CAPÍTULO 2: EMPEZAR DE CERO
CAPÍTULO 2: EMPEZAR DE CERO
Mr Schue estaba frente a todos sus alumnos de New Directions. Kurt le había pedido que se encargara él de informarles. Eran más que amigos, eran la familia de Blaine, por lo que tenían derecho a saberlo. El adulto estaba sentado y suspiró. Iba a ser la conversación más difícil de su vida, más incluso que cuando les tuvo que hablar de lo ocurrido con Karofsky. Todos lo miraban con miedo, no sabían lo que pasaba y temían lo que les contaría.
– ¡Vas a contarnos lo que ha pasado o vamos a estar aquí hasta el año que viene! – Santana gritó pero era más por su ansiedad que por otra cosa.
– Primero quiero decir que esto es muy delicado. Quiero que seáis fuertes, Blaine os va a necesitar así...
– ¡Blaine nos va a necesitar! ¿Por qué perdemos el tiempo entonces? – Puck se levantó.
– Antes de ir con él, tenéis que saber. Por favor, siéntate y escucha.
Sue y Emma entraron en ese instante. Ellas se pusieron a ambos lados del profesor de español y cada una apoyó una mano en el hombro del mayor.
– Blaine ha sido retenido durante estos días por tres hombres que salieron hace poco de prisión. Pensaban que era más joven porque venía al instituto. Los tres tienen problemas y... Les gusta... Abusan de niños. Pensaron que Blaine era menor y... Bueno, os podéis imaginar. – Will no sabía que más decir. Todos se quedaron en shock. Marley se abrazó a Unique mientras lloraban, Tina se refugió en los brazos de Sam, Noah quería golpear a alguien, Brittany sujetó con fuerza la mano de Lopez... Todos estaban afectados.
– Físicamente Blaine se encuentra más o menos bien, a la espera de las últimas pruebas. Los asaltantes tenían controlada a la policía, en el momento en el que se denunciara su desaparición ellos se marcharían. Además, ha pasado horas abandonado en el almacén donde lo retenían. Va a tener secuelas, al menos psicológicas. – La pelirroja comentó.
– Tenemos que ir ahí. ¡Blaine nos necesita! – Sam se levantó y fue seguido por todos.
En una sala de espera del hospital, la familia Anderson estaba acompañada por los Hummel-Hudson y todos los miembros de New Directions. Esperaban que el doctor les dejara pasar para visitar a Blaine. Todavía no lo habían visto y el ansia de todos se notaba mucho. Un hombre de unos cincuenta años vestido con un uniforme de policía y una mujer un poco más joven con una bata de médico se acercaron a ellos.
– ¿Familiares de Blaine Anderson? – La doctora preguntó. Era rubia y llevaba unas gafas de montura gruesa negra.
– Soy su madre. – Susan se adelantó a todos.
– Blaine ha sufrido diversas violaciones y golpes. No hay nada que no pueda ser tratado en casa. Las pruebas no indican ninguna enfermedad de transmisión sexual aunque se las repetiremos más adelante para estar completamente seguros. Lo que más nos preocupa ahora es el aspecto psicológico. Va a estar bajo la supervisión de un especialista y probablemente acabe con algún tipo de tratamiento. En cuanto a nosotros puede irse a casa pero hay un problema. – La mujer comentó.
– ¿Cuál? – James, el señor Anderson, preguntó.
– Blaine no quiere ir a su casa. – El policía indicó. – Sabe que tardaron diez días en denunciar su desaparición. Eso ha hecho que él haya desarrollado una especie de amistad con sus secuestradores, a los que ve como las únicas personas que realmente se preocupan por él. Piensa que a nadie le preocupa y no quiere volver a su casa.
– ¡Eso es una estupidez! Yo soy su novio, lo amo y él lo sabe. – Kurt intervino, conmocionado por lo que le acababan de decir.
– No te estamos juzgando, ni a ti ni a nadie. Sólo os estamos mostrando su razonamiento. No tiene por qué ser correcto, simplemente es así como se siente. Cree que no lo queréis porque en diez días no os habéis preocupado por él mientras que sus secuestradores han estado con él. – La doctora explicó con paciencia.
– Es mi hijo, es mi pequeño. ¡Por supuesto que lo amo! – La señora Anderson estaba desolada.
– Ha comentado algo de una casa heredada... Quiere vivir allí. Tiene dieciocho años y es su decisión. Quiere que le traigáis las llaves para ir allí esta misma noche. – El policía comunicó.
– ¡No! – Cooper intervino. – Después de todo lo que ha pasado necesita el cuidado de su familia y amigos. No voy a consentir que se vaya solo a una casa que lleva diez años abandonada.
– Es su decisión. No podéis hacer nada que no sea aceptarla. – La médico comentó.
Blaine atravesaba las puertas del McKinley por primera vez en muchos días. El día anterior lo habían encontrado en un almacén abandonado en las afueras de Lima. Se sentía solo, poco amado y abandonado. Creía que se había demostrado que a nadie le importaba. Diez días habían pasado para que su familia y amigos se dieran cuenta de que no estaba.
