Capítulo 15

— Tienen media hora para entregarme el formulario de la Luna rellenado en su totalidad. Quiero todo que me argumenten sus respuestas y quiero números exactos. Magnitud, elementos orbitales y derivados, características físicas, características atmosféricas, etimología, sus revoluciones, libraciones, rotaciones, sin olvidar todo lo relacionado que tiene con la Tierra.

El profesor Park caminaba por todo el salón entregando personalmente los folletos a sus alumnos, tenía la necesidad de acercarse a Taehyung como si algo de ese lugar lo atrajera. Mismo si como profesor intentó dar su clase sin sufrir percances debido a su dislocada mente, no podía dejar de pensar en lo ocurrido en su oficina.

Siempre sintió ese cálido sentimiento de cariño familiar hacia Taehyung y desde su llegada a la universidad una fuerte atracción hacia Jungkook que no sabía distinguir. Ver a esas dos personas sentadas juntas lo desestabilizaban mentalmente.

— Profesor Park... — Una de las alumnas del salón lo nombró alzando su mano. — La mayoría de las preguntas hay que marcar la respuesta correcta, sin embargo en sus características físicas no. ¿Cómo le hacemos?

— A ver, no son estudiantes de primer año y están en su último semestre de la carrera. Si no hay para marcar está claro que deben escribir ustedes mismos todas las características físicas. Calcular su masa y volumen, escribir todos los demás datos, densidad, área de superficie, inclinación axial, albedo, composición, etc. — Continuó repartiendo los formularios.

— Pero solamente tenemos media hora profesor, nos mandó también a argumentar la mayoría de las respuestas.

— La Luna es un tema básico en la astronomía y la están estudiando desde que estaban en primaria, así que tienen tiempo de sobra para realiz-

Sus órganos internos revolucionaron al tacto de Jungkook cuando tomó los formularios de él y su compañero. Esa sensación solamente la había sentido años atrás, muy pocas veces y producidas todas por una misma persona. Lo miró confundido y después observó a Taehyung.

Jungkook se le quedó viendo extrañado pero con una sonrisa en su rostro, no sabía por qué le gustaban tanto las clases del profesor Park, su voz lo tranquilizaba, se sentía a gusto siempre que estaba tomando sus lecciones y ahora, después de tocarlo sintió una extraña corriente recorrer todo su cuerpo. Se preguntaba si su reacción era porque había sentido lo mismo. ¿Podría ser el profesor Park su alma gemela?

— Tienen tiempo de sobra para realizarlo, — reanudó la frase inconclusa alejándose de los dos estudiantes sentados al final y regresó al podio donde él daba su clase. — A partir de este instante tienen treinta minutos.

Como era de esperarse un cuarto de hora más tarde, Jungkook se levantaba para entregar su formulario completado, avivando los murmullos del salón. Fue seguido por Taehyung cinco minutos después y Jimin no pudo evitar sentirse orgulloso de ambos.

— Se deja de escribir en este instante, bajen sus bolígrafos y alejen sus formularios.

Diligentemente el profesor pasó por cada uno de los asientos recogiendo todos los exámenes, porque sí, todo lo que él entregaba terminaba sumando notas a sus estudiantes. Se despidió de todos los alumnos al concluir con la clase y se retiró con prisa, necesitaba tener certeza de lo que estaba ocurriendo.

Uno a uno los alumnos comenzara abandonar el lugar, una de las chicas se acercó a Taehyung para entregarle una nota intentando ocultar su evidente timidez pero este le sonrió y dio un guiño dejándole saber que la leería. No tenía necesidad, pues ya conocía el contenido sin tener que abrirla, casi todas le decían o pedían lo mismo por lo que no tenía que ser mago para adivinar. La chica no era la más guapa del mundo pero sin duda era muy atractiva y algo así él no lo desaprovechaba.

— Tenemos que hablar. — Agarró la mano de Jungkook con fuerza cuando este intentó levantarse, quedando sorprendido frente a la potencia de aquel agarre.

— No tenemos nada de qué hablar, no puedo llevarte a casa porque tengo cosas que hacer. — No era mentira, realmente tenía cosas que hacer, iba a entrenar con Esir después de unos días sin hacer nada. — Así que si me disculpas...

— ¡Espera! — Se levantó rápidamente se su silla y se acomodó delante de él. - Sobre lo ocurrido...

— Yo ya lo olvide, no necesitas hablar del tema, todo está bien entre nosotros. — Respondió fríamente para terminar cuanto antes con esa conversación.

