♥100♥


-Budo-

Después de unos largos minutos sin poder hacer demasiado por Shidesu, yo, pude regresar a mi clase.

Estaba tan exhausto por todo lo que pasé y no pude concentrarme ni un minuto en lo que Yan-chan hacía.

Hoy no pude desayunar porque me pidieron hacerme unos análisis de sangre, no comí nada después por la prisa. Cuando llegué al instituto ingresé a clase y en el descanso no hice más que presenciar una reunión junto al concejo estudiantil y el director.

Muero de hambre y de sueño. Combatir uno sería fácil si no tuviera los dos al mismo tiempo. Anoche pasé despierto muchas horas intentando cubrir todas mis huellas para no tener problemas futuros. Tuve que declarar demasiadas cosas y no pude darme el lujo de descansar.

La clase no me ayudaba para nada.

Mi abdomen me dolía, mi espalda también. Un pequeño dolor punzante comenzaba a apoderarse de mi cabeza acompañado de un mareo. Mis ojos amenazaban con cerrarse y el resto de mi cuerpo rogaba por reposo.

Suspiré para poder calmarme, elevé la mirada y sentí que las agujas del reloj comenzaban a detenerse.

Lo único que se escuchaba era el sonido de la tiza golpeando levemente la pizarra mientras dibujaba letras y armaba palabras. 

Yo no era el único con un terrible estado de ánimo.

El viento comenzaba a hacer más y más presencia, aquellas brisas golpeaban la ventana y  traían el sonido de las ramas de los arboles sacudiéndose. Miré por la ventana, el cielo era oscuro.

Estaba a punto de llover.

Un trueno hizo presencia. La luz de un relámpago llamó la atención de todos. El suave sonido de pequeñas gotas de agua comenzaba a apoderarse del ambiente.

Los cristales comenzaban a empaparse y aquellas pequeñas perlas se deslizaban dejando pequeños rastros. Ver como las gotitas se desplazaban se volvió mucho más interesante que la clase de mi maestra.

Al cabo de unos minutos las luces del lugar se prendieron porque el ambiente se estaba tornando cada vez más y más oscuro.

Nuevamente el dolor se apoderaba de mi cuerpo.

Dejé caer mis rostro sobre mis brazos, intenté respirar para tranquilizarme y disipar el dolor. No estaba funcionando.

Con una de mis brazos presioné mi abdomen y con la otra limpié las pequeñas lágrimas que se habían formado.

Volví a levantar la mirada para ver el reloj, tan solo quedaban un par de minutos. Solo tengo que aguantar un poco más y podré ir a comer algo.

-No olviden que la próxima semana tenemos práctica sobre "La guerra de desgaste". Estudien por favor. Y, sugiero que esperen a que deje de llover, no quiero que ninguno de ustedes se llegue a enfermar. Las clases el día de hoy acaban de culminar.

Se escuchó como todos suspiraban de alivio. Comenzaron a levantarse y a salir de clase para poder comenzar con el tiempo de limpieza.

Yo también quería levantarme pero una sensación desagradable recorrió todo mi cuerpo haciendo que mi piel se erizara.

Me quedé sentado unos segundos intentando calmar aquel mareo que evitaba que pudiera ponerme de pie.

-¿Estás bien?

Cerré los ojos y los volví a abrir, elevé la mirada y tardé un poco en reconocer a la persona que se encontraba a mi lado preguntando por mi bienestar.

Sacudí la cabeza intentando deshacerme de aquella visión borrosa. Mala idea. Mi cabeza comenzó a doler más. Esto era una tortura.

Cubrí mi rostro con mis manos y negué con la cabeza. 

No podía hablar tampoco. Sentía que si abría la boca iba a vomitar, a pesar de no haber comido ni una sola miga de pan.

-Vamos a la enfermería ahora, no quiero verte así de mal amigo.

