RECUERDOS NUBLADOS

- ¡No te acerques!

- Fengjiu... por favor... – suplico Dong Hua.

- ¿Cómo pudiste jugar así con mis sentimientos? – le reclamo ella entre dientes mientras las lágrimas no dejaban de escurrírsele por el rostro.

- Si me dejas explicarte todo va a ser más sencillo. – él intentaba no perder la paciencia. Comprendía que su esposa se sintiera traicionada, pero no era lo que ella pensaba. En el fondo, Dong Hua estaba molesto debido a que creía que Fengjiu estaba exagerando las cosas.

- ¿Y qué me vas a explicar? – ella lo miro a los ojos con resentimiento – sé que tú y ella mantuvieron una relación hace muchos años. Sé que ella fue la primera mujer que te quiso y que tu aceptaste... ¡¿crees poder explicarme algo así?!

- ¿Cómo sabes eso? ¿Te lo h dicho Jiheng?

- ¿Qué importa quién me lo ha dicho? El punto es que has llevado a tu amante a Tai Chen, a tu palacio celestial... e incluso le permitiste usar tus ropas...

- Fengjiu...

- ¿Vas negarlo? – ella lo reto - ¿te atreverás a negármelo Dijun?

- No. No puedo ni pienso negarlo. Pero creo que estas distorsionando la historia, déjame explicarte.

- ¡Ah! – Fengjiu se limpió las lágrimas y sonrió irónicamente al tiempo que exageraba una mueca de ofendida - ¡Así que ahora yo distorsiono la historia! ¿No te cansas de pisotearme Dijun?

- Fengjiu... no quiero que estemos mal... por última vez... te exijo que me escuches. – Dijun estaba al límite de su paciencia.

- No. – le respondió Fengjiu con todo el odio con que era capaz de reflejar en su voz – tú ya no tienes derecho a exigir absolutamente nada Dijun. No estoy dispuesta a tolerar esto. No tengo necesidad de aguantar tus ofensas, tus engaños... ¿para qué te casaste conmigo si no estabas seguro de amarme?

- Fengjiu... – intento hablar él.

- ¡No! – le grito ella señalándolo con un dedo – estoy harta de escucharte. Estoy harta de aguantarlo todo por amor. Esto se cabo Dijun... no hay vuelta atrás. Quiero que te vayas y no vuelvas a pisar Qing Qiu. No deseo volver a verte...

Dijun se quedó con la objeción en la punta de la lengua. Fengjiu había salido presurosa de la habitación y había desaparecido en medio de una bruma rojiza.

Tal vez necesitaba tiempo, quizá dejar pasar unos días era lo adecuado, pensó Dijun al verse solo. No teniendo más remedio, se decidió a ir al único lugar en el que podía refugiarse: Tai Chen.


***

Bai Qian contemplo con horror como todas las pertenencias de Ye Hua eran sacadas de su palacio y eran transportadas al que él había habitado de soltero.

- ¿Por qué padre se está marchando? – pregunto Ah Li a su madre. Bai Qian, sentada en la escalera de la entrada de su palacio, mantenía la mirada vidriosa, el rezago de unas lágrimas aún estaban mojando su rostro, pero lo cierto es que desde hacía mucho tiempo ella era incapaz de seguir llorando, las lágrimas se le habían agotado. - ¡Madre! ¡Madre! Hazme caso... – la sacudió el pequeño de la manga. Ella pareció reaccionar. - ¿Qué paso? ¿Tú y padre han discutido? ¿Quieres que Ah Li vaya a pedirle que no se vaya?

- No, no hagas eso. No hay razón. Tu padre y yo no hemos discutido. Solo que él necesita algo de tiempo para concentrarse en unos asuntos importantes. Por eso se marcha, para estar solo y que nadie lo interrumpa.

- Y cuando termine, ¿regresara con Ah Li y madre? – Bai Qian perdió la voz. Su labio inferior tembló a punto de quebrarse en llanto; se controló lo mejor que pudo y solo asintió.

- Nai Nai... – llamo a su fiel doncella – por favor llévate a Ah Li con su tío Lian Song, pídele que cuide de él por un rato. Yo iré a buscarlo luego.

- En seguida mi señora, luego regresaré con usted por si requiere algo. – Nai Nia tomo la mano del niño, y ambos se alejaron con paso lentos, casi tristes como aquel lugar que comenzaba a sentirse frio y desolado.

Bai Qian se abrazó a sí misma. Lo había perdido todo y no entendía el por qué.

