Capítulo 30
Jimin quería hablar pero por alguna razón las palabras no le salían. Estaba delante del hijo que tuvo que abandonar cuando a penas tenía tres añitos y no le resultaba fácil revelarle la verdad de una sola vez. Planeó de mil maneras el momento en el que le confesaría todo pero en ninguno de los escenario aparecía que su hijo lo estuviera interrogando convertido en fiera, en uno de los baños de la universidad. Su mirada le hacía recordar a Min Yoongi cuando se molestaba, no se podía negar que eran padre e hijo.
El luniano estaba perdiendo la paciencia al ver que el profesor no parecía dispuesto hablar. Cerró su puño con fuerza y lo hizo colisionar con aquel rostro que ahora tenía su boca cubierta de sangre y los labios partidos. Jimin sintió marearse cuando sintió aquel impacto que no estaba esperando, había sido golpeado con semejante brutalidad por su propio hijo y aunque sabía sus pensamientos y las razones por la que lo había hecho, mismo sabiendo que su hijo no tenía la más remota idea de quién era él, su corazón dolía.
— Habla o te juro que no volverás a respirar.
— Te diré todo lo que necesitas saber, — escupió la sangre que tenía acumulada en su boca. — Te diré lo que quiera pero no aquí.
Jungkook presionó nuevamente su cuello contra la pared y lo alzó ligeramente, separando sus pies del suelo. — ¿Piensas que esto es una maldita broma? Habla de una buena vez. — Apretó sus dedos alrededor de su cuello, haciendo que en la cara de Jimin se formara una mueca.
El rubio sonrió con ternura y lo miró a los ojos, sin forcejear o intentar en algún momento liberarse de su agarre, sabía que ninguno de los hedios se dejaría hacer sin dar pelea de la forma que lo estaba haciendo él. Iba apelar de la mejor forma a su hijo.
— Sé que no estás bromeando Eidon, — ¿Por qué la voz de aquel hombre al decir su nombre le resultaba tan familiar, tan tranquilizante? — Si te has podido dar cuenta no estoy peleando contra a ti porque no tengo ningún interés en lastimarte, al contrario. Para que me creas y poderte demostrar con hechos que no estoy mintiendo, no puedo decirte lo que deseas escuchar aquí. Te lo diré todo esta misma noche si aceptas cenar en mi casa.
El luniano abrió su mano y algo confundido dejó caer a Jimin. Era cierto que cualquiera que estuviera bajo las órdenes de Hedas reaccionaría de forma diferente al saberse descubierto, sin embargo, eso no era suficiente. Por otro lado estaba esa sensación que sentía siempre que lo escuchaba hablar. ¿Quién demonios era ese hombre? Podía estar dirigiéndose a una estúpida trampa pero aún así...
Miró a Jimin y este sintió un gran alivio al notar en sus ojos como sus palabras habían comenzado hacer ruido en su sistema, estaba dudando y eso le esperanzaba. Jungkook entrecerró los ojos y se plantó frente a él un semblante que hacía temblar a cualquiera que lo estuviera viendo.
— ¿Sabe a qué se atiene si planea jugar conmigo o ponerme una trampa? — El rubio asintió. — Espero que no seas tan estúpido como para no hacer algo así. — Caminó hasta la puerta sin darle la espalda, — ya tengo su dirección, lo veré a las nueve de la noche en su casa.
Salió de aquel baño y Jimin se dejó caer en el piso, soltando todas las lágrimas que no había soltado frente a su hijo. Por su mente jamás pasó que algo así le ocurriría a él, si bien estaba feliz por volver a ver a Jungkook, lo entristecía ver toda esa rabia con la que lo miraba. Pensó en su esposo, en lo asustado pero feliz que se puso cuando supo que estaba embarazado, el día que dio a luz, sus primeras palabras, pasos, sus primeros años y ese maldito momento en el que tuvo que decirle adiós.
Jimin podía ser un hedio, alguien que estuviera mostrando una careta de bondad y ser todo lo contrario pero muchas dudas se iban acumulando en su mente a medida que se dirigía al estacionamiento. ¿Por qué lo ayudó en la escalera cuando lo más satisfactorio sería dejarlo morir? Todo podría ser un maldito plan para ganarse su confianza y estar a su lado para el momento en que recibiera la orden de atacar o tal vez necesitaban algo de él que todavía no tenían.
El terrestre miraba aquel rostro estoico y sin expresiones que quien conducía tenía, sin atreverse a preguntarle que le ocurría, al menos no en esos momentos. Tuvo que esperar en el automóvil por más de media hora y cuando lo vio quiso decirle algo pero no se atrevió, no parecía Jungkook, una parte de él sintió miedo.