Iba a decirle que no necesitaba alejarse o llevarlo a casa, que se alegraba de que había zanjado tan fácilmente lo sucedido entre ellos pero nada de eso era cierto. Al menos quería que hablara del tema, saber que no fue él el único confundido o decirle que deseaba acompañarlo a donde fuera en ese momento, aunque no fuera a la casa porque se sentía bien a su lado y le gustaba compartir con él. Como amigo, claro estaba.

Sin embargo, todo lo que él tenía que decir se esfumó en el instante que sus ojos observaron sus labios en movimiento. Los recuerdos y conocimientos que tenía sobre lo que estos podían hacer, lo bien que sabían borraron todos sus pensamientos, olvidando una vez más su entorno, lanzándose hacia ellos.

Jungkook intentó esquivarlo, al menos mentalmente porque su cuerpo no se movió un decímetro al darse cuenta de sus intenciones, simplemente permaneció estático a la espera de que sus labios se toparon.

No dejó a su compañero tomar el control de la situación, esta vez fue él quien lo volteó, arrinconándolo contra la mesa, posicionando una pierna entre sus muslos, creando presión mientras que sus dedos se perdían en su cabellera y su mano izquierda lo atraía más hacia él. Esa vez era él quien devoraba esos labios con exaltación, esos malditos labios que debían venerarse y no ser entregados a cualquiera, esos labios de los que él fácilmente podía hacerse cargo todo un milenio sin problema alguno.

Tiró de su cabello para disfrutar su expresión y ver esa boca entreabierta que aclamaba por más, dejando entrever su fogosa lengua. Acercó sus labios pero no lo besó, únicamente dejó que su aliento lo acariciara para después pasar su lengua con rapidez por el borde de su boca.

No debía estar haciendo eso, estar con Taehyung podría arruinarle su existencia, podía enamorarse una sola vez y si lo hacía de alguien que solamente estaba jugando y no lo quería se iba arrepentir el tiempo que le restaba de vida pero ahí estaba, ignorando todo lo que su subconsciente le dictaba.

Volvió a colisionar sus boca, disfrutando ese lejano sabor a chocolate que aún podía sentir en Tae, apegándose más a él cuando lo abrazó con entusiasmo.

— ¡¿Me pueden explicar que se suponen que están haciendo en su salón de clases?! — La voz de Jimin retumbó en el lugar cerrando la puerta para que nadie más fuera testigo de aquel espectáculo.

Ver a esas dos personas, en esa situación lo hizo vibrar de la impotencia.

— Profesor Park no es lo que usted cree... — Expresaba Taehyung asustado y preocupado por su reacción.

Sabía que era un hombre conservador, no se relacionaba mucho, era alguien estricto con sus estudiantes y por alguna razón no quería decepcionarlo, aunque solamente hablaban de astronomía, sobre temas escolares y una que otra rara vez le preguntaba por su vida privada, veía en él a un padre, incluso a una madre, esa que nunca tuvo y a ese padre ausente que dejó de ver hacía más de seis años.

— Primeramente, necesito que tanto tú como el nuevo alumno se separen, — hacía mucho que Jungkook había dejado de ser un nuevo alumno, lo conocía muy bien, le impartía clases después de todo. — Deben respetar el centro donde se encuentran, este no es lugar para darse muestras de amor o cariño. — Miró a su acompañante fijamente y por alguna razón este otro se sintió raro, haciendo exactamente lo que le decía, tomando distancia de Taehyung, limpiando sus labios y recomponiéndose.

— Disculpe usted profesor Park. — Se inclinó ante él durante algunos segundos.

Ninguno de los dos tomó en cuenta que se encontraban en la universidad y que algo así podía suceder, podían ser sorprendidos ya fuera cualquier profesor o estudiante pero la enajenación que los abordó le hizo perder la noción del lugar o momento.

— ¿Jungkook es tu nombre cierto? — Había algo extraño con ese chico, se sentía increíblemente atraído hacia él, ya no como hombre pero, algo le inquietaba. Recordando lo ocurrido rato atrás cuando estaba repartiendo los formularios, confirmaba que su atracción por él no era algo carnal, los celos que lo llenaron al verlo besando no fueron celos de pareja.

— Efectivamente profesor Park, mi nombre es Jeon Jungkook del... Solamente Jeon Jungkook. — Casi cometía el error de presentarse formalmente como lo haría en su reino. Él era el Príncipe Eidon Jeon Jungkook, Caballero Dorado y heredero al trono del Reino de La Luna Dorada pero en ese sitio era una persona común y corriente, un ser humano del planeta Tierra.

