Capítulo 61
Hoseok caminaba de un lado a otro inquieto cuando sintió a su hijo y yerno llegar a la casa. Necesitaba hablar con él pero, debía buscar un momento en el que Tae no estuviera presente. No deseaba preocuparlo, menos en su estado, por eso seguía dándole largas a aquella conversación que había estado intentando tener con el príncipe de Luna Dorada.
— Papá... — Taehyung no pudo evitar darse cuente que el rostro de su padre lucía desencajado. — ¿Te encuentras bien?
— ¿Eh? Ah, sí, estoy bien Tae, no te preocupes. Solamente estaba mirando la hora y no sabía si iban a llegar o si por fin íbamos a ir a la cena de tus suegros hoy. — Tae asintió y tomó en su mano algunas de las bolsas que Jungkook tenía en su mano. No estaba del todo convencido pero, ¿por qué no creerle?
Jungkook lo observó detalladamente, sabía que era mucho más que eso, la mirada desesperada que le brindaba incluso le dejaba claro que deseaba hablar con él pero no delante de su alma gemela.
Lo saludó cordialmente. — Me alegra ver que se encuentra mucho mejor. Por la hora no se preocupe, mi mafa de igual forma está atareado y ya le avisé que no iríamos tan temprano. Puede quedarse tranquilo. Nosotros tomaremos una ducha, acomodaremos las compras y en un rato salimos, más o menos en una o una hora y media.
— Perfecto... — Sonrió — ¿Necesitan de mi ayuda? Son muchas las bolsas que traen.
— No papá, no te preocupes, mejor descansa otro rato, ya te iré a buscar cuando nos vayamos a ir. — Besó su mejilla tomándolo por sorpresa y se encaminó seguido por su novio a la habitación que Tae había decidido que sería la del niño, casi al lado de la suya con Kook, misma que se comunicaba por dentro.
Colocó las bolsas en el suelo y observó el espacio con extrema felicidad abrazado por su luniano. Ambos acariciaban su vientre con una sonrisa imposible de ocultar. Por un momento solamente existieron ellos dos y aquel bebé que iba creciendo en el interior del terrestre.
— Soy feliz... — Como un susurro aquellas dos simples palabras repletas de sentimientos salieron de los labios del terrestre, quien con lágrimas que acariciaban sus mejillas, sonreía.
— Yo también soy el ser más feliz, si hoy muriera y mañana volviera a nacer, correría de igual manera a tus brazos, porque sé que en cualquier mundo, en cualquier vida, yo te encontraré. Estoy hecho para ti y sé que eres la única persona en todos los universos que existe para mí. Lored Atojeon!
— Lored Eidon!
Entre sus brazos y con los ojos cerrado se había dejado llevar. Su cabeza reposaba en su hombro, sintiendo el mentón ajeno sobre sus cabellos. Podía sentir los latidos de su corazón, sin lugar a dudas diferente del humano, era casi como una canción de cuna que cada noche lo hacía dormir, que cada momento lo hacía relajarse. Perdió la noción del tiempo, sabía que debían ducharse e irse para casa de sus suegros pero simplemente no quería moverse de allí. Protestó con sus ojos cerrados cuando dejó de sentir aquellas manos que abrazaban su cuerpo.
— Unos minutitos más, amor... — Musitó entre dientes, agitándose para que lo abrazara. — Abrázame un minuto más, no seas malo.
— ¿Por qué no abres los ojos un momento? Después podré abrazarte cuanto quieras. Tenemos toda una vida para ello. — Susurró en su oreja dejando que su aliento lo acariciara.
Abrió los ojos de golpe para quejarse, — ¿no puedes abra... -zarme? — Sus palabras se fueron cuando notó lo que Kook tenía entre sus manos.
Negó varios segundos con la cabeza y sintió que sus piernas le fallaban. ¿Por qué ese hombre le hacía algo así? ¿Cómo podía comportarse de esa manera? ¿En qué momento pasó eso?
— Hoy... — Habló respondiendo a las preguntas que formulaba en sus pensamientos. — Como últimamente estamos juntos a cada momento del día, estaba buscando una forma única de hacerlo, sin embargo, siempre te quejas de que no te gusta mucho todo lo que suele aparecer en los dramas y protestas porque suelo ser muy cursi cuando se trata de ti. Por eso quise mantenerlo simple pero sin dejar de hacer algo que hacen los terrestres.
— K-Kook yo...
