.
—¿No quieres un postre? —Preguntó cuando el mesero desapareció de su vista.
—No, gracias, ya no puedo comer nada más, ¿y tú?
—Tampoco. No soy muy afecto al dulce.
Después de que pagó la cena, Vicente llevó a la chica a caminar por un parque que estaba cerca para que se les bajara la comida. Allí siguieron conversando y dándose piquitos de cuando en cuando. De repente, Vicente miró su reloj.
—¡Wow, ya es media noche! —Exclamó.
—¿En serio? Vaya, qué rápido se va el tiempo.
Acordaron ir al auto, que Vicente dejó estacionado cerca del restaurante. Una vez allí, el joven le preguntó a Valeria si no quería hacer algo más; ella negó con la cabeza. El joven comenzó a acariciar el cabello de la joven y la atrajo hacia él para poder besarla. Comenzó siendo un beso suave y tranquilo; no supieron ni cómo pero cuando se dieron cuenta, se estaban besando frenéticamente, con desesperación, pasión y lujuria. A pesar de que siempre era muy recatado y hasta penoso en ese tipo de situaciones, el deseo se apoderó de Vicente y comenzó a tratar de subir el vestido de la chica para acariciar su muslo. Valeria se separó súbitamente de él.
—Vicente, podrían vernos.
—Lo siento —comentó con tono avergonzado.
—Tal vez deberíamos ir a casa... —sugirió ella luego de un incómodo rato de silencio.
—Sí, eso haremos.
—Y una vez allí, podríamos continuar. —Propuso con las mejillas arreboladas. No sabía por qué pero en ese momento no se sentía tan atrevida como en otros días, tal vez por toda la situación que estaba pasando. Agradeció que estaba oscuro, si no él la hubiera visto toda ruborizada y, aunque a Vicente le hubiera parecido adorable, a ella le daba pena mostrase así.
—¿Estás segura? —Preguntó tomando su mano.
—Completamente —dijo mirándolo fijamente a los ojos.
Él sonrió y le dio un corto beso.
—Cualquier cosa que te inquiete, puedes comentarme.
—Lo sé, mi amor —respondió ella.
***
En la mañana siguiente, Vicente despertó temprano. Abrió los ojos con lentitud y vio a Valeria recostada en su pecho, durmiendo de forma plácida. Sonrió un poco y volvió a cerrar los ojos mientras comenzaba a acariciar con ternura el cuero cabelludo de la joven hasta que volvió a quedarse dormido.
Aproximadamente a las diez de la mañana, volvió a despertar. Valeria, que ya estaba despierta a esa hora, estaba observándolo con atención.
—Buenos días.
—Buenos días —respondió él—. ¿Cómo amaneciste?
—Excelente —se acurrucó más sobre él—, ¿y tú?
—Igual.
—Tu habitación es muy ordenada y bonita —comentó la chica, agradeciendo el hecho de que terminaron acostándose allí y no en la habitación de ella, pues según Valeria su cuarto era "muy de niña".
—Gracias... Sabes —dijo de pronto—, eres la primera persona con la que hago el amor.
Valeria entrecerró los ojos y se dio la vuelta para recostarse boca abajo, con cuidado de que las sábanas no se le resbalaran de más.
—Tú no eras virgen —murmuró mientras se recargaba en su antebrazo.
—Creí que habías captado lo que quise decir —se burló un poco. La chica mordió su labio inferior.
—¿O sea que nunca estuviste de esta manera con tu primer amor?
—No. —Aceptó riendo un poco, en parte por la vergüenza y en parte por la ironía de la situación—. Era muy chico cuando tuve mi primera novia.
—¿Cuántos años tenías?
—Amm... —Desvió la mirada—. Bueno, no tan chico, pero...
—¿Cuántos? —Lo interrumpió—. Dime.
—Dieciséis —aceptó finalmente.
—¡Awww! —Exclamó—. Pues me alegra que esa idiota te haya desaprovechado.
Vicente se acercó a ella y la besó, acto que ella correspondió en seguida.
—Te amo —susurró contra sus labios una vez que se separaron.
—Y yo a ti, Vicentito.
Él sonrió y volvió a besarla.
—Iré a ducharme —comentó cuando se alejó por completo de Valeria.
—Sí, yo igual. Aunque lo malo es que mi alaciado se va a quitar por completo —suspiró con pesadez.
—¿No es permanente?
—No, fue express.
—Me alegro —sonrió.
—¿No te gusta el cabello liso? —Preguntó con un tono de incredulidad.
—Sí, pero me gustan las onditas que se te forman. —Jugueteó un poco con su cabello.
—Oh, vaya, y yo que había pensado en hacerme un alaciado permanente.
—No puedo decidir por ti, pero mi consejo es que te dejes el cabello como es, se te ve perfecto ondulado.
Valeria asintió con la cabeza.
—Gracias.
Vicente dijo que tomaría la ducha en el baño que había en su habitación; no era tan grande como el cuarto de baño principal pero a él le bastaba. Valeria decidió ir al baño principal para tomar un relajante baño de espuma, o tal vez estar un rato en el jacuzzi. El joven le prestó un albornoz, el cual se lo colocó con rapidez, agarró sus prendas de ropa, que se encontraban tiradas en el suelo, y salió de la habitación de Vicente, no sin antes despedirse cariñosamente de su amado.
Ay, como que son demasiado cursis D: No sé de dónde me salió tanta cursilería cuando escribí esto jajaja, creo que son de los personajes más empalagosos que tengo xD.
Los invito a seguirme a mi perfil de wattpad, tengo muchas ideas y me gustaría que les llegaran las notificaciones cuando me anime a subir alguna historia :3 Por el momento tengo 3 publicadas (dos en proceso y una terminada) pero espero compartirles otras.
Por cierto, en instagram voy a empezar a subir frases de mis historias, si quieren seguirme estoy como dianacoutinofdez.
Nos vemos pronto :D
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