***

Los días habían pasado desde el día de la boda. Zi Lan se había acoplado bastante bien al ambiente del reino demonio. Sus ropas blancas y pulcras se habían cambiado por unas en tono gris y negro, los súbditos demoniacos lo habían aceptado también con agrado, las preocupaciones de Yan Zhi no habían sido más que injustificadas; definitivamente él sería un gran gobernante y a su lado, juntos, harían que el reino demonio recuperara su esplendor.

Sin embargo, había algo que parecía importunarla. Era como si hubiese olvidado algo, algo que era de suma importancia. Esa sensación no parecía dejarla dormir por las noches, se sentía angustiada, era algo completamente inexplicable... ¿Qué era lo que había olvidado? Recordaba cada detalle del día de la boda, y, sin embargo, algo estaba omitiendo... ¿Qué era?

Repaso uno a uno cada momento, la lista de invitados, las personas con las que hablo... pero cuando llegaba a un momento determinado, todo parecía nublarse... ¿Qué había ocurrido antes del brindis? ¿Quién hizo ese brindis de improviso y fuera de lugar? no lo recordaba. Sus intentos terminaban en un severo dolor de cabeza.

- ¿Ocurre algo Yan Zhi? – Li Jing se acercaba a ella, haciendo crujir las hojas caídas y secas a cada uno de sus pasos. El lago donde antes el solía sentarse a pensar, ahora era el refugio favorito de su hermana.

- Nada... supongo. – respondió ella con una dulce sonrisa. - ¿a qué has venido?

- Estar encerrado me deprime. Pensé en invitar a pasear a tu esposo, pero está ocupado resolviendo unos problemas con el ejército, al parecer hay un grupo que se resiste aun a una paz entre el reino celestial y el demoniaco.

- Espero que pueda resolverlo.

- Lo está haciendo bastante bien. Creo que lo logrará.

- Por cierto, no habíamos tenido de hablar a solas, deseo preguntarte algo – su hermano tomo asiento a su lado y la miro serenamente - ¿Qué ocurrió el día de mi boda? El señor Ye Hua se marchó sin despedirse y la alta diosa Bai Qian tenía los ojos rojos cuando se despidió de Zi Lan. ¿tú sabes algo? – la sonrisa de Li Jing se desvaneció. – eso no es todo, alto dios Mo Yuan ni siquiera se despidió, solo...desapareció.

- No sé nada.

- Mientes.

- ¿Cómo puedes saberlo? – le respondió incómodo.

- Te conozco desde pequeños. Sé que cuando mientes tiendes a morder tu labio inferior por dentro... y he aprendido a notar cuando lo haces... así que dime... ¿tu tuviste algo que ver?

Li Jing suspiro honda y largamente.

***

Mo Yuan se sorprendió cuando uno de sus discípulos le aviso que la alta diosa Bai Qian había llegado y pedía verlo con urgencia.

El aroma a flor de durazno característico de ella le llego pronto traído con el viento y momentos después, la silueta grácil de ella apareció subiendo las escaleras de su área de meditación.

- Maestro. – le saludo ella con una reverencia profunda. Aunque intento que no se notara, su voz se quebró.

- Acércate décimo séptimo. ¿Qué te ocurre? – ella acorto la distancia entre ellos, se sentó a su lado y sin atreverse a mirarlo directamente intento expresarse.

- Vine con la intención de solicitar su apoyo, maestro. Yo... no sé qué hacer.

- ¿Es por la discusión con mi hermano?

- ¿Lo sabe? – ella abrió los ojos con sorpresa.

- Vi lo que paso en la boda de Zi Lan.

- ¿Lo vio todo? – ella estaba preocupada, el temor de que su imagen se callera ante los ojos de su maestro se acrecentó.

- ¿Por qué lo hiciste? - le preguntó. Ella bajo la mirada, no se percató de que en aquella pregunta, Mo Yuan le reprochaba su conducta, su traición; se sentía ofendido en todos los sentidos.

- No sé lo que paso. - intento explicarse ella.

- ¿No sabes? Pues a mi me pareció lo contrario. La forma en que tu y Li Jing se basaban demostraba l gran intimidad que han compartido.

- ¡Eso no es cierto! Yo no sé que ha pasado. Sólo recuerdo que le dije que no me siguiera, que entre nosotros ya no existía nada. Pero... pero... - ella ocultó el rostro entre sus manos y Mo Yuan suaviso su mirada; no le gustaba verla de aquel modo, apartó con ternura sus manos y tomandola de la barbilla la obligó a mirarlo, y entonces Bai Qian se sintió más segura para continuar - le juro que ya iba a irme al lado de Ye Hua, pero cuando volví a ser consciente, ya estaba en los brazos de Li Jing. No entiendo como ocurrió.