— Aproveché que te quedaste hablando con Jin para salir a comprar esto. Pensé en miles de formas para dártelo, buscar el mejor momento o lugar. Pero ahora que estábamos aquí, juntos, irradiando tanta felicidad, dimanando tanto amor, decidí que era el momento ideal para entregártelos. Así no es como se hacen las cosas en Luna Dorada pero como lunianos y humanos que somos, quiero que vivamos y experimentemos juntos ambas experiencias.
Taehyung mordía sus labios, como una marioneta que descansaba sus manos después de que sus hilos se detuvieran, inmóvil y llorando como un idiota mientras escuchaba las palabras que el padre de su hijo le decía.
— Tú haces que mi nacer tenga sentido, me haces feliz. Después de conocerte realmente comencé a vivir, me regalaste una nueva infancia, volví a ser niño, conocí el significado de la palabras vida y amor. Sin ti me castigaba constantemente el frío de mi propia temperatura, ahora cada día el calor de tu cuerpo y de tu alma calienta todo mi ser. Amo quedarme dormido con tu imagen en mi mente, que sea tu rostro lo último que vea antes de dormir y lo primero que veo al despertar. Quiero que sigamos así e incluso, quiero más. Quiero vivir todo contigo Dionysus Kim Taehyung, Atojeon.
— N-No sé qué decir, amor...
Dando un paso hacia adelante para volver a cerrar la estancia que los separaba, extendió su mano para tomar la de su pareja. Con destreza sacó un sencillo y liso anillo de oro blanco, con hojas de laurel grabadas en el exterior y un "Amor Lunar" en su interior, colocándoselo lentamente en su dedo anular. Besó aquella mano adornada ahora no solo por aquel corazón malva, sino también por la sortija y tiró de él para fundirlo en un abrazo.
— ¿Aceptas unirte a mí en matrimonio, aquí en la Tierra?
— ¡Maldito idiota! ¿Cómo no voy aceptar? Por su puesto que acepto. — El luniano esbozó una sonrisa al escuchar sus pensamientos y lo apretó con más fuerza contra su pecho. — pues, realmente no lo sé, tal vez si me das un beso de los que solamente tú sabes dar, me lo pensaría...
Alejándose unos centímetros para tomar su rostro Jungkook lo miró sonriente. Atrajo a su pareja dulce pero firmemente por la nunca y cintura hasta que sus labios se unieron. Sonrieron en los belfos del otro y continuaron sellando aquel momento mediante esa ceremonia de sentimientos privada.
La velocidad aumentó, la presión y desesperación también. Sus avispadas lenguas recorrían sus cavidades mutuamente y sus manos exploraban los ya tan conocidos cuerpos. Tae mordió su labio inferior y repartiendo mordidas leves, acompañadas de besos por toda su mandíbula llegó hasta su cuello perdiéndose en él, sintiendo como el suyo propio recibía el mismo tratamiento. Con su cabeza ladeada para permitirle mejor acceso al luniano, estiró su mano y por encima de aquel delicioso cuello, contempló su precioso anillo. No pudo ocultar su sonrisa.
— Llévame a nuestro cuarto, precioso.
— Tae... — Musitó agitado, perdido en las caricias que una mano en el interior de sus pantalones le estaba ofreciendo.
— No se puede inaugurar el cuarto de nuestro frijolito de esta manera, va y sale con poderes de ver todo lo que aquí se hizo y no quiero que tenga esa imagen de sus papis. — Saltó encima de Kook y rodeó su cintura con sus piernas. — Vamos a graduarnos en el arte del amor y la cama juntos, mi príncipe.
El luniano no puedo no reírse. Dejó que su boca fuera allanada por la ajena y sosteniéndolo fuertemente por su trasero, caminó hasta la habitación.
— Podremos seguir cuando regresemos de la cena pero, si no queremos sentir la furia del tu suegro, será mejor que nos demos prisa ahora.
— Descuida, tenemos el tiempo suficiente. — Afirmó el castaño, desgarrando en un solo intento la ropa de su futuro esposo.
Fue una unión un tanto desesperada pero no por eso, fue menos especial o estuvo carente de amor. Fundieron sus pieles y sus almas una vez más, dejaron que sus gemidos llenaran la habitación y que el sudor los bañara. Cada uno fue hasta lo más profundo del otro cuerpo, todo fue recíproco, todo fue equitativo, todo fue perfecto hasta que explotaron un duradero orgasmo.
