Capítulo 56
Era extraño estar fuera de ese lugar hostil en el que había pasado sus últimos años, su única fuerza para mantenerse vivo había sido su hijo y Kore, su esposo. Al principio le resultaba incómodo verlo en su forma original, como mujer, pero realmente se veía hermosa. Como fuera, su alma gemela era la más hermosa del universo y no tenía duda alguna.
De tantos lugares donde tenían para confinarlo, fue encerrado en el mismo lugar de su amado y creyó por un momento que esa había sido su mejor suerte. Todo resultó más fácil de lo esperado, pensó que le iba a costar más tiempo encontrarlo pero no. Fue llevado directamente hacia el amor de su vida a penas lo apresaron.
La mirada de Kore al verlo no se le borraba aún de su memoria, esa mezcla de sorpresa, frustración, dolor, preocupación, felicidad. La vio voltear su rostro fingiendo no conocerlo pero, bien sabía él que era pura actuación.
Pensaba que todo el lugar sería oscuro y tenebroso pero lo cierto era que parecía el mismísimo cielo aunque se viviera un infierno. Kore estaba amarrada con lo que parecían ser grilletes pero transparentes, solamente se podían notar cuando ella se movía más allá de su perímetro establecido. Podía sentarse, pararse y acostarse pero nada más. La condición de él era parecida pero con menos privilegios, si era que así se podía llamar a lo que Kore tenía.
No contaba con una cama, su espacio era más pequeño y no lo alimentaban como era debido, a ella la trataban casi como si fuese una reina presa en su propio castillo, mientas que él bueno, era como un perro esclavo a los pies de su amo. Sin embargo toda esa situación le parecía buena, solamente por tenerla cerca. Intentó hablarle, al menos intercambiar miradas pero los primeros días no obtuvo una respuesta de su parte. Él era como un molusco pegado a una piedra, siendo invisible para todos los demás y, a decir verdad prefería que no le prestaran tanta atención. Sin embargo, que Kore ni siquiera le dirigiera la mirada, dañaba su corazón.
Lo primero que pensó era que por el lugar trataba de medirse y disimular, para que ninguno de los dos se metiera en problemas pero a medida que pasaban los días, se daba cuenta de que había algo más para que no le hiciese caso. Se podía dar cuenta que estaba molesta pero no entendía por qué. Así siguieron pasando las semana, no llevaba un control exacto pero podía calcular que al menos tres meses habían transcurrido. Tres meses tan cerca y tan lejos de su esposo.
— ¿Qué haces aquí? — Escuchó el día que menos se lo esperó. — ¿Por qué estás en Luna Dorada? No me comuniqué contigo para que vinieras aquí.
— ¿Cómo no iba a venir a rescatarte aunque muriera en el intento? ¿Cómo podía dejarte simplemente a la deriva? — No entendía que estuviera molesta por ir a buscarla. Que no se alegrara por verlo, por sentirlo cerca. Solamente a su llegada pudo sentir esa mirada llena de amor y felicidad al verlo, misma que desapareció a penas minutos después. — Kore...
— Yo no soy importante, yo hablé muchas veces contigo, te dije que me dejaras ir. Todo esto fue para que tanto tú como mi hijo estuvieran bien, en cambio aquí estás. ¿Por qué dejaste solo a Dionysus? Él es lo más importante, quien más necesita de tu ayuda, de tu cuidado y protección. Es quien más corre peligro, ¿cómo pudiste venir dejándolo atrás?
— No podía traerlo conmigo y ya ves que hice bien. Traerlo sí lo hubiera puesto en peligro, no había porcentaje que garantizara el éxito de esto. Incluso ahora, sé que estás a mi lado pero aún así, ni siquiera sé si puedo ayudarnos.
— Yo puedo protegerme sola, lo he estado haciendo por años. Ya había muerto para ustedes, por qué empeñarte en buscarme, a pesar de todo el esfuerzo que hice para protegerlos...
— Porque te amo, porque así como tú te preocupas y sacrificas para que estemos bien, yo también quiero luchar por tu bienestar. Nuestro hijo tiene el derecho de conocer a su madre, convivir con ella. ¿Por qué no puedo luchar para que todos estemos bien y juntos? No sabes cuánto te hemos extrañado y necesitado. Si existe una sola oportunidad en un millón de conseguirlo, yo lo voy a intentar. Sí, dejé a nuestro hijo atrás y me duele, lo extraño, no sabes lo mucho que lo hago pero todo esto es por él, por ti, por nosotros tres.
Hoseok podía ver las lágrimas que bañaban el rostro de su única compañía en ese lugar. No sabía cómo tratar con todo lo que estaba sucediendo, sintiéndose doblemente culpable e impotente por no saber cuidar como era debido de su familia.