Taro me ayudó a ponerme de pie y a mantener el equilibrio. Vaya que no comer hizo estragos en mi cuerpo.

-Luego de que la enfermera nos diga que tienes me tendrás que dar explicaciones, Budo, nunca te había pasado algo así.

El camino hacia la enfermería fue muy tedioso. Mis piernas no actuaban como debían, sentía un horrible escalofrío en mis pantorrillas. Me sentía completamente débil.

Por donde sea que pasábamos sentía la mirada de los que estaban cerca. Los susurros eran perfectamente audibles. 

Todos lucían sorprendidos ante mi débil apariencia. Creo que pensaban lo mismo que yo.

Estoy a punto de morir.

Sé que es una exageración, pero así me sentía.

Cuando nos encontrábamos a unos cuantos metros de llegar mi cuerpo me jugó en contra. Las luces del pasillo hicieron que mis ojos ardieran, según yo el brillo era demasiado intenso, los cerré con fuerza mientras sentía como pequeñas lágrimas se deslizaban por mis mejillas. Mis piernas se sentían más frágiles que nunca, sentía que no podría dar un paso más. Un pitido se apoderó de mi cabeza, una sensación desagradable que atacaba mis oídos.

Creo que no estaba exagerando...

En verdad siento que moriré.

Ya no pude más y solo me dejé caer en el frío suelo.

-¡Budo!

Fue lo que escuché por parte de Taro antes de cerrar los ojos.


[...]

-Debes de cuidar mejor de ti...

Abrí los ojos y solo me encontré con un espacio completamente oscuro. Aquella voz solo hizo eco y me puso alerta.

-Se lo dijiste a Ayano, ¿verdad?

Ante aquella declaración comencé a buscar a la fuente de esa voz.

-No me tengas miedo. Nunca te haría daño ni aunque quisiera. Órdenes de mi amo... Yo debería temer de ti...

Tras aquella última frase apareció una chica de piel pálida y cabello oscuro muy largo. Ella vestía un kimono blanco con pequeños detalles de color plateado.

-¿Ya me reconociste?

Sentí como unas gotas de sudor frío se deslizaron por mi rostro. Había pasado demasiado tiempo desde la última vez que había tenido esta clase de "sueños".

-Sabes que no te haré nada... No finjas temer por tu vida. Nunca lo has hecho.

El ambiente había cambiado de color. La oscuridad era remplazada por la luz, una luz blanca que ahora estaba a mi alrededor.

-Eres el único que se dio cuenta de algo, el único que sabe la verdad. Pero justo ahora estoy hablando del futuro. Estaré ahí muy pronto.

De un segundo a otro aparecieron luces de distintos colores, en su mayoría opacos y oscuros y así de rápido tambien se fueron.

-Yo soy tu futuro... Nos han visto juntos en él. Después de todo... Tú nos ataste cuando mostraste tu verdadera esencia. Y, como sé que tendremos un futuro maravilloso, te ayudaré ahora.

El ambiente había cambiado una vez más. Ahora nos encontrábamos en el instituto. En la entrada principal.

Nadie más estaba allí. Observé bien el entorno, parecía ser bastante temprano en la mañana, mucho antes de que yo llegara al instituto.

La figura de Koun hacía presencia. Él parecía no notar que yo estaba ahí.

Se acercaba a mi casillero y comenzaba a pulsar la contraseña del candado. Me acerqué y cuando intenté tomarlo de los hombros para alejarlo me fue imposible.

Escuché una pequeña y suave risa. La chica me miraba sonriente y negaba con la cabeza.

Koun abrió mi casillero y sacó de el una pequeña nota, la desdobló y luego la miró por unos segundos.

"Veme en el cerezo a la hora del destino. Verte allí será causa de mi más grande felicidad."

Él la volvió a doblar, cerró mi casillero y puso el candado de vuelta. Volvió a tomarle importancia a la nota y luego la arrugó.

