RETORNOS INESPERADOS

Zi Lan miraba dormir a Yan Zhi de forma serena.

Acaricio su mejilla con mucho cuidado para no despertarla. El amanecer los había sorprendido abrazados bajo la sabana escarlata.

No pudo evitar pensar lo perfecta que comenzaba a ser su vida, él estaba feliz, ya no podía pedir más, sin embargo, Yan Zhi parecía incompleta. Lo había percibido cuando la encontró en el lago, cuando escucho desear que ojalá su hermano Li Jing estuviera vivo.

¿Y si hubiera una forma de traerlo de vuelta?

Ante la idea que cruzo su mente se puso rápidamente en pie, se vistió y dejo la habitación. Cerro las puertas del dormitorio y en la estancia de descanso continua se concentró para llamar con su mente a la única persona que podía ayudarla.

- ¿Me has llamado? – la voz le susurró al oído de forma intima.

- Mengxiang. – le hizo una reverencia respetuosa.

- ¿Qué tal va todo? ¿estas disfrutando de tu deseo?

- Todo es perfecto. Te lo he dicho, no podré pagarte jamás lo que has hecho.

- Me basta y sobra con que estés feliz. Pero... ¿a qué se debe que vuelvas a invocarme? – Chasqueo la lengua mientras miraba fijamente al joven. Intuía lo que le pediría.

- No se trata de mí, sino de ella... de Yan Zhi. No sé cómo planteártelo...

- Solo dilo. Entre tú y yo ya no existen secretos e incomodidades.

- Bueno... Ella tenía un hermano, pero fue asesinado...

- Y ella desea de algún modo traerlo a la vida nuevamente... ¿no es así? – él joven agacho la cabeza y asintió.

- Sé que te he pedido demasiado ya, pero... ella está muy triste y me rompe el corazón verla así... ¿crees que haya forma de revivir al príncipe Li Jing?

Mengxiang suspiro y comenzó a caminar de forma distraída por la estancia, observando los muebles, el incienso, los cortinajes...

Aquello había salido mejor de lo que había planeado y a cada momento todo parecía tornarse más a su favor.

- Si, si la hay. No será tan sencillo, pero creo que podré hacerlo.

- ¡¿De verdad?! – exclamo alegre.

- Si. – y acercándose a él Mengxiang continuo – en dos días lleva a tu novia al mundo mortal y prometo que verá su deseo cumplido.

- Muchas gracias. – el joven se inclinó con una sonrisa amplia en sus labios. Cuando se irguió nuevamente, Mengxiang se había marchado.



***

Dong Hua avanzaba a pasos lentos hacia el interior de Tia Chen.

Ninguna doncella se encontraba a la vista, Si Ming había sido cuidadoso en seguir sus órdenes. Se tranquilizó. Feng Jiu no debía por ningún motivo enterarse.

Abrió de par en par las puertas de su palacio y el aroma a rosas se liberó, como si hubiese estado prisionero y apenas encontró una salida lo inundo todo.

Si Ming, paseándose de un lado a otro, se sorprendió al ver a su señor y de inmediato lo saludo con reverencia.

- ¿Cómo está todo? – pregunto Dijun inexpresivo.

- Bien, su señoría. Ha dormido hasta tarde y en estos momentos está tomando un baño.

- ¿Alguien la ha visto?

- No. Nadie. No he permitido que nadie se acerque aquí.

- Bien. Continua así. No le quites la mirada de encima. En un par de días enviala lejos.

- Así lo hare su señoría. – Dijun dio media vuelta para salir, pero la presencia de esa mujer habai aparecido en su radar. Podía sentirla cerca, mirándolo, y lo confirmo cuando ella lo llamo.

- Dijun... – su tono de voz seguía siendo seductor e inocente. Él se giró y la observo. La túnica blanca era lo suficientemente transparente como para exponer su cuerpo, Dijun le sostuvo la mirada directo en los ojos, forzándose a no recorres las curvas de ese cuerpo delicado. Ella corrió hacia él y aunque Si Ming quiso interponerse, era tarde, ella ya estaba con los brazos al cuello de Dong Hua. – pensé que jamás volvería a verte. – y comenzó a sollozar.