Interactuaron en varias ocasiones y tomaba casi a diario sus clases motivo por el cual no entendía como el profesor Park aún no recordaba su nombre. Todos lo hacía e incluso él mismo lo nombró en varias ocaciones.

Los ojos de Park Jimin los observó durante algunos segundos antes de darse la vuelta, su corazón latía demasiado rápido, estaba turbado, ese chico lo perturbaba, por alguna razón le recordaba... Le recordaba a esa persona.

Salió cerrando la puerta y entrando al baño que tenía en frente intentó calmar lo que estaba sintiendo, nuevamente no tenía seguridad de que Taehyung fuera su hijo, Jungkook, él... Por fracciones de segundos cuando se presentó todo lo de él lo hizo recordar, lo hizo ver a esa persona en él.

— ¿Seguimos en lo que estábamos? — Preguntó Taehyung con una mirada pícara al notar que nuevamente estaban solos.

— No estábamos en nada... — Recibió una respuesta fría. — Si llegas tarde a la casa no hagas ruidos, tengo el sueño muy sensible. — Tomó sus pertenencias con celeridad. — Por cierto, no te me vuelvas acercar de esa manera. — Su cercanía y provocaciones hicieron que perdiera el control y lo besara en el aula cuando todos se retiraron. Iba a quedarse tranquilo, lo iba a ignorar pero ese beso... Ese beso le había gustado, lo había descompuesto.

Él no tenía tiempo para lidiar con los juegos de Taehyung, a pesar de estar en la Tierra aparentemente tranquilo, sin hacer nada, tenía que estar alerta a todo momento, debía practicar y buscar la forma de ayudar a su padre, a Luna Dorada.

...

Era ya de noche cuando Jimin conducía de regreso a su casa, hubiera querido correr hacia ella en el instante que salió del salón de clases para confirmar algo que sospechaba, era poco probable pero debía confirmarlo. Pisó a fondo el acelerador de su Mercedes Benz y se dirigió a su casa a todos velocidad, sin importarle que estaba excediendo el límite de esta.

Aparcó el coche y descendió de él con prisa, entrando a su casa como si lo estuvieran persiguiendo para luego dejar el bolso en el recibidor y prácticamente correr hasta el ático. La luna alumbraba todo el lugar, cosa que agradecía porque no había cambiado el bombillo ya fundido desde hacía cuatro meses.

Se apresuró a sacar una llave de la gaveta de un aparador antiguo que era el único mueble notable que tenía el lugar, pasando una vez hecho esto a quitar una enorme alfombra que cubría lo que parecía una puerta en el suelo.

Con su respiración acelerada se detuvo a observar la llave y la puerta con una intensa lluvia de pensamientos y memorias que lo estaban empapando. Lleno de lágrimas continuó con lo que estaba haciendo y abrió el lugar, sabía que no debía hacerlo de no ser un caso extremo de vida o muerte pero para él lo que estaba ocurriéndole lo era.

Dentro, había una caja de hierro y una máscara que tomó en sus manos trémulas para colocarla en su rostro, sintiendo como esta se ajustaba a él automáticamente. Miró nuevamente la caja en sus manos acariciando la corona de laurel situada en el cierre de la misma y respiró profundo. Buscando que todo el oxígeno que con dificultad estaba inhalando lo ayudara a tranquilizarse.

Introdujo un código que aunque quisiera no podría olvidar jamás y la destapó, removiendo todo el silicio que allí se encontraba. Aquel polvo de color azul grisáceo y brillo metálico fue directo a su rostro ya protegido, dejando ver una esfera brillante y púrpura.

<< Esta esfera podrá usarse solamente tres veces. Es la única forma para que te comuniques conmigo conmigo directamente desde Tellus. Úsala únicamente en caso de vida o muerte y yo iré hacia ti. Te amamos. >>

Cerró sus ojos con fuerza y contuvo su llanto, dejando escapar un pequeño sollozo. Aquellas palabras estaban clavadas en todo su ser. Agitó su cabeza, no era momento de detenerse a llorar.

Ya había utilizado la esfera en una ocasión cinco años atrás y ahora lo haría nuevamente, consciente de que si lo hacía le quedaría un solo uso. Después de eso toda su vida terminaría, porque ya no tendría la más mínima esperanza. Aunque, si lo que sospechaba era cierto tendría nuevamente una razón por la cual vivir.

