CAPÍTULO 9: THANKSGIVING
CAPÍTULO 9: THANKSGIVING
New Directions y los Warblers estaban sobre el escenario. Sólo quedaban el segundo y el primer lugar de la competencia. Un equipo saldría vencedor y el otro se quedaría en el camino. Blaine miró hacia donde estaban los Warblers, Sebastian se dio cuenta y le sonrió. El moreno le devolvió la sonrisa.
– Los ganadores de los Sectionals son... ¡New Directions!
Todos los alumnos del McKinley saltaron para celebrarlo. Estaban felices porque lo habían conseguido y, en gran parte, era gracias al gran solo que había hecho el ojimiel. Nadie se atrevió a tocarlo, pero todos le dieron la enhorabuena por su actuación. El joven se acercó hasta los estudiantes de Dalton y abrazó a su amigo, bajo la atenta mirada de todos.
Sebastian y Blaine llegaron al coche del primero. Salían del McKinley después de terminar la competición. Todos se habían despedido de ellos de manera afectuosa. Incluso Kurt se había mostrado amable con Smythe, algo que sorprendió a todos. Era la noche de Acción de Gracias y todos irían a sus casas a cenar.
– Antes de salir de aquí, quiero hablar contigo de algo. – El castaño se puso serio.
– ¿De qué? – El moreno lo miró intrigado.
– Sé que estás dolido todavía pero hoy es un día para estar en familia. Si quieres venir a mi casa no hay problema, mis padres te han acogido sin condiciones. Sin embargo... Sé que tus padres querrían pasar esta noche contigo. Si tú quieres, te llevo allí. Si no quieres, vamos a mi casa. Sólo quiero que seas consciente de la situación y que sepas que puedes ir con ellos si quieres.
– No sé, Seb.
– Piénsalo. Podemos esperar antes de salir de aquí. Lo único que quiero es que seas feliz.
Sebastian agarró con dulzura la mano de Blaine antes de tocar el timbre. El moreno había accedido a cenar con sus padres. No sabía si su hermano también estaría ahí, pero no tendría problemas con ello. Como el castaño le había dicho, eran su familia y lo amaban. Sólo habían cometido el error de pensar que había ido a Nueva York a ver a su novio. Pensándolo bien... ¿Quién no lo habría creído? Tenía algo que celebrar y nadie podría haber pensado en alguien mejor con quién hacerlo.
La puerta se abrió y dejó ver a Susan Anderson, con los ojos rojos por haber llorado y un pañuelo en la mano.
– ¿Blaine? – La mujer se extrañó. Estaba deprimida desde el día que su hijo se había marchado de casa. Se había sentido mala madre y pensaba que no merecía el perdón del menor.
– Mamá... ¿Está bien si ceno con vosotros hoy? – El ojimiel estaba nervioso, no sabía si lo aceptarían al llegar sin avisar.
– ¡Por supuesto que sí! No sabes lo feliz que me hace. – La madre abrazó al menor con fuerza mientras lloraba.
Sebastian iba a hacer algo al ver que Susan abrazaba a Blaine pero se dio cuenta de que el moreno estaba bien. No sólo eso, él también correspondió el abrazo. Eso tranquilizó al castaño, que sonreía con cariño mientras veía esa tierna imagen.
– ¿Quién es? – James le preguntó a su esposa mientras se acercaba a la puerta. Entonces pudo ver a su mujer y a su hijo abrazados. – Blaine.
El padre también se acercó a ellos y se unió al abrazo. El adolescente se encontraba bien entre los brazos de sus progenitores. Eran cariñosos, fuertes y lo apoyarían siempre. Tal vez no se tomaron del todo bien su homosexualidad y cometieron errores, pero nunca habían tenido intención de dañar al menor.
Cuando la familia rompió el abrazo, Smythe comprobó que su amigo también había llorado. Sin embargo, era consciente de que esa vez había sido muy diferente a todas las que había visto durante esos días. Esa vez, las lágrimas eran de alegría.
– Blaine, no sé si podré venir a buscarte después de cenar. Ya sabes que si bebo algo de vino no debo conducir. Por eso te había preparado tus cosas para que te quedes aquí si no puedo venir. – Sebastian comentó, lo que dejó al moreno sorprendido. El castaño se volvió y sacó una mochila del maletero de su coche.
– Seb...
– Mañana vendré a buscarte si no vengo esta noche. No te preocupes, estás con tus padres y puedes llamarme por cualquier cosa.