- Estas mojando mis ropas... – le dijo secamente mientras se liberaba de sus brazos. Ella lo miro atónita. – Jiheng, no confundas mi hospitalidad con algo que no ocurrirá. – ella tuvo la intención de objetar algo, pero él simplemente le dio la espalda para continuar su camino mientras remataba diciendo – ya tengo un destino, y en el no apareces tu...



***

Bai Qian no paraba de estar nerviosa y lo peor es que Ye Hua comenzaba ya a cuestionarle severamente porque su rechazo a la hora de hacer el amor, o porque prefería hacerlo con la luz apagada, o peor aún... porque últimamente cada que lo veía entrar a la habitación ella se ponía tan nerviosa que ya estaba acabando con todas las tazas de té a causa de dejarlas caer al suelo.

- ¿Qué rayos está ocurriéndome?...

Se preguntó a ella misma furiosa mientras se miraba al espejo. Tenía la sensación de estar más cansada de lo habitual e incluso, parecía tener un vago recuerdo de sentir el aire nocturno en su rostro, como si volara, y luego un aroma a bosque... ese aroma... ahora que lo recordaba, ese aroma podía percibirlo momentos antes de marcharse a dormir.

Fue hasta el cofre con las varillas de incienso comenzó a olerlos uno a uno, pero ninguno olía de esa forma...

- ¿Qianqian? – y ella dejo caer las varillas que tenía en la mano.

- Ye Hua... – susurro. Él suspiro molesto.

- Estoy harto. – dijo con la mirada oscurecida de furia - ¿Qué te está pasando? Desde hace un par de días eres un manojo de nervios, no comes, no duermes... ¿Qué pasa?

- Nada... – respondió ella con dificultad mientras se inclinaba a recoger los inciensos. No quería decirle a Ye Hua lo que ocurría, por que no lo entendería, ni ella lo hacía.

- Esto tiene que parar Qianqian. – y fue lo último que Ye Hua dijo antes de dejarla completamente sola sin saber que hacer.


***

Mo Yuan se sentía extasiado. Bai Qian había prometido venir a él cada noche. Hacia miles de años que no se sentía tan lleno de vida, incluso sonriendo.

La noche había caído hacía varias horas, sin duda ella llegaría pronto. Ario la ventana y miro el exterior, todo parecía en calma. A fuera, un par de sus discípulos hacían ronda, pero no serían problema para ella.

Para matar el tiempo mientras esperaba, comenzó a leer uno de sus libros...

Pero para des fortunio de Mo Yuan, el tiempo paso, llego hasta la última página del libro, el sol había ya salido y Bai Qian no se presentó.

Había pasado la noche en vela en su espera, y ella simplemente no había llegado.

¿sería posible que Ye Hua la retuviera? ¿Su hermano gemelo estaría enterado de aquellas fugas? ¿Y si había osado reprenderla? El adulterio no era una opción en el reino celestial, si alguien se enterase, Ye Hua ni nadie podría salvarla de un castigo trágico.

El dios de la guerra se desesperó, tenía que cerciorarse que ella se encontraba bien.

Se dio un baño rápido de esencias para mitigar las molestias de la mala noche, opto por una túnica limpia y pulcra en tono azul y un fajín en dorado, se peinó y aliño la barba.

Cuando considero tener el aplomo, salió en dirección al reino celestial.



***

- ¿Qué hacemos aquí? – pregunto Yan Zhi mientras era jalada por la mano de Zi Lan.

- Te dije que vendrías de paseo. – le respondió él con una sonrisa.

- Pero hay demasiada gente.

- Viviste entre mortales por muchos años, ¿es que acaso ya te desacostumbraste tan rápido? – ella solo sonrió avergonzada. Era el festival de las luces, y el pueblo entero llevaba globos de papel que elevarían al cielo para pedir un deseo. La musáis, el aroma a guisos y las risas estaban por todos lados.