— ¿Realmente tenemos que ir a esa cena? — Preguntó el terrestre aún jadeando y con su cuerpo burbujeante anhelando por más.
— Si no queremos meternos en problema con tus suegros, sí amor. Mi mafa nos mata si le cancelamos en estos momentos pero... Te prometo que te compensaré cuando regresemos, toda la noche y madrugada seré tuyo, haré lo que deseas e irás sin dormir al trabajo mañana. Sucederá todo eso y más pero ahora... — Apoyó su rodilla en la cama y acunándolo en sus brazos salió de ella para llevarlo hacia el baño. — Nos toca una ducha que tenemos que salir ya.
...
Cuando la señora Park vio entrar a quien ahora sabía que era su nieto llevó las manos a su pecho, abriendo su boca sin soltar sonido alguno. Sus hombros temblaron y las lágrimas los secundaron. No podía creer que su hijo le hubiera dado un nieto y que este tuviera ya veinticinco años cuando para ella Jimin todavía tenía treinta. Sin embargo, no podía negarlo más, sabía que era cierto y ese sentimiento que él despertó en ella cuando lo vio por primera vez, ahora tenía explicación.
Se apartó de los brazos de Jimin y caminó apresuradamente hacia él para abrazarlo. Lo abrazó durante varios minutos hasta que se apartó, comprobó sus cachetes, apretó sus brazos y le hizo darse la vuelta para echarle un mejor vistazo y riendo volvió abrazarlo.
— Tu padre sin duda hizo un buen trabajo contigo, eres hermoso. — Todos miraban sonrientes la escenas.
La verdad era que en ese momento el amor brotaba por todas partes. Taehyung era abrazado por su padre que le reconfortaba su llanto, mientras que los regentes de Luna Dorada se abrazaban y besaban conscientes de su alrededor pero metidos en su propia burbuja donde solamente existían ellos y sus descendientes.
— Cuéntame de ti tesoro... ¿Cómo es ser un príncipe? ¿Es muy difícil? ¿Tus otros abuelos te cuidaron y alimentaron bien? Cuéntale todo a tu abuela, hasta lo que tus padres te hacen, yo te defenderé.
— ¡Mamá! — Exclamó Jimin intentando que dejara de hablar aunque sabía que primero se secaban los mares antes de que eso ocurriera. — ¿Cómo puede decir esas cosas? ¿Qué clase de padre crees que soy?
Ella hizo una mueca y agitó su mano en señal de que la dejara tranquila para después tomar la mano de su nieto y llevarlo hasta el comedor. Miró a su alrededor y notó que había dejado a su pareja sola por lo que se levantó y buscó a Taehyung, después de todo, sería quien le diera su primer bisnieto.
— Venga, siéntate aquí al lado de nuestro Kookie. — Bordeó la mesa y se sentó al frente mientras que todos los demás la seguía e iban ocupando sus lugares, con Yoongi a un extremo de la mesa y Jimin al otro, encabezando a la familia, como los anfitriones que eran en ese momento. — Cuéntame bebé, dale las quejas a la abuela para que pueda regañar al malcriado de tu padre.
Jungkook y Taehyung mordieron sus labios controlando una risa, como así todos en la mesa, todos excepto Jimin.
— Estoy recuperando todo el tiempo perdido pero puedo asegurarle que tengo al mejor mafa de todo el universo y lo amo con la vida. — Jimin le sonrió sonrojado y jugueteó con los palillos sin poder ocultar su sonrisa.
— Yo también te amo, bebé.
— Eres un buen hijo, estoy seguro que serás también un excelente padre. — Tomó la mano de Tae y la entrelazó con la del luniano para después sostener ambas entre las suyas. — Que el universo los colme de bendiciones, que tengan un bebito sano al que abarroten de amor.
— Muchas gracias, señora Park.
— ¿Cómo que señora Park? — Espetó mirando a Taehyung. — Abuela, llámenme abuela.
Yuna miraba a todos en la mesa, incluyendo aquel último que habían presentado como padre de Taehyung. ¿Cómo el mundo podía ser tan cruel con ella? Era un pecado que todos esos hombres, incluyendo a su primo, fueran tan guapos y amorosos como los que ella solamente veía por televisión. Como los que ella siempre soñó pero que solamente podía amar a través de la pantalla.