— Ko- — Notó como ella ponía su dedo índice en los labios, advirtiéndole que se callara, señalando la puerta en aviso de que alguien se aproximaba.
Permaneció en silencio, sentándose en el suelo mientras que Kore se volteaba en su totalidad. La puerta se desvaneció, dejando ver a un grupo de hedios que se formaban en su entrada, dándole entrada a quien parecía ser su jefe. En el tiempo que llevaba allí, no habían recibido visita. Con una larga cabellera roja, vestido totalmente de negro con una capa azul oscura y una tosca mirada que le causaba repulsión.
— ¿Qué tan bien le ha ido con la reunión familiar mi adorada Kore? Creo que les he dado el tiempo suficiente para ponerse al día, recordar viejos tiempos y también despedirse. ¿No lo creen? — La voz de Hedas llegaban a sus oídos de forma horrenda, era una voz molesta y que le causaba aversión.
Con sonrisa ladina, tratando de ocultar los deseos que tenía de matar a ese insignificante humano en ese momento se acercó, dando pasos firmes hasta llegar a su prisionera estelar. Sostuvo en sus manos aquel rostro de belleza inigualable, acarició sus cabellos para, lentamente, besar sus preciados labios. Un beso que dejaba claro su posición y posesión sobre ella.
Una posesión artificial que Hedas mantenía a sabiendas de que esa era su mejor arma para someterla. Sabía lo que el dolor de perder realmente a su alma gemela le causaría, su poder sería incalculable y aunque no tuviera el poder para matarlo como el del heredero de ese mundo, le causaría suficientes estragos, más mal que bien. Ese era el único motivo por lo que la bola de carne y hueso de Tellus seguía respirando. No quería lidiar con la furia de Kore o de su familia, no aún, no antes de eliminar al heredero antes de que dejara descendencia y encontrara su alma gemela. No antes de haber eliminado en su totalidad a los posibles candidatos del trono que venían antes que él
Kore era también su única esperanza para procrear, para tener un poderoso sucesor. El único problema es que no lo habían logrado aún. Mismo si su apariencia exterior cambió en Tellus por alguna razón, seguía siendo el mismo ser exclusivo y su alma gemela, capaz de brindarle todo lo que él necesitaba. Ultrajó su cavidad bucal con más fuerza, viendo como no ponía resistencia ni le hacía tener que usar más fuerza de la debida en ella. Sonrió complacido sabiendo que detrás de su manso comportamiento, se escondía la preocupación por ese inservible que batallaba, sin suceso, de liberarse de su confinamiento.
— ¿Qué sucede mi estimado telluano? ¿No sabes que quien una vez fue tu pareja de vida, ahora es mi compañera de copulación? — Caminó lentamente en dirección a Hoseok, acuclillándose frente a él. Llevó sus dedos a los cabellos castaños de ese hombre y tiró de él con fuerza, mordió su labio y pesa a su resistencia logró adentrarse en su boca, llenándola de fluidos salivosos. — Para que no digan que soy malo, te he permitido darle un beso indirecto a tu alma gemela. Mmmm... ¿Nada mal cierto? Prefiero las bellezas como Kore pero tú no estás nada mal para pasar el rato.
— Creo que sabes que eso no te conviene Hedas... Quítale tus manos de encima y no lo toques nuevamente. — La voz de Kore no fue dulce y angelical como siempre solía ser, esta vez fue ronca, incluso más que cuando su lado masculino se manifestaba.
— De acuerdo, no me divertiré con él pero, sabes que eso tiene un precio, ¿cierto? — Sin protesta alguna notó como llevaba sus manos a su vestido, deslizando un dedo por debajo de sus mangas para hacer que estas cayeran, no obstante, las manos de Hedas se lo impidieron. — Déjame esa placentera tarea a mí, creo que podré darle una mejor vista a nuestro invitado. Debemos ser considerados con el recién llegado y darle una buena bienvenida.
Con sonrisa falaz, la lunasia detuvo sus movimientos, desviando su mirada del padre de su hijo. Si lo miraba lucharía contra ese malnacido y si lo hacía y era herida de gravedad, su hijo sería expuesto, toda su protección de desvanecería y con su sangre llegarían a él en un santiamén. No podía permitir aquello, solamente esperaba que Hoseok entendiera la situación, cerrara sus ojos y se aislara de lo que allí ocurriría.
Lentamente, como si del más preciado tesoro se tratara, fue despojando todo lo que cubría el preciado cuerpo de Kore. Ella permanecía con los ojos abiertos, vacíos y fijados en él, muy por el contrario del humano que dejaba ver todas sus estúpidas emociones. Le hubiera encantado que Kore le correspondiese pero sabía que eso era imposible desde el día que se enteró de su unión en Tellus, desde el día que quizo desmoronar todo Luna Dorada.