Frotó la esfera para activarla e introducir aquel código que solamente funcionaba con su voz.

"Eidon - Atemin - Minrey"

Las palabras salieron de su boca temblorosa e hicieron que la luz proveniente de aquella bola llenara todo el ático durante todo un minuto, uno que parecía eterno. Su corazón latía con prontitud y su cuerpo no tenía fuerza alguna. Se alejó de luego de colocarla en el suelo dando cinco pasos hacía atrás y esperó lo que el sabía que sería la sucesión de esa luz.

— ¡Jimin! — Una voz cundía de pánico lo nombró.

Su cuerpo tieso no tenía más movimientos que el de su pecho cuando volvió a respirar una vez que se quitó la máscara. Sus ojos ni siquiera parpadeaban en tanto observa esa figura que se acercaba débilmente pero con firmeza hacia él. Se dejó ir y debilitado cayó al piso en donde fue abrazado.

— ¿Qué sucedió? ¿Estás herido o enfermo?

Aquellas manos de las que había olvidado su textura lo recorrieron en busca de alguna herida y haciendo un reconocimiento de su cuerpo. Aquella voz que creyó que jamás volvería a escuchar estaba ahí, acariciando sus tímpanos y por un segundo se olvidó de todo, perdiéndose en un mar de lágrimas.

— Jimin, dime qué te sucede. ¡Háblame por favor! — Su voz firme hizo que levantara la mirada.

No había cambiado en lo más mínimo, seguía igual, con la única diferencia de que el color de su cabello era lila. Un color que solamente tomaba los cabellos del soberano del reino cuando este se encontraba enfermo, muriendo.

— Minrey... — Sollozó aferrándose a su pecho. — ¡Yoongi, mi rey, mi amor!

— ¡Oh Jimin! — Lo estrechó en sus brazos con mayor fuerza. — Atemin... No puedo creer que te tenga entre mis brazos.

Sus miradas se cruzaron y sus ojos se encendieron, seguido por sus corazones y se abalanzaron a un largo beso. Sus cabellos comenzaron a brillar una vez que sus bocas entraron en contacto. La cercanía y la constancia de su amor hizo que se activaran todas aquellas células muertas que se encontraban en el interior del rey. No se curaría de una vez, pero sin duda esto lo ayudaba a recuperar gran parte de su fuerza, estar con la persona amada era lo único que podía detener su mal de amor.

Min Yoongi besó con delirio y agitación esos carnosos labios que aclamaba cada día, cada noche e instante que no lo tuvo a su lado. Las veces que había viajado a la tierra a escondidas para observarlo no pudo acercarse a él debido a su promesa, porque sabía y si lo hacía podía ponerlo en peligro, guiar a los enemigos hacia su esposo, cosa que podía acabar con su muerte y de paso la de él se haría más rápida porque su sufrimiento aumentaría.

— Atemin, no te imaginas cuanta falta me hacías... — Musitaba entre sus besos.

— Lo imagino porque ha sido igual para mí Minrey. — Sï que lo había extrañado, al punto de tener que estar seis meses internado en una clínica de rehabilitación por la inmensa depresión que sufrió.

Sentir los finos labios de su rey nuevamente en los suyos era todo lo que alma anhelaba. Sus besos perdían el ritmo en ocaciones debido al desespero con el que lo hacían, las mordidas que se otorgaban y las succiones que se regalaban.

— Quiero sentirte mi rey, necesito sentirte ahora que te tengo entre mis brazos.

— ¿Recuerdas como quitar mi traje?

Sonrió fascinado con la expresión de su Atemin, su primer caballero, su amor, era glorioso ver como el amor seguía brotando se su cuerpo y la pasión encendía sus ojos, que sintiera el mismo deseo que él y que no lo olvidara era otro preciado regalo. Otro más que tenía que agradecerle, le había dado el regalo de amar y ser amado, le había dado un hijo, su heredero y ahora le daba ese.

— Nunca lo olvidaría.

Con su voz desactivó las armaduras de su capa dejándola caer en el suelo y con sus manos comenzó a desactivar todo lo demás.

El traje de un rey no era solamente una vestimenta real, era su armadura, su protección, por eso solamente podía ser eliminada por él mismo o por el alma gemela, ni siquiera sus hijos tenían esa posibilidad porque solamente su alma gemela compartía su corazón como si fuera uno.