Yan Zhi se sentía feliz. Tomada de la mano de ese joven al que quería con su corazon se sentía la mujer más valiente del mundo.

Vieron una danza de abanicos por unas mujeres, luego acrobacia con unos jóvenes y niños, y cuando todos comenzaron a dirigirse a campo abierto a las afueras del pueblo, ella se sintió segura de la decisión que iba a tomar.

Ambos jóvenes tomaron entre sus manos el globo de papel en cuyo centro ardía una flama. Pidieron un deseo y lo liberaron. El globo se elevó por los aires de forma lenta y majestuosa.

- Zi Lan... – comenzó diciendo ella casi en susurro.

- Uhmp... ¿Qué ocurre? – le respondió el tomándole la mano.

- Quédate. Sé mi príncipe consorte. – el joven pareció sorprendido – puedo hablar con Mo Yuan para que brinde su permiso, claro... siempre que tu así quieras. – él comenzó a reír con euforia. En un arranque de alegría la tomo en brazos y le dio vuelta por los aires - ¡Basta! ¡Nos están mirando!

- ¡Yan Zhi! Claro que me quedo contigo. Solo esperaba que lo dijeras.

- Pero dime... ¿estás seguro de querer seguirme a la tribu demoniaca? Eres del reino celestial... puede que el cambio te sea demasiado duro, en especial por tu poder de cultivación, en mi reino, tardaras mucho en poder acumularlo.

- Yan Zhi... – le hablo besándole los nudillos – yo te seguiría al fin del mundo si fuese necesario...

Y esas palabras bastaron para acelerarle el corazon y que llorara de alegría.

La celebración duro hasta el alba. Ambos jóvenes recibieron los primeros rayos del sol sentados en la hierba, bajo un árbol.

- Comenzaremos los preparativos en cuanto regresemos... – le había dicho ella medio adormilada.

- Si. Yo hablare con mi maestro. Lo celebraremos como se debe. Todos deben enterarse de nuestro amor... – le había respondido él.

Antes del mediodía, resultaba necesario que regresaran al mundo inmortal; Zi Lan no dejaba de mirar a todos lados, Mengxiang le había dicho que el deseo de Yan Zhi se haría realidad en ese lugar, ¿Dónde estaba Li Jing?

No pudo posponer más la partida cuando ella le dijo que deseaba regresar pronto para ordenarlo todo. Así que, tomándola de la mano, se dirigieron al lugar en donde habían soltado los globos y así regresar a casa.

A la distancia, mientras se acercaban, comenzaron a ver una figura que miraba el horizonte. Zi Lan sonrió, sabia de quien se trataba.

Por su parte, Yan Zhi perdió el aliento.

<< ¿Sera posible? >> - pensó.

Se soltó de la mano de su prometido y corrió hacia aquella figura tan familiar.

<< ¿Es un espejismo? >> - seguía preguntándose mientras corría.

- ¡Li Jing! – grito deteniéndose a unos cuantos metros, con la respiración agitada y las mejillas rojas. Lentamente aquel joven de cabellera larga se giró para mirarla. El sol le quedo de espaldas, brindándole cierto brillo al contorno de su figura.

- Yan Zhi... ¿eres tu realmente? – su voz parecía venir de otro mundo.

- ¡Tonto! – le respondió ella llorando – ¡eso debería preguntarlo yo! – y dejándose llevar corrió hasta él para darle un abrazo. Él correspondió abrazándola aún más fuerte mientras una lagrima se le escurría.

- He vuelto... ¿puedo ir a casa?

- Puedes... – le susurro ella contra su pecho.

A unos metros de ahí, Zi Lan observaba contento. Ahora la felicidad que había deseado estaba contenta.

A lo lejos Mengxiang también sonrió.



***

Feng Jiu dejo la taza de té de forma delicada sobre la mesilla.

Suspiro y sonriendo con dulzura miro a su visita inesperada.