Estaba segura de que podía ser la mujer más feliz del mundo si al menos una noche pudiera caer en manos de ellos o de todos a la vez, mismo si tuviese que andar después en silla de ruedas por un mes. Sentirse amada y complacida por seres tan geniales. Suspiró volviendo a posar sus ojos en ellos mientras llevaba un Dumbplin a su boca. Su primo, el esposo, su hijo, el novio de este e incluso su padre, los cinco a su forma eran perfectos.
— Si sigues suspirando así te vas a quedar sin aire. — El mayor de los Park que la había estado observando le susurró al oído con una sonrisa.
Agitó su cabello y nuevamente suspiró frustrada. Esas eran las facilidades que tenían algunos y dificultades que tenían otros. Su vida definitivamente apestaba. Los miró y no pudo evitar sonreír, no podía negar que todos hacían lindas parejas y lucían hermosos juntos. Sinceramente esperaba que estuvieran por siempre juntos, de lo contrario, si alguien más aparecía en la vida de ellos, le daría guerra. Negó con su cabeza por las estupideces que estaba pensando y alzó su copa para brindar con los demás.
— Mafa, fada, — miraba a cada una de las personas que iba mencionando — abuelos, Yuna, tía Han... — Entrelazó su mano a la de Taehyung y acariciando el dorso de su mano, tras recibir una afirmación con su mirada de que continuara hablando, prosiguió. — Tenemos una noticia más que darles...
— ¿Otro hijo? — Yuna enarcó las cejas, estaba ansiosa por saber, últimamente había vivido más emociones en dos días que en toda su vida, la curiosidad le podía.
Todos la miraron advirtiéndole que no comenzara con sus comentarios y volvieron a centrar la atención en Kook.
— Queríamos compartir con ustedes que mi alma gemela y yo nos comprometimos como terrícolas. Vamos a tener una boda en la Tierra también. — Levantó sus manos mostrando las alianzas y todos comenzaron a exclamar felicitaciones contentos.
Taehyung se volteó a ver a su padre y su corazón se debilitó al verlo llorando cual niño pequeño con una amplia sonrisa en su rostro. Se acercó a él y este lo abrazó fuertemente, llorando en su hombro mientras acariciaba su cabello.
— Estoy muy feliz por estar contigo en este momento, por ser testigo de la dicha y felicidad que tienes. Siento mucho no haber estado todos estos años a tu lado hijo pero estoy más que orgulloso de ver el hombre en el que te has convertido. Tu mafa estuviera más que orgullosa y feliz, sé que debe estar mirándote desde donde está y debe estar echa un mal de lágrimas como yo, justo como cuando sintió que te uniste a tu futuro esposo. Serán muy felices juntos y solamente te puedo desear cosas bellas. Voy a ser abuelo y veré casar a mi único hijo. ¿Sabes lo increíble que es eso?
Jungkook se acercó y Hoseok los tomó a ambos entre sus brazos para felicitarlos nuevamente.
— Gracias... Me están haciendo muy feliz, tan feliz que si muero mañana lo haría gustoso.
— Papá no digas eso... — Tae lo abrazó aún más fuerte, recién lo recuperaba y no quería pensar de que algo así podría ocurrirle tan pronto.
El luniano observó la mirada de su esposo y supo que estaba hablando literalmente, ese hombre estaba seguro de que podría morir pronto y quería saber por qué. ¿Qué estaba tramando?
Todos continuaron hablando, las mujeres, Jimin y Taehyung parecían no tener final con el tema del embarazo mientras que el señor Park, Yoongi, Hoseok y Jungkook tenían pláticas triviales, prácticamente los tres le daban consejos al menor. Ya todos habían sido padres y a su propia forma, querían pasarle sus conocimientos sobre el tema.
— Venga suegro, le voy a dejar probar una bebida que Jimin prepara para mí que es justo como en mi mundo y estoy seguro que usted no lo ha probado. — Con cervezas en la mano, Yooongi rodeó el hombro del señor Park y salieron del estudio.
Jungkook iba a seguirlos hasta fuera pero la voz de su suegro lo detuvo. Sabía que estaba buscando la oportunidad de estar a solas con él.
— ¿Podemos hablar por un momento, por favor? — Fueron las palabras de Hoseok.
El luniano asintió y se encaminó a la puerta para cerrarla, le indicó que tomara asiento y lo siguió. Se sentó justo al frente para apreciar bien su mirada, quería saber qué era lo que le quería decir.
— Dígame...
— Se trata del mafa de mi hijo. Kore... Necesito que me ayude a rescatarla.
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