Una vez más todo se tornó blanco.

-El destino juega de formas tan extrañas... Ni siquiera los demonios saben lo que pasará verdaderamente. 

La oscuridad volvió a reinar y la chica desapareció.

-Lamentablemente... Personas como tú o como ella, juegan más que el destino mismo.

El dolor volvió a apoderarse de mi cuerpo, caí de rodillas y vi mis manos manchadas de aquel líquido carmín que conocía muy bien.

-La vida es tan rara... Nadie es dueño de su control...

La silueta de una chica se comenzaba a formar entre mis brazos.

-Pero... Aquellos que juegan con el destino... Aquellos como tú... Una vez que empiezan a jugar... Ya no pueden detenerse.

El cuerpo de la chica que yo sujetaba entre mis brazos se comenzaba a cubrir de sangre.

-Y como en todos los juegos... A veces se gana y a veces... Se pierde...

Mi alrededor comenzaba formarse. Lágrimas comenzaban a salir de mis ojos sin que yo pudiera controlarlo.

-Asegúrate de ser TÚ quien gane.

El rostro de la chica que ahora reconocía hizo que mi piel se erizara.

-No pierdas ante ese que piensa jugar con tú destino.

Todo había vuelto a desaparecer. Yo estaba de pie y vi frente a mi un cuerpo sin vida. Mi cuerpo sin vida.

Frente a ese cadáver, él sonreía y tiraba aquella nota que había arrugado.

-Solo dalo todo y ya veremos que sucede... Eres tú o ella.

Aquella chica pálida sujetó mi rostro entre su manos.

-No siempre se gana.

Pasó sus pulgares por debajo de mis ojos y las lágrimas comenzaron a brotar.

-Escogerás perder tu vida y ganar la de ella, o...

Tomó mis manos y se mancharon de sangre.

-Perderla a ella y ganar tu vida.

[...]

Abrí los ojos e intenté calmar mi respiración agitada. Me había levantado completamente preocupado.

Todos los que estaban en enfermería me miraron ante mi alterada forma de despertar.

Me senté correctamente en la camilla y solo intenté aclarar mis pensamientos para no olvidar ese extraño sueño.

-¿Estás bien?

-Budo... ¿Pasa algo?

Asentí ante ambas preguntas, cubrí mi rostro con mis manos para poder buscar una solución.

Me levanté de la camilla y estaba dispuesto a irme lo más antes posible antes de que pase algo que lamente después.

-¡Espera!

Taro y la enfermera me detuvieron parándose frente a mi. 

-No puede irse ahora.

-Budo, acabas de desmayarte. Piensa en ti.

-Tiene que comer algo, joven Masuyama.

-Hazle caso a la enfermera, Budo.

Quise decir algo pero mi voz no logró salir. Ambos parecieron notar eso y, practicamente, me obligaron a sentarme una vez más.

La mujer caminó hacia una pequeña mesa en la que se encontraba una jarra de cristal y vasos descartables, sirvió u poco del líquido y me entregó el vaso.

Tomé el agua y sentí un poco de alivio al hacerlo, mi cuerpo lo necesitaba.

Intenté aclarar mi voz generando un poco de tos. Sentí como mi garganta se despejaba.

Taro y la enfermera me miraban con atención, ambos parecían curiosos de saber si ya podía hablar.

-Gracias -dije- pero debo irme ahora.

Una vez más intenté levantarme pero me volvieron a detener.

-No es apropiado que se vaya así como si nada. Acaba de desmayarse y al parecer tampoco a comido nada en el descanso. Sus ojeras delatan que no ha estado descansando bien estos días y por eso su cuerpo dejó de responder. Necesita descansar.

Me quedé callado ante las palabras de la mujer, era cierto.

Estas semanas no he dormido demasiado, tampoco estuve muy al pendiente de mi alimentación y aun así, le exigí a mi cuerpo demasiado.

