PEQUEÑA REVELACIÓN
Dong Hua atravesó el umbral de la puerta con paso apresurado.
- ¡Al fin! Pensé que no vendrías. Me sentía solo luchando contra todo esto. – exclamó Lian Song.
- Me disculpo. Tenía otros pendientes que atender. Si Mign ya me ha contado todo cuanto sabe. ¿Hay alguna novedad?
- Ye Hua acaba de volver. — y visiblemente afectado continuó — Y confesó haber matado a Bai Qian. — Dong Hua abrió los ojos con sorpresa.
- ¿Estás seguro?
- Es lo que él dijo. Pero no tengo manera de comprobarlo. Se desmayó apenas llegar. — Dong Hua cerró los ojos con preocupación y fastidio. Había tantos problemas que atender que no sabía por cual comenzar.
De repente, se escuchó una fuerte explosión. El piso vibró por instantes. Lian Song, Si Ming y Dong Hua se miraron unos a otros con un terrible presentimiento.
La puerta del palacio se abrió con brusquedad. La silueta amenazadora de Mo Yuan apareció frente a ellos, teniendo la espada desenvainada y lista para usarla.
— Esta aquí... ¿verdad?
— Por favor, vamos a calmarnos... — suplicó Lian Song. — ¿Por qué no tomamos una taza de té? Te dejaré escoger el té que quieras...
— Tercer príncipe — le susurró al oido Si Ming — No creo que esto pueda solucionarse con una simple taza de té... — A lo cual Lian Song respondió con una ligera rabieta.
— Entréguenmelo y dejaré el reino celestial intacto. — La voz de Mo Yuan sonaba irreconocible, con tanta gravedad y odio que no podían creer que fuera él.
— Pero que osadía el decir eso — le respondió Dong Hua. — ¿Acaso crees que yo estoy pintado? No dejaré que derribes ni un solo muro del reino. Deberías medir tus palabras y no afirmar lo que no puedes hacer.
— ¿Enserio crees que no puedo hacerlo? — y de su mano libre salió un rayo, en dirección a Dong Hua. Este último, se puso en guardia rápidamente. Movió sus manos de tal forma que logró hacer que el rayo girara y se dirigiera ahora hacia su creador. Mo Yuan corrió hacia afuera y esquivó ágilmente el ataque. — ¡Si no quieren apartarse, entonces morirán con él! — gritó. Concentrando una gran cantidad de su energía en su espada, la agitó para liberar una enorme esfera que lanzó hacia el palacio.
Una luz cegadora inundó el lugar y luego el estruendo de una explosión. Pero cuando todo se disipó, pudo apreciarse que no había daño alguno. Un campo protector color purpura protegió la estancia. Poco a poco se desvaneció y Dong Hua salió al exterior.
Voló en dirección hacia donde estaba el dios de la guerra. Ambos seres estaban suspendidos en el aire. Dong Hua creó de inmediato una barrera alrededor de ellos.
— Ahora nadie puede salir ni entrar. Será mejor así. Menos daños a terceros.
— ¿Así que debo asumir que serás tu mi oponente? — su contrincante convocó su espada —Creo que eso responde mi pregunta. Bien... comencemos...
***
Jiheng se sentía exhausta. Había utilizado por demasiado tiempo el seguimiento de almas intentando buscar a Fengjiu. ¿Dónde podría estar?
Se sentó sobre una roca para recuperar el aliento y acarició su vientre. No iba a darse por vencida. Necesitaba aclarar las cosas y decir la verdad... Aunque eso significará no cumplir con su sueño.
***
Mengxiang miraba la pelea entre Mo Yuan y Dong Hua a través del agua de su pozo.
— Zi Lan... es hora.
— ¿Estas seguras? Tal vez deberías esperar al resultado de la batalla.
— No es necesario. Lo que necesito es el alma del hijo del señor celestial. Una vez que la obtenga, podré completar el hechizo y entonces, no habrá nadie que me detenga.
— ¿Qué pasara conmigo cuando eso ocurra? Me matarás... ¿no es así? — ella lo miró con una sonrisa malévola.
