CAPÍTULO 28: SENTIR TU PIEL

N/A: Muchas gracias por leer y comentar... Actualizo hoy porque no sé si podré mañana. Supongo que nadie protestará porque lo haga antes... Y no me pregunteis cuando volveré a actualizar porque no lo sé, siento no poder poner un calendario pero mi nuevo trabajo me está volviendo loca y, hasta que el proyecto que tenemos ahora no finalice, no voy a poder tener horarios "normales"... De todos modos, sabeis que suelo ser puntual y que si me retraso es algo excepcional...


CAPÍTULO 28: SENTIR TU PIEL

Blaine seguía en la cama tumbado, todavía con la ropa del día anterior. Ya no le quedaban más lágrimas pero su cuerpo no respondía. No tenía ganas de atender a nadie, ni siquiera había ido a clase. Era sábado pero él tenía dos horas de composición como actividad voluntaria. NYADA era muy exigente y si quería ocupar todas las áreas artísticas que le gustaban, necesitaba ir a clase los sábados. Aunque ese día no se había levantado, ni había desayunado ni había cenado la noche anterior. Aun así, no tenía hambre. Su estómago estaba cerrado, como si quisiera que su cuerpo estuviera tan muerto como su alma. El vacío lo había consumido.

Escuchó que la puerta se abría y recordó que Sebastian le había dicho que iría cuando él no estuviera para recoger sus cosas. Miró el reloj que llevaba en su muñeca y se dio cuenta de que el otro no esperaba encontrarlo. Sin embargo, no podía moverse de allí. No tenía donde esconderse y tampoco quería perder la oportunidad de hablar y saber lo que había pasado.

El castaño abrió la puerta del dormitorio y se sorprendió al ver a su novio sentado en la cama... Al menos, esperaba poder seguir llamándolo novio porque no quería imaginarse su vida sin él, no en ese momento que sabía que todavía lo amaba. Su corazón se rompió al darse cuenta de que estaba totalmente deprimido, la visión de sus ojos lo atormentó, había dolor en ellos.

- Hola. - El ojiverde se sentía estúpido. Él era el causante de todo ese dolor y lo único que se le ocurría era decir una palabra sin ningún sentido. Debería haber pedido perdón, debería haberle dicho que lo amaba, debería contarle lo que había visto. Pero en vez de eso, sólo dice esa palabra que realmente no dice nada.

Sin embargo, la única respuesta que obtuvo fue que el moreno se levantara y se acercara a él para besarlo con fuerza y necesidad. El ojiverde estaba tan sorprendido que no respondió al beso, pero pronto los dientes del otro le mordieron el labio inferior y emitió un pequeño gemido que facilitó que la lengua del otro se internara en su boca. El momento en el que sus lenguas se tocaron por primera vez, todo se tornó aun más pasional si cabe, ya que el castaño correspondió cada uno de los gestos del otro.

Las manos del ojimiel se enredaron en el pelo del otro atraiéndolo a su cuerpo con toda la fuerza que tenía a la vez que el estudiante de Columbia sujetaba con firmeza su cintura. Antes de que el más alto se diera cuenta, se había quitado los zapatos y los dos estaban tumbados en la cama con las manos de Anderson desabrochando los botones de su camisa.

Smythe dejó de pensar y se dejó llevar por la pasión del momento, tal vez demasiado. De un rápido movimiento se deshizo del polo que llevaba Blaine, dejando su torso descubierto y se colocó sobre él. Terminó de quitarse la camisa y comenzó a besar el cuello ajeno con demasiada necesidad mientras sus manos jugaban con los pezones del otro.

Los gemidos del moreno llenaban la habitación mientras Sebastian seguía intentando excitarlo aun más, aunque realmente no lo necesitaba. Bajó por el pecho ajeno mientras soltaba los botones del pantalón de su novio. Bajó la prenda junto al calzoncillo pero no demasiado, lo dejó en la parte superior de los muslos, no necesitaba más. Cogió el lubricante que tenían en el cajón y dio la vuelta al ojimiel para que quedara boca abajo y así tener más acceso a lo que en ese momento le interesaba, la entrada de su amante.