-Iré al club de cocina. Joven Yamada, no permita que su compañero se retire hasta que le traiga algo de comer.

-Sí señorita.

Junté mis manos y comencé a jugar con mis dedos, no sé que hacer.

La enfermera se retiró y yo vi mi oportunidad.

Me levanté y quise correr pero Taro fue más rápido y tomó mi brazo con fuerza.

-¿Qué tienes Budo? Nunca te había pasado algo así, pasaron años desde la última vez que te desmayaste.

Dejé de intentar liberarme de su agarre al escuchar las últimas palabras.

Suspiré y lo miré.

-¿Qué hora es?

-Respóndeme primero.

-Solo no desayuné, es todo.

-No mientas.

-No te estoy mintiendo.

-Que tú no hayas desayunado no es suficiente. El año pasado venías sin desayunar algunas veces y no pasaba esto.

-...

-¿No has estado durmiendo bien?

-Sí, tampoco he descansado mucho...

-Aun así... Nunca te había pasado algo así.

-...

Él tiene razón. No es la primera vez que pasaba horas sin comer después de días largos sin dormir demasiado. Algo más tuvo que haber pasado.

¡Concéntrate!

Sacudí la cabeza y lo volví a mirar a los ojos.

-¿Qué hora es?

-Si quieres saber cuanto tiempo estuviste inconscien-

-¡Solo dime la maldita hora!

Al elevar el tono de voz él se asustó, sacó si teléfono y me mostró la pantalla.

-5:57 p.m.

Reuní fuerza y logré soltarme de su agarre, salí corriendo y no miré atrás.

Es tarde, muy, muy tarde.

-¡Budo!


Minutos antes...

-Taeko-

Faltan poco más de 10 minutos para que llegue el momento. No he visto a Budo por ningún lado, no está en su club y tampoco en su clase.

Sé que no se fue porque sus zapatos aun están en su casillero.

Es momento de ir por la carta...

Subí las escaleras y me encontré con aquella niña que tantos problemas me había causado.

Esta vez se veía diferente.

Su cabello se encontraba suelto en lugar de estar atado como de costumbre.

Ella me miró con el seño fruncido. Creo que me le quedé viendo demasiado.

-¿Tengo monos en la cara o qué?

-No es eso.

-¿Qué quieres Yamada?

Aishi me hablaba de forma diferente, si bien antes no teníamos la mejor relación, ella nunca me había hablado como lo estaba haciendo ahora. Parecía molesta, irritada, su tono de voz estaba cargado de enojo.

No permitiré que alguien me vuelva a hablar así, mucho menos ella.

-¿Por qué el repentino cambio de look?¿Quieres parecerte más a mí?

-Quisieras, ni en un millón de años me gustaría parecerme a ti.

-¿Entonces?

-La liga que usaba se rompió, es todo. Además... El cabello suelto se me ve mil veces mejor a mi que a ti.

-Claro... ¿Dónde está Budo?

-Es tu novio ¿no?, tú deberías saberlo.

-Sí, él y yo estamos juntos pero tú siempre estas pegada a él. Dime dónde está.

Ella solo rodó los ojos y me miró con molestia.

-Si sabes que día es hoy ¿verdad?

-Viernes.

-Hoy tiene reunión con los líderes de club.

Luego de responder ella solo pasó de largo.

¿Cómo lo olvidé? Se supone que por esas dichosas reuniones comenzaron nuestros problemas.

Sé que saldrá de ahí a las 6:00, aun tengo un poco de tiempo.

Bajé las escaleras y comencé a caminar hacia el árbol.

Pasó tanto desde que estuve ahí...

Todo sería perfecto si no fuera por el cielo nublado. Hoy no es mi día.

Estuve a punto de llegar y fue cuando comenzó a llover. Las pequeñas gotas de agua hacían presencia por todas partes y pequeños charcos comenzaban a formarse por la pequeña llovizna.

