EPÍLOGO

N/A: Muchas gracias a todos por leer y comentar esta historia. Es, sin lugar a dudas, mi mejor Seblaine y está entre las mejores historias que he escrito (a la altura de Anything Could Happen o No Hay Motivos Para Seguir). Gracias de verdad por seguir esta historia, espero que os haya gustado leerla tanto como a mí escribirla. Estas grandes historias me dejan mal porque soy consciente de que, por mucho que lo intente, no voy a volver a escribir algo tan bueno en mucho tiempo... Me ha pasado con Klaine, me ha pasado con Blam y me va a pasar con Seblaine... Además, lo de Blam y Seblaine ha pasado casi a la vez por lo que espero una larga temporada con fics de menos calidad... Pero seguiré buscando esa historia que consiga atrapar...

Dejo de hablar que me darán ganas de llorar... Voy a responder a vuestros comentarios...


EPÍLOGO

Sebastian y Blaine estaban frente a la puerta de la casa de la familia Anderson. Era el día de acción de gracias y la primera vez que volvían a Lima desde que se fueron a vivir a Nueva York. Los nervios en el castaño eran evidentes debido a que no le apetecía ver a su "suegra". Todo lo ocurrido y saber que prefería que su hijo estuviera con Kurt no era algo que le gustara.

Aún así,había decidido que pasarían esos días allí en vez de con sus padres para hacer feliz a su novio. Había pasado algo más de un mes y aún sentía que debía compensar a su novio por romper con él cuando creyó que estaba con fue el que abrió la puerta y les sonrió a ambos, feliz de verlos allí con él.

– ¡Squirt! ¿Qué tal estás? – El mayor preguntó mientras envolvía a su hermano con sus brazos.

– Muy bien. ¿Tú qué tal?

– No puedo quejarme. – El mayor soltó al ojimiel y se volvió hacia el otro joven. – ¿Cómo está mi cuñado favorito? – El actor preguntó mientras abrazaba al castaño.

– No puedo ser más feliz. – La sinceridad de Smythe era visible.

Los tres entraron para ver a sus padres. Susan abrazó a su hijo con fuerza. James, por su parte, sabiendo que su mujer tenía para rato, se acercó a Sebastian y lo saludó con una cálida sonrisa y un apretón de manos. Cuando Blaine se vio libre de los brazos y besos de su madre, se acercó a saludar a su padre. Saludo que se vio interrumpido por una escena inesperada para todos. La mujer estaba abrazando a Sebastian. Esa escena era algo que Blaine había deseado por tanto tiempo que sintió ganas de llorar. Sin embargo, era de felicidad y no de tristeza.

Cuando el abrazo finalizó, el moreno se acercó a su novio para darle un beso en la mejilla. El castaño estaba sorprendido pero era algo que le agradaba. Cualquier cosa que hiciera sonreír a su novio de esa manera, merecía la pena.

La cena fue agradable y la madre de Blaine estaba pendiente de que Sebastian. Le ofrecía constantemente comida, se interesaba por sus estudios como si nunca hubiera pasado algo malo entre ellos.

Eso hizo que el castaño quisiera hablar con ella a solas. Con ese objetivo, se ofreció a ayudarla a lavar los platos. Los dos estaban en la cocina cuando el joven se animó a comenzar con la conversación que tenían pendiente.

– ¿Por qué estás siendo tan amable conmigo? – El ojiverde preguntó mientras secaba un plato con un paño.

– Hablé con Rachel. Ella me dijo la verdad sobre lo que pasó con Kurt. Escuchó una conversación telefónica en la que él me contaba su versión y pensó que querría escuchar lo que pasó. Yo... lo siento tanto. Me dejé engañar por Kurt y, pensando en tu pasado, creí lo que me decía sobre tus intenciones con Blaine. Veía a mi hijo tan frágil y dañado que no paré a pensar que tal vez eras lo que necesitaba. El tiempo ha pasado y lo veo tan feliz y todo es gracias a ti... no encuentro motivo por el que no considerarte de la familia Anderson. No debí tratarte como lo he hecho. Lo siento. – La mujer explicó mirándolo con sinceridad.

– Amo a Blaine y no quiero hacerle daño. Sé que alguna vez lo he hecho, pero nunca fue intencionado. – El menor comentó.

– Lo sé. De otra manera no estaría tan bien contigo. Sólo te pido que no dejes que Kurt le vuelva a hacer daño. – Ella suplicó.


Blaine entró a su habitación con el pijama puesto y preparado para dormir. Sebastian estaba ya en la cama, esperándolo con una sonrisa. Cuando planearon el viaje a Lima no esperaban que saliera tan bien. Era una grata sorpresa para ambos el que la madre del moreno hubiera aceptado al novio de su hijo.

El ojimiel se acurrucó junto a su pareja, que lo envolvió entre sus brazos con fuerza. A pesar de que el castaño sabía que su amado ya no necesitaba que lo protegiera de sus pesadillas ni de sus miedos, a él le gustaba hacerlo porque conseguía que se sintiera importante.

– ¿No vamos a tener diversión esta noche? – Preguntó el más bajo.

– B... Tus padres están en la misma casa... Hay cosas que unos padres no deben escuchar... Además, tu madre por fin me acepta. No pienso darle motivos para que vuelva a cambiar de opinión. – El ojiverde explicó.

– Seb... Yo te necesito. – Anderson suplicó.

– Y me vas a tener por toda la eternidad... Sólo intenta no desearlo cuando estamos en casa de tus padres... O de los míos. Es una barrera que no pienso traspasar. – Aclaró el más alto.

– Ya lo hemos hecho... No hemos tenido sexo pero sí algo similar. – Blaine intentaba convencerlo.

– Pero nunca con tus padres o los míos en casa. – Smythe se defendía.

– Está bien... Pero prepárate, cuando lleguemos a Nueva York pienso cobrarme todas. – El moreno amenazó.

– Te amo. – Sebastian dijo con una sonrisa inmensa.

– Yo también te amo... Y siempre te amaré.

Bạn đang đọc truyện trên: AzTruyen.Top