Introdujo uno de sus dedos con lubricante en el interior de su novio y comenzó a moverlo con fuerza, embistiéndolo y abriéndolo para que estuviera preparado. Con su mano libre apretaba las redondeadas nalgas mientras dejaba besos y mordiscos por la espalda y los hombros. Después introdujo un segundo dedo y comenzó a buscar el punto donde hacía gemir de placer al otro mientras juntaba y separaba los dedos con movimientos similares a los de unas tijeras. Un tercer dedo se introdujo en la abertura de Anderson y éste ya no pudo aguantar más. Necesitaba sentir a su amado dentro de él y lo necesitaba en ese preciso momento.

Sebastian bajó sus pantalones y puso abundante lubricante en su miembro. Agarró con fuerza las muñecas de Blaine, colocándolas a los lados de su cabeza . Entró en su novio de manera rápida y sin soltar sus manos. Tardó muy poco en empezar con las embestidas rápidas y fuertes que tanto deseaba. No podía creer que tuviera tanta necesidad, tanto deseo y tanta desesperación. Los dos gemían y gritaban el nombre del otro llenos de placer. El más alto seguía mordiendo los hombros del otro.

El moreno fue el primero en llegar al orgasmo, totalmente sobrepasado por tantas sensaciones ya que el movimiento, al ser tan brusco, provocaba que su miembro excitado rozara con las sábanas.

El castaño estuvo embisitiéndolo un poco más hasta que él mismo llegó al máximo placer. Notó que el cuerpo del ojimiel temblaba ya que había sentido con fuerza cada una de las caricias y había disfrutado cada embestida.

Sin embargo, Smythe no entendió el temblor de su novio. Vio que sus manos seguían presionando las muñecas del otro y fue consciente de la poca delicadeza con la que había tratado al otro. Se dio cuenta de que había sido algo brusco, que había hecho cosas con Blaine que no había hecho hasta ese momento. Vio pequeñas marcas rojas en las muñecas y la espalda del otro y sintió que su pecho explotaba. No quería hacerle daño al moreno y se lo había hecho. Tal vez era la persona que más daño le había hecho en su vida.

Sebastian se levantó de la cama y empezó a recoger sus cosas. Necesitaba salir de ahí, no se merecía el perdón del ojimiel y no podía soportar el hecho de seguir ahí, comprobando lo que había perdido. Había hecho lo peor que podía hacer y no encontraba otra manera para proteger a la persona que amaba que alejarse de él.

Por su parte, Anderson observaba en silencio las reacciones del otro. Vio el miedo reflejado en sus ojos y el temblor de sus manos. Fue consciente de la prisa que tenía por recuperar sus prendas y salir de ahí. En ese momento, su mente comenzó a pensar que tal vez sus sentimientos ya no eran correspondidos. Él se había lanzado para conseguir que el amor de su vida se quedara a su lado pero tal vez había sido en vano. Tal vez era verdad que ese amor que el castaño sentía por él había desaparecido... Porque se negaba a darle la razón a Kurt y pensar que nunca lo amó. Eso realmente lo destrozaría. No por la oportunidad perdida con Hummel, sabía que lo suyo había acabado antes incluso de su secuestro. El mayor daño vendría al pensar que, tal vez, el problema era suyo y que siempre tendría el corazón roto porque las personas a las que amaba jamás podrían amarlo de verdad.

Las miradas de ambos se cruzaron, llenas de dolor y desesperación. Los dos intentaban leer los sentimientos del otro pero ninguno era capaz de acertar. Uno pensaba que el otro ya no lo amaba y se arrepentía de ese momento de sexo entre ellos. El otro pensaba que había dañado a la persona que amaba siendo poco cuidadoso y cariñoso en ese momento de intimidad entre ellos, recordándole lo que estaba viviendo un año antes a manos de sus secuestradores.

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