Como si acabara de descubrir algo increíble Jimin se quedó inmóvil, respirando de forma entrecortada mientras que sentía la piel de su esposo bajo su mano. Tan fría pero suave y tersa, era claro que había atravesado la galaxia hacía unos momentos, la temperatura de su cuerpo lo dejaba percibirlo. Esa textura única que solo quien la conocía notaría diferencia con la piel humana acariciaba su mano.

No era un sueño porque en ellos jamás podía sentirlo de esa forma, era real, estaba ahí frente a él y no lo podía creer. Sus lágrimas acariciaban sus mejillas y Yoongi, quien le había estado dando el tiempo que sabía que necesitaba acudió a secarlas. Esas lágrimas que mostraban la felicidad pero también la tristeza que estaba sintiendo lo debilitaba a él también No tenía necesidad de preguntarle lo que sentía porque ese era un vínculo que se activaba cuando estaban juntos y ambos sentían sus emociones al cuadrado.

— ¡Dios te amo tanto, te extrañé y necesité tanto!

Atrapó su boca, con ambas manos apoyadas en su pecho, sintiendo como el abrazo de su rey equilibraba las temperaturas de sus cuerpos, como si se fueran a fusionar físicamente. Sus lenguas se reconocían nuevamente, se disfrutaban, se entrelazaban con ahínco.

— D-desvíteme, quiero que lo hagas tú Minrey. — Logró decir cuando tomó una bocanada de aire.

Yoongi obedeció su pedido y de un solo golpe, sin apartarlo de su cuerpo, desgarró su camisa a la mitad junto con su blazer, sacándolos de su cuerpo con facilidad y agilidad. Acarició su torso, viendo nuevamente la silueta de su Ate, sintiéndola bajo su piel.

Olió y beso su cuello, haciendo que ese ladeara la cabeza con una sonrisa y respiración incontrolada. Pasó sus manos por cada rincón que quedó el descubierto y sus labios siguieron el recorrido, llenándolo de besos, lamidas que cicatrizaban y eliminaban cualquier impureza que tuviera en su piel. Descendió suave y tortuosamente para Jimin hasta que llegó a su pantalón, tirando de él con fuerza y rasgándolo con una sola mano.

El terrícola sintió ese tirón en su piel pero la sensación de liberación fue mucho más placentera que cualquier leve daño que pudo haber sufrido. Además, estaba consciente que una vez su rey pasara la lengua por la zona todo desaparecería.

— Quiero verte, necesito verte. — Musitó Jimin. — Permíteme apreciar tu desnudez.

Con suma delicadeza Yoongi lo colocó en el suelo, bajándolo de su regazo y se dirigió a encender la luz. Miró extrañado el interruptor al ver que lo había tocado varias veces y no cambiaba, él sabía como funcionaban las cosas en la tierra. ¿Por qué esa cosa no estaba funcionando?

— L-lo siento, el foco está fundido y no lo he cambiado. ¿Podemos ir a mi habitación? — Preguntó apenado, como si esa que estaba enfrente de él no hubiera sido su espeso, la persona que mejor lo conocía y sabía todo de él.

— Yo quería hacerlo aquí, con la luna gris de testigo pero no tengo problema alguno. — Lo cargó como si fuera un bebé recién nacido y caminó hasta la recámara de Jimin.

Atemin no pudo evitar sorprenderse al notar como Yoongi conocía su casa sin error cuando nunca antes había estado ahí. — ¿Cómo sabías cual era mi habitación?

— Porque no es la primera vez que estoy aquí y te he observado a la distancia cada día, siguiendo cada uno de tus movimiento, imaginando que comparto el día contigo.

Atemin: Ate, significa su alteza, la persona casada con el rey y heredero a la corona por derecho de nacimiento. Min es el apellido de la familia real. Por lo que Atemin significa el esposo del Rey Min.

Y bueno mis lunianos, hasta aquí el capítulo de hoy. 🙈 Me imagino que pueden querer saber que sucede a continuación una vez que este par llega a la habitación de Jimin pero... Eso es para el próximo capítulo 😜

Gracias a todos los que están leyendo esta historia. Espero que la estén disfrutando así como disfruto yo al escribirla.

Me gustaría que la compartieran con las personas que ustedes crean le pueda interesar, una persona más es un luniano que se nos une. 🤪🤴

Les envío muchos besos y buenos días para aquellos que recién se están levantando, buenas tardes para los que están de este lado del charco y buenas noches para los que están más para allá 😂👋🏾

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