— Te dejaré vivir. De todas formas, gracias a ti es que esto fue posible. Sin embargo... si me traicionas o haces algo que obstaculice mis planes, no dudaré en eliminarte. ¿Entendido?
— Sería muy tonto si pensará en hacer algo como eso. — E hizo una reverencia a manera de respeto. Pero en el fondo, solo pensaba en la manera de como evitar que obtuviera el alma de Ah Li.
***
Mo Yuan no iba con miramientos; estaba atacando con todo su poder a Dong Hua. Dentro de aquella barrera los impactos de poder parecían acrecentarse y ambos combatientes tenían que moverse constantemente para no ser alcanzados. Dong Hua no planeó estar en aquel enfrentamiento, pero se dejó envolver debido al impulso de desquitarse con alguien, así que aprovechaba a liberar todo su poder y furia.
Mientras tanto, en el interior del palacio, Lian Song y Si Ming intentaban despertar a Zhe Yan. Lian Song le pasaba un poco de su cultivo espiritual con la esperanza de que esto regenerara las fuerzas del durmiente y volviera en sí.
— ¡No está funcionando! — exclamó Si Ming con desesperación.
— ¡Entonces piensa en algo más! ¡Debemos apurarnos mientras Dong Hua mantenga entretenido a Mo Yuan!
***
Zi Lan caminaba con cautela entre los pasillos del reino celestial. Todo estaba desolado y con en calma. Una calma demasiado sospechosa. Se dirigió hacia los pabellones en donde se encontraba Ah Li. Mengxiang lo envío con la misión de hacer que el alma del pequeño se corrompiera. Si lo lograba, entonces ella podría dominar por completo.
Sin embargo, él no estaba dispuesto a obedecerla. Dentro de sí un odio creció desde la muerte de Yan Zhi. La vengaría. Haría todo porque aquello terminara, al final de cuentas, había sido su culpa el arrastrarlos hasta ahí.
Para su fortuna, había pasado demasiado tiempo junto a esa vieja bruja y conocía parte de sus debilidades. Si era inteligente y actuaba con sigilo, no tendría problemas. Seguro de sus oportunidades, caminó con mayor confianza y se adentró sin permiso dentro de las habitaciones del pequeño.
***
El seguimiento de almas al fin parecía brindar frutos. Jiheng llegó al reino mortal guiada del rastro de magia que Fengjiu dejó a su paso.
Acariciando el vientre que comenzaba a notarse, se sorprendió de ver el lugar al que su búsqueda la condujo. Era la cima de una montaña. A simple vista no podía verse nada, pero en cuanto la joven demonio de movió sus manos, deshizo el encantamiento de ocultación y una modesta casa apareció. Atravesó el puentecillo de bambúes y antes de llegar al umbral, Fengjiu salió a su encuentro.
— ¿Qué haces aquí? ¿Cómo me has encontrado? — le gritó.
— Me alegra ver que te encuentras a salvo. — le respondió con calidez Jiheng sin prestar atención al tono grosero de la soberana.
— ¡No des un paso más! ¡Responde mis preguntas! — en el acto, la recién llegada se detuvo.
— Te rastree con el seguimiento de almas. Necesito hablar contigo urgentemente.
— No tenemos nada que hablar. Y ahora márchate. No quiero verte.
— Por favor... ¡Debe escucharme! ¡No tengo demasiado tiempo! Estoy corriendo demasiado riesgo con solo venir aquí.
— ¡No me importa! ¡Largo de aquí! — el llanto de Gumgum la hizo entrar a la casa de inmediato. Aprovechando esto, Jiheng avanzó y también entró, no sin antes volver a colocar la barrera de ocultación. El lugar era modesto, pero bastante acogedor. Observó cada rincón y fue así como se centró en el dibujo de una mujer con una venda en los ojos. Se acercó a ella para examinarla mejor... le era familiar... — Es mi tia. Este lugar le pertenece a ella. Fue aquí donde pasó su juicio celestial como la mortal Susu. Así que comprenderás que tu presencia aquí esta mancillando algo muy valioso.