Cuando llegaron a Kard, el luniano no se despidió, una vez que Tae descendió arrancó sin decir palabra dejándolo confundido. ¿Dónde estaba el Jungkook que hacía nada le había dicho palabras tan hermosas? ¿Qué habían hecho con la persona de semblante serio pero despreocupado que siempre mostraba atención hacia él? ¿Donde estaba ese hombre que se le estaba metiendo en lo más profundo de su ser?
...
Jungkook repasó los archivos de su holograma privado una y otra vez sin encontrar nada referente a Park Jimin, ni en los hedios ni en ninguna otra parte. Buscar información de Park Jimin era un camino sin salida, todo lo que encontraba era información suya en el internet destacando sus habilidades como astrónomo y científico, decía que estuvo en un proyecto muy importante que duró todo un año por el cual ganó reconocimiento internacional. Sus antecedentes, todo parecía estar en orden como un humano cualquiera, sin embargo, un humano cualquiera no conocería de su identidad ni de Luna Dorada o los hedios.
Eran las 8:30 p.m. Mientras que Jimin observaba la hora nervioso, terminando de cocinar y preparar la mesa antes de irse a bañar, Jungkook bajaba a su sótano para tomar algunas armas lucianas para en caso de que se estuviera dirigiendo a una emboscada. Taehyung por alguna razón también se sentía inquieto, con deseos de que pasaran las cinco horas restantes de su jornada para ir a casa, hablar con Jungkook, se había quedado demasiado preocupado desde la tarde y había estado pensando en eso sin descanso.
Jungkook se montó en su coche y suspiró recostando su cabeza al espaldar, relajándose y preparándose psicológicamente para una batalla. No había mucho que pudiera decirle en aquel lugar que no pudiera haberle dicho en la universidad horas atrás. Controló la seguridad y armamento del vehículo, las suyas propias y se puso en marcha aquel lugar.
Le quedaban solamente cinco minutos de su recorrido para llegar a la casa del profesor Park o quien fuera que realmente fuera. Una ansiedad mezclada con nerviosismo y escepticismo estaban revoloteando en él. Controlaba cada parte del camino, expectante, preparado para cualquier ataque que quisieran hacerle.
Por su lado, el mayor caminaba de un lado hacia otro rezando, con el corazón en la boca y controlando que todo estuviera en orden para cuando su hijo llegara. ¿Y si no iba? Negó rápidamente con la cabeza, eso era imposible, los ojos de Jungkook pedían sangre y no lo iba a dejar pasar tan fácilmente. Observó su reloj parado en la puerta y vio como el segundero poco a poco se acercaba más al doce, eran los segundos más largos de la historia y ahí, justo cuando marcaron las nueve de la noche en punto, el timbre de su puerta sonó.
Miró su rostro en la pantalla y tragó en seco, pasó su lengua por sus secos labios mientras que su cerebro le dictaba a sus manos temblorosas que se movieran. — Tal parece que tienes mal de Parkinson Jimin, presiona el botón de una maldita vez, enfrenta a tu hijo. — Tomó su mano izquierda para ayudar a la diestra a llegar hasta el botón que tenía una pequeña llavecita dibujada en el. Respiró profundo... — Ya no hay vuelta atrás. — Presionó.
Jimin esperó a que el luniano entrara en la puerta, lo vio caminar por todo el jardín desconfiado y mirando a su alrededor, sus armas eran visibles tan bien, no quería imaginarse todas las que traía consigo que no alcanzaba ver. Jungkook puso un pie dentro de la casa y miró alrededor con cautela para después entrar completamente y sentir como la puerta detrás de él se cerraba tomándolo por sorpresa.
Sacó un arma y le apuntó al rubio debido al sobresalto, estaba nervioso y eso no era buena señal, sin duda algo sucedería en aquel sitio y eso lo mantenía alerta. En son de paz, el mayor levantó las manos y caminó hasta quedar frente a él.
— Yo no estoy aquí para hacerte nada Eidon, puedes bajar el arma.
— No me llames Eidon imbécil, tú no tienes derecho a poner en tu sucia boca ese nombre, es sagrado. — Ese era un nombre único que su mafa escogió para él y no quería que estuviera en boca de ningún hedio. — Ya estoy aquí, así que habla de una maldita vez.
— Primero cenaremos, ese fue el trato.
— Acepté venir a cenar pero no dije que comería nada de lo que cocinaras. — Se va girando a medida que Jimin camina apuntándole fijamente.