- ¿No recuerdas como fue que ocurrió? - ella lo negó con la cabeza - ¿Qué recuerdas? ¿Hay algo que puedas recordar? - Mo Yuan fruncio el ceño. Definitivamente le creía, ella no tenía por que mentirle, la conocía de sobra y sabía que preferiría siempre ser honesta y reconocer sus errores a ocultarlos, pero entonces... ¿Qué había pasado? Él también intento hacer memoria, ¿Había visto algo extraño?

- No, no recuerdo mucho, salvo que me sentí impulsada por una fuerza extraña... no lo sé...es confuso, y entre más intento razonar lo ocurrido, termino con dolor de cabeza.

- Te creo, décimo séptimo, te creo. Pero no es de mucha ayuda lo que dices.

- Por favor, maestro; hable con Ye Hua, interceda por mi. Él no quiero escucharme, pero tal vez le escuche a usted. Él debe entender que no lo hice por voluntad propia.

Mo Yuan suspiro. No le iba a quedar más remedio que abogar por ella, así se lo prometió y Bao Qian pudo esbozar una media sonrisa.

Se despidieron y ella le prometió seguir al pie de la letra la recomendación de no salir de su palacio, para que de esa forma Te Hua no sospechara aun más.
Pero justo cuando ella iba a marcharse, regresó dos pasos y le dijo algo que acababa de recordar:

- Por cierto, maestro; hay algo más... recuerdo haber percibido un aroma a bosque.

- ¿A bosque?

- Si. Madera, pasto, agua... me recordó a bosque, ese olor muy propio de ese lugar. Puede que lo este alucinando, pero no estoy segura. - volvió a hacer una reverencia - no le quitó más tiempo, gracias por lo que va a hacer por mi. - y dicho esto se marchó.

Mo Yuan sintió que algo le aprisiono el pecho, el también había percibido ese aroma a bosque de manera continua de un tiempo a la fecha... ¿Podría ser que aquella fuerza a la que Bai Qian hacia referencia también se ubiese apropiado de él?
Un dolor de cabeza lo hizo perderse, se tambaleo un poco y casi se desploma a no ser que se apoyo en el pilar cercano.
Quizá debía revelarse a Bai Qian lo que había ocurrido entre ellos, pero...¿Podría ella soportar también aquella humillación? ¿Y él? ¿Sería capaz de regalarle sus verdaderos sentimientos?

Mo Yuan sólo tenía dos opciones:
Revelarlo todo o seguir callando.

***

Yan Zhi se sentía terrible por lo que el impulsivo de su hermano había provocado entre los señores celestiales.
Li Jing le había contado todo y ella sólo pudo reprenderlo lo más severamente que pudo.
¿Qué debía hacer? Quizá si iba y pedía perdón en nombre de su hermano a Ye Hua todo se solucionaría, pero aquello soñaba tan patético.
¿Es que a caso su hermano no había previsto que con eso ponía en peligro la relacion de amistad entre ambas tribus?
Ella recordó la gran guerra y su cuerpo se estremeció, ella debía impedir que su pueblo fuese masacrado, asintuviera que arriesgarse ella sola, la guerra no sería desatada.

- ¿Estas bien? Tienes rato ahí sentada y tu té se ha enfriado. - Zi Lan se le acercó y le dio un beso en la cabeza. - ¿Que ocurre?

- Pensaba en el día de nuestra boda... en todas las cosas que ocurrieron y de las que no nos dimos cuenta. - le respondió ella con cierta tristeza.

- ¿Te refieres a mi baile con Mengxiang? Lo lamento, no pensé que eso te enfadaria. Pero Mengxiang puede ser muy terca cuando se lo propone y me ha sacado a bailar. Lo lamento, debi decirte.

- ¿A qué te refieres? - ella no entendía lo que su esposo le decía. - No sé de qué me está hablando.

- Si, del baile que tuve con Mengxiang. ¿Recuerdas? Ella hizo un brindis por nuestra felicidad, tu  te molestaste por lo inoportuna que había sido por que estábamos hablando de algo importante creo...

- ¿Recuerdas de que hablábamos?

- No, no recuerdo. De hecho creo que debí  beber mucho vino, por que recuerdo muy poco de ese día.

- ¿Y cuando intentas recordar te da dolor de cabeza? - Yan Zhi sentía que el corazón se le aceleró.

- Si, justo eso. ¿Por qué? ¿Tu también?

- Zi Lan... tu y yo debemos hablar. -  Y apuntandole a la silla desocupada de enfrente continuo con gravedad - toma asiento, tu y yo tenemos pendiente una plática sobre tu amiga Mengxiang...

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