— Si me escuchas, prometo irme de inmediato y dejar de mancillar este lugar. — Fengjiu lo medito un momento mientras arrullaba en sus a su bebé. Luego, tomando asiento, indicó que la escuchaba.
***
— ¿Quién eres tú? — preguntó Ah Li.
— No temas, no te haré nada malo. Me llamo Zi Lan. Soy muy amigo de tu madre. Ella y yo fuimos discípulos de Mo Yuan en montaña Kun Lun.
— Pues si la estás buscando, ella no está aquí. — la voz del niño reflejaba mucha tristeza. Incluso sus gestos eran los de un pequeño indefenso.
— Lo sé. De hecho, vine por ti. — avanzó hacia el niño, que de inmediato retrocedió desconfiado. — Por favor, necesito que confíes en mí. Es muy importante. Créeme que estarás ayudando a tu mamá con esto.
— ¿A mi mamá? ¿Seguro que si voy contigo podré volver a estar con ella? Mi papá no me ha dejado verla en mucho tiempo.
— Si todo sale bien así será. — y extendió la mano. Ah Li lo pensó solo unos segundos antes de colocar su suave y pequeña mano sobre la de aquel joven que prometía regresarlo con su madre. Inmediatamente, un sueño profundo lo invadió y se desvaneció en los brazos de Zi Lan.
Salió del lugar cargando el niño sobre su hombro. Miró en todas direcciones y divisó un resplandor en el cielo. Puso mayor atención e identificó al que fuera su maestro. Se dirigió hacia esa dirección mientras se reprochaba el haber permitido que aquello avanzara. Pero quizá, aún estuviese a tiempo de enmendarse...
***
— ¿Cómo sé que no me estás mintiendo?
— No lo sabes. Solo te queda confiar en mí.
— No estoy segura. Me es difícil confiar en alguien que lleva un hijo de mi marido en su vientre.
— Ya expliqué por qué y cómo. Realmente lo lamento. Pero espero que entiendas la ilusión que tenía por... — Jiheng se calló. Bajó la mirada y se acarició el vientre. Afuera, el canto de un ave se escuchó. De repente el viento comenzó a soplar con violencia y el aroma a bosque se intensificó. — No puede ser... — murmuró aterrorizada. Abrió los ojos y miró a Fengjiu. — ¡Tienes que irte! — gritó. Pero era demasiado tarde.
***
Dong Hua comenzaba a cansarse. Una gruesa gota de sudor se resbaló por su sien. Aquello significaba que no era una simple batalla. Siempre se distinguió por sus habilidades en combate. Pero Mo Yuan, el dios de la guerra, era un oponente que estaba a su mismo nivel... o incluso superior.
Zi Lan los miró enlazarse en una batalla cuerpo a cuerpo. Las espadas chocaron y brillaron por el impacto. Cargando aún a Ah Li, se apresuró al interior del palacio en donde encontró a Lian Song y SI Ming intentando despertar a Zhe Yan. Desesperados, habían recurrido al último método faltante por probar... darle unas cuantas cachetadas y sacudiéndolo con fuerza. Pero el viejo fénix, seguía profundamente dormido.
— ¿Qué se supone que hacen? — preguntó el recién llegado.
— ¿No es obvio? — respondió altaneramente Lian Song. — Intentamos despertar a este cascarrabias... — y dando otras dos cachetadas y sacudidas prosiguió — ¡Pero no se deja!
— Tercer príncipe, creo que debe dejar de hacer eso. — intervino Si Ming. — Tampoco está funcionando.
— Descuiden. Yo me encargo. — Zi Lan dejó al pequeño a un lado. Sacó de entre sus ropas un frasco con liquido cristalino y lo dio a beber poco a poco al durmiente. Pasaron unos segundos y entonces el cuerpo de Zhe Yan desapareció entre una suave centella.
— ¡¿Qué has hecho?! ¿A dónde lo has enviado? — preguntó alarmado Lian Song.
— Al exterior. — respondió con mucha calma el joven — necesitaremos que alguien nos ayude desde el mundo real...
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