- Dilo. ¿Qué está pasando? Tú no eres precisamente un cofre de silencios, vamos... habla Cheng Yu...

La dama Cheng Yu había llegado de forma tempestiva, tronándose los dedos y tartamudeando, pidiendo hablar con Feng Jiu a solas.

Dong Hua estaba haciendo un recorrido por Qing Qiu, así que, para su fortuna, tenía bastante tiempo. Mi Gu quedo a cargo del pequeño Bai Gun Gun, en tato ellas salían a tomar té a la terraza que estaba frente al lago.

- Feng Jiu... me lo estas poniendo difícil con tanta serenidad. – le recrimino. La joven monarca sonrió.

- Te conozco lo suficiente como para saber que viniste a contarme algo que me es de interés. Dilo, sin rodeos. ¿de qué va?

- Es que... – Cheng Yu dudo un momento. Había llegado ahí impulsada por el coraje, pero pensándolo mejor, quizá debía esperar antes de hablar... ¿y si se estaba equivocando? – Cheng Yu... si vas a decir algo que sea ahora, si lo dices después juro que no te creeré nada...

- Está bien... – dijo resignada a hablar – pero prométeme que no serás imprudente. – Feng Jiu frunció el ceño - ¿Alguna vez Dijun te hablo de la joven Jiheng?... – Feng Jiu frunció aún más el ceño, tanto que su rostro dulce se desfiguro en una mueca de odio, Cheng Yu calibro sus palabras ante esa reacción – mmm... bueno... tomate con calma esto... resulta que esa joven fue la primera mujer que amo a Dong Hua...

- Shaoyang nunca estuvo con ninguna mujer. – le respondió firmemente mientras apretaba los puños y arrugaba los pliegues de su túnica. – Cheng Yu continuo con más delicadeza.

- Bueno... si... y no... – movió la cabeza dudativamente – Jiheng... Jiheng fue una mujer importante para Dijun en algún punto lejano de su vida... ¿escuchaste?... lejano... ya fue... tiempo pasado...

- ¿A dónde quieres llegar? – la paciencia de Feng Jiu estaba agotándose. Cheng Yu carraspeo y se abanicó con el abanico de la joven reina, el cual había estado sobre la mesilla.

- Sí, claro... quieres saber de qué va todo... bueno... te cuento... resulta que Jiheng fue la primera en amar a Dijun y la primera mujer a la cual acepto entrar a los pabellones de Tai Chen, se rumoro que fue tan importante en la vida de él que... que...

- ¡Habla! – grito Feng Jiu saliéndose de control.

- ¡Que la espada de Cháng'é de Dijun fue limpiada por las lágrimas de ella por cien años!

- ¿¡Y eso que importa ahora!? – grito Feng Jiu. No había terminado de asimilar lo que estaba oyendo, pero una furia ya se había desatado en su interior.

- Feng Jiu... toma con calma lo que te diré ahora. Te he dicho todo lo que sé de la historia pasada de Dijun y esa mujer para que entiendas que tan grave puede ser esto... – Feng Jiu apretó los puños con más fuerza, deseando que lo que Cheng Yu dijese a continuación no fuera lo que estaba pensando – Jiheng está de regreso... Dijun la ha instalado en el pabellón central de Tia Chen... y yo los he visto juntos... abrazados...

Feng Jiu sintió que el suelo se le movía, tuvo un fuerte mareo y ganas de vomitar.

A su alrededor todo se ponía nublado...

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HOLA AMADAS LECTORAS.

PERDÓN LA DEMORA PERO TUVE PROBLEMAS DE TODO TIPO QUE NO ME DEJABAN PODER ESCRIBIR.

PROMETO QUE NO VOLVERÁ A PASAR.

ESPERO PUEDAN SEGUIR LEYENDO, DEJANDO SUS ESTRELLITAS Y COMENTANDO QUE LES ESTA PARECIENDO ESTO.

NOS LEEMOS PRONTO. 

[] WRITERROSSES

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