Estaba agobiado. No soportaba el contacto físico, le recordaba a las caricias que le daban sus secuestradores. Una lágrima bajó por su mejilla e intentó alejar esos pensamientos negativos. Todos a su alrededor le hacían daño. Sin embargo, sus agresores lo habían cuidado, algo que tal vez sus "amigos" jamás habían hecho.
Sue lo encontró en los pasillos y le pidió que entrara a su despacho. El menor obedeció temeroso. Entonces la mujer puso una caja frente a él.
– Eres mi nuevo capitán de las Cheerios. – La entrenadora sonrió y el moreno abrió la caja. Dentro había un uniforme masculino del equipo de animadores del McKinley. Ajustado y provocativo...
– No... no creo que sea buena idea. – El ojimiel no quería ni tocar la prenda.
– Yo creo que es la mejor de las ideas. Vas a ser el capitán y vas a liderar a las Cheerios. – Sylvester estaba muy segura.
– Yo... – Anderson suspiró, no quería contar lo que pasaba pero creía que era algo necesario. – No me siento a gusto con el contacto físico y tampoco creo que pueda llevar ropa tan ajustada.
La rubia miró al joven y sintió una punzada en el corazón. Sin embargo, no iba a renunciar a su plan.
– Haremos algo. Mientras no te sientas cómodo, tus coreografías no implicarán que toques a nadie y en cuanto al uniforme... Puedes llevarlo aquí y cambiarte cuando salgas.
La hora del club Glee y todos, incluidos los graduados, llegaron muy pronto a la sala del coro. Todos estaban impacientes porque sabían que Blaine estaba en el instituto y querían verlo. Incluso Sam, Artie, Brittany y Tina habían coincidido con él en alguna clase, aunque el moreno había sido muy distante con ellos. Se quedaron sorprendidos cuando lo vieron entrar con su nuevo uniforme de las Cheerios.
– Mr Shcue... ¿Puedo hablar? Tengo una noticia que dar. – El ojimiel miró al profesor.
– ¡Claro! Te escuchamos. – Will asintió y dejó que Anderson se colocara en el centro.
– Voy a ser rápido. Dejo el Glee Club.
Antes de que nadie se diera cuenta, Blaine salía del aula. Kurt corrió tras él, tenía la intención de hablar con él y hacerlo recapacitar. El castaño lo alcanzó en medio del pasillo y puso su mano en el brazo de su novio. Tardó menos de un segundo en arrepentirse del contacto. El moreno tembló y se dio la vuelta. La pareja se miró a los ojos, haciendo que el mayor percibiera todo el dolor del otro, aunque lo que más le preocupó era que notó el miedo. No podía ser que su novio, la persona a la que más amaba, le tuviera miedo.
– Blaine... ¿Qué pasa? ¿Por qué dejas New Directions? ¿Qué piensas? Por favor... Necesito saberlo. – Hummel estaba desesperado y dejó caer una lágrima.
– ¿Y qué hay de lo que yo necesito? – La voz del ojimiel era fría y llena de recor.
– ¡Pídemelo! Haré lo que sea por ayudarte. ¡Lo que sea! Te amo. – El más alto suplicaba.
– Necesito que te alejes de mí. Tú y todos. ¡Dejadme solo! – Anderson estaba alterado.
– No pienso dejarte solo. Eres mi novio y voy a estar a tu lado...
– ¡¿Como estos días de atrás?! Diez días, Kurt. ¡Diez días! Bueno, llevábamos dos días sin hablar ya, por lo que mejor digamos que fueron doce. Doce días sin saber nada de mí y no te importó.
– Yo...
– No intentes justificarte. Has hecho tu vida en Nueva York y tu estúpido novio ya no tiene cabida en ella. Será mejor que busques a alguien que pueda estar a tu lado y no a alguien a quien le preocupa algo tan insignificante como qué pajarita ponerse para un estúpido debate de instituto.
– No eres estúpido y no voy a buscar a otro. Siento mucho lo que ha pasado pero pensé que te habías enfadado conmigo.
El ojiazul intentó acercarse pero el más bajo dio varios pasos hacia atrás mientras comenzaba a llorar. El castaño quería consolarlo, abrazarlo y alejar todo el dolor que sentía su pareja pero se dio cuenta de que el otro no le iba a dejar tocarlo.
– No lo entiendes. Kurt... Lo nuestro se ha acabado.
Esa frase dejó paralizado al mayor y no pudo responder nada mientras el moreno se alejaba. Pronto los brazos de Rachel lo rodearon, provocando que el llanto comenzara. Su relación había acabado y eso le dolía. Estaba muy enamorado de Blaine, aunque él no lo quisiera ver.
– Tranquilo Kurt. Pronto se le pasará el enfado y volverá a ti con un ramo de flores y pidiéndote perdón. – Berry susurró mientras le acariciaba la espalda. El ojiazul deseó que las palabras de su amiga fueran ciertas. No quería que su relación con Blaine se acabara de esa manera tan triste.
– No te rindas, lucha por él. Demuéstrale que está equivocado. – Puck añadió y en ese momento Hummel fue consciente de que todos habían acudido en su ayuda en cuanto se había ido Anderson y que todos habían escuchado la conversación entre ellos.
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