Esto no me va detener.

Aceleré el paso y por fin me sentí segura al estar junto al gran árbol.

Saqué mi teléfono y revisé la hora, faltan 5 minutos.

Lo guardé y en su lugar sostuve el sobre que protegí todo el día.

Me aferré a aquella carta que tenía todos mis sentimientos escritos. Falta muy poco para que pueda ser libre, para que pueda ser feliz.

La pequeña llovizna se mantenía constante, parecía no incrementar ni disminuir. Desde aquí observaba el edificio, como la luz era visible por las ventanas.

El sol aun no se a puesto pero se encuentra cubierto por todas las nubes de lluvia. Pocos eran los rayos de luz natural que me permitían ver.

Me encontraba apoyada en el tronco del cerezo y la silueta de un chico que venía corriendo me llenó de esperanza.

Sentí como mi corazón se aceleraba, miré una vez más la hora, 5:57 p.m justo a tiempo.

Abrasé con cuidado el sobre y le di la espalda al chico que se acercaba corriendo. Miré el tronco del con mucha felicidad. Estoy tan emocionada.

Intenté calmar mi respiración, tomé aire y me decidí a dejar todo el miedo con un suspiro.

Pero para mi mala suerte ese suspiro no pudo ser.

Sentí la mano de alguien cubriendo con fuerza mi nariz y boca mientras que mi cuello era rodeado por un brazo.

Estaba completamente asustada.

-¿Creíste que te saldrías con la tuya? ¡NO!

El terror me invadió y solo pude comenzar a llorar. Esto no puede estar pasando.

-Mas te vale que mi nombre este escrito en ese sobrecito que sostienes.

Me liberó de su agarre empujándome con fuerza, mi cuerpo chocó con fuerza contra el árbol y obtuve algunos rasguños en el brazo.

Aquel sobre lo tenía en sus manos.

Me miró con molestia y solo me asusté más.

-Ambos sabemos que no es lo que yo quiero.

Se acercó y tomó mi mentón con fuerza mientras arrugaba el sobre y lo tiraba lejos.

Un trueno se escuchó y la lluvia incremento cayendo con más fuerza.

-Los dos sabemos quien causó esto.

Intenté empujarlo para poder huir pero no conseguí nada más que su notable aumento de ira.

Esta vez sostenía con fuerza mi cuello haciendo fuerza contra el tronco del cerezo. Algunos pétalos cayeron por la fuerza que utilizó y otro trueno se escuchó.

-Eres una maldita cualquiera.

Sujeté el brazo con el que me ahorcaba e intenté hacer fuerza para que ya no me lastimara.

-Confié en ti y mira con que saliste. Tú eres la culpable de esto... Tú eres la culpable de que yo esté mostrando a ese ser que tanto desprecio.

Me soltó y yo me dejé caer intentando recuperar el aire que me había hecho falta durante esos momentos.

Esta vez tomó mi cabello y me miró con una sonrisa aterradora.

-Yo te amaba y pensé que lo hacías tambien... Que equivocado estaba.

Se puso de cuclillas frente a mi y sujetó con más fuerza mi cabello.

-Ni aunque te obligue volverás a amarme... Y por eso llegué a una conclusión... Si yo no puedo tenerte ¡Nadie te tendrá!

Llevó su mano libre a su espalda y de allí sacó algo que tenía escondido. Lo puso delante de mis ojos y luego sonrió.

-P-por fa-vor n-no...

-Ahora si me ruegas por tu vida... 

-No lo hagas...

-Tú me hiciste llegar a esto.


-Ayano-

Bajaba las escaleras con dirección al club de cocina, Ryu quería que comiéramos algo junto a Amai.

En el pasillo alguien que venía corriendo casi me hace caer, estuve por reclamar pero él solo se fue corriendo.

-¡Budo!¡Ven aquí!

Alguien más venía corriendo, era Taro, parecía realmente desesperado por atrapar a Budo.