— No sé si sepas pero es de mala educación ir a la casa de alguien que te está invitando a cenar y apuntarle de esta forma tan fea. Por aquí... — Ladeó la cabeza caminando hasta el comedor.
El menor repitió el mismo ladeo de Jimin cuando entró y vio todo lo que había en la mesa. Una cena organizada al estilo de Luna Dorada y aunque se notaban que los ingredientes eran terrestres el olor le era demasiado familiar. La decoración de la mesa, su mantel, la alineación de las cosas incluyendo las bebidas, todo... Estaba claro que ese hombre era de Luna Dorada y que lo conocía o al menos conocía el palacio, cosa que muy pocos podían hacer. Bajó y guardó su arma, yendo hacia donde le señalaban.
Jimin se sentó frente a él tratando de ocultar la sonrisa que quería asomarse al notar el cambio en el semblante de su hijo. — ¡An goete! — Habló ganándose la fría pero sorprendida mirada ajena.
— An goete... — Activó el censor de sustancias que pudieran poner en peligro su vida, comprobando que no había ningún veneno en ello y que podía comer.
Miró a su alrededor y comenzó a comer al principio con cierta hostilidad pero una vez que esos alimentos acariciaron su paladar continuó comiendo a gusto. Pasaron varios minutos y Jungkook se detuvo abruptamente.
— Vine aquí para hablar contigo, no para comer y que tú te me quedaras mirando. — Lo miró fíjamente.
¿Qué era esa mirada que estaba percibiendo de su parte? Nuevamente ahí estaba, esa mirada que tantas veces lo cautivaba donde no percibía un ápice de maldad hacia su persona, sino todo lo contrario, era difícil de procesar. ¿Habrían cambiado los métodos de sus enemigos?
El mayor lo ignora y continua mirándolo con una sonrisa que no pudo ocultar. Su hijo estaba ahí, en su casa, en su mesa, comiendo la comida que él había cocinado expresa y únicamente para él . Era todo un logro y se sentía feliz por lograr aquello a pesar de la tensión que había en el ambiente.
— ¿Te gusto como hombre? — Jimin lo mira sorprendido y algo asustado, negando rápidamente con su cabeza y manos.
— De ninguna manera.
— ¿Qué es lo que quieres entonces con todo esto? ¿Quién demonios eres?
Ya no podía seguir estirando la cuerda, había llegado el momento de revelarle la verdad, mismo si no era de la forma en que lo había planeado, al menos pudo amenizar algo el ambiente, haciendo una de las tantas cosas que quería hacer por su hijo, cocinarle.
— Aguarda unos minutos, iré por algunas cosas que necesitas ver antes de abrir mi boca.
— No pretendas escaparte, créeme que no lo lograrás. — Se levantó y caminó hasta Jimin con una mirada fija.
Esa vez Jimin no relajó su mirada y lo miró de la misma forma, logrando que este frunciera su ceño antes la fría mirada que le estaban dando. — Si me quisiera escapar lo hubiera hecho, te estás comportando como un adolescente y no como el futuro líder de una nación, Min Yoongi no te crió de esa forma.
— ¿Qué sabes tú de la forma que me crió mi padre? ¿Cómo te atreves siquiera hablar de él? — Lo sujetó fuertemente.
— Ya me estás aburriendo. — Soltó su brazo y rodó sus ojos desconcertando una vez más al luniano. — Ya regreso.
Salió del comedor demostrando la mayor fortaleza pero una vez que estuvo en su estudio sus piernas flaquearon. Sin duda alguna su hijo parecía que había sido engendrado solamente por Min Yoongi y que él no había jugado ningún papel en ello.
Observó el escritorio y caminó lentamente hasta el, todo eso acumulaba sus recuerdos más preciados, el tesoro que más cuidó esos años y los que nadie nunca antes había visto. Su vida entera o, al menos la parte que él consideraba importante. Recorrió suavemente su mano por aquel baúl y su contenido para después cerrarlo, suspiró profundamente, cerrando sus ojos y buscando toda la fuerza necesaria para hacer lo que tenía que hacer.
Tomó aquella pesada arca y caminó con pasos firmes hasta la sala que se encontraba al lado del comedor, donde aguardaba un tanto exasperado Jungkook, agitando su pierna y suspirando aliviado al ver a Jimin acercarse. Colocó sin más lo que tenía en sus manos frente a su hijo y se sentó frente a él, aguardando su reacción con ansias y preocupación.
— ¿Qué se supone que sea esto?
