CAPÍTULO 15: EL AMOR ES LA MEJOR MEDICINA

CAPÍTULO 15: EL AMOR ES LA MEJOR MEDICINA

Sebastian llegó al McKinley para recoger a su novio. Su novio... Esas palabras sonaban mejor que nunca. Él no había sido una persona romántica a la que le gustara mostrar sus sentimientos, al menos desde los quince años cuando... No quiso seguir pensando en eso, no en ese momento que era feliz. Blaine había conseguido devolverle esas mariposas a su estómago. La diferencia era que esta vez sabía que el moreno no le haría daño. Por eso esas dos semanas juntos habían sido maravillosas.

El líder de New Directions vio el coche de su pareja y se despidió de Brittany, Sam y Tina, que lo habían acompañado hasta la salida, para correr hacia allí mientras el castaño salía del coche. Se abrazaron cuando estuvieron un frente al otro, haciendo de ese saludo algo especial. Antes de separarse, el ojimiel dejó un rápido beso en los labios del otro, feliz por poder hacer eso.

La pareja subió al vehículo y fueron hasta la casa de la familia Anderson. Los padres del moreno no estaban pero aun así decidieron subir a la habitación del anfitrión para evitar interrupciones.

Al llegar, Blaine se descalzó empujando sus zapatos con sus pies y luego se tumbó en la cama, boca arriba, invitando a su novio a acompañarlo. Sebastian no se lo pensó y se quitó los zapatos y la corbata para quedar sólo con la camisa ya que su chaqueta del uniforme se había quedado en la entrada junto a su abrigo. Sebastian se tumbó al lado de su novio, los dos acomodándose de lado, uno frente a otro y se quedaron mirándose durante unos segundos. El castaño tenía tantos sentimientos que le asustaban pero había uno que estaba por encima de todos. No quería dañar al chico de ojos color miel que lo miraban con amor y deseo. No habían dicho la palabra que empieza por A todavía, pero ambos sabían que, tras esas caricias y esos besos, había dos chicos totalmente enamorados pero con mucho miedo a confesarlo.

Finalmente, el más bajo eliminó la distancia entre sus labios y comenzaron a besarse. La mano del ojiverde acabó en la cintura de su novio mientras que la del estudiante del McKinley acabó en la mejilla del otro. Se perdieron en los labios del otro, el tiempo dejó de importar para ellos y sólo se dedicaban a sentir. Los besos eran dulces y tiernos pero Anderson quiso ir más allá. Acarició con su lengua el labio inferior de su amado y éste abrió la boca, dejando que sus lenguas se encontraran en una caricia suave. Era la primera vez que llegaban tan lejos y eso sorprendió al Warbler, aunque se dedicó a dejarse llevar, como siempre.

Blaine estaba feliz, era consciente de que los pasos que daban eran muy lentos y que Sebastian necesitaba más. Sin embargo, por más que se esforzaba, no conseguía entregarse físicamente a su novio. Sabía que el castaño tendría toda la paciencia que necesitara pero él quería mostrarle que también se esforzaba por los dos.

– ¿Te gusta estar conmigo? – El moreno preguntó.

– Claro que sí. – El ojiverde respondió acariciando la cara de su novio. – ¿Por qué lo preguntas?

– Sé que vamos muy despacio y que querrías más de mí y pensaba que... Tal vez... Te aburrías. – El moreno evitó la mirada del otro.

– No podría aburrirme de estar contigo... Cuando empezamos sabía que iríamos lento y no me importa. Te respeto y quiero que estés cómodo en todo momento. – El más alto respondió, intentando disipar las dudas de su pareja.

– ¿No crees que es un poco tonto que no puedas llevar tus manos más abajo de mi cadera? ¿O que no puedas besarme el cuello? – El ojimiel seguía evitando mirar al otro.

– No es tonto... ¿Sabes por qué? – El Warbler obligó a que el otro lo mirara a los ojos y el más bajo negó en respuesta a su pregunta. – No es tonto porque la persona con la que salgo ha pasado un mal momento y sé que todo llegará cuando esté preparado y cómodo. Y cuando llegue, todo será hermoso y perfecto para los dos. Cada paso que demos lo guardaré en mi memoria para siempre porque será especial. No sé si te has dado cuenta pero hoy ha sido nuestro primer beso con lengua.

– Lo sé... Suena estúpido. – El líder de New Directions estaba avergonzado y sus mejillas se pusieron rojas.