Me vio y tomó mi muñeca para arrastrarme a correr.

-Perdón pero tú eres cercana a él. Ayúdame a protegerlo de si mismo.

No pude decir nada, mi corazón latía muy rápido y solo asentí. Si senpai me pide algo sería descortés no ayudarlo.

Soltó mi mano y aceleró el paso. Me quedé un par de metros atrás y logré concentrarme.

Logré alcanzarlo y quise preguntarle que pasaba. Taro se había detenido cerca a la pista para correr, estaba recuperando el aire.

-¿Qué le pasa? -pregunte.

-No ha comido nada en todo el día y se desmayó.

Budo no se encontraba lejos, él parecía cansado de correr pero aun así lo intentaba. Estaba acercándose a la pequeña colina del cerezo.

Dudé un momento pero me decidí por ir tras Budo. Comencé a correr, poco me importaba mojarme por la lluvia.

Mientras más me acercaba más podía apreciar la escena.

Budo había empujado a un chico. 

Llegué en unos segundos y crucé una mirada con una muy aterrorizada Taeko.

-¡Tú no!

Koun me empujó con fuerza y caí de espaldas. Comencé a rodar por la pequeña colina sin poder detenerme.

Fueron bastantes vueltas que lograron marearme, no pude ponerme de pie.

Taro se había acercado y me decía cosas que no entendía.


-Budo-

Ver a Yan-chan caer me distrajo y él se aprovechó de eso.

Koun tenía planeado hacerme lo mismo pero logré esquivarlo.

Se acercó a Taeko y tiró de su cabello. Ella soltó un grito fuerte y comenzó a llorar más mientras intentaba soltarse del doloroso agarre.

Si lo ataco ahora solo le hará más daño a Taeko. Él sabía que yo no tenía ninguna opción.

Solo debo concentrarme en quitarle esa daga y todo será más fácil.

-¡Suéltame! ¡Por favor!

El llanto de Taeko se hacía cada vez más fuerte al igual que la lluvia.

Todo sucedió en cuestión de segundos.

Tomé algo de impulso y logré empujar a Koun contra el árbol. Taeko soltó otro grito pero ahora se encontraba libre del agarre. Ella intentaba salir de ahí pero ahora su brazo fue el prisionero.

Le había dado un golpe en el rostro a Koun pero pareció no afectarle demasiado. 

Él había logrado patear con fuerza mi pierna y casi caigo. Me apoyé en el suelo con una patada en su mano logré hacer que soltara el arma y a Taeko.

Lo dejé de lado e intenté alcanzar la daga para poder tener algo de ventaja. Él parecía tener el mismo plan.

-¡Tú de aquí no te mueves!

En una acción cobarde pateó el estomago de Taeko logrando inmovilizarla para que no escapara y luego se tiró sobre mi para evitar que alcanzara el alma.

Sujeté con fuerza una de sus muñecas y con la otra mano intenté hacer presión sobre su cuello. Koun tomó con fuerza mi cabello y su otra mano golpeaba con fuerza mi pecho. Entre tanto movimiento ambos terminamos rodando por la colina sin soltar los agarres y manteniendo nuestros ataques.

Una vez en la base me empujó e intentó volver a subir, lo detuve sujetando y jalando su pierna para que no avanzara.

Aun así, él tenía más fuerza que yo e intentaba liberarse.

Ayano había logrado recuperarse y subió para ayudar a Taeko. Mala decisión mirar que hacía.

Koun había logrado derribarme con una patada y ahora subía la colina con rapidez dispuesto a detener a Ayano.

Una vez más le dio una patada en el estomago a Taeko y se abalanzó en contra de Yan-chan, pero ella es ágil y logró esquivarlo.

Miré a Taro quien espetaba con temor la escena.

-¡¿Qué haces ahí mirando como idiota?! -grité mientras subía una vez más- ¡Ve y pide ayuda!