— Tus respuestas, ábrelo. — Agitó levemente su cabeza para mostrarle el lado de la cerradura y combinación.
— Eidon, Atemin, Minrey, esas son las palabras que debes introducir para lograr que se abra.
La mano de Jungkook se paralizó al escuchar aquellas palabras, alzó la mirada y se encontró con un Jimin que evidentemente estaba nervioso a pesar de la serenidad que parecía mostrar. Sus labios temblaron, su ceño se frunció, sintió su garganta cucarse y el corazón agitarse. ¿A caso el profesor Park era un guardián del que él no tenía conocimiento que protegía los secretos de los lunasios, específicamente, su familia?
Ningún hedio tendría conocimiento de eso ni se lo entregaría tan fácilmente en caso de estar en su poder. Su cuerpo comenzó a relajarse lentamente, pensando que tal vez Jimin no fuera algún enemigo, sino alguien enviado a protegerlo en secreto. Volvió a observarlo antes de introducir aquellas palabras, como si buscara alguna respuesta incluso antes de hacerlo. Suspiró y abrió de golpe, quedándose frente a una tela azul y dorada, con los símbolos de la familia Min, los símbolos de un Atemin.
Jimin observó como su hijo tomó en sus manos aquel traje con el que tuvo que irse de aquel mundo y sus corazón se sintió opreso. No podía llorar pero era todo lo que deseaba.
— ¿Q-qué es es- — Su pregunta se vio cortada al mirar hacia al lado y percatarse de lo que estaba bajo aquel traje real.
Tiró el traje a un lado y se levantó del sofá con una velocidad frenética, tomó en su mano los cuadros y fotos que allí se encontraba, su cuerpo cayó sin fuerza y trémulo, sin apartar la vista de aquellas fotografías claramente hechas en Luna Dorada. Sus ojos cambiaron a un azul oscuro y sus manos comenzaron a enfriarse a medida que se acumulaban las lágrimas en sus ojos.
Una foto de Jimin embarazado, con su barriga al descubierto y Yoongi besándolo mientras tenían sus manos unidas en la barriga. Otra con él acostado y Suga mostrando sus bíceps con una espada en su mano, otra fotos de lo que claramente había sido su boda. Un bebé en manos de Jimin, quien lo miraba con amor y una gran sonrisa. Un niño de aproximadamente tres años corriendo con Jimin y Min Yoongi corriendo detrás de él... Esas fotos eran...
Tapó su boca y hurgó más en el baúl, tomando ahora aquellos cuadrados de antigua tecnología y los abrió, viendo como se alumbraban el sitio dejando ver algunos videos.
— Eidon, estás siendo tan cabeza dura como tu padre, compórtate.
— ¿Por qué siempre que hay algo negativo salgo yo a relucir? — Decía el rey abrazando a su esposo. — Aunque no lo creas mi pequeño príncipe, eres más parecido a tu mafa de lo que él mismo quiere admitir. Yo tengo un carácter seco y frío pero su fortaleza, testarudez y hermosa sonrisa son cosas que tienes y sobresaltan mucho más.
— Cállate Suga, no le digas esas cosas a mi bebé. Bebé no escuches a papá, solamente hazme caso a mí.
— Ma-fa, ma-fa — balbuceaba el bebé haciendo que ambos padres rieran y luego Jimin llorara.
— ¿Escuchaste amor? El bebé habló, dijo mafa, me llamó... — Besó con firmeza la frente del niño y disfrutó de aquella sonrisa tan hermosa, pura e inocente
Las lágrimas de Jimin corría y las de Jungkook también, vio como el video se apagó y fue abriendo otros, uno de su nacimiento, otro de ellos corriendo por el palacio, habían tantos que pensó que no terminaría de verlos esa noche aunque quisiera.
— E-Eidon... — Murmuró Jimin con voz quebrada.
— Tú... E-es d-decir... Prof- Jim- Ma- — Las palabras no salían de su boca aunque quería, solamente miraba a Jimin que se acercaba lentamente a él y sintió como era rodeado por sus brazos.
— Puedes llorar lo que desees hijo, podemos llorar y hablar cuando estemos más calmados... — Lo abrazó con fuerza sintiendo como Jungkook lloraba en su pecho como un niño pequeño.
— Mafa, eres mi mafa....
An Goete: Buen provecho.
Hallo meine Lunianos! 👋🏾
Hasta aquí el capítulo de hoy, se vienen momentos muy emotivos del mafa y su hijo. ¿Se imaginan cómo será entre Jimin y Jungkook?
Nos vemos en el próximo capítulo...
💜💙LORED💙💜
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