Smythe agarró la mano de su amigo con cariño y lo abrazó antes de volver sobre sus pasos y montarse en el coche para ir a su casa. El ojimiel entró a la residencia Anderson tras sus padres.
– Blaine. – Cooper se acercó a él en cuanto lo vio y lo apretó fuerte contra su pecho. – Me alegro que estés aquí, Squirrel.
Blaine se despertó en su antigua habitación. Estaba casi vacía porque se había llevado la mayoría de sus pertenencias. Se puso las pantuflas que Sebastian le había metido en la mochila y bajó las escaleras. Escuchó voces provenientes de la cocina y supo que todos estaban allí desayunando. Estaba a punto de entrar cuando escuchó algo que le hizo detenerse.
– No me gusta Sebastian. No sé qué está haciendo con Blaine. – Susan comentó.
– No entiendo por qué. El muchacho a traído a Blaine a casa para Acción de Gracias, lo está cuidando y lo ayuda a recuperarse. – James añadió.
– Fue él quien casi deja ciego a Blaine hace casi un año. Kurt dice... – La mujer comenzó.
– Kurt está celoso. – Cooper intervino. – No soporta que Blaine no hable con él y sin embargo sí esté tan cerca de Sebastian.
– Kurt quiere lo mejor para Blaine. Si él dice que Sebastian no lo es... – La madre dijo muy seria.
– Sebastian es lo que Blaine necesita ahora. Se acercó a él porque era el que menos daño le había hecho. – Su hijo mayor comentó.
– ¡Casi lo deja ciego! – La señora Anderson intentaba defender su teoría.
– Y nosotros lo olvidamos durante diez días. Mamá, piénsalo. ¿Quién le ha hecho más daño? ¿Alguien de quien no esperaba nada o las personas que supuestamente teníamos que cuidarlo? – Cooper intentaba defender la amistad de su hermano con Smythe porque lo quería y no podía pensar en nada más que la felicidad del menor.
– No sé si Sebastian es lo mejor para él. – Susan comentó.
– Te guste o no es quien yo he elegido para estar conmigo ahora. – Blaine entró para dar la cara. – No sé qué pasará en el futuro. Puede que vuelva a Kurt, puede que tenga una relación con Sebastian o puede que me vaya a Nueva York a estudiar y conozca a otro chico que me haga volver a creer en el amor. Ahora no puedo pensar en eso porque sólo tengo un objetivo. Quiero dejar de tener miedo, quiero poder dormir sin pesadillas, quiero poder tocar a las personas, quiero volver a ser yo. Sebastian me está ayudando a conseguirlo. Gracias a él volví a subirme a un escenario, gracias a él estoy hoy aquí... Si no sabes valorar eso, no estoy seguro de que valores los avances que hago y, por lo tanto, no valoras como era antes.
El timbre sonó y el menor fue corriendo a abrir la puerta. En cuanto vio a Smythe se lanzó a sus brazos, lo había extrañado durante toda la noche. Los otros tres se quedaron mirando la muestra de afecto de los dos jóvenes y a ninguno le pasó inadvertido el cariño que ambos se profesaban. Cooper se dio cuenta de que ahí había mucho más que amistad y que era por parte de los dos. Fue consciente de que ambos se contenían porque no era el momento pero que pronto serían una realidad. En contra de lo que opinaba su madre, a él le encantaba. Es muy fácil estar al lado de alguien cuando las cosas están bien, incluso es muy fácil enfrentarse a alguien por una estúpida competencia de coros. Lo difícil es estar al lado de alguien en su momento más oscuro y apoyarlo incondicionalmente.
– ¿Has desayunado? – El actor preguntó al recién llegado en cuanto los dos menores rompieron su abrazo.
– Sí. – Respondió Sebastian agradecido por la pregunta, ya que suponía que era una invitación a que lo hiciera con ellos.
– Squirrel todavía no lo ha hecho, tal vez quieras acompañarlo y tomar un café. – Cooper invitó, haciendo que su padre sonriera satisfecho porque apoyaba esa invitación y que su madre se incomodara porque no le gustaba.
– Será genial, gracias.
Todos se fueron a la cocina y charlaron alegremente mientras la señora Anderson estaba en silencio observando cada una de sus reacciones. No le gustaba la situación, no podía pensar en nadie mejor que Kurt para su pequeño. Esperaba que todo volviera a su lugar pronto.
Bạn đang đọc truyện trên: AzTruyen.Top