– No digas eso. – El estudiante de Dalton no sabía como animarlo. – A mí me parece precioso. Me encanta que no apresuremos las cosas. Eso también en bueno para mí porque no quiero que seas otro más.

La pareja se abrazó y Smythe intentó mostrarle todo su amor en ese abrazo. Anderson sentía que tenía que darle más a su novio pero no podía y eso le frustraba. Sin embargo, sentir todo el amor del otro aliviaba un poco su malestar.

– Eres muy dulce conmigo. – El estudiante del McKinley susurró cuando los dos se separaron.

– Eres hermoso... Eres mi niño bonito. – Sebastian respondió, sin embargo, pronto se dio cuenta de que se había equivocado. El moreno se tensó y empezó a respirar con dificultad.

Flashback

Blaine estaba tumbado en la cama donde lo retenían los secuestradores. Las sábanas estaban muy sucias al igual que él. Llevaba cinco días allí y ya no tenía fuerza ni para llorar. Estaba cansado y ya no suplicaba por que lo soltaran. Sólo pedía a Dios o lo que fuera lo que dirigiera su destino, que lo dejara morir en paz.

Uno de sus captores se tumbó sobre él y ya sabía lo que iba a pasar. Ya no se resistía, no era capaz de moverse sin que su cuerpo doliera.

Así me gusta, niño bonito. Que estés tranquilito.

El menor sintió asco y dolor cuando el otro metió la lengua en su boca mientras lo penetraba. No quería seguir así, no quería escuchar los gemidos de los secuestradores, ni sentir sus cuerpos sudorosos sobre el suyo, ni sentir su semen en su interior...

Fin del Flashback

– ¿Blaine? ¿Estás bien? ¿He hecho algo mal? – Sebastian preguntó asustado por la reacción de su novio. No sabía qué hacer, no se atrevía a tocarlo.

– No... Vuelvas... A... Llamarme... Así... – Blaine se esforzó en aclarar, le costaba respirar pero no quería perderse entre sus recuerdos.

– Lo siento, de verdad... ¿Puedo abrazarte? – El castaño se disculpó. El moreno asintió y rápidamente notó los brazos de su pareja rodeándolo, haciendo que ambos se sentaran y apoyándolo en su pecho. Pudo escuchar el latido del corazón del otro, acelerado por el miedo que tenía por haberle hecho daño. – No te llamaré más así... ¿Te parece bien si te llamo "cariño"? ¿"Amor"? ¿"Cielo"? ¿"Mi vida"? – El ojimiel asentía tras cada apelativo porque no tenía problema con ninguno. – ¿"Pastelito"?

– Te estas poniendo muy empalagoso. – El más bajo protestó aunque se rió del último nombre.

– Sólo quería que sonrieras y creo que lo he conseguido. – El ojiverde comentó acariciando la espalda de su pareja.

– Gracias... Y siento haberme puesto así... Es sólo que... Ellos...

– Sh... – El más alto lo hizo callar. – No necesito que me lo expliques, lo he deducido... Sólo quiero que estés cómodo por lo que no volveré a decir eso...

Estuvieron un rato así hasta que el Warbler notó que su novio estaba relajado y le propuso ir a la cocina a preparar algo para comer. Entraron a la cocina y los dos se movieron de manera sincronizada para prepararse dos sándwiches de mantequilla de cacahuete. Después de comérselos se pusieron a limpiar todo lo que habían manchado. Al finalizar, Smythe se apoyó en la encimera y el líder de New Directions se acercó a él, poniendo sus manos a ambos lados de manera que no pudiera escaparse. Juntó sus labios en un beso lleno de dulzura y suavidad mientras el estudiante de Dalton ponía sus manos en la nuca del otro, deseando que en ningún momento se separara de él.

Susan eligió ese momento para entrar y descubrir a su hijo perdido en los besos de su novio. Carraspeó para anunciar su llegada y los dos jóvenes se separaron. Blaine estaba un poco avergonzado porque no le había contado nada a sus padres, no quería que se enteraran hasta que estuviera seguro de que aprobarían esa relación. No quería correr riesgos.

– Será mejor que subamos a mi habitación. – El moreno anunció.

– Ya conoces las normas de esta casa. – La madre comentó, recordándole al menor que no tenía permitido hacer con su novio.

– Lo sé. – El ojimiel respondió con una sonrisa.

Los dos estudiantes salieron de la cocina y la mujer aprovechó que estaba sola para hacer una llamada de teléfono. Esperó unos segundos a obtener respuesta desde el otro lado de la línea.

– Kurt... Tenemos problemas...

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