Estaba consciente que debía lograr su objetivo lo antes posible, su cuerpo se iba debilitando debido a la ausencia de su alma gemela, otra de las razones por los que la mantenía en la misma habitación. Mismo si por su parte él se revitalizaba cuando copulaba con ella, si ella fallecía, varios de sus planes se verían tronchados.
La angustia, rabia y frustración de ver como el amor de su vida era sometida lo estaban desgarrando. Intentó, luchó con todas sus fuerzas por liberarse pero fue imposible. Mientras más forcejeaba mas se afianzaba lo que fuera que lo sostenía. Estaba frustrado y confundido a la vez. ¿Cómo podía él abusar de su Kore así sin más? ¿Dónde estaba su seguridad y protección que todo lunasio tenía? ¿Por qué el podía penetrarla sin sufrir daño alguno?
Cerraba sus ojos para no presenciar aquello pero el ruido que causaban los embistes, junto a los exagerados jadeos de aquel maldito infeliz, le hacían la tarea difícil. Hedas enredó todo el cabello de la lunasia en su mano y tiró con fuerza, abrió más su interior y profundizó en ella, obligándola a soltar pequeños quejidos que nada tenían que ver con el placer pero que sí complacía al perpetrador, ver a las almas gemelas llorando mientras él hacía y deshacía con ellos era maravilloso.
Fueron tantas las veces que aquello ocurrió, fueron tantas las veces que ambos fueron castigados, fueron también varias las veces que Hedas los obligó a intimar y, aunque siempre hubiera tenido deseos del amor de su vida, aquello era simplemente despreciable. Se negaba cada vez pero era inmovilizado y Kore obligado a ejercer sus movimientos en él, lográndolo hacer terminar cada vez.
Sin embargo, Hedas de cierta forma se fue confiando y relajando, dejándolos cada vez con menos resguardo. Al menos hasta el día que se supo que el rey también había caído prisionero y que estaban en busca del heredero que según los rumores había desaparecido, dejando a Hedas frustrado por su intento fallido de eliminarlos.
Por supuesto, esa vez, incluso él fue sometido por aquel hombre que quería romperles el alma. De forma astuta al final, impidiendo que Kore lo supiera y amenazando a Hoseok con intimar y lastimar aún más a su alma gemela. Razón de peso suficiente para que él se callara esa, y otras veces que se vio obligado a morder la almohada de aquella habitación oscura donde siempre lo llevaban.
— ¡Hoseok! — Jungkook llamando su nombre lo hicieron volver a la realidad, dejando al menos por un momento aquellos recuerdos atrás. — ¿Qué sucede, por qué estás llorando?
El mayor agitó su cabeza en negación y una artificiosa sonrisa curvó sus labios. — No sucede nada... — Miró a su alrededor secándose las lágrimas. — ¿Dónde está mi hijo?
— Te quedaste dormido por unos minutos y él salió a cocinar algo, me quedé aquí para cuidarte, vigilarte y saber qué es lo que quieres decirme. Pude ver en tu rostro que deseas hablar conmigo en privado, ahora habla. — El luniano se cruzó de brazos y se recostó al espaldar de la butaca.
— Como efecto, muy perspicaz. Efectivamente quería hablar contigo de varias cosas, entre ellas, informarte que están en peligro. Ya Hedas sabe de tu alma gemela y de la unión de ambos por lo qué, intentará atacar lo antes posible, yo también lucharé al lado de ambos, creo que juntos podríamos tener una oportunidad ante él. No entiendo cómo es que con tus genes no puedes vencerlos, debes tener demasiados poderes, aún más después de unirte a mi hijo y estar esperando un fruto de esa unión, ustedes dos como seres únicos con la ayuda de todos nosotros, podemos frenarlo.
— Estoy en ello pero no voy a entrar en guerra ahora, no hasta que mi hijo nazca y todos estés fuera de peligro. Si la batalla viene aquí créeme que responderemos, mi padre también estaba al tanto de la situación, ralentizó el tiempo de allá y puso una barrera algo difícil de pasar, por lo que eso nos gana algo de tiempo. También comenzaremos a entrenar a Tae, yo me estoy encargando de todo pero te agradezco por avisarme. Todos estamos preocupados y sé que sería absurdo decirte que no lo estés pero créeme que antes que le hagan daño a mi alma gemela, prefiero morir.
Hoseok sonrió al escuchar las palabras de su yerno. Estaba muy feliz con que a pesar de todo lo negativo que esa unión traía consigo, había un amor tan fuerte y bonito que lo respaldaba. Algo que su hijo podía experimentar en carne propia, vivirlo y ser feliz, quería que su pequeño fuera feliz.
— Príncipe...