Pareció tardar en reaccionar y luego salió corriendo mientras gritaba por ayuda.

Koun logró golpearla pierna de Ayano y ella volvió a caer. Tomé al chico por la espalda y lo sujeté por debajo de los brazos con la intención de tirarlo al suelo para inmovilizarlo.

Lamentablemente al estar demasiado débil no pude hacer demasiado y fui yo quien terminó en el suelo con todo su peso sobre mi.

-¿A caso olvidaste quien me entreno?

-Fui yo...

-Así es... El alumno siempre supera al maestro.

Se encontraba sobre mí mirándome con furia y amenazando con golpearme.

-¡Confié en ti!

Golpeó con fuerza mi rostro.

-¡Y solo fuiste un maldito traidor!

Volvió a golpearme con fuerza.

-¡Se supone que éramos amigos!

Estaba a punto de hacerlo otra vez pero Ayano lo evitó empujándolo con fuerza.

Me dio una pequeña oportunidad y no perdí el tiempo. Intercambié posiciones y ahora yo estaba golpeándolo.

-¡Yo tambien creí que éramos amigos!

-¡¿Y por qué me la quitaste?!

-¡Nadie manda en el corazón de alguien!

Koun levantó con fuerza su rodilla y me golpeó en el abdomen, una vez más la gravedad jugaba en mi contra.

Me empujó y el se incorporó. Recuperó su arma y se acercó a Taeko con velocidad.

Ayano se abalanzó contra él y casi logró derribarlo. Él se aprovechó del impulso e hizo que ella se diera un fuerte golpe contra el suelo y volviera a caer por la colina.

La lluvia hacía los charcos de agua más y más grandes, el sonido era lo que evitaba que alguien escuchara los gritos y los golpes.

Con la fuerza que me quedaba corrí y logré acorralarlo contra el cerezo. Inmovilicé la mano con la que sujetaba la daga y lo mantuve inmóvil con una llave, llevando su otra mano por detrás de su espalda hasta su hombro.

Creí que todo ya estaba mejor pero logró usar su pie para golpear mi pantorrilla y debilitar mi agarre.

Se abalanzó contra mi y me derribó con demasiada facilidad, su fuerza había incrementado, miré sus ojos y confirmé mi temor. Sus orbes estaban cargados de cólera y odio, se encontraban teñidos de rojo oscuro, no tenían ningún brillo y él solo sonreía de forma sádica.

Me iba a atacar, alzó la daga en alto y quiso clavarla en mi pecho. Pude reaccionar con rapidez, pero no me salvé del todo. Le había hecho un corte a mi brazo.

Me dejó de lado y se acercó a Taeko quien aun lloraba sin consuelo alguno por el dolor y el terror que sentía.

Tomó la camiseta de su uniforme y la levantó del suelo.

-¡P-por favor!

El llanto se incrementaba. Quise acercarme pero puso la daga con el filo amenazando con cortar el cuello de Taeko.

-Si das un maldito paso más... Será tú culpa.

El repentino recuerdo de mi sueño, aquella horrible imagen regresó a mi cabeza y solo me quedé quieto.

-Fue un placer conocerte, cariño.

-P-por favor no...

-Tú te lo buscaste.

No pude más y simplemente me lancé contra él.


-Ayano-

La lluvia hizo su trabajo conmigo. Aquellas gotas habían logrado que recuperara la concentración y parte de mi fuerza.

Budo se acababa de lanzar en contra de Koun.

Me levanté del suelo con algo de dificultad y me acerqué lo más rápido que pude.

Sentí un dolor horrible en mi pierna, me da miedo mirar hacia abajo y encontrarme con un moretón o algo peor.

Ambos chicos estaba golpeándose entre sí, Taeko estaba en el suelo con los ojos llenos de lágrimas.

Cada vez que ella quería escapar Koun le hacía algo, tiraba de su pelo, la golpeaba o simplemente la amenazaba.