— Puedes llamarme Jungkook por ahora, estamos en la tierra y aunque no confío aún en ti, eres el padre del hombre que amo.
— G-Gracias. — Ensanchó la comisura de sus labios, elevándolas ligeramente hacia arriba. Ahora venía algo más que no sabía si debía pedir... — ¿Qué tanto sabes acerca de Kore?
Aquella pregunta tomó al lunasio de sorpresa, realmente sus conocimientos sobre Kore eran escasos.
— No conozco mucha acerca de Kore, derecho, ni siquiera sé como luce físicamente. Cuando yo nací ya ella no estaba en el palacio y era un tema tabú. Supe de ella por la indiscreción de uno de los súbditos, así como por una discusión que sostenían mis abuelos. Hasta donde tengo entendido, fue la hija que tuvo el fada de mi padre con una mujer desconocida antes de tener a mi padre. Que no son hermanos porque como bien sabes allá es diferente que aquí. Cada sangre es única y se crea mediante la fusión de quienes procrean, influyendo su estatus y pureza. Por lo que ella y el rey Min, mi padre, no tienen ningún parentesco más allá de compartir padre. Como te dije, supe que había cometido un pecado horrible y que incluso le retiraron muchos de sus poderes pero que sigue siendo ahora mismo, mientras mi hijo no nazca la tercera o cuarta en la línea de sucesión al trono. Realmente esa parte no la recuerdo bien porque no me interesé mucho por ese tema.
— Ya veo, prácticamente no sabes absolutamente nada de ella. Creo que deberíamos también hablar con tu padre, después de todo como rey regente e hijo de su mismo padre, debería saber mucho más de ella. ¿Cuándo crees que podamos reunirnos con él?
— ¿Quién es la hermana de tu padre, amor? — Los sorprendió hablando Taehyung.
— Oh no amor, mi padre no tiene hermana... — Palmeó su muslo invitándolo a sentarse y Rae así lo hizo.
— Escuché perfectamente que mencionaron a una ella que compartía el mismo padre que el rey regente. Ese me imagino que es tu padre y si comparte el mismo hermano que ella, lo hace hermano.
— Hermoso, Kore y mi padre no son hermanos. Sí, tienen el mismo padre pe-
— ¿Qué carajo acabas de decir Jungkook?
Kook lo miró sorprendido por su brusca reacción, Hoseok intentó interceder pero los más jóvenes salieron de la habitación sin dejarlo decir algo. Tae caminaba a toda prisa y siempre que su pareja intentaba sostener su mano se alejaba.
— Amor, cálmate... No entiendo por qué reacciones así. ¿Qué importa quien es el padre de tu madre o de mi padre?
— ¿Cómo que no importa Jungkook? Acaso no te das cuenta que si ellos son hermanos, n-nosotros somos... — ¿Qué maldita broma era eso? — Eso nos hace primos, familias, lo que nosotros tenemos es un maldito incesto, es deplorable y asqueroso. ¡Oh dios mío! Incluso vamos a tener un hijo... ¿Cómo podemos estar destinados y ser almas gemelas si somos primos por dios.
— Es que estás malinterpretando todo. Para empezar, nuestros padres no son hermanos. Tú y yo no somos familia ni estamos cometiendo incesto. Nuestro amor no es asqueroso ni está mal porque sino, no fuésemos destinados. E incluso si eso fuera así, que no lo es... Nuestro amor afloró incluso antes de conocer todos los hechos, no nos hace depravados, nuestro hijo tampoco sufriría de anomalías. Si realmente fuésemos familia, nuestras sangres no se fusionarían para crear ese hermoso frijol que está enraizado en tu krok, creciendo cada día más.
El sonido de unos pasos los hicieron voltearse encontrándose así con las miradas de sus tres progenitores sobre ellos. Hoseok aún lastimado de un lado, Jimin y Yoongi del otro tomados de las manos.
— ¡Tenemos que conversar, todos!
La seriedad con la que el rey habló y se planteó, hizo que todos los presentes tragaran saliva. Jimin miraba confundido y sorprendido a Hoseok, este de igual manera le devolvía una mirada con la misma intensidad. Yoongi los miraba a todos y Jungkook solamente tenía su vista fija en los llorosos ojos de su alma gemela, quien sollozaba abrazando tu barriga totalmente desconcertado.
(Sé que la imagen no va con la situación pero a su vez me recordó mucho a mi historia, el vkook junto con los padres del luniano, juntos como en los últimos capítulos 🙈😂 No me maten)
Hola mis lunianos... 😝👋🏾
Aquí les dejo un nuevo capítulo, todo eso lo escribí para que acompañara el capítulo anterior pero como ven, se hubiera hecho demasiado largo. Besitos y nos vemos en el próximo.
LORED
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