Quise ayudar a Budo en la pelea pero no me permitió acercarme. Se veía diferente.

Parte de su ropa se encontraba manchada por su sangre debido al corte, pero parecía no importarle. Es como si no sintiera dolor.

Quise acercarme a Taeko para ayudarla mientras Koun estaba distraído pero el solo jaló de mi cabello haciendo que cayera.

Rodeó mi cuello con su brazo y me usó como escudo humano. Aquella daga amenazaba con ser clavada en mi cabeza.

Budo se detuvo y me miró.

Una vez más, después de tanto tiempo vi sus ojos rojos. Un rojo que se oscurecía y el brillo característico de su mirada optimista había desaparecido sin dejar rastro.

Tomó el brazo con el que Koun sujetaba el arma y simplemente lo jaló tirándolo al suelo.

Logré alejarme para intentar recuperar aire y la pelea entre ambos continuó.

Koun se había puesto de pie y una vez más tiró a Budo por la colina, se acercó a Taeko mientras ella no dejaba de rogar por ayuda.

Quise acercarme para detenerlo pero el maldito me pateó en el abdomen quitándome el aire pisándome en el mismo lugar un par de veces.

-Nos vemos en el infierno, Taeko Yamada.

Mientras me recuperaba vi como el cuerpo de Taeko caía al suelo, ella respiraba con desesperación aferrándose a su estómago. 

Koun me miró y amenazó con hacerme lo mismo pero Budo fue rápido y lo derribó.

Pisé su mano con fuerza y rapidez, logré que soltara la daga y Budo lo levantó para lanzarlo una vez más al suelo, cayó y rodó por la colina.

A lo lejos vi como Taro se acercaba corriendo junto a Megamo, las chicas del concejo estudiantil y la concejera.

Koun intentaba levantarse, me puse de pie y me acerqué para cobrar venganza. 

Logré derribarlo he inmovilizarlo en el piso. El concejo había llegado y me ayudaron a inmovilizar por completo a Koun. Al parecer, Taro, ya les había dicho lo que sucedía.

Miré de vuelta hacia la colina, Budo sostenía a Taeko entre sus brazos y bajaba con rapidez.

-¡Una ambulancia!

Taeko aun parecía estar con vida. Hacía lo posible por mantener sus ojos abiertos y continuar respirando. Se aferraba débilmente a Budo.

Todos abrieron camino y Budo comenzaba a correr con la chica en brazos hacia la salida principal del instituto.

Lo seguí a cierta distancia, parecía estar pidiendo por la vida de la chica entre susurros y pequeños sollozos.

Habíamos llegado a la puerta principal y él aun continuaba corriendo por la inmensa bajada. 

Con cada paso era más audible el aun débil sonido de las sirenas de la ambulancia que se encontraban lejos del instituto.

Poco a poco Budo frenaba el paso, se había dejado caer de rodillas sobre el concreto.

Su llanto y sus sollozos, ahora más audibles, hicieron que me detuviera junto a las personas que venían detrás.

Quise acercarme pero Taro me detuvo sujetando mi hombro.

Budo abrazaba con fuerza el cuerpo de Taeko. Susurraba pequeñas peticiones que eran inentendibles por su voz rota.

-¡TAEKO!

Gritó con fuerza, su voz y su llanto eran desgarradores. El sonido lejano de la ambulancia se hacía más y más presente. Pero... Ya era demasiado tarde.

Taeko había perdido la vida.


_______________________

Espero les haya gustado el capítulo 😘

¿Qué les pareció?

¿Qué creen que pasará?

Debo admitir que me enrede mucho con la pelea y eso xd

Me gustó mucho escribir este capítulo, desde hace mucho era mi ilusión.

Y demoré más de lo que tenía previsto 😅

Gracias por leer y apoyar esta historia :3